sábado, 9 de junio de 2018
PERÚ: Crisis existencial
Se veía venir. No es necesario ser adivino para saber que este gobierno improvisado tiene los días contados. Que mas se podía esperar de Martín Vizcarra, aquel precario inquilino de Palacio, sin apoyos ni partido que lo defienda y que únicamente llego al poder tras la ignominiosa caída del conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski, de quien era su vicepresidente. No tiene plan de gobierno, ni hoja de ruta, ni ministros que hagan política. No hay liderazgo. Nada de nada. Su extrema debilidad y nula disposición para enfrentar los problemas que se le presenta, cediendo fácilmente a toda clase de chantajes de la mafia y las presiones de la calle, hacen que virtualmente sea un rehén del fujimorismo que tiene el control del Congreso para coaccionarlo a voluntad y obligarlo a seguir sus lineamientos, so pena de ser destituido ipso facto. Es tan frágil que ha renunciado a gobernar y su único objetivo parece ser el de durar. Por lo visto, no quiere pelearse con nadie para así poder terminar su mandato dentro de tres años, aunque todo parece indicar que no lo va a lograr y ya se habla incluso de elecciones generales adelantadas, porque nadie quiere seguir cargando ese lastre tan pesado. Si se creía que el (des)gobierno de Kuczynski era lo peor que le había sucedido al Perú, este va por el mismo camino. Al respecto, quisiera compartir con ustedes un artículo escrito por Patricia del Río con el cual mayormente estoy de acuerdo ya que describe perfectamente la caótica situación que se vive en el país, y lo publico entrecomillado claro esta ¿vale?: “Pu-si-lá-ni-me. Fea palabra. Suena mal, es difícil de pronunciar pero lo más horrendo es lo que nombra: según la RAE, es la característica de toda persona a la que le faltan ánimo y valor para tomar decisiones o afrontar situaciones comprometidas. Su origen no podría ser más gráfico: el término viene de las palabras latinas ‘pusillus animus’ que significan ‘de alma o espíritu pequeño’. Un pusilánime es, entonces, aquel individuo que no se atreve, que quiere dejar las cosas como están antes que tomar medidas que provoquen conflicto, que vive en la medianía y que no asume retos. Y la verdad es que, sin ánimo de caer en adjetivaciones ofensivas, resulta inevitable, luego de haber visto el desenvolvimiento de Martín Vizcarra en estas últimas semanas, que la palabra se nos venga rápidamente a la cabeza. La renuncia del impresentable ministro de Economía David Tuesta, ha sido una clara señal de ello: ¿tenía idea a quién estaba nombrando cuando llamó como ministro a un defensor a ultranza de banqueros y empresarios a quienes se niega a cobrar las multimillonarias deudas que tienen con el Estado, pero que a su vez pretendía subir los impuestos a los mas pobres? ¿Tiene claro cómo va a ‘reactivar’ la economía perjudicando a los que menos tienen? ¿Pensó bien en las consecuencias que traería firmar el alza del Impuesto Selectivo al Consumo que ha originado un ‘paquetazo’ con la estratosférica subida de precios en los mercados? Si la respuesta es sí, como suponemos, entonces, ¿por qué dio marcha atrás cada vez que se presentó una serie de protestas y movilizaciones en todo el país ante las inhumanas medidas planteadas por el MEF? ¿Tuvo temor a su caída en las encuestas? Al salir públicamente para rectificar a su ministro, lo desautorizó olímpicamente, por lo que a este solo le quedo renunciar. Pero su sucesor en el ministerio Carlos Oliva también es partidario de que “todos paguen impuestos” Entonces ¿también será obligado a dar un paso al costado si intenta ponerlo en práctica? Si es así ¿para que lo nombra? Martín Vizcarra a pesar de su implicación en el affaire Kuntur Wasi, trata de aparentar ahora de que es un hombre ‘honesto’ que quiere lo mejor para su país. Sin embargo, eso no es suficiente. Un buen tipo que no asume riesgos, que no toma decisiones fundamentales, que retrocede ante cualquier amenaza que venga disfrazada de llanta quemada en la carretera o de una censura en el Congreso no es lo que el Perú necesita para salir de este marasmo en el que encuentra. En un contexto tan polarizado no es fácil ubicarse en el tablero de ajedrez del poder; pero de lo que ya se debe estar dando cuenta Vizcarra es que no colocarse en ninguna parte, jugar a veces de peón y otras de caballo no es una estrategia viable. O tal vez sí, pero entonces tendrá que asumir que la pusilanimidad será el sello distintivo de su gobierno, tan insignificante como el mismo” puntualiza la nota. Como no podía ser de otra manera, tanto su popularidad como su credibilidad están en picada, ya que una encuesta dada a conocer esta semana por Datum arrojó que la desaprobación de su gestión aumentó en solo un mes y paso del 19 al 44%. Los resultados reflejan las opiniones de todas las regiones, especialmente en la zona sur del Perú, donde el rechazo es de un 76%. Venga ya, un desastre en todo sentido y eso que apenas tiene dos meses en el cargo. De seguro que espera con ansias el inicio del mundial en Rusia para mantener distraída a la gente y que se olviden de el. Pero si cree que va a seguir utilizando el fútbol como una 'cortina de humo' para ocultar sus fracasos e intentar sobrevivir, esta completamente equivocado. Su caída es inevitable y dependerá de aquellos que aún lo sostienen en el Congreso hasta cuando lo seguirán haciendo y que bien pueden quitarle su apoyo antes de lo que uno se imagina. Es el precio de la improvisación. Su destino esta sellado :)