sábado, 1 de febrero de 2025

COLOMBIA: Con los pantalones abajo

Como no podía ser de otra manera, Gustavo Petro (otrora integrante del grupo terrorista M-19, además de ser acérrimo enemigo del Perú y secuaz del golpista Pedro Castillo) volvió a hacer el ridículo de su vida, cuando se las quiso dar de listo con los EE.UU. al negarse a recibir 2 aviones militares estadounidenses en su territorio que devolvían esposados a su país a cientos de deportados, cuando ello había sido previamente acordado entre ambos gobiernos. Pero Donald Trump lo puso inmediatamente en su sitio, obligándolo a bajar la cabeza y ceder - en un acto de cobardía suprema - a todos sus requerimientos. Este vil sujeto es el mismo que busca a como dé lugar una nueva Constitución para Colombia con el fin expreso de reelegirse indefinidamente ya que la actual Carta Magna se lo prohíbe ¿les parece familiar aquello? Si es la misma maniobra que el filosenderista Castillo pretendió hacer en el Perú, fracasando en su burdo intento y terminando en la cárcel por golpista y ladrón. Repudiado por la gran mayoría de colombianos, Petro pretende acabar con la institucionalidad democrática de su país para eternizarse en el cargo como los sátrapas de Cuba, Venezuela y Nicaragua ¿Este es el “revolucionario” que idolatran los parásitos de la izquierda latinoamericana? Si la intención del terrorista ese era asumir el liderazgo del trasnochado discurso antiimperialista en la región, lo único que logró fue ponerle Colombia en bandeja de plata a Trump para que demostrara de lo que es capaz Estados Unidos para poner orden en lo que aún considera “su patio trasero”. Como recordareis, luego de un domingo agitado por la innecesaria crisis diplomática con Washington creado por Petro, el Gobierno de Donald Trump celebró haber doblegado de una manera humillante a quien pretendió obstaculizar su política migratoria, ya que a su vez sirve de escarmiento para el resto de países de la región, con la mira puesta en otros líderes izquierdistas como Claudia Sheinbaum en Méjico o Xiomara Castro en Honduras, claves para garantizar el retorno de los indocumentados deportados. En efecto, menos de 24 horas duró la soberbia de Petro, quien terminó aceptando los términos de su homólogo estadounidense, según informó la Casa Blanca en un comunicado. “El Gobierno de Colombia ha aceptado todos los términos del presidente Trump, incluyendo el irrestricto recibimiento de todos los colombianos ilegales devueltos de Estados Unidos, incluso en aviones militares estadounidenses, sin limitaciones ni retrasos”. El Gobierno norteamericano agrego además que las sanciones y aranceles que se habían anunciado a los productos colombianos “se mantienen en reserva y no se firmarán, a menos que Colombia incumpla el acuerdo”. Y en lo que respecta a las visas revocadas, controles migratorios más estrictos y trámites restringidos por el Departamento de Estado, la Casa Blanca precisa que se mantendrán vigentes hasta que se reciba el primer vuelo con colombianos deportados. “Los eventos de hoy han dejado claro al mundo que Estados Unidos se ha hecho respetar nuevamente”. A pesar del contundente triunfo que se anotó la Administración Trump, el Gobierno colombiano ha intentado -como era de esperar - vender un discurso político a sus bases para disimular la enorme torpeza diplomática que se reduce a un ridículo show con claros fines electorales. Allá los descerebrados que se lo crean. Como siempre suele suceder con los hipócritas de izquierda en el poder, Petro se llena la boca hablando del bienestar de su “pueblo”, pero, con sus acciones, no hace otra cosa que perjudicar una y otra vez a los colombianos. Ya no solamente con políticas públicas que terminan tornándose contraproducentes para la población, sino con acciones que, concretamente y en tiempo real, terminan afectando a un grupo de personas. Incluso, a aquellos en un momento de vulnerabilidad importante, como los deportados expulsados de los Estados Unidos, por motivos de documentación. Como es sabido, Donald Trump está determinado en cumplir con su promesa de campaña de realizar deportaciones masivas de indocumentados en los Estados Unidos. Con respecto al primer grupo de colombianos que se encontraban ilegalmente en ese país, la nueva administración decidió enviar un vuelo con migrantes, para que retornen a su país de origen. Y en una muestra de enfermiza bipolaridad, Petro celebró la repatriación de los colombianos expulsados, pero a la media hora escribió que no admitía el ingreso de aviones con deportados a Colombia, para los que exigió “un trato digno” tal vez porque se enteró de que venían esposados, tal como se les vio en imágenes previas de la televisión antes de abordar la nave. Sin embargo, en su afán por mostrarse como lo que no es, el enajenado Petro ignoró que todos los deportados por la administración de EE. UU., siempre viajan esposados y custodiados tal como lo exige el protocolo. Así llegan todos los expulsados, incluso cuando son enviados en un vuelo comercial (como sucedió por ejemplo con Alejandro Toledo, cuando fue extraditado al Perú). Pero Petro también ignoró que transportarlos en modernos aviones militares Boeing C-17 Globemaster, que se utilizan para el transporte de tropas, no constituye ninguna indignidad aunque no sea tan cómodo como viajar en primera clase. Además, pasó por alto lo más grave, y es que él no puede impedir que los deportados sean retornados a su país, a lo que tienen todo el derecho, ya que de lo contrario estarían siendo convertidos en verdaderos parias por quien hipócritamente se da golpes de pecho exigiendo que los traten “con dignidad” cuando a su vez hace tratos indignos con el régimen chavista. Falta año y medio para que este badulaque salga del poder - a pesar de todos sus intentos de querer reelegirse estando impedido constitucionalmente, por lo que insiste con la cantaleta de una Asamblea Constituyente - y por unas horas puso en juego las relaciones con los estadounidenses, que se miden en miles de empleos y millones de dólares. ¿Hasta cuándo tendrán que soportar los colombianos a este miserable?

martes, 28 de enero de 2025

HISTORIAS DEL TIEMPO: El Zoológico de la Exposición

Con motivo de la Exposición Nacional de 1872, realizado en el Parque de la Exposición en Lima, se decidió la construcción de un jardín zoológico para exhibir animales de las distintas regiones del Perú y el mundo. Para tal efecto, en 1871 se nombró una comisión a cargo de Henrique Casseu para traer desde la Amazonía las colecciones de plantas y animales requeridas. Según el catálogo de la Exposición de 1872, se presentaron 271 especies. Entre los animales domésticos había toros, vacas caballos, cerdos, ovejas y perros de raza. También gallinas, gallos, patos, gansos y palomas. Al parque llegaron animales silvestres, algunos nunca antes vistos en Lima, como cóndores, cisnes, garzas, cacatúas, pericos, faisanes, urracas, mirlos, canarios, halcones y gavilanes. De sierra y selva fueron presentados vicuñas, guanacos, tapires, jaguares, pumas, tigrillos, osos negros, zorros, armadillos, hurones e iguanas. Además, se recibieron muchas donaciones de animales. Ese año, Luis Mesones, por ese entonces ministro peruano en Brasil obsequió dos hermosos tigres que llegaron a Lima en barco. Sin embargo, entre los animales del zoológico lo que concitó más la atención fue la presencia de los primeros leones de la exposición: “Nerón” y “Fanny”. También se exhibieron búfalos, camellos, hienas, ardillas, erizos, marmotas, así como un un elefante de la India llamado “Romeo”. Por su importancia agropecuaria fueron presentadas además 56 colmenas con abejas productoras de miel y peces “colorados, dorados, plateados y azules”. Finalizada la Exposición Nacional, una parte de los animales se quedó en las jaulas del zoológico al que se ingresaba por la puerta lateral del parque, frente a la plazuela de la Exposición. Pero con la construcción del Paseo Colón, en 1899, se tuvo que construir una nueva entrada. Transcurrieron menos de diez años desde su inauguración cuando el zoológico fue destruido por el ejército chileno durante la ocupación de Lima, en 1881. En efecto, varias jaulas fueron destruidas y algunos animales fueron robados, o murieron por la falta de cuidados. El 23 de julio de 1881 el elefante “Romeo” fue encontrado sin vida en su jaula. Se culpó de su muerte a los soldados chilenos e incluso se realizó una autopsia al cadáver del paquidermo, en la que se encontró un gran “apostema en el hígado”. El caso nunca fue esclarecido. Entretanto, los leones fueron llevados a Chile para ser colocados en el zoológico de Santiago, como lo ha documentado el historiador chileno Milton Godoy Orellana. De esta manera al finalizar la Guerra del Pacífico, el parque había sido completamente saqueado y destruido por los invasores que redujeron a escombros todo lo que no pudieron robar. Sin embargo, a pesar de la grave crisis ocasionada por la guerra, muchas familias de Lima apoyaron la reconstrucción del zoológico del parque de la Exposición a través de aportes monetarios y donaciones de animales exóticos. En 1885 llegaron las primeras donaciones de vecinos cuyos nombres merecen ser recordados: José F. Aramburú donó una vicuña; Eduardo Sánchez Concha, una llama. El señor de la Puente Arnao, un zorrito; Benito Valdeavellano donó un venado; el comandante Flavio Gioja un mono y un oso hormiguero y José Rossel, otra vicuña. La lista de donantes es larga. Esta vez llegaron de la selva peruana al zoológico un tigrillo, un “gallo de tres patas”, un oso, garzas. El alcalde de Pacarán donó un jaguar, y el doctor Wenceslao Molina obsequió un osito que trajo de Carabaya. También llegaron monos, osos, águilas y otros animales. Luego de la muerte del elefante “Romeo” a manos de los chilenos, el circo “Cantoni” vendió a la ciudad su elefante “Jousky”, en 1891. Esta adquisición fue cuestionada por muchas personas que consideraron que existían gastos más urgentes que la compra de un elefante. Además, aducían, “Jousky” ocasionaba grandes gastos por la gran cantidad de alimento que consumía. Antes de llegar al zoológico de la Exposición el animal estuvo encerrado en un almacén del Callao, secuestrado por el dueño hasta que el municipio pudiera cubrir la deuda generada por su alimentación. Una noche, el elefante escapó de su jaula y el hecho apareció en las noticias de los periódicos del día siguiente. Este suceso anecdótico finalizó cuando la municipalidad llegó a un arreglo económico con el propietario del almacén, quien entregó el elefante al zoológico. Desde su llegada fue el preferido de todos los niños y adultos. “Jousky” había aprendido muchos trucos en el circo “Cantoni” y era la atracción principal del Parque de la Exposición. En noviembre de 1909 llegó el elefante indio “Volky”, traído desde el zoológico de Hamburgo, con su propio entrenador. A veces se le permitía salir de su jaula para ayudar a los guardaparques a cargar bultos con su trompa. Posteriormente hubo otros elefantes. Hay muchas historias que contar sobre ellos, pero no todas tuvieron un final feliz. Por ejemplo, el elefante “Charles” dejó sin vida al japonés Sacoy aplastándolo y arrojándolo fuera de su jaula. Desde entonces permaneció encadenado. Otro elefante, “Panchito”, aplastó a su entrenador causándole la muerte. A pesar de este incidente, “Panchito” era muy popular. Hacía sonar su trompa cuando se lo pedían: “Pancho toca la trompeta”, era una frase muy conocida en la Lima de antaño. Cuando los primeros leones llegaron en 1872 para la Exposición Nacional de ese año, la Municipalidad de Lima se encargó de mantener sus jaulas en buen estado, pero la falta de presupuesto obligó a los felinos a vivir en jaulas inadecuadas. Tras la ocupación de Lima por los chilenos, estos se los llevaron a Santiago - tal como detallamos líneas arriba - y hubo que pasar algún tiempo para que sean reemplazados. En 1905 la leona del parque de la Exposición murió y a las pocas semanas murió el león. La muerte de los animales fue muy sentida, incluso se llegó a publicar necrologías en los periódicos. En El Comercio una noticia decía: “El león que ha fallecido, así como su hermana, muerta a pocos días, habían nacido en Arequipa y fueron adquiridos por la municipalidad, hace dieciocho años”. En noviembre de 1909 llegaron a Lima cuatro cachorros de león. También llegaron un cachorro de puma y un jaguar. Los leones de la Exposición fueron personajes notables de la sociedad limeña. Siempre se informaba sobre su salud y las condiciones en que vivían. A través del tiempo vivieron en este pequeño zoológico varias especies de animales. Para daros una idea podemos revisar el inventario del año 1889 donde se menciona: pavos reales, cóndores, loros, paujiles, gansos, cisnes, gallinetas, patos, perdices, búhos, palomas, gavilanes, cernícalos, guacamayos, cardenales y alcatraces. Así también un oso hormiguero, tortugas, asnos, carneros, monos, conejos y caballos. Las jaulas más grandes del zoológico de la Exposición fueron para los elefantes, los cóndores, los camellos, los leones y para el pabellón de aves exóticas. En la pequeña laguna habitaban garzas, patos, cisnes y otras aves acuáticas. Algunos animales fueron protagonistas de las festividades del carnaval de Lima. Fue el caso de los camellos, que participaron en el desfile de 1922. En esa ocasión uno de ellos llevó en su lomo a la famosa bailarina española Tórtola Valencia vestida como princesa hindú. Durante los años de la existencia de este zoológico se recibieron nuevas donaciones de animales. Sin embargo, siempre hubo problemas para alimentarlos y tratarlos debidamente. En 1909 se construyó la nueva fachada del zoológico, inspirada en la puerta de ingreso al zoológico Hagenbeck de Hamburgo, Alemania. Estaba decorada con esculturas de cabezas de elefante, aves y felinos hechos en bronce por la fundición francesa Val d´Osne y daba acceso al restaurant del zoológico, entonces administrado por Angelo Bertolotto. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX el zoológico de La Exposición empezó a entrar en crisis. Los animales morían por maltrato y falta de higiene, tal como lo denunciaban los diarios de la época. Es más, en la década de 1920 se construyó la prolongación de la avenida Petit-Thouars, lo que dividió el Parque de la Exposición en dos mitades y ocasionó la llegada de automóviles al lugar. Pero en 1930 la gran crisis económica - que ocasiono la caída de la dictadura de Augusto B. Leguía - afectó también a los animales del zoológico. La municipalidad de Lima, encargada de la alimentación de los animales, tuvo que hacer varios ajustes a su presupuesto. En 1935, cuando la ciudad se disponía a cumplir cuatrocientos años de su fundación española, el alcalde Luis Gallo Porras dispuso el traslado del zoológico a una nueva ubicación, pero esta medida no fue inmediata y por algunos años más hubo animales que continuaron en las jaulas, como los monos y las aves. Finalmente, en 1944 el zoológico fue trasladado al distrito de Barranco -poniendo fin a su presencia en Parque de la Exposición - donde estuvo ubicado hasta finales de la década de los años 60, cuando fue trasladado definitivamente al Parque de las Leyendas, en San Miguel, donde permanece actualmente.