sábado, 9 de febrero de 2019
PERUANOS POR EL KAMBIO (PpK): Un triste y patético final
Hace unos días, el conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski (PPK) envió una carta al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del grupete oficialista autodenominado ‘Peruanos por el Kambio’ (PpK) en el que anunciaba su renuncia irrevocable a la presidencia de esa agrupación oficialista conformada por arribistas y oportunistas de todo pelaje, el mismo que las circunstancias del destino le permitió ganar las elecciones generales en el 2016 y que, tras su forzada renuncia a la Presidencia de la República hace casi un año (tras el descubrimiento de sus conexiones con Odebrecht) para evitar ser ignominiosamente destruido por el Congreso, había entrado en una crisis de identidad total y definitiva. No resulta difícil decir que la renuncia de Kuczynski al grupete que llevaba sus siglas en el colmo de un caudillismo que rige en el Perú - el cual impide la formación de verdaderas agrupaciones políticas - haya causado semejante conmoción. Ese es el destino que le espera a esos grupos de ambiciosos sin escrúpulos construidos al amparo de la figura de un líder que se termina desarmando una vez que el caudillo deja de ocupar algún espacio de poder, hundiéndose en la irrelevancia más absoluta. A ello deberíamos agregar que las fisuras dentro de la referida agrupación habían comenzado a aflorar desde hace tiempo y que ya hemos tratado en su momento. Como sabéis, los partidos políticos son indispensables para el funcionamiento del sistema democrático, por lo que la ausencia de estos no debe ser una preocupación únicamente de sus escasos militantes e interesados simpatizantes, sino de la ciudadanía en general. En este país, estas agrupaciones políticas, constituidas por candidatos reciclados de otros ‘partidos’ y movimientos, se convirtieron en clubes de socios o en ‘vientres de alquiler’, sin ideología, sin proyectos a futuro para el país, sin programas de gobierno, sin democracia interna, con militantes-candidatos ‘con donaciones generosas’ provenientes del narcotráfico, con discursos populistas para las galerías, pero sin fundamentos o bases técnicas. Ya en el poder, los resultados son un Congreso que se hunde cada vez más en el desprestigio y un Poder Ejecutivo sin rumbo, con grandes retrocesos e incumplimiento de las promesas electorales, con dependencia de lo que pregonan los medios de comunicación de la derecha y algunos opinólogos a sueldo; todo esto mientras la población continúa con sus expectativas insatisfechas. Este es el caso exacto de Peruanos por el Kambio (PpK). No ha tenido que pasar más de un año para demostrar su inconsistencia, su falta de unidad y de esencia. No hay línea política, ni identidad, base doctrinaria, sentido de pertenencia al grupo ni compromiso con la memoria de sus ideólogos o mártires porque sencillamente no los tiene. A la hora de la caída estrepitosa, cada integrante se marchó por su camino en un rompan filas desvergonzado dejando solo al más tonto porque ni siquiera son leales entre ellos. Un caso similar fue Perú Posible, de ese cholo borracho y fumón de Alejandro Toledo - prófugo de la justicia y acérrimo defensor del matrimonio homosexual, la despenalización del consumo de drogas, el aborto libre y la ideología de género, entre otras aberraciones - quien se burla de la justicia desde su cómodo refugio en los EE.UU. al cual logro escapar gracias a Kuczynski quien lo puso al tanto de una denuncia que se iba a dar a conocer acerca del soborno de 20 millones de dólares que recibió por parte de Odebrecht, fugando del país horas antes que se publicara la noticia. Otros ejemplos mas cercanos de movimientos caudillistas, los tenemos en Acción Popular (AP) de Fernando Belaunde y el Partido Popular Cristiano (PP) de Luís Bedoya Reyes, que hoy se arrastran miserablemente cual muertos vivientes. En ese mismo grupo podemos añadir al APRA y al fujimorismo, envueltos en sonados escándalos de corrupción con sus cabecillas bien en prisión (Kenyo y Keiko) y otro ad portas de terminar tras las rejas (García) en medio del repudio y el desprecio absoluto de los peruanos. En lo que concierne a ‘Peruanos por el Kambio’ (PpK), la caída de Kuczynski lo resquebrajo rápidamente y los tránsfugas que lo conformaron comenzaron a abandonar cual ratas el barco que se hunde inexorablemente, en busca de nuevas agrupaciones que los cobijen y desde los cuales pretendan dar ahora clases de moralidad cuando no son ejemplo de nada. La diversa procedencia de sus integrantes, incluso con ideologías contrapuestas, se ha visto reflejado en el comportamiento de esa bancada quienes sin rubor alguno y en mas de una ocasión, se han enfrentado ferozmente entre si, demostrando que solo el disfrutar las delicias del poder los unía y que la fortuita llegada a Palacio de alguien como Vizcarra - tan alejado y extraño a ellos - el cual reconoció que nunca perteneció a ese grupete, significó el inicio del ‘sálvese quien pueda’ abandonándolo a su suerte ya que están convencidos que no tiene futuro alguno y no desean por ello ser vistos como oficialistas. Ese resentimiento hacia Vizcarra se dio porque desde que asumió el cargo, este los dejo de lado y no les consultaba asunto alguno de gobierno, reduciendo además su participación en el Gabinete de Ministros a su mínima expresión. De ello se desprende que las grietas al interior de PpK quedaron expuestas a la vista de todos y, en ese sentido, la crisis que el grupete oficialista afronta hoy en día no sorprende a nadie. Era, en realidad, un trance bastante previsible. A ello debemos agregar que desde que se convirtió - es un decir - en el ‘partido’ de gobierno, su desgaste ha sido total. Muestra de ello son las pasadas elecciones municipales, donde su postulante a la Alcaldía de Lima ocupó el último lugar de las preferencias, de los veinte candidatos que se presentaron. La vergüenza fue completa. Esta circunstancia ha llevado a los pocos que quedan, a plantearse la necesidad de acordar en las próximas semanas un cambio en el nombre de la agrupación - algo bastante lógico ahora que quien les sirviera de inspiración para identificarse con sus siglas ha renunciado cobardemente - pero también a evaluar otras consideraciones más ‘existencialistas’, como seguir siendo oficialistas para seguir disfrutando de las gollerías de estar en el gobierno y buscando por ello de una forma interesada en Vizcarra a un nuevo padrinazgo (para ello no se ha descartado la opción de que el grupete pase a ostentar las siglas del precario inquilino de Palacio, MV, y que este asuma las riendas del mismo). Sea como fuere, lo que vaya a ocurrir con la reformulación de PpK no debe hacer perder de vista lo esencial: lo que hemos visto con la agrupación creada apresuradamente por Kuczynski es apenas otro naufragio más en la larga historia de ‘formaciones políticas’ (?) que se han construido alrededor de un iluminado que se cree insustituible y que como era de esperar en este país bananero llamado Perú, no han mostrado tener tanta vida como la que podía aguantar la vigencia política de su fundador. PpK o como se llame de ahora en adelante, será otra sigla más que paso sin pena ni gloria como tantos otros a lo largo de la historia y cuya desaparición - por cierto - nadie lamentará :)