martes, 15 de septiembre de 2020

CHAVÍN DE HUÁNTAR: Herencia en piedra

Ubicado en Áncash - a unos 433 kilómetros al norte de Lima - el Complejo Chavin de Huantar es uno de los sitios prehispánicos más enigmáticos del Perú. Según cuenta la historia, fue levantado bajo estrictos criterios mágicos religiosos. Este grandioso monumento prestigiaba a la élite de la civilización Chavín y les otorgaba un poder extraordinario para gobernar. El centro arqueológico está conformado por un conjunto de estructuras monumentales, entre las cuales destacan El Castillo, el Templo Mayor y el Templo Nuevo. Al llegar al santuario, el viajero puede encontrar y conversar con el arqueólogo estadounidense John Rick, nacido en California, en 1950, quien ha dedicado gran parte de su vida al estudio de este centro religioso del antiguo Perú. Desde 1995, este científico de la Universidad de Stanford, estudia Chavín y sus edificios, que por cierto, aún no han sido excavados en su totalidad. En Chavín de Huántar, el cielo azul intenso y los bosques circundantes ofrecen un inmejorable marco para apreciar la belleza de la arquitectura de este complejo, que muy bien podría ser la base de las construcciones de piedra del Imperio Inca. “Chavín de Huántar es Patrimonio de la Humanidad - afirma Rick - y tiene una vigencia que comienza en el año 1,500 antes de Cristo y termina pasado 1,000 años: su antigüedad está en el rango de los 3,000 años. Comparativamente, la civilización Chavín es un poco menos antiguo que la ciudad de Caral, pero es más antiguo que los Mochica y los Wari, e inmensamente más antiguo que los Incas” expresó. Recorrer este santuario es escoltar, simbólicamente, a miles de años de historia. Y al igual que los antiguos peruanos, acudimos para admirar en sus túneles al mítico Lanzón monolítico - una gran pieza pétrea tallada con motivos antropomórficos e imposible de extraerla a menos que se vena abajo el complejo - y otras esculturas en piedra, como las famosas cabezas clavas, esculturas mitológicas que posiblemente habrían sido los guardianes del templo. “Para mí, Chavín tenía un centro de poder basado en la manipulación de los peregrinos, con elementos impresionantes de luz, imágenes y arquitectura y con el uso de drogas psicoactivas. Chavín tenía la habilidad de combinar todas estas cosas en un solo lugar; otros sitios intentaron lo mismo, pero no alcanzaron el nivel de Chavín”, comenta el arqueólogo. Caminar en Chavín no es extenuante como cuando uno visita complejos en zonas de mayor altitud. Es un sitio relativamente pequeño, pero ofrece un clima caluroso y tiene una zona para almorzar en bancos y mesas rústicas. El ambiente es ideal para disfrutar un agradable pícnic en compañía de la familia y amigos. Allí, el trinar de las aves y el apacible discurrir de las aguas del río Mosna otorga un marco musical insuperable para conversar, también, de historia y cultura. El santuario se encuentra en el pueblo del mismo nombre - a pocas cuadras de la Plaza Mayor -, de típicas calles andinas, angostas y de una paz que solo se interrumpe por el alborozo de los niños corriendo. A pocos minutos del santuario, se ubica el Museo Nacional de Chavín, donde encontramos, en un ambiente moderno, las cabezas clavas y otros tallados en piedra en buen estado de conservación. Una visita guiada ayuda a sopesar y comprender mejor la magnitud e importancia del complejo. “Para mí, Chavín representa una etapa muy importante en la evolución de la cultura humana - acota John Rick – debido a que estos edificios tienen historias para contar, profundidad de tiempo, arte muy llamativo y arquitectura que es prácticamente única en el mundo. Entonces, el potencial como atracción turística es inmenso, pero se necesita ponerlo en valor y dar facilidades al viajero” agregó. “No somos Machu Picchu, pero con un poco de trabajo y planificación se puede lograr que Chavín sea un lugar de gran importancia para el turismo y comience a tener un aporte muy significativo a la economía local”, puntualiza el arqueólogo. Y no le falta razón :)