sábado, 13 de octubre de 2018
PERÚ: El largo brazo de la Ley
La captura de Keiko Fujimori - cabecilla de una organización criminal que tiene bajo su control al Congreso - abre una nueva etapa en la lucha contra la corrupción en el Perú al cual no le hacía falta una noticia tan explosiva como esta para vivir en un clima enrarecido. Como sabéis, el país lleva meses experimentando una agitación que resulta sorprendente incluso para sus estándares. En este tiempo, el conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski (PPK) fue obligado perentoriamente a renunciar a la presidencia para evitar ser destituido ignominiosamente por el Congreso, al comprobarse meridianamente sus negociados con la constructora brasileña Odebrecht. Junto con este indeseable, las principales figuras de la política fueron vinculadas a la corrupción de la constructora brasileña Odebrecht; quedó al descubierto una grotesca mafia de jueces, fiscales, políticos y empresarios que controlaba a su arbitrio el Poder Judicial del puerto del Callao, el más importante de la nación, mientras que al despreciable genocida Kenyo Fujimori le concedieron ilegalmente un indulto presidencial que un juez supremo terminó por revocar. No se vivía una situación tan vertiginosa en este país, precisamente desde la caída de Fujimori en el año 2000, entre graves denuncias de corrupción y múltiples violaciones de los derechos humanos. La aparente estabilidad que acompañó a aquel proceso de limpieza nacional - liderado por el presidente de transición Valentín Paniagua - terminó empañándose en los siguientes Gobiernos, especialmente los de Alan García y Alejandro Toledo, ambos inmersos en sonados escándalos y el ultimo de los nombrados, es prófugo de la justicia. Según la declaración que Marcelo Odebrecht ofreció a la justicia de los Estados Unidos, su empresa campó a sus anchas en los sucesivos períodos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.
El descontento de la población por la ineficiencia y la deshonestidad de sus autoridades hicieron volver de una manera suicida las miradas a la peste fujimorista. A pesar de los monstruosos crímenes que condujeron a Fujimori a la cárcel, su gestión despertaba añoranza entre los sectores que en su ignorancia supina y embrutecidos por la propaganda de la prensa basura que se vendió vilmente a aquel sangriento régimen - inmortalizados en los tristemente celebres Vladivideos - quienes asociaban la gestión del genocida con la estabilización de la economía y la victoria sobre Sendero Luminoso, el grupo subversivo de inspiración maoista que sembraba el espanto en la nación. Es así como aprovechando la desinformación en que vive la población peruana - idiotizada además por una televisión lumpenesca - Keiko Fujimori, hija mayor y heredera política del monstruo de su padre, supo aprovechar ese sentimiento para reconstruir el capital político familiar. De pronto el apellido Fujimori recuperó su predicamento y Keiko estuvo cerca de ganar las elecciones generales del 2011, que acabo perdiendo ante el líder nacionalista Ollanta Humala por escasos dos puntos porcentuales. Su derrota no pudo ser más clamorosa.
Sin embargo, todo parecía servido para que alcanzara la presidencia esta vez en el 2016. Pero entonces otro sentimiento - un creciente antifujimorismo que recordaba a todos los peruanos los abominables crímenes cometidos por su padre, así como de pervertir las instituciones de la democracia peruana - volvió a impedírselo. Como le había pasado contra Ollanta Humala, este rechazo le arrebató a Keiko Fujimori el triunfo en segunda vuelta, permitiendo esta vez que Pedro Pablo Kuczynski fuera presidente por apenas 40.000 votos.
Su reacción por este nuevo descalabro - con mayor razón cuando desde meses atrás ya se creía ganadora e incluso tenia formado su “gabinete” - fue de una confrontación total. Sus principales voceros reclamaron un fraude que nunca se preocuparon en demostrar y ella no tuvo la cortesía de saludar la elección de PPK. Habiendo ganado la primera vuelta por un amplio margen, su partido era dueño de la mayoría del Parlamento y se abocó a hostilizar al gobierno por todos los medios posibles. Luego de acosar y censurar a varios ministros, su bancada planteó la vacancia presidencial tras el estallido del escándalo Odebrecht, donde Kuczynski aparecía seriamente involucrado, acusado de haber recibido junto a Alejandro Toledo - de quien era su Primer Ministro - millonarios sobornos por parte de la constructora. Kuczynski sobrevivió a ella tras un infame acuerdo bajo la mesa firmando el indulto a Fujimori a cambio de los votos que Kenji Fujimori - congresista, hermano menor de la dinastía y enfrentado a Keiko - controlaba en el partido familiar, así como de la cobarde actuación de los parásitos de la ‘izquierda’ que abandonaron el hemiciclo, tratando de 'blindarlo'. Esta sucia maniobra no impidió que Kuczynski enfrentara una nueva vacancia a los tres meses, tras la aparición de los Kenjivideos, donde se aprecia al hijo menor del genocida comprando votos entre los congresistas de ‘oposición’ para salvarlo de la destitución. Abandonado por todos, no le quedo más que renunciar. El fujimorismo se había anotado un gran triunfo con su caída. De esta manera, el ‘vicepresidente’ Martín Vizcarra (involucrado a su vez en el affaire Kuntur Wasi) llegaba a suceder a Kuczynski en una situación extremadamente precaria y parecía condenado a ser una marioneta de los caprichos de Fujimori y con pocos meses de vida. Pero al cabo de cuatro meses de asumir providencialmente el cargo, este improvisado saco las garras. Aprovechando el destape de la mafia de jueces y fiscales del Callao, que vino a sumarse al caso Odebrecht, insistió en la necesidad de una lucha frontal “contra la corrupción”, que pasó a encabezar cínicamente, cuando el mismo esta involucrado en los negociados con los chilenos de Kuntur Wasi para entregarles durante 40 años el manejo absoluto del Aeropuerto Internacional de Chinchero, a cambio de nada. Precisamente el escándalo que siguió, lo obligo a renunciar al cargo de ministro de Transportes que ejercía y ser enviando como embajador a Canadá, de donde regreso para suceder a Kuczynski. Es así como en su mensaje a la nación del pasado 28 de julio anunció una serie de reformas populistas y demagógicas, consiguiendo que fueran llevadas a trámite al acompañarlas por un pedido de confianza bajo la amenaza que de ser negado, podía cerrar el Parlamento, dejando ver sus intenciones golpistas, ya que trata de un obstáculo para sus ambiciones de querer presentarse como candidato en las próximas elecciones, algo que esta legalmente prohibido. A su turno, los reveses para el fujimorismo comenzaron a encadenarse mientras la temperatura política entraba en ebullición. Una serie de desaciertos cometidos en el Congreso que ellos controlan a voluntad, fue magnificada por la prensa oficialista de una manera escandalosa con el objetivo de desacreditarlos ante la opinión pública. De esta manera crecía el rechazo al fujimorismo y especialmente a la cabecilla de la banda, Keiko Fujimori, cuyos ánimos de confrontación y su vinculación con algunos de los casos de corrupción más sonados de la actualidad - tiene abierto un proceso de lavado de activos que ha involucrado a la propia DEA, está incluida en el caso Odebrecht y sus vínculos con la organización de jueces y fiscales corruptos son bastante comprometedores - le han cobrado un alto precio: los últimos sondeos de popularidad registran un 83% de desaprobación, por solo 11% de aprobación. Como si ello no fuera suficiente, en las elecciones locales llevadas a cabo el pasado domingo, su agrupación no ganó ni una región y apenas habría alcanzado tres de las más de 190 provincias. Tras este desastre, la hija del genocida sufrió este miércoles un duro golpe, cuando un juez ordenó su detención provisional por 10 días junto con otros 19 dirigentes fujimoristas. Se la acusa de estructurar su partido como una organización criminal que se dedicó a fraccionar las donaciones recibidas de Odebrecht en la campaña del 2011 para ingresarlos en su contabilidad con aportantes fantasma. En su ridícula defensa, afirma que se trata de ‘una persecución política en su contra y que estas acusaciones son producto de una venganza’ cuando lo cierto es que las pruebas son comprometedoras y su culpabilidad esta claramente demostrada. Durante los días en que esta detenida preliminarmente, la Fiscalía solicitará la formalización de una investigación preparatoria contra ella y demás implicados, solicitando la prisión preventiva por el tiempo que considere necesario, que pueden ser de varios meses, ya que mismos fundamentos que motivaron la detención preliminar, encajarían para la investigación preparatoria. Suceda lo que suceda con su situación legal, ha quedado en claro que no es intocable y que la vergüenza de ser mostrada esposada no se lo va a poder quitar jamás ¿Venganza? no, es justicia (Por cierto, al momento de escribir esta nota, me entero que se ha aprobado una ley en el Congreso para beneficiar exclusivamente a Fujimori, evitando que regrese a prisión tras la anulación de su indulto y tenerlo bajo vigilancia electrónica. Hagan lo que hagan, a la mafia el tiempo se le acaba) :)