martes, 16 de diciembre de 2014

MANUEL BURGA: La imagen del fracaso

Con su decisión de no postular a la reelección al cargo de Presidente de la FPF - en el cual estuvo al mando desde el 2002 - llega a su fin sin pena ni gloria, una de las etapas más nefastas del fútbol peruano. Presionado sin duda alguna por la “guerra” declarada del gobierno a su pésima gestión, como la del ministro Daniel Urresti, quien boicoteo sistemáticamente la final del torneo al negarse a brindar seguridad a los partidos de fútbol que definirían al campeón del 2014, los cuales sufrieron postergaciones y hasta cambios obligados de sede - demostrando la informalidad y la improvisación en la que se desenvuelven - amen del escándalo protagonizado por anular ilegalmente los anteriores comicios al ser excluido de participar en ella, decidió dar finalmente un paso al costado. Odiado por toda la afición a tal punto que cada 31 de diciembre es el muñeco favorito para quemar y despedir el año y escudándose en la mafia de la FIFA para atornillarse al cargo, es el máximo responsable del descalabro que sufre el fútbol peruano, ridiculizado y humillado en cuanto torneo internacional se presente - llámese Copa Libertadores, Copa Sudamericana, Copa América y Eliminatorias - nunca tuvo la decencia de dar un paso al costado por sus continuos fracasos y tuvo finalmente que irse obligado por las circunstancias, ya que se vienen encima una serie de juicios y demandas de la que no va a salir bien librado. A todo esto ¿como llego este impresentable a ocupar tan alto cargo al frente de la FPF? Lo hizo de la mano del cuestionado Nicolás Delfino a quien sucedió en el 2002 y desde entonces hizo y deshizo lo que le venia en gana “amparado” según el por la FIFA, amenazando que el fútbol peruano iba a ser desafiliado si el Estado se atrevía a meterse en su gestión, lo cual lo convertía en un intocable. Pasaban los gobiernos - que en realidad nunca quisieron comprarse el pleito - pero el seguía en su puesto, no importándole en lo absoluto la eterna frustración del hincha de no poder ver a su selección en un mundial, mientras el gozaba de múltiples prebendas para asistir como espectador de lujo a los torneos internacionales y disfrutaba de las delicias del poder. Pero todo llega a su fin y cada vez eran mas fuertes las voces exigiendo a voz en cuello la inmediata intervención del Estado para acabar con esa mafia enquistada en la VIDENA, así la FIFA cumpla su amenaza de excluir al fútbol peruano de todos los torneos oficiales porque al fin y al cabo no se pierde nada y por el contrario seria el inicio de una nueva era para cambiar de raíz la podredumbre en la que se desenvuelve el llamado mas popular de los deportes. Arrinconado por el gobierno - decidido a deshacerse de el sin importar el veto de la FIFA - no tuvo otro camino que irse por la puerta trasera. Ahora quienes lo sucedan, tendrán la enorme tarea de reconstruir al fútbol peruano desde sus cimientos, pero no esperen milagros como el de hacer un digno papel en la próxima Copa América a celebrarse en Chile o clasificar para el Mundial de Rusia 2018. Cayó Burga, pero aún falta echar a esa menuda banda de jugadores fracasados – como los llamados cuatro farsantes - que se creen inamovibles en la selección. Su tiempo ya paso y al no aportar nada, merecen ser expectorados de inmediato y dar paso a nuevas figuras que puedan dar alguna esperanza para que el fútbol peruano vuelva a estar presente en un mundial, no en el 2018, pero si en el que se celebrará en Qatar. Hay que ponerse a trabajar de inmediato con un nuevo entrenador de reconocido prestigio y no como aquel improvisado cuyo nombre no quiero acordarme. No hay tiempo que perder :)