sábado, 14 de enero de 2023
PERÚ: La Ley y el Orden
A estas alturas, no cabe duda que la siniestra ‘profecía’ proferida hace un tiempo atrás por ese viejo senil y hoy prófugo de la justicia Aníbal Torres, de que “los indios bajaran de los cerros y correrán ríos de sangre si logran vacar a Pedro Castillo” - aquel delincuente terrorista destituido por golpista por el Congreso y que termino en prisión - se están haciendo pavorosamente realidad, por obra y gracia de las hordas asesinas de Sendero Luminoso que buscan “incendiar la pradera” provocando el caos y la violencia en el país andino, que han dejado decenas de muertos y del cual ellos son los únicos responsables. De “protestas pacificas” no tienen nada (el asalto a los aeropuertos, el incendio de locales públicos, los bloqueos de carreteras o el bárbaro asesinato de un policía que fue quemado vivo así lo demuestran), y sus demenciales acciones terroristas deberían ser firmemente combatidas por el gobierno constitucional de la señora Dina Boluarte. Y digo deberían porque vemos como las FF.AA. y policiales no actúan como debieran, ya que inexplicablemente han asumido una posición pasiva frente a esos criminales que no solo están destruyendo el país buscando hacerlo ingobernable, sino que también pretenden dividirlo para ‘integrar’ el sur del Perú a Bolivia, lo que todas luces es un acto de Traición a la Patria que debe castigarse con la pena de muerte ipso facto a quienes lo propugnan. Es más, se ha llegado a saber que los denominados “Ponchos Rojos” - grupo paramilitar del narcopedófilo Evo Morales - trasladaron 126 mil balas a territorio peruano para utilizarlos en la asonada terrorista, matando a varios de esos “pacíficos” manifestantes y culpar de ello a la policía (que no utilizan esa clase de balas), quienes prácticamente se encuentran desarmados a la hora de enfrentarse a esas turbas asesinas. Ante la grave situación en la que se encuentra el país hay que mostrarse fuertes e implacables frente a estos miserables. O se rinden incondicionalmente o se les liquida, no hay término medio. Lamentablemente en el gobierno hay quienes no lo ven de esa manera y en su cobardía, algunos renuncian (como el ‘topo’ ese que fungía de ministro de Trabajo, ocultando que fue asesor de la comunista Sigrid Bazán en el Congreso) y otros buscan ‘dialogar’ con estos asesinos, cuando deben entender que con los terroristas no se negocia. No se puede ceder por ello ante el planificado ataque al orden constitucional por parte del comunismo internacional, cebándose especialmente en la policía, lo que hace que muchos se pregunten ¿Porqué tienen temor a defenderse? Como recordareis, dos policías fueron emboscados por esos delincuentes en Juliaca la noche del pasado lunes. Fue una acción premeditada porque acudieron por una denuncia de un supuesto incidente. Se sabe que ellos no hicieron uso de sus armas para repeler la agresión. Si lo hubieran hecho, quizá no hubiera pasado lo que ocurrió. Uno de ellos, José Luis Soncco Quispe, fue brutalmente asesinado y quemado por los terroristas. El otro, Ronald Villasante Toque, fue gravemente herido, pero pudo ser rescatado por una patrulla que acudió ante el pedido de auxilio. Los criminales les arrebataron un fusil AKM y dos pistolas que los atacados no llegaron a utilizar. Frecuentemente los policías tienen reparos en hacer uso de sus armas porque saben que serán procesados por un sistema judicial que usualmente está más preocupado por la integridad y los derechos de los agresores y delincuentes, que por aquellos a quienes el Estado y la sociedad han encargado la misión de protegerlos. Precisamente una red de ONG caviares tienen una enorme influencia en el sistema judicial y presionan sistemáticamente para sancionar y amedrentar a los efectivos de las fuerzas del orden y tratar benignamente a los agresores, terroristas y delincuentes. Un ejemplo es que el asesinato de 24 policías en Bagua, la mayoría de ellos desarmados y degollados a sangre fría, quedó impune. Peor aún, los políticos en el gobierno - este y los anteriores -, también ‘disuaden’ a los policías y a veces les ordenan explícitamente que no usen sus armas para defenderse de los ataques. Así ocurrió al comienzo de los desmanes orquestados por los secuaces del analfabeto ese recluido en la DINOES, cuando la presidenta Boluarte determinó públicamente de manera irresponsable que la policía no usará ni siquiera armas no letales, como las escopetas con perdigones de goma. Otra característica de este y otros gobiernos, es que creen equivocadamente qué hay que tratar con toda delicadeza a esos malnacidos que provocan disturbios, bloquean carreteras, asaltan instalaciones y saquean comercios. Piensan que así se van a calmar. Es justamente al revés. Hay que intervenir desde el principio con toda energía y, si es posible, con una superioridad abrumadora. Esa es la manera más eficaz de evitar que los disturbios provocados por los agitadores se salgan de control. Pero los políticos no aprenden. En Andahuaylas, Ayacucho, Juliaca y otros lugares, han enviado al principio a la Policía desarmada, con órdenes de “sólo defenderse”… con sus escudos (?). El resultado ha sido que eso ha envalentonado a las turbas y, cuando desbordaban a las fuerzas del orden, éstas han tenido que actuar enérgicamente y el “costo social”, el número de víctimas, ha sido alto. Además, se ha llegado a comprobar que varios de los muertos y heridos fueron sido víctimas de los propios azuzadores, como ocurrió en Lima en los disturbios contra Manuel Merino el 2020. A pesar de las evidencias que los desmienten, los caviares, sus ONG, sus políticos y los medios de comunicación que influyen y dominan, persisten en difundir la falsa idea de que las fuerzas del orden están al mismo nivel de las turbas de delincuentes, terroristas y saqueadores que asaltan, roban, hieren y matan. No es así. No son iguales los delincuentes que atacan con violencia a las fuerzas del orden que los encargados por el Estado de mantener la tranquilidad. No pueden ser juzgados con el mismo rasero. Los únicos responsables de la violencia y las víctimas de los desórdenes son los secuaces de Pedro Castillo - varios de los cuales siguen inexplicablemente aun en el Congreso - y de Evo Morales, que con toda impunidad estuvo incitando al separatismo en el sur durante meses. Hay que aplicar la ley y el orden con toda energía, respaldando a la Policía Nacional y a las Fuerzas Armadas para evitar que se repitan los errores y las injusticias del pasado. Entretanto, las hordas terroristas han anunciado que quieren radicalizar Lima, buscando convertirla el epicentro de una escalada de violencia. Los auspiciadores: los parásitos caviares y la izquierda radical. Estos vienen promocionando la llegada de esos vándalos a partir de este sábado 14 de enero y que vienen generando disturbios en el sur del país, como en Puno, Cuzco y Arequipa. Estos mismos incluso ahora cuentan con el apoyo del norte del país con las rondas campesinas de La Libertad y Chota (Cajamarca). Los primeros, respectivamente, tienen una base de 90.000 integrantes; de los segundos aún no hay una cifra conocida. A este peligroso contexto se suma la posible presencia de integrantes de Sendero Luminoso como cabecillas de la sonada, contando además con el financiamiento de organizaciones criminales - como el narcotráfico, la minería ilegal, el Foro de Sao Paulo - entre otros, mas la injerencia de los “Ponchos Rojos” de Evo Morales. Al respecto, el titular del ministerio de Transportes, Jorge Chávez, señaló que este 14 de enero llegarían a Lima manifestantes de otras regiones. Mencionó que de acuerdo con la información brindada por Inteligencia se habrían organizado este fin de semana. Asimismo, afirmó que prefería mantener en reserva las acciones que se tienen pensadas en lo referente a seguridad y orden interno. Recalcó que deben tomar las medidas que sean necesarias con la finalidad de evitar los desmanes terroristas que buscan crear el caos. Por otra parte, en Chota se llevan a cabo también movilizaciones de ronderos campesinos. Desde la tierra del golpista Castillo se movilizaron por las principales calles y avenidas, cargando unos ataúdes negros. Además, el dirigente Norvil Rafael Heredia aseguró que las protestas seguirán con otras medidas de fuerza y que la finalidad era llegar a la capital para pretender llevar a cabo “La toma de Lima” el pasado jueves 12 de enero y que termino en un sonado fracaso. Como podéis imaginar, la izquierda limeña había invitado a los senderistas a participar en esa ocasión y pese a que la policía desbarato sus planes al capturar a algunos de sus elementos como Rocío Leandro Melgar - la camarada Cusi - llegando todos ellos a Lima, eso sí, enmarrocados, los caviares insisten con su fiesta incendiaria en la capital, desesperados por volver a seguir viviendo a costa del Estado cual garrapatas que son, del que fueron expectorados con la destitución de Castillo (alias Abimael 2.0). De este modo no es de sorprender que con su llegada comiencen a llevarse a cabo una serie de actos terroristas como los que se ven en las provincias del sur del Perú. Hay una organización, movilización y logística bien coordinada. El punto de mira ahora es Lima y allí será su tumba (Por cierto, hizo bien este viernes la señora Boluarte en enrostrar a los parásitos caviares su hipocresía y complicidad con el terrorismo, no renunciando como ellos esperaban con ansias. En estos momentos difíciles hay que mantenerse firmes y combatir sin descanso a esos miserables que buscan destruir al Perú… #NoAlComunismo #TerrorismoNuncaMas)
martes, 10 de enero de 2023
CRÓNICAS DEL HORROR: De Vilcashuamán a Lucanamarca
A raíz de la ignominiosa caída del régimen filosenderista de Pedro Castillo el pasado 7 de diciembre, hay quienes me han preguntado si esta serie iba a continuar y es obvio que si, ahora con mayor razón al ver la asonada terrorista que ha estallado en el país andino, por parte de quienes como fieles herederos de Sendero Luminoso, utilizan sus mismos métodos sanguinarios para tratar de imponerse por medio de la violencia, pero volverán a fracasar miserablemente. Como recordareis en capítulos anteriores, debido al asalto de la cárcel de Ayacucho en marzo de 1982 por parte de los terroristas para liberar a sus secuaces, que dejo como saldo decenas de muertos, y luego de rechazar el ultimátum de 72 horas dado por Belaunde Terry para que depusiera las armas, a este - muy a su pesar - no le quedo otra opción que entregar a las FF.AA. el control de la zona de emergencia de Ayacucho. Y la respuesta de Sendero fue feroz. Es precisamente a raíz de este asalto, que se constituyo la «1era Compañía» militar senderista. En los meses siguientes se multiplicaron los ataques a puestos policiales, primero en capitales distritales alejadas pero luego en pueblos importantes como Vilcashuamán, realizado el 22 de agosto de 1982. Capital de la provincia de Vilcashuamán perteneciente al departamento de Ayacucho, Vilcashuamán (en quechua: Willkawaman; 'halcón sagrado') está situada a una altitud de 3.490 msnm en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes. Ubicada sobre un antiguo sitio arqueológico, Vilcashuamán fue un centro administrativo de los Incas, establecido luego de que estos conquistaran a los chancas y a los pocras. Según los cronistas, debió albergar a unas 40.000 personas. La ciudad estaba conformada por una gran plaza en la que se realizaban ceremonias con sacrificios, alrededor de ésta se encuentran los dos edificios más importantes: el Templo del Sol y el Ushnu, los cuales perduran hasta la actualidad. Se cree que la ciudad tenía la forma de un halcón en cuya conformación el Ushnu ocuparía el lugar de la cabeza. El ataque senderista duró 5 horas y se concentró en el puesto de la Guardia Civil de la localidad. El saldo de fallecidos fue de siete policías y aproximadamente una treintena de senderistas. Fue considerada una de las acciones armadas más exitosas del grupo subversivo. Meses antes, el 1 de abril, Belaunde acudió a Vilcashuamán para infundir ánimos a una población atemorizada ante un inminente ataque senderista. Días antes se habían reportado movimientos y luces en los cerros aledaños, y se esperaba una incursión de unos 50 subversivos. La mañana del 22 de agosto de 1982, un grupo entre 50 y 60 senderistas sorprendió a los guardias civiles del puesto policial de Vilcashuamán. Para el ataque fueron utilizados fusiles y ametralladoras, además de granadas artesanales. Los policías pidieron refuerzos sin éxito; algunos lograron escapar. (Cabe precisar que entre los atacantes se encontraba Víctor Quispe Palomino - alias Camarada José - quien tras la captura de Abimael Guzmán en 1992, desconoció el Acuerdo de Paz firmado por este en prisión y se convirtió en cabecilla de los remanentes de SL en el VRAEM, con fuertes vínculos con el narcotráfico). Una vez tomada la plaza, los senderistas capturaron a los policías restantes, e iniciaron un mitin en la plaza de armas de la localidad, donde realizaron arengas a favor del presidente Gonzalo, la guerra popular y la República Popular de Nueva Democracia; además, repartieron víveres saqueados entre los espectadores. Finalmente, los atacantes abandonaron la localidad en dos camiones tomando de rehenes a los policías capturados, a quienes abandonaron a las pocas horas. La acción terrorista tuvo como saldo la muerte de siete guardias civiles y de un número indeterminado de senderistas, que se ha calculado en una treintena. A pesar de ello, la propaganda senderista lo considero “un gran triunfo” multiplicando sus acciones criminales en el país. Uno de los que causo gran conmoción ocurrió el 26 de enero de 1983 cuando un grupo de periodistas provenientes de Lima, fueron capturados, torturados y brutalmente asesinados por integrantes de la comunidad campesina de Uchuraccay, hecho del cual se vanaglorio posteriormente Sendero, al señalarlos como “informantes del Ejército”. Pero lo peor aún estaba por llegar. Cabe recordar que Guzmán, el genocida más grande de los últimos tiempos, sostuvo en más de una oportunidad en diálogos sostenidos con sus captores, que “los derechos humanos se basan en la concepción burguesa del mundo que se centra en el individuo, y que concibe la humanidad como una familia para negar la lucha de clases”. ¿Libertad para quien nunca reco¬noció los derechos humanos? Para Guzmán la violencia y el terror tienen valor ético, es por eso que las atrocidades cometidas por la banda maoísta eran una especie de “justicia popular” que no respetó niños, mujeres y ancianos. En efecto, la madrugada del 3 de abril de 1983, una horda de aproximadamente de cien terroristas de SL incursionaron en la localidad de Lucanamarca, Ayacucho, y asesinaron con crueldad y sadismo a machetazos a unos ochenta comuneros en lo que fue una verdadera orgía de sangre. Lo primero que hicieron fue identifi¬car a los ronderos, que habían sido organizados por el desaparecido dirigente aprista Alberto Valencia Cárdenas y adiestrados por el Ejército, para luego acuchillarlos y desmembrar sus cuerpos. Prosiguieron con el resto de la población; muchos no murieron inmediatamente por lo que fueron acribillados a tiros o les rompieron sus cráneos a pedradas “para ahorrar municiones”. En el cuartel “Los Cabitos” de Huamanga, Julio Tito Quispe, uno de los pocos que logró huir, narró con lágrimas en los ojos que a Zoraida, su esposa embarazada, una mujer terrorista ordenó colgarla de un árbol para luego abrirle el vientre y extraerle el feto el cual fue lanzado para que lo devoraran los perros. “A mí me cortaron una oreja y el cuello, felizmente no morí. Vi cómo dos mujeres con blue jeans mataban a siete niños que lloraban reclamando a sus padres. Me creyeron muerto y se fueron”, dijo tras agregar que a 42 campesinos fueron degollados y que a su anciana madre la tiraron al suelo y le clavaron una barreta. Esta masacre fue difundida por todos los medios de comunicación, pero como era de esperar ningún organismo “de derechos humanos” alzó su voz de protesta ante semejantes atrocidades. Amnistía Internacional, American Watch y la Comisión Andina de Ju¬ristas de Diego García Sayán guardaron absoluto silencio, demostrando una vez más, su complicidad con los asesinos. Sólo en el Parlamento algunas voces expresaron su preocupación. Por cierto, en la famosa “Entrevista del Siglo” publicada por El Diario, vocero oficial de SL, Guzmán, refiriéndose a la masacre de Lucanamarca, señaló: “frente al uso de mesnadas (ronderos) y la acción militar reaccionaria, le respondimos contundentemente con una acción: Lucanamarca. Ni ellos ni nosotros la olvidamos. Claro que ahí vieron una respuesta que no se imaginaron. Ahí fueron aniquilados más de 80. Eso es real, y le decimos, ahí hubo excesos, pero toda cosa en la vida tiene dos aspectos: nuestro problema era un golpe contundente para sofrenarlos, para hacerlos comprender que la cosa no era tan fácil. La propia Dirección Central planificó la acción…” Así entonces, Guzmán reconoció el genocidio que él y su cúpula criminal planificaron contra campesinos inocentes ajenos totalmente a la guerra antisubversiva. Posteriormente, en conversaciones que tuvo tras su captura con Vladimiro Montesinos y otros estrategas militares, sin temblarle la voz y con sangre fría, este despreciable asesino (a quien Castillo considera “su guía y mentor”) volvió a reconocer la autoría de la matanza que sacudió a todos los peruanos. “No hay una revolución auténtica que no atraviese el río de sangre”, repitió una y mil veces cuando tuvo delante de él a psicólogos y sociólogos del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), demostrando que siempre actuó con absoluta frialdad y desprecio por la vida humana. Sin embargo, las bestialidades cometidas por las hordas asesinas a su mando no quedaron allí, ya que el beño de sangre recién estaba empezando, pero antes y aprovechando las circunstancias, debemos ocuparnos de un siniestro personaje de corta vida y sangriento final, cuya temprana desaparición la convirtió en un mito senderista. (Próximo capítulo: Edith Lagos, el icono de la muerte)