sábado, 19 de junio de 2021
PERÚ: La ruta del fracaso
Al parecer, todo parece indicar - aunque la esperanza es lo último que se pierde - que el comunismo asesino ha logrado imponerse en el país andino en unas cuestionadisimas elecciones signadas con el fraude y el senderista Pedro Castillo asaltara el poder el próximo 28 de julio, instaurando una sangrienta dictadura comunista al estilo polpotiano, arrasando con todo a su paso, como es el deseo de su líder, maestro y guía, Abimael Guzmán Reynoso (cabecilla de Sendero Luminoso) aquel genocida condenado a Cadena Perpetua en 1992 y que ese mismo día saldrá en libertad, tal como su amado discípulo lo prometió en campaña, al considerarlo “un luchador social” (?). Ante este trágico escenario de caos y violencia que se presenta no solo en el Perú, cabe preguntarse: ¿Por qué Latinoamérica sigue apostando al fracaso y la miseria socialista? En efecto, aquella izquierda parasita que le gusta vivir a costa del Estado parece reacia a soltar el poder en América Latina. El hacer una línea de tiempo que repase los últimos tres años demuestra cómo entre elecciones, protestas y constituyentes, la región parece inclinarse nuevamente hacia una ideología que no ha dado, ni dará resultados positivos. Como sabéis, a partir del año 2000 Sudamérica se había convertido en una especie de cuna para el “socialismo del siglo XXI” con Hugo Chávez a la cabeza. A él lo acompañaban impresentables elementos como Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Néstor Kirchner en Argentina, José “Pepe” Mujica en Uruguay y Evo Morales en Bolivia... menudas “joyitas” que en la mayoría de los casos - sino están muertos como Chávez y Kirchner - terminaron procesados y en la cárcel por corruptos. En todo caso, recordar aquella imagen está de más. Ellos se encargaron de recalcarla una y otra vez hasta que el emborrachamiento de poder les pasó factura. Sin embargo, un hecho curioso salta a la vista. Ahora, parece haber un resurgimiento en estos nefastos ideales y también de sus voceros que muchos en sus países los ven también con sobradas razones como una suerte de “cadáveres” políticos. Pero si es así, entonces, si no hay nada nuevo, en cierta forma, que diferencie a los voceros del ayer con los de hoy, debido a que siguen siendo los mismos… ¿Por qué la izquierda actualmente está recuperando espacios? Esa es la pregunta que se hacen muchos. ¿Por qué los países latinoamericanos en su imbecilidad se decantan por el fracasado socialismo que, aún viendo el desastroso ejemplo de Venezuela, deciden encaminarse a un destino similar de pobreza extrema? Como han analizado distintos expertos, la izquierda se basa en un discurso de falsas promesas de justicia social y de cargar con responsabilidades a otros (al imperialismo o al capitalismo) de sus fracasos propios. Eso le ha permitido mantener una imagen de “víctima” que proliferan ante sus seguidores, por ende los vuelven a elegir. El caso más reciente está en el Perú. Las actas escrutadas al 100% favorecerían la candidatura de Pedro Castillo, un defensor de la nacionalización de empresas, aumento de impuestos para el sector privado y un sinfín de medidas que reflejan las pretensiones de un Estado intrusivo. A diferencia de otros aspirantes, el candidato de Perú Libre no guardó las formas para dar a conocer sus disparatadas propuestas. Todo salió de su propia boca. Ahora, ante las cifras, la izquierda latinoamericana, en sus ansias de resurgir, se ha apresurado a felicitarlo sin que los resultados sean oficiales. “La izquierda está tratando de reacomodarse luego de una etapa en que los electores la rechazaron y ahora han sabido aprovechar los errores del establishment”, indicó Sergio Guzmán, director de la consultora Colombia Risk Analysis a inicios de este año. “Con un discurso mucho más demagógico, la izquierda ha conseguido no ser juzgada por sus resultados catastróficos. Sus seguidores siguen votando y dando el beneficio de la duda” aseveró. Al respecto, el analista internacional Gustavo Segré coincide. A su juicio, la izquierda en América Latina sufre de “disonancia cognitiva”, representada por personas que no importa lo que le digan, no lo van a creer. “También, hay dos factores que la izquierda maneja muy bien: la organización de manifestaciones masivas, porque pagan con comida y demás la otra es el argumento de la mentira que sostiene un relato”. Esta vez, con el escrutinio de votos a favor de Castillo, el politólogo Luis Nunes aseguró que muchos peruanos no tienen idea de lo que significa el comunismo. “La mayoría son zonas muy pobres donde ni siquiera el discurso de Keiko Fujimori de entregarle el 40% del canon minero ha calado. La gente quiere un cambio, pero no está segura que este sea para bien. Estoy seguro que a los dos meses van a estar decepcionados del voto que emitieron, pero ya será muy tarde para lamentarse o menos salir a protestar, porque la represión será feroz”. Para Nunes, la izquierda en América Latina está más articulada que los grupos de derecha. Recordó que puntualmente en el Perú, durante muchos años la derecha ni siquiera usaba este calificativo “por vergüenza” a diferencia de los conservadores de Colombia o el Partido Acción Nacional (PAN) de México. “A ello debemos agregar que esos grupos subversivos que apoyan a Castillo tienen mucho dinero. El dinero venezolano está ahí presente y no nos sorprenda que China e Irán también los financien. Tal vez ahora ante esta realidad, los grupos conservadores peruanos aprendan la lección e inicien una tarea de coordinación que hace mucha falta” agregó. De otro lado, no es de extrañar que la elección de Alberto Fernández en el 2019 significara un retroceso para la Argentina, que venía de cuatro años con el conservador Mauricio Macri. A partir de allí, comenzó a surgir la preocupación por la región. Un año más tarde, ocurrieron las graves protestas en Chile que llevaron una Constituyente exigida por grupos socialistas. En el 2020 Luis Arce era elegido en Bolivia, amparado en la figura de Morales y en el impulso a su campaña de parte de Cristina Kirchner, ahora vicepresidente. Este año también las protestas y el llamado terrorismo urbano - alentado por los chavistas para desestabilizar a su vecino - inundan Colombia. Esto no es algo espontáneo, ni mucho menos. La destrucción que han dejado las manifestaciones en gran parte están relacionados con varios dirigentes de izquierda, entre ellos el exguerrillero y senador Gustavo Petro, quien aspira a la presidencia el 2022. Era de esperarse que la mano de Petro estuviese allí, él... alias ‘Aureliano’, sabe que esta atención que ha dirigido hacia él, por medio de estas protestas, es necesaria para reforzar su imagen de “hombre de pueblo” que este terrorista necesita vender como algo creíble, si realmente no quiere fracasar en las urnas electorales, como ya lo hizo en el 2018 contra el presidente colombiano Iván Duque. Por su parte en Brasil, el condenado por corrupción Lula da Silva tampoco se queda atrás. Su enfermiza sed de poder y también necesidad de protegerse de la Justicia brasileña para no volver a la cárcel por ladrón, lo tiene coqueteando con una próxima candidatura. Los vacíos legales tristemente le están ayudando en esta ocasión. Y es que el vocero del Partido de los Trabajadores fue habilitado políticamente luego del visto bueno del Supremo Tribunal Federal. Estos movimientos siniestros en el tablero geopolítico de la región ocurre ante los ojos del régimen de Nicolás Maduro, quien está detrás de muchos de estos eventos, de acuerdo a un gran número de denuncias que le atribuyen nexos con las manifestaciones en Colombia, como también las ocurridas en Chile y ahora en el Perú. En realidad, no es descabellado pensar esto. De hecho, el interés de que el socialismo se implante en América Latina viene incluso de gobiernos complaces con el terror como el del mejicano Andrés Manuel López Obrador, quien se ha encargado de liderar el llamado latinoamericanismo rojo, a cambio de reconocimiento. Más allá de las fronteras, China se perfila como un gran interesado en llenar el patio trasero de los EE.UU. con gobiernos de izquierda, para desde allí combatir a Washington y extender su influencia. Por cierto, la pandemia del Coronavirus también ha servido como catalizador, ya que los candidatos socialistas han querido convencer a los ciudadanos de que ellos “gestionarían mejor la situación” cuando vemos que ello no es cierto al ver el terrible caso de Venezuela. Lula da Silva lo asomó hace poco cuando pidió suspender la Copa América en Brasil por riesgos de contagio, una exigencia que se perfiló más como una lucha política contra Jair Bolsonaro, aunque fracaso en su intento y el torneo se está celebrando así hayan repuntado los contagios. ¿Logrará el vapuleado socialismo del siglo XXI predominar nuevamente en la región? La respuesta a esta interrogante parece depender de los resultados que tengan quienes son ahora gobernantes de izquierda. Sin embargo, dado su largo y eterno historial de fracasos, es indudable que se repetirá la misma historia del Foro de Sao Paulo. Lo triste de todo es que ahora los peruanos serán los que paguen el desastre de este infame experimento :(