martes, 24 de junio de 2025

CHIRIBAYA: El perro pastor peruano

Cuando se habla de los perros originarios del Perú antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI, por lo general uno piensa en los Viringos, aquellos canes sin pelo que se han convertido en parte del patrimonio del país andino. Pero existe otra raza no tan conocida y que injustamente ha pasado desapercibida a pesar de que se han encontrado sus restos en tumbas prehispánicas excavadas por los arqueólogos y que al igual que el Viringo, también se encuentra representado en antiguos ceramios y textiles de culturas desaparecidas. Quizá por su apariencia similar a los perros callejeros (los denominados ‘chuscos’) que pululan en las ciudades, nadie le ha prestado atención que merece. Nos referimos al Chiribaya. Gracias a las momias halladas de este perro, los investigadores han podido determinar también que sus descendientes permanecen hasta nuestros días, y esto lo confirma la similitud entre los restos conservados y muchos de los canes que viven en el sur de Perú, en la región Moquegua - especialmente en Ilo y alrededores. Fue una antropóloga y una documentalista quienes hallaron los restos de lo que sería una raza de perro pastor de llamas que no solo fue parte importante de la estructura social de los antiguos peruanos, sino que recibía un trato especial tras su muerte. Se trata de un perro de pequeño tamaño y muy peludo, conocido por los arqueólogos como el "perro de Chiribaya", cultura que prosperó en la costa sur del Perú y que enterraba a sus mascotas con todos los honores de un fiel amigo y compañero de trabajo. El hallazgo se lo debemos a las investigaciones de la destacada antropóloga Sonia Guillén Oneglio, quien debe su fama al estudio de antiquísimas momias de personajes que organizaron prósperas culturas desde Chachapoyas hasta las costas de Moquegua. Es precisamente en la zona del puerto de Ilo donde se encuentra el centro de operaciones del Centro Mallqui (momia en quechua), dedicado a la investigación de la denominada Cultura Chiribaya, y hasta allí se extendió un cacicazgo en el periodo intermedio tardío de la cultura peruana (del año 900 hasta el 1350 d.C.), su territorio posee hasta nuestros días una característica que es el sueño de todo antropólogo: su suelo es extremadamente seco, contiene una ingente cantidad de sales minerales, y escasas lluvias , lo que potencia la conservación (momificación) de los restos físicos de quienes habitaron este lugar. "A pesar de la inscripción oficial de la raza originaria del perro peruano sin pelo, aún muchos siguen pensando que los perros llegaron con los españoles. Y el hecho de encontrar otra variedad de perro nativo, el perro pastor Chiribaya, es un descubrimiento muy importante", dice la documentalista. A diferencia del tan promocionado Viringo, el perro pastor Chiribaya no solo tenía abundante pelaje, sino también otras características propias. Al respecto, Ermanno Maniero, presidente del Kennel Club del Perú, y la médica veterinaria Viviana Fernández, de la Universidad de San Marcos, examinaron exhaustivamente las momias halladas en esa oportunidad y determinaron que estos canes tenían el cuerpo más largo que alto; que el color del pelaje podía variar entre el amarillo y el rojizo, algunos con manchas oscuras sobre el lomo o la cabeza, que tenían las orejas recortadas y caídas; y sus patas era tipo "liebre", es decir que permitían al animal moverse sobre la arena o la tierra con menos esfuerzo. Y esta última cualidad quizá sea la que le dio la importancia dentro de la estructura de vida de los chiribaya. Sonia Guillén dice que varios estudios, incluidos los suyos, han determinado que en la costa también se desarrolló la ganadería de camélidos. O sea, que estos animales no fueron exclusivos de las alturas. En el caso de los chiribayas, ellos tuvieron una economía costera, con el uso de recursos marinos, también con agricultura, pero intensamente ganadera, y eso lo saben por las cabezas, patas y orejas de llama que han sido halladas como ofrendas recurrentes en sus entierros. La antropóloga señalo que según las investigaciones realizadas por la genetista Jane Wheeler, quien trabajó en el valle de Ilo, los chiribayas criaron un tipo de llama que tenía el pelo más largo y más fino que la mejor alpaca de nuestros tiempos, pero que estas fueron ignoradas por los conquistadores españoles, quienes las usaron como bestias de carga, provocando su exterminio, aunque dicen que es posible localizarlas aún en la Patagonia argentina. "Al tener tantas llamas, los chiribayas necesitaron perros para el pastoreo. Entonces, estos se convirtieron en compañeros de trabajo por lo que a su muerte recibieron los honores correspondientes", dijo Guillén. "Para graficarlo, es como si miraras a una momia de un antiguo peruano y la compararas con el rostro de sus contemporáneos. Vas a notar la familiaridad entre ellos. Lo mismo pasa con los perros de la zona y las momias de estos animales", asevero. A primera vista, es el típico perro ‘chusco’ peruano. Y precisamente Martha Meier llama la atención de este detalle y dice que “de alguna forma lo que llamamos chusco encaja con las características del Chiribaya, por lo que no sería raro que con los años, este se haya propalado por todo el territorio peruano, pasando desapercibido” apuntó. "Lo que queremos hacer ahora es recuperar la pureza de esta raza de perro. Por eso vamos a empezar un trabajo de recojo de ADN de los canes de la zona de Ilo para compararlo con el de las momias, y luego empezar un proceso de selección y crianza. Va a ser un trabajo de varios años, pero vale la pena", dice la documentalista. En la actualidad, momias de 43 ejemplares de estos perros pueden ser vistas en el Museo Chiribaya en el distrito de El Algarrobal, en Ilo, el cual también ofrece una visión de la gente que se estableció en esta zona y llegó a desarrollar una importante cultura. No cabe duda que se trata del segundo perro autóctono del Perú y desde hace más de tres décadas está aguardando por su reconocimiento como una especie autóctona y milenaria. Sí que se lo merece (Ello llego por fin en mayo de este año, cuando la Federación Canina Americana lo reconoció oficialmente como la segunda raza canina peruana por su legado ancestral y sus cualidades únicas. Tras su validación internacional, se ha iniciado un proceso para declarar al pastor chiribaya como patrimonio cultural vivo del país. Este nuevo paso busca reforzar su importancia histórica y cultural dentro del territorio nacional)