martes, 23 de junio de 2020

CORICANCHA: El magnifico Templo del Sol

El escaso aire y las laderas escarpadas y rocosas de los Andes peruanos no parecen ser un lugar propicio para establecer la capital de un extenso imperio precolombino. Como sabéis, cualquier comunidad que busque prosperar en estas difíciles condiciones necesitarían ser extremadamente ambiciosos. Afortunadamente para los Incas, lo eran en abundancia y pudieron dominar todos los obstáculos para crear el imperio más grande de América del Sur antes de la llegada de los europeos, utilizando una combinación de creencias religiosas, voluntad política y un diseño inteligente. En ninguna parte es esto más evidente que en el celebre Coricancha, el Templo del Sol, que construyeron como la joya de la corona de su capital imperial - Cuzco - y la pieza central de un imperio que revolucionó la planificación de las ciudades en América del Sur. Cuentan los cronistas españoles que al acceder Pachacútec al trono en 1438, comenzó a transformar la ciudad de Cuzco para convertirla en una gran capital mediante la reestructuración de su red de calles, que permanece hasta nuestros días. Se dice que la ciudad está diseñada en forma de un puma, con el Coricancha ubicado en la cola del felino, y considerado como el lugar más sagrado de la mitología inca. Se cree que el templo se construyó alrededor del año 1200 DC, utilizando el estilo distintivo e intrincado de la arquitectura inca. El cronista español Pedro Sarmiento de Gamboa elogió este estilo en su libro de 1572 titulado Historia de los Incas, donde a la letra dice: "Quienes que lo hemos visto en todo su esplendor... nos asombramos al ver su uniformidad y su belleza". La ubicación del Coricancha dentro de la ciudad fue muy importante. Situado en la convergencia de las cuatro vías principales y conectado a las cuatro regiones del Imperio, el templo consolidó la importancia simbólica de la religión, uniendo las prácticas culturales divergentes que se observaron en el vasto territorio controlado por los Incas, quienes se mostraban muy tolerantes con los vencidos y habitualmente agregaban sus dioses a su panteón. Además de albergar a más de 4,000 sacerdotes, el posicionamiento del templo en relación con las montañas cercanas significaba que Coricancha funcionaba como un enorme calendario. Las sombras proyectadas por las piedras colocadas en las estribaciones se podían ver desde el templo, marcando el solsticio y los equinoccios observados por el Imperio Inca. El complejo del templo constaba de una cámara principal y cuatro cámaras secundarias, cada una de estas ultimas dedicada a una deidad diferente como la luna (Killa), las estrellas (Coyllur), los truenos (Illipa) y el arco iris (Chaska). Sin embargo, la mas importante estaba dedicada al Sol (Inti) el principal dios Inca, quien estaba representado por un inmenso disco solar hecho de oro puro, que reflejaba la luz solar que iluminaba el resto del templo, cuyas paredes estaban enchapadas del mismo metal. El disco estaba alineado para que durante el solsticio de verano iluminara un espacio sagrado donde solo el Emperador - como hijo del Sol - podía sentarse en su trono de oro. El espectáculo habría sido deslumbrante para quien podía apreciarlo ya que muy pocos podían acceder al interior del recinto sagrado. Todos los historiadores coinciden en que fue con Pachacutec cuando se dio inicio a una serie de conquistas masivas en todas direcciones y el Imperio Inca pasó así a controlar una extensa área que, bajo sus sucesores, se extendería desde Colombia, Ecuador y Bolivia, hasta la Argentina y la parte central de Chile. La organización efectiva implantada en el Cuzco sin duda jugó un papel importante en este éxito. Pero la gloria del Imperio fue de corta duración. Las disputas sobre quién se convertiría en el próximo Inca, a raíz de la guerra civil que estallo por la negativa del bastardo Atahualpa en reconocer a Huáscar como el legitimo heredero, a lo que hay que agregar una devastadora epidemia de viruela provocada involuntariamente por los exploradores europeos en la década de 1530, arrojo al Imperio al caos. Es así cuando Francisco Pizarro al frente de un grupo de audaces expedicionarios españoles arribó a las costas del Imperio no encontraron resistencia alguna a pesar de ser superado en número, aprovechándose de la circunstancia y mediante una hábil estratagema, pudo capturar al usurpador Atahualpa en Cajamarca, quien se ofreció a pagar el rescate exigido por los españoles a cambio de su liberación, por lo que ordeno que todos los templos y palacios imperiales sean despojados de sus fabulosos tesoros para pagar el rescate. De esta manera gran parte del oro del Coricancha tuvo que ser entregado, pero aun así, Atahualpa seria juzgado por traición y ejecutado. Cuentan las crónicas que cuando los españoles llegaron al Cuzco y recorrer el templo, a pesar de haberse deslumbrado con su imponente belleza, ordenaron su demolición, derritiendo sus placas de oro y las esculturas de sus dioses que convertidas en barras de oro, fueron enviados posteriormente a España. Luego construyeron el Convento de Santo Domingo en el lugar, aunque mantuvieron sus cimientos de piedra, así como las cámaras secundarias y el gran muro circular en la parte posterior por lo que hoy es muy conocido. Durante el terremoto de 1950 que destruyo gran parte de la ciudad, inclusive el citado convento, los muros incas del Coricancha quedaron intactos. Aunque el Cuzco moderno se ha expandido lo suficiente como para que el diseño original del puma sea casi imposible de distinguir, el Coricancha sigue teniendo un lugar importante en la ciudad y atrae a una multitud de visitantes que pueden deambular por el interior del edificio, quienes al contemplar lo que queda del templo inca en el interior del convento, pueden imaginar las riquezas que atesoraba :)