sábado, 28 de noviembre de 2020
PERÚ: Hipocresía y maldad
Ahora que los parásitos comunistas se sienten triunfantes tras el golpe producido en el Perú en componenda con los medios de comunicación, que salieron desesperadamente en defensa de su ‘mermelada’ incentivando la violencia en las calles y endiosando a dos raqueteros (delincuentes) muertos en un confuso incidente, creen que ha llegado el momento de sacar adelante su agenda totalitaria y han izado la bandera del referéndum para iniciar el proceso de cambio de la Constitución, vía una Asamblea Constituyente. Pero la actual Carta Magna no exige su conformación para ser modificada. Ella misma designa al Legislativo para que, según los cánones decididos por sus autores, cambie los artículos que sean necesarios para adecuarla a los requisitos de una nación tan desconcertante como esta. Aunque la esencia misma de su materia vertebral - el Capítulo Económico, que ha dinamizado el desarrollo con estabilidad Fiscal y, fundamentalmente, distribución de excedentes entre la población - en el peor de los casos requeriría algunos ajustes cosméticos, pero no dramáticos. Sea como fuere la ‘izquierda’ cree tener expedito el camino para compulsar las preferencias de la sociedad proponiendo la citada reforma como parte de sus deleznables planes de gobierno para la campaña electoral de los comicios del 2021. Pero lo que no soportaría el Perú es que intenten imponer esa agenda en medio de la actual coyuntura de crispación social provocada por ellos mismos. Pretenderlo colocaría en altísimo riesgo la estabilidad del país, sumada al agravamiento de la crisis sanitaria/social/económica resultado, entre otros disparates, de la infame gestión del delincuente Martín Vizcarra - vacado de una forma ignominiosa por el Congreso - lo cual para su desdicha fue avalado por el Tribunal Constitucional, cayéndose todo el tinglado armado de que su destitución fue producto un “golpe” cuando no fue nada de ello. Golpe es lo que ocurrió luego tras la inesperada renuncia del Presidente Manuel Merino, quien fue sustituido nada menos que por un admirador del MRTA, quien ni bien termino de instalarse en Palacio de Gobierno, afirmó que existen otras prioridades inmediatas del país (producto del desastre vizcarrista), antes de concentrar la atención nacional en una reforma constitucional que en estos momentos no tiene ningún sentido. Sin embargo, su hipocresía salta a la vista ya que al mismo tiempo que habla de “reconciliación” llena su gabinete con improvisados y advenedizos pertenecientes al remedo de ‘partido’ de aquel judío que no tiene trabajo conocido y que es mantenido por su mujer, quien ahora va a utilizar las Arcas Públicas para su campaña electoral con la complicidad de ese usurpador que esta en Palacio y que además es su socio del delito ya que ambos tienen una ONG donde lavan dinero de oscura procedencia. Entonces ¿Cómo se puede creer en quien esta involucrado en semejantes hechos delictivos?. La forma más democrática de consultar a los peruanos - si realmente desean una asamblea constituyente - es usar las elecciones del 2021, para que el candidato que represente al grupo que busque esta reforma trate de convencer a su elector de la necesidad de derivar al país hacia algo tan aventurado como la mutación de una Carta Magna que ha dinamizado, como nunca antes el Estado. Hacerlo en los momentos de conmoción que hoy vive la República no permitiría que los ciudadanos opinen - mucho menos razonen - en función a la lógica y al discernimiento que demandan semejante metamorfosis de la Ley de Leyes. Como sabéis, el caballito de batalla llamado reforma constitucional es parte de la avanzada comunista que impulsa el Foro de Sao Paulo. La financian multimillonarios como el judío George Soros, para organizar el mundo bajo una sola orbita - la sionista - facilitándole a los megagrupos de poder trasnacional gobernar el planeta con puño de hierro. No nos sorprenda si esa inmunda rata haya extendido sus garras al Perú y haya financiado las marchas para apoyar a ese vago y mantenido de Guzmán, quien esta al servicio del judaismo internacional. Sin lugar a dudas es la versión contemporánea del Gran Hermano de Orwell, aquel que busca controlarlo todo, una desquiciada idea puesta en práctica por regimenes comunistas, que busca enemigos imaginarios y conspiraciones de fantasía para ‘victimizarse’ y eternizarse en el Poder. Lo vemos actualmente en países miserables como Cuba y Corea del Norte, donde los genocidas rojos mediante el terror generalizado imponen su ley “en nombre del pueblo” que dicen representar, al que dejan morir de hambre mientras ellos - cual parásitos - viven en medio de una insultante opulencia. No se puede ser más falso. Esta disparatada propuesta que busca cambiar la Constitución para lograr sus perversos fines totalitarios, ha cobrado en estos días tanta cobertura y trascendencia gracias a una incesante campaña mediática a la que se prestan inconcientemente los medios golpistas, que paradójicamente serian sus primeras victimas ya que dichos medios pasarían al control del Estado como en el Velasquismo una vez que llegue a ser aprobada, ya que como imagináis esa nueva Carta Magna tendría un tufo socialista. ¿A que no se dan cuenta sus propietarios que están jugando con fuego y que darle alas al comunismo y sus tontos útiles es un acto suicida? La vieja farsa que cotidianamente esos sectores inculcan a la masa ignorante y fácilmente manipulable es que una nueva Constitución “los enriquecerá y pauperizará a los millonarios”. Lo hace porque se lo permite esa masa gaseosa, escurridiza y cobarde que es la derecha en el país andino. Gente acomodaticia insuficientemente preparada para dar cara y rebatirle tanta mentira del comunismo que se ha adueñado del poder en el Perú, sin el voto de la sociedad. Personas sin coraje para encarar a sus opositores con razonamientos claros y actitud decidida. Individuos dedicados a pasar la vida de la mejor manera posible sin realizar el más mínimo esfuerzo por defender lo que es suyo. Ese patrimonio que les ha costado hacer y/o mantener con su trabajo, y/o heredado de sus antepasados que sí trabajaron para conseguirlo y legárselo a sus hijos. Y estos, a su vez, a los suyos. ¡Ojalá lo defiendan y acrecienten, compartiendo rentas con el país mediante impuestos que sirvan para mejorarle la calidad de vida al peruano! Ahí esta la desgracia nacional. Porque la gente más preparada - aquella que tuvo la fortuna de acceder a la mejor educación y formación profesional - generalmente es incapaz de hacer el esfuerzo correspondiente defendiendo su trabajo, sus logros y su bien habido patrimonio, porque sencillamente le lastra una desidia descomunal e impresentable. Esa carencia de mística es consecuencia del escaso sacrificio que han soportado, en contraste con la dureza de vida de los que nada tienen - convertidos en unos marginales y resentidos sociales - que es el caldo del cultivo que el comunismo necesita para poner en práctica sus oscuros planes. Y esta diferencia hace mucho. Sucedió en tiempos de Velasco Alvarado cuando el socialismo robó la propiedad privada bajo la farsa de una expropiación no pagada. La clase privilegiada, en vez de defender lo suyo con uñas y dientes, optó por mimar al déspota tornándose de abanderada de quien ostentaba el poder. Esta misma conducta reprobable la hemos visto con Vizcarra, un despreciable individuo de la mas baja estofa, involucrado en millonarios negociados con Odebrecht, quien logro que Kuczynski convalidase sus latrocinios, ejecutando sobrevaluadas obras por US$ 20,000 millones, como la refinería de Talara, el Gasoducto Sur, la Línea 2 del Metro de Lima, etc. ¿Y la derecha? ¡Sigue silente! El estereotipo del acaudalado peruano ha facilitado la decadencia del país y la de sus propios activos. Peruanos incapaces de enfrentar a esa ‘izquierda’ parasita haciéndole entender al ciudadano que una nueva Constitución no mejorará a futuro a los pobres. Lo que les toca es defender su patrimonio saliendo a refutar tamaño disparate. La actual Constitución fue exitosa mientras este país fuera administrado por gente coherente, lo cual ya no existe porque quienes los (des)gobiernan son una partida de felones, incompetentes y corruptos cuya única meta es el Poder. Jamás buscarán el progreso del Perú, al cual continuarán destruyendo mientras la saquean a su antojo. La Constitución es un instrumento del Derecho que sirve esencialmente para limitar el poder, garantizando una esfera de protección a las libertades y derechos de las personas. La definición de Pereira-Menaut nos puede conducir a pensar, acertadamente, que las sociedades no se organizan realmente según las pautas del texto constitucional; si fuese así, le bastaría a Haití copiar la Carta Magna alemana para solucionar sus problemas. Lo que resulta obvio para el ciudadano de a pie es trigonometría para gran parte de la izquierda que, luego de dos siglos con más de catorce constituciones, sigue afirmando que una nueva lograría resolver los problemas políticos, económicos y sociales del país. Como Leguía y su Patria Nueva, los radicales aprovechan el desorden que ellos provocaron para ofrecer ‘refundar’ la República seduciendo a los crédulos que se dejan engañar por la propaganda comunista que busca destruir todo lo que se ha logrado y retrotraer al país al pasado. No hay que permitírselo (Por cierto, ese delincuente de Vizcarra, a un paso de la cárcel, termina haciendo lo que tanto criticó de los congresistas: buscar inmunidad, es decir, impunidad para sus delitos intentando postular al Congreso. ¿Ahora los vagos y malvivientes volverán a marchar en las calles protestando contra esa posibilidad o no? Como es uno de los suyos, ya sabemos cual es la respuesta):(