sábado, 24 de marzo de 2018

PEDRO PABLO KUCZYNSKI: Un amargo final

Prometió que el asumir su cargo como presidente en el 2016, dada su avanzada edad, este ‘sería el último trabajo de su vida’. Sin embargo, no pasaron ni 601 días de estar al frente del gobierno, y acosado por las pruebas comprometedoras que lo vinculan a la escandalosa trama de corrupción montada en América Latina por la constructora brasileña Odebrecht, tuvo que adelantar la fecha de salida y renunciar la tarde del pasado miércoles, para evitar ser destituido ignominiosamente por incapacidad moral al día siguiente. Como sabéis, cuando el conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski llegó al Congreso el 28 de julio de ese año para la asunción presidencial, no imaginó que a sus 77 años pasaría los días más patéticos de su miserable vida. Grave equivocación porque debió hacerlo. Aquel mediodía asumiría como Presidente de la Nación, pero nunca se dio cuenta de lo más importante: tenía a su encarnizado rival al frente suyo, mirándolo fijamente a los ojos (quienes aun siguen convencidos que a su lideresa Keiko Fujimori, le ‘robaron’ esta elección, como creen que también sucedió en el 2011, cuando fue derrotada por el nacionalista Ollanta Humala). Enfilados hasta los dientes, los 73 legisladores de Fuerza Popular ni siquiera lo aplaudieron cuando entró. La media sonrisa de la presidenta del Congreso, Luz Salgado, al momento de colocarle la banda presidencial también era un aviso. Kuczynski nunca se dio cuenta de lo que le esperaba, o nunca quiso darse cuenta. Y no lo hizo a pesar de que la ecuación era simple. Los fujimoristas tenían 73 curules, con lo que tenían el control absoluto de la cámara, mientras que el grupo oficialista ‘Peruanos por el Kambio’ (conformado por improvisados y oportunistas de la peor especie, que se subieron al coche a último momento) apenas eran 18. Una cantidad ridícula e insignificante como el (des)gobierno al cual representaban. Es por ello que desde el primer día se avizoraba que su futuro seria incierto y tormentoso. Y así fue. Banquero de inversión, gerente de empresas multinacionales y con varios cargos políticos en su trayectoria, desde los cuales hizo grandes negociados como buen lobbysta que es, Kuczynski tuvo la osadía de calificar a sus ministros como ‘funcionarios de lujo’ (?). Lo cierto es que se trataban de una banda de parásitos y vividores que accedieron a puestos de poder únicamente para enriquecerse a costa de todos los peruanos. Los recientes ‘Kenjivideos’ que han causado gran repugnancia e indignación pública y que propiciaron la caída de Kuczynski, así lo confirman. Sus primeros cien días fueron una especie de letargo, sin aspavientos ni ataques mayores. El aparente apoyo en las calles lo demostraba y el número hasta resultaba mayor del que había sido elegido. Fueron sus días más felices, apenas enfrentó la renuncia de un ministro que pasó más por la anécdota que por el enfrentamiento con la oposición. Pero lo peor estaría por venir. En diciembre del 2016, el entonces ministro de Educación, Jaime Saavedra, fue censurado por el Congreso de mayoría fujimorista. Fue el primer golpe de la agrupación naranja. Una reforma educativa fue el argumento para dejar a Kuczynski sin su primer peón. El lobbysta no hizo mayor resistencia - como se lo sugirieron diversos sectores - pero lo rechazo creyendo así calmar a los lobos. Quien sabe si haberlo hecho hubiera significado un viraje al futuro desolador que vendría en pocos meses. Una reunión con Keiko Fujimori también se daría por aquellos días, pero serviría para recordar que el diálogo era solo un espejismo. La presión ejercida tomaría más víctimas el 2017. Tras mostrar su total incapacidad para enfrentar los embates de El Niño en el primer trimestre del año, ya que a pesar del tiempo transcurrido, casi toda la costa norte del país, destruida por la furia de la naturaleza, aun sigue sin reconstruir. En los meses siguientes Martín Vizcarra, ministro de Transportes y Comunicaciónes y Alfredo Thorne, de Economía y Finanzas, también le dirían adiós a sus ministerios. Se fueron en medio del repudio total. Cabe recordar que ambos estuvieron involucrados en un negociado con el consorcio chileno Kunturhuasi para la construcción del Aeropuerto Internacional de Chinchero (Cuzco) a quienes pretendieron favorecer abiertamente con grave perjuicio del Estado peruano, al pretender entregarles durante 40 años la administración del terminal aéreo, a pesar de que no iban a invertir un centavo en su construcción - tal como lo estipulaba el contrato - gracias a una ‘adenda’ firmada por Vizcarra por el cual el Estado era obligado a financiarlo en su totalidad, pero las ganancias se lo iba a llevar íntegramente Sebastián Piñera (accionista mayoritario de Kunturwasi y amigo de Kuczynski). El escándalo que siguió al descubrirse el hecho, obligo a anular el acuerdo, así como a forzar la renuncia de ambos implicados. Ahora Vizcarra, quien también cumple funciones como vicepresidente, es irónicamente quien ha tomado las riendas del país. Septiembre de aquel año marcaría el segundo golpe de muerte para el gobierno de Kuczynski. Ante la presión por la renuncia de Marilú Martens como ministra de Educación, el jefe de la presidencia del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, presentó una cuestión de confianza. El Congreso hizo lo previsible y no se la otorgó, provocando la crisis total del Gabinete, el cual se ‘renovó’ con cuatro nuevos ministros y Kuczynski confiaba aún en poder lograr una ‘reconciliación’ dentro del Parlamento. Eso significaba que para dejarlo gobernar, la mafia fujimorista le exigía que firmase un indulto ‘humanitario’ para el despreciable genocida Kenyo Fujimori (condenado en un proceso ejemplar a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad) Pero Kuczynski seguía sin responder. Y el fin de año estaría acompañado del tercer enfrentamiento. Comenzó a sonar con más frecuencia la palabra vacancia, un proceso que no había ocurrido en el Perú desde el año 2000 cuando Fujimori huyo cobardemente del país - tras el estallido del escándalo de los ‘Vladivideos’, que desnudaron la podredumbre y miseria moral de la sangrienta dictadura instaurada en 1992 - renunciando vía fax desde Brunei, lo que fue rechazado y acto seguido, vacado por incapacidad moral. En esta ocasión, las conexiones de Kuczynski de dos empresas fantasmas de su propiedad que realizaron asesorías para Odebrecht, recibiendo millonarios sobornos siendo ministro de Estado, para favorecerla a la hora de realizar la concesión de obras publicas de gran envergadura, fueron el argumento para la primera moción de vacancia. Diciembre parecía ser su último mes al frente del país y todo indicaba que la oposición conseguiría los 87 votos necesarios para sacarlo del poder. No fue así y es que de una forma por lo demás miserable y traicionando sus propias promesas de campaña, indulto ilegalmente a Fujimori, a cambio de los votos que necesitaba en el Congreso para evitar ser destituido. Y vaya que lo consiguió. Sucede que Kenji Fujimori, hijo menor del ex dictador, le otorgó un respiro. Junto a otros 10 tránsfugas votaron en contra de la vacancia salvando a Kuczynski de pasar el fin de año afuera de Palacio. El resultado: 79 a favor de la vacancia presidencial, 19 en contra y 21 abstenciones. Pero el favor de Kenji no había sido gratuito. Horas antes de la Navidad, en un país que ya olía los acuerdos bajo la mesa, el genocida fue liberado al margen de la ley y que ha sido Fue un indulto por la vacancia caso ha sido llevado ante la Corte Internacional de Derechos Humanos. Fue un indulto por la vacancia, pero un triunfo pírrico, porque el rechazo a tal infame acuerdo bajo la mesa incremento el repudio mayoritario de la población hacia su persona y su corrupto régimen que se desmoronaba cada día que pasaba a la vista de todos. Pasaron apenas tres meses de aquel vergonzoso episodio cuando en el Congreso presentaron un nuevo pedido de vacancia. Nuevas evidencias comprobaron su plena participación en esos actos de corrupción, pero en esta oportunidad Kuczynski creía que lo tenía todo a su favor. Y es que a medida que pasaban los días ‘sospechosamente’ varios congresistas de Fuerza Popular ‘leales’ a Keiko Fujimori, anunciaban su posición contraria a la vacancia, dejando al descubierto sus intenciones de pasarse al bando de su hermano Kenji, convertido en ‘socio’ del gobierno. A solo dos días de la votación, la oposición aún no había alcanzado los votos necesarios para destituirlo (87). Kuczynski parecía salvarse otra vez. Pero en la tarde del martes todo cambio. Fuerza Popular presentó pruebas de que Kenji Fujimori y sus aliados intentaron comprar votos para evitar la vacancia de PPK. El favor se pagaba con la agilización de proyectos regionales. Desde el oficialismo buscaron blindar al lobbysta, pero el caos ya estaba hecho. Desde la salida de los ‘Vladivideos’ el Perú no había sido víctima de una vorágine marcada por la corrupción de sus autoridades. A estas alturas, a Kuczynski solo le quedaba la renuncia por propia voluntad o la vacancia. Ya no había más cartas bajo la manga. Creyó ilusamente que pactar con el enemigo sería el inicio de una ‘reconciliación nacional’ pero tarde se dio cuenta de su craso error. Lo peor de todo llego al final, cuando dio un Mensaje a la Nación donde no reconoció culpa alguna de su parte y por el contrario se declaro ‘victima’ de una conspiración en su contra (?). El mismo viejo y desgastado argumento repetido hasta la saciedad en los últimos días y que nadie en su sano juicio puede creer. Veremos si lo repite ante la justicia porque tiene mucho que responder por sus graves delitos. Es imprescindible que a estas alturas, ya se haya dictado una orden de arresto para evitar su fuga del país. Kuzcynski y sus secuaces - acusados de crear una organización criminal para llevar a cabo sus infames planes - deberán pagar por todo lo que hicieron ya que para ellos no habrá impunidad ¿Y el ‘indultado’ Fujimori? que se ponga a temblar... :)