sábado, 10 de julio de 2021
PERÚ: Entre el desastre y la catástrofe
Si a pesar de todas las evidencias de fraude electoral cometidas groseramente durante el ballotage del pasado 6 de junio, las autoridades cómplices y el régimen golpista del okupa Sagasti logran imponer al senderista Pedro Castillo como “ganador” de unos comicios viciados de raíz, las perspectivas del Perú oscilan desde la imposición de una dictadura chavista en toda regla hasta - en la menos mala de las opciones - un prolongado desastre económico y caos político. A estas alturas, no hay duda que Castillo, Vladimir Cerrón y sus secuaces tratarán de imponer, a como dé lugar, una espuria asamblea constituyente para tratar una constitución de tinte izquierdista con el claro objetivo de eternizarse de quedarse en el poder in saecula saeculorum. Si lograran salirse con la suya, acercarían rápidamente al país andino a una situación como el desastre que se vive en Venezuela. Pero como también es obvio ahora, muchos son conscientes de ese peligro y tratarán de resistir, por todos los medios legales, que se cometa ese estropicio, como es la instauración de una sangrienta dictadura comunista en el Perú. Esa será una pelea muy dura y desgastante en defensa de una democracia amenazada, que concentrará el interés y las fuerzas no solo de los políticos sino de la sociedad entera. Ese propósito, el cambio de Constitución, lo comparte el cien por ciento de las izquierdas en el Perú. No solo Castillo y Cerrón, sino los seguidores de Verónika Mendoza - varios de los cuales fungen ahora de asesores “moderados” de Castillo -, del ex cura Marco Arana, los antauristas de Antauro Humala, Sendero Luminoso (MOVADEF), etc. Todos, sin excepción, quieren eso. Y todavía hay ingenuos -para no usar otra palabra - que piensan que ese objetivo fundamental para ellos, lo van a dejar de lado si llegan a apoderarse del Gobierno, mediante una estrategia del engaño. Además, sus partidarios, los activistas de todos esos grupos abiertamente criminales, están convencidos de que una asamblea constituyente es indispensable para lograr sus nefastos objetivos y no van a permitir que sus jefes abandonen o posterguen ese propósito. Y los cabecillas necesitan de esos activistas - lo que Castillo demagógicamente llama “pueblo”- para sus infames acciones. Como podéis imaginar, este trágico escenario va a producir un duro enfrentamiento político con los partidarios de la democracia y el libre mercado contra los intentos demenciales de los senderistas de Perú Libre y sus secuaces, lo cual obviamente, llevará al país un periodo de indeseable inestabilidad. En el campo de la economía, si Castillo se hace del Gobierno, el Perú va a perder, de todas maneras, el nuevo ciclo alcista de los metales, sobre todo del cobre. Existen enormes reservas de cobre que no podrán ser explotadas. De hecho, los izquierdistas disfrazados de ‘ambientalistas’ ya impidieron que prospere el proyecto Conga en Cajamarca - y por extensión, Galeno, Michiquillay, etc.-, Tía María en Arequipa y varias otras. Y han causado daños enormes a la producción de minas activas, sobre todo en el llamado corredor minero del sur. ¿Alguien puede creer que si los activistas izquierdistas persisten en bloquear los proyectos mencionados un posible Gobierno de Castillo se enfrentaría con ellos para sacarlos adelante? Evidentemente no. El crecimiento espectacular de la economía peruana desde el 2004 tuvo como motores la minería y el gas de Camisea, que han prometido nacionalizar. Esos motores estarían apagados con Castillo. La consecuencia de ello es que la miseria, el desempleo y la pobreza no harían sino aumentar. Es de destacar que en una eventual ‘presidencia’ del comunista Castillo, la buena racha económica que viene experimentando el país correrá peligro. El modelo peruano adoptado en su Constitución de 1993 permitió que el ingreso per cápita real se triplicara, su índice de pobreza cayera a más de la mitad de la población a una quinta parte; y el índice de Gini, que mide la distribución del ingreso, fuera uno de los mejores de América Latina. Se abre por ello un compás de espera para ver si el discípulo de Abimael Guzmán concreta la nacionalización de sectores estratégicos como la minería, petróleo, gas, telecomunicaciones y generación hidroeléctrica; así como la cancelación de concesiones de aeropuertos, carreteras, puertos y ferrocarriles. Todo esto forma parte del programa económico que implementaría en caso de oficializarse su victoria. En el recuerdo quedará que Perú tuvo - pese a la inestabilidad política - ciertos pilares de sensatez económica como la responsabilidad macro, una apertura comercial y libertad de empresa que impulsaron el emprendimiento y mantuvieron un rol del Estado dentro de la actividad empresarial sin conflictividad. Demás está decir que el devenir económico peruano depende de la convocatoria a una Asamblea Constituyente, una de las principales propuestas bandera de la campaña de Castillo. De salir adelante, los indicadores económicos positivos y las proyecciones favorables se podrían ir al precipicio. Si esta iniciativa se concreta incidirá sobre las perspectivas económicas que aún no pintan negativas para Perú, considerando que todavía exporta metales, como el cobre, que cotiza en máximos históricos (US$ 9.969/TM), con un incremento del precio de 29 % en lo que va del 2021 y que en el segundo semestre de este año se inyectarán los retiros de corto plazo de las pensiones y seguro de desempleo de la población económicamente activa formal estimados en 5 % del PBI, lo que generará un shock con la reactivación de la actividad económica que avanza en la medida que lo hace la vacunación. Las cifras así lo confirman. Perú ha recuperado los niveles económicos que tenía en la etapa anterior a la pandemia y será el país que más crecerá durante este año en América Latina. Cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) indican por su parte que la producción nacional del Perú aumentó 13,80 % en los primeros cuatro meses de 2021, tras cerrar abril con un repunte del 58,49 % en comparación con el mismo mes del año pasado. Las expectativas fueron superadas. El ministro de economía había adelantado a finales de abril que la economía peruana alcanzaría una rápida recuperación en 2021, con un incremento de 10 % de su producto interno bruto (PIB) y un promedio de 4,5 % de alza hasta 2024. Debido a los efectos de la pandemia, Perú había sufrido en 2020 una contracción de 11,12 % de su PIB. La gran pregunta es: ¿Se mantendrá este crecimiento económico en un eventual gobierno de Castillo? La respuesta es un rotundo no. El problema es que la elección aún no se define. Pese a la culminación del cómputo, la promulgación del ganador se seguirá postergando hasta que se hayan resuelto los pedidos de nulidad presentados por el partido de Keiko Fujimori por el fraude en mesa realizado por las autoridades para favorecer al candidato comunista. Mientras se resuelven esas solicitudes, la tensión eleva el precio del dólar en Perú supera los 4 soles por dólar en el mercado interbancario, con una subida imparable que se refleja en la economía. Adicionalmente, otro drama está por escribirse y es la situación del millón de venezolanos que huyeron al Perú de la pesadilla chavista, creyendo que iban a estar a salvo, pero ahora se encuentran ante el temor de volver a vivir la misma tragedia en tierras foráneas. Y es que en un eventual gobierno de Castillo, los venezolanos no solo repetirían la trágica experiencia ya vivida sino que además padecerían las consecuencias de una política de xenofobia, alentada por el candidato izquierdista, en su cierre de campaña, donde dijo “ que daría 72 horas a los extranjeros para que salieran de Perú”. Por cierto, es indudable que el desastroso manejo de la pandemia tanto por parte del lagarto Vizcarra como del okupa Sagasti, tuvo un mayor peso en los electores que la prosperidad económica que venía experimentando el país. Con 200.000 muertes, Perú tiene en este momento la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo. Solo eso vieron los votantes. Nada del pasado pesó a la hora de sufragar. No importó que el 93 % de los peruanos pobres tuviera acceso a la electricidad en su hogar en el 2020, frente al 63 % en 2009 o que el acceso al agua creciera de 44 % a 77 %. Para ellos, la debilidad del sistema de salud pública expuso el fracaso de las anteriores gestiones en el poder y la relacionaron con la corrupción crónica. Así se entiende que Castillo esté probablemente próximo a juramentarse, porque la rabia es un sentimiento poderoso y la pandemia la desencadenó en todo el país, al constatar que su economía dependiente de las exportaciones y el turismo, se contrajo 11 % en el 2020 y empujó a dos millones de peruanos a la pobreza. También incidió la falta de partidos políticos de base amplia para defender el modelo de éxito económico. De hecho, en el Perú de hoy, los llamados ‘partidos políticos’ son en realidad vientres de alquiler que trafican con la inscripción de candidatos, la cual es transferida o alquilada a quien pueda pagar por usarla. Castillo es la prueba viviente de ello. El senderista se postuló como candidato de “un nuevo partido” llamado eufemísticamente Perú Libre, que en realidad forma parte del MOVADEF - organismo de fachada de Sendero Luminoso - cuyo secretario general, el procesado por corrupción Vladimir Cerrón, es un médico formado en Cuba y defensor abierto del marxismo-leninismo, que busca implantar en el país, por lo cual es considerado como el verdadero poder detrás del trono, y quien maneja a distancia a Castillo. Ese discurso extremista contra el mercado libre y las empresas mineras extranjeras le valieron a este último el 19 % que obtuvo en la primera vuelta, suficiente para calificar para el ballotage contra Keiko Fujimori, que se celebró el pasado 6 de junio, dl cual a pesar de que aun no existen resultados oficiales, busca presentarse como “ganador”. Queda claro ahora que de acceder este a Palacio, el país inaugurará el 28 de julio de este año - cuando se conmemora el bicentenario de su independencia de España - un periodo incierto, inestable y extremadamente convulso, del que nada bueno se puede esperar porque su final seria tormentoso ya que es seguro que no podría culminar su mandato. La sombra del chileno Salvador Allende cae sobre él y esa circunstancia podría repetirse en esta oportunidad. El horizonte peruano luce oscuro. En caso de oficializarse el triunfo de Pedro Castillo por el estrecho margen que indica el resultado, los números positivos que venía acumulando la economía peruana pronto empezarían a retroceder, arrastrando al país junto con él, al abismo :(