sábado, 30 de septiembre de 2017

FRANCISCO I: Un lobo con piel de oveja

Ante la llegada del argentino Jorge Bergoglio al Perú a inicios del próximo año, es bueno recordar su pasado y dejar al descubierto su hipocresía y maldad. Mientras los medios de comunicación dedican grandes espacios a una absurda polémica surgida en torno a la Costa Verde como el lugar ideal para la misa papal, una derecha casposa se declara eufórica por la confirmación de la visita ‘pastoral’ de aquel quien continuamente da muestras de ‘humildad’, una imagen que por cierto, no es más que una pantalla elaborada en los últimos años. En efecto, más allá de toda apariencia, Bergoglio encarna la esencia misma de la corrupta y decadente Iglesia Católica como una institución oscurantista al servicio de la opresión. Cuando de la chimenea de la Capilla Sextina de El Vaticano se divisó el humo blanco que indicaba la elección de un nuevo Papa en el 2013, cientos de fieles que asistían a misa en la catedral de Buenos Aires se deshicieron en aplausos y ovaciones en honor a Francisco I, que ellos conocían hasta ese momento como el cardenal primado de Argentina y arzobispo bonaerense Jorge Mario Bergoglio. Pero para muchos otros, era el jesuita que colaboró con la sangrienta dictadura militar argentina (1976-1983) mientras se desempeñó como superior provincial de esa orden religiosa entre 1973 y 1979. Fue tal su relación con el régimen que él mismo entregó a miembros de su congregación a los militares. Por ese motivo, en el 2010, Jorge Bergoglio tuvo que testificar en el juicio sobre los Crímenes de Lesa Humanidad cometidos en la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada), como se conoce al mayor centro clandestino de detenciones y torturas que existió durante el régimen militar. El cardenal declaró durante más de cinco horas ante el tribunal que investigaba la detención en 1976 de dos curas jesuitas, Francisco Jalics y Orlandio Yorio, que trabajaban en una zona deprimida (chabola) pese a la oposición de Bergoglio, líder por entonces de la Compañía de Jesús. Luego de que su superior les retirara la protección institucional, los sacerdotes fueron secuestrados y detenidos en la ESMA. A los cinco meses fueron encontrados en las afueras de Buenos Aires, drogados y semidesnudos. Poco se sabe de aquella intervención de Bergoglio ante la Justicia por los delitos de la ESMA, que fue privada. Según la querella del caso, el actual Papa mintió deliberadamente y se mostró reticente al momento de referirse a los dos sacerdotes jesuitas. Bergoglio, en cambio, aseguró ante la Justicia ‘que había pedido’ por la suerte de sus subordinados en dos reuniones que tuvo con el primer general que encabezó la dictadura, Jorge Rafael Videla, y en otro par de ocasiones, con el jefe de la Marina Emilio Massera, que dirigió la ESMA e integró la Junta Militar responsable del incruento golpe de Estado de 1976. Falso de toda falsedad, ya que aparte de su interesada versión, ninguno de los otros involucrados lo confirmaron, según se pudo saber más adelante. No fue ésta la única ocasión que el actual Sumo Pontífice tuvo que brindar su testimonio sobre la dictadura, ya que también fue llamado como testigo a petición de la Fiscalía y de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo para que declarase sobre la apropiación por parte de los militares de los bebés que nacían en cautiverio durante la dictadura, cuyas madres fueron asesinadas posteriormente para quedarse con los recién nacidos. Bergoglio se negó a asistir en persona y pidió dar su declaración por escrito. En concreto, se le solicitó información sobre el caso de Ana de la Cuadra, nieta robada de una de las fundadoras y primera presidenta de Abuelas, Alicia de la Cuadra, fallecida en 2008. Su hija Estela de la Cuadra, que hasta ahora busca información sobre su sobrina y sobre su hermana Elena, desaparecida cuando estaba embarazada de cinco meses, presentó ante la Justicia la correspondencia entre Bergoglio y su padre, que le había solicitado ayuda para encontrarlas. '¿Cómo es que Bergoglio dice que hace sólo diez años sabe del robo de bebés?', preguntó Estela ante los tribunales. 'Es la tercera vez que lo pido ante un tribunal: ¿lo vamos a citar para que declare o no lo vamos a citar para que declare?', pedía allá por el 2011. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo - quien luego de una larga y penosa lucha pudo identificar a su nieto en el 2014, nacido tras el secuestro de su hija desaparecida en 1977 - también ha cuestionado a Bergoglio por afirmar durante el juicio en la causa ESMA que se había enterado del robo de menores durante la dictadura unos diez años antes. 'Por no hablar y mantener el silencio en este país tuvimos 30.000 desaparecidos y 560 nietos apropiados por represores' dijo en el 2007. “Nosotros aún estamos esperando de la Iglesia haga una autocrítica sobre su actuación y complicidad en los crímenes ocurridos durante la última dictadura militar” aseveró. Bergoglio no se defendió públicamente de estas acusaciones, hasta que en el 2010 publicó 'El jesuita, conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio', donde se encargó de encubrir la colaboración de la Iglesia con el genocidio. “Si no hablé en su momento fue para no hacerle el juego a nadie, no porque tuviese algo que ocultar. Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba para abogar por personas secuestradas” explicó en aquel libro, aunque muy pocos creen su versión, porque lo conocían muy bien desde hace mucho y para nadie es un secreto las cordiales relaciones que mantenía con el dictador Jorge Rafael Videla (condenado por Genocidio a Cadena Perpetua y que murió en el 2013 en una cárcel común) y a quien incluso defendió durante su juicio, Asimismo, se mostró ‘comprensivo’ con la Junta Militar afirmando que era un error pedirle actuar “con pureza química de tiempo de paz, mientras corría sangre cada día” en relación a las numerosas condenas internacionales que recibía por su sangriento accionar. El periodista argentino Horacio Verbitsky denunció además que Bergoglio alteró importantes documentos de la época. En la minuta sobre la reunión de la Junta Militar con la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, el 15 de diciembre del ‘76, Bergoglio omitió que los obispos Primatesta, Aramburu y Zaspe dijeron que “de ninguna manera pretendemos plantear una posición de crítica a la acción de gobierno” dado que “un fracaso llevaría, con mucha probabilidad, al marxismo al poder, por lo cual debemos apoyar incondicionalmente el actual proceso de reorganización del país” eufemismo para referirse a la brutal represión practicada por la Junta Militar, que dejo miles de muertos e indeterminada cantidad de desaparecidos. Si la impunidad de gran parte de los responsables del genocidio ocurrido en la Argentina no siguiera reinando hasta el día de hoy, el prontuario de Bergoglio hubiera alcanzado para juzgarlo por su complicidad con los abominables crímenes de la dictadura ¿Es a este sujeto con las manos manchadas de sangre - calificado incluso de hereje por los sectores mas conservadores de la Iglesia y quien se niega a entregar a la Justicia al fundador del Sodalicio, Luís Figari - de quien los peruanos van a recibir su ‘bendición’? Lo que hay que ver :(