sábado, 14 de agosto de 2021
PERÚ: Tiempos de oscuridad
Hace unos días atrás, un folklórico personaje, cuyos lazos con Sendero Luminoso son innegables y que fue nombrado primer ministro por Pedro Castillo - fiel discípulo de Abimael Guzmán - dio un lamentable y a su vez preocupante espectáculo en el Cuzco, donde dejando de lado a la policía, hizo su patético ingreso a la antigua capital de los Incas, montado a caballo y rodeado por los ronderos como su ‘guardia personal’, el cual por cierto, no oculta su deseo que 40 mil indios que lo conforman “tomen” Lima en los próximos días - que se muestra reacia al régimen comunista recién instaurado - y convertirlas en milicias armadas con el inocultable propósito de que mediante el miedo y la represión, acallar las multitudinarias protestas que exigen la vacancia del improvisado, y defender su “revolución”. Como podéis imaginar, nos estamos refiriendo al senderista Guido Bellido, quien al igual que Castillo, Cerrón, Bermejo, y toda aquella banda delincuencial que han asaltado el poder, amenazan diariamente y en todos los tonos con disolver el Congreso, para llamar al margen de la ley a una Asamblea Constituyente que redacte una constitución a su medida que les permita eternizarse en el cargo, al cual llegaron mediante el fraude. Es indudable que lo hecho por Bellido de prescindir para su resguardo de los oficiales de Seguridad del Estado en el Cuzco, sienta un precedente nefasto para la institucionalidad del país y pone, además, en riesgo la estabilidad y la estructura del propio Estado. No sorprendería por ello que Castillo anunciase estos días que su seguridad estaría a cargo de sus hermanos, los ronderos de Cajamarca, y así el partido Perú Libre comenzará a conformar una guardia paraestatal acorde a la creación de un Estado paralelo consecuente con la ideología marxista leninista que su grupo terrorista profesa. Como sabéis, ese organismo de fachada de Sendero Luminoso busca construir su propio Estado; para ello necesita construir sus propias fuerzas armadas. Solo así podrá sustituir el “Estado burgués” –es decir, el Estado republicano democrático– por lo que sus partidarios llaman el Estado revolucionario. El peligro es grande. Las organizaciones armadas que no son parte del Estado terminan convirtiéndose en grupos paramilitares. La historia del comunismo está plagada de estos eventos, pero en el propio país andino, hace un par de décadas, Vladimiro Montesinos –quien no era marxista leninista como su tocayo Vladimir Cerrón, pero usaba muchas de las estrategias del marxismo en su afán represor– creó primero el grupo Colina y más adelante el grupo Júpiter. El grupo Colina era una unidad de élite destinada a darle al senderismo de su propia medicina: Montesinos lo creó para responder eliminando senderistas o sospechosos de serlo cada vez que esa organización criminal cometía un atentado. El grupo Júpiter, en cambio, fue más sofisticado; lo conformaban alrededor de 70 policías altamente entrenados y a sueldo del Servicio de Inteligencia Nacional. Su objetivo era prestarle seguridad y proteger la vida del asesor presidencial, así como cada una de las locaciones adonde este se desplazaba. Con el mismo criterio, el de la seguridad personalizada, pero en la lógica del marxismo leninismo, la organización criminal de Cerrón pretende crear para quienes están a cargo de la dirigencia de su partido su propia guardia personal. Para nadie es un secreto que el afán del régimen es formar pequeños grupos de élite cuyos guardias - si acaso terminan siendo todos ronderos de la sierra del Perú o también militantes extranjeros tanto cubanos como venezolanos - quienes obviamente dejarán de lado el látigo y el hacha, y los sustituirán por armas de fuego. Se trata del terror de las milicias chavistas que Castillo busca implantar en el Perú. Y es que su apuesta por tener un grupo armado en las calles del país, paralelo a la Policía, va causando zozobra en la ciudadanía. Esta propuesta tiene como ejemplo a las temerarias milicias civiles de Cuba y Venezuela. Como recordareis, en su mensaje a la nación de 28 de julio, ese individuo, que postuló con un ideario “marxista-leninista-mariateguista-maoísta-Pensamiento Gonzalo”, dijo que expandirá “el sistema de rondas” en todo el país. Una manera de ser recíproco con los que lo apoyaron en el ballotage, ya que este sujeto en algún momento fue parte de las Rondas en su natal Chota, Cajamarca, y las usó como un simbolismo en la campaña electoral.“(La ronda campesina) no es otra cosa que la población organizada para dar seguridad (...) nos proponemos a conformarlas donde no existen e incluirlas en el sistema nacional de seguridad ciudadana en los niveles regionales y locales”, anunció en aquella oportunidad. Sin embargo, Castillo prefiere darles lugar a los ronderos en el sistema de seguridad nacional, cuando solo pueden actuar en sus comunidades, en lugar de fortalecer a la Policía, la entidad formada para dar seguridad a los ciudadanos. Distintos especialistas han advertido que el régimen quiere implementar un grupo paramilitar y, de esa manera, arremeter contra sus opositores, como sucede en Venezuela. El exministro del Interior José Luis Pérez Guadalupe expresó su preocupación. En diálogo con Perú21, dijo que lo que se quiere es conformar un grupo civil que solo responda al gobernante. “Lo que quieren es acabar con toda institucionalidad, igual que en las dictaduras; como sucede en Cuba y Venezuela, los ronderos aún no tienen fuerza pero si la proyección es la milicia venezolana, estamos mal”, refirió. Los grupos armados civiles en Cuba llevan por nombre Milicias Nacionales Revolucionarias. Fueron creadas por el mismo terrorista Ernesto ‘Che’ Guevara hace 60 años para proteger “la revolución” iniciada por Fidel Castro de “una probable invasión de los EE.UU.”, según el oficialismo castrista. Pero, en la práctica, contribuyeron a que la sangrienta dictadura comunista se mantenga por seis décadas en el poder, reduciendo a los opositores. En la década del 70, el fallecido genocida le dedicó unas palabras a su brazo armado, 15 años después de haberlo fundado. “Se expuso ante el pueblo la decisión de armar y entrenar militarmente a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes e intelectuales, para que estuvieran en condiciones de ejercer su derecho a defender la soberanía de la patria, a salvaguardar las conquistas de la Revolución y a preservar su porvenir de dignidad y justicia social”, manifestó. Era de esperar que la Venezuela de Hugo Chávez copiara esa idea y en el 2007 formó las Milicias Bolivarianas. La justificación era la misma: proteger el país “de una invasión estadounidense”. Los dos países son socialistas y se oponen a la política capitalista y de libre mercado que rige en los países democráticos. En el régimen chavista, por ejemplo, las milicias civiles son integradas por ciudadanos comunes de todas las edades y son dirigidas por exmilitares. Ancianos, jóvenes, estudiantes, profesionales, desempleados, toda persona es recibida como un potencial soldado, hasta personas con discapacidades físicas. A todos ellos se les proporciona armas de fuego y se les adiestra en combate. A cambio, los voluntarios reciben alimento - que es muy escaso en Venezuela- y otros beneficios de parte de la dictadura. Sin embargo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha calificado de amenaza a las milicias venezolanas. En un informe publicado en el 2017, la CIDH alertó que el “despliegue de fuerzas militares y milicias civiles armadas ordenadas por el Poder Ejecutivo representa una grave amenaza a los deberes estatales en materia de protección de la seguridad ciudadana y la protección de los derechos humanos”. Asimismo, condenó el entrenamiento militar de civiles por incorporarlos en conflictos armados que solo les compete a militares y la Policía. “La población no debe ser incorporada en ningún tipo de estrategia de defensa interna, así como tampoco debe desvirtuarse el rol de la sociedad en relación con la seguridad de la nación”, concluyó. En ese mismo año, la CIDH alertó que el gobierno chavista de Nicolás Maduro estaba sumando 500 mil civiles armados a la Milicia Bolivariana. “La CIDH expresa su profundo rechazo al llamado a 500,000 milicias civiles, incrementando a niveles alarmantes el índice de civiles que participan de la seguridad estatal. Ya la CIDH ha expresado su más enérgico rechazo frente a medidas que suponen el involucramiento de civiles en tareas de seguridad”, se lee en el informe titulado “Situación de derechos humanos en Venezuela”. Otro de los que afirma que el uso de ronderos para resguardar las calles es una réplica exacta de estas milicias es el ex-GEIN José Luis Gil. Para el policía en retiro, el poder que se pueda ceder a los ronderos es para que el gobierno tenga una protección militar propia. “La primera fase ha sido la toma del poder, la segunda etapa es la implementación de ese proceso y la tercera fase será la consolidación; van a ubicar en el Estado a una serie de personas con ideas determinadas para que avancen con sus proyectos y para eso necesitan una fuerza de seguridad que no sea la PNP ni las FF.AA. en los cuales no confían”, declaró. Por estos días los ronderos se sienten protagonistas. Hace unos días, incluso, realizaron una especie de cumbre en la que ya trazaban que, en el lapso de tres años, habría 40 mil de ellos “custodiando” las calles de Lima. Su vocero y presidente, Víctor Vallejos, es quien aparece ante los medios para recordarle a Castillo su promesa. Por el momento, los ronderos solo usan una penca para resolver las cosas a su manera: con castigos físicos y sin ningún criterio de justicia. De cumplirse el anuncio de Castillo, ¿combatirán a la agresiva delincuencia de la capital con un látigo y un sombrero? Cuesta creer que Pedro Castillo dejará indefensos, y desarmados, a las rondas campesinas, que parecen más dispuestos a servir a el que al propio país. Según Vallejos, esperan recibir de presupuesto “al menos el 50% que el Estado destina para la seguridad ciudadana” lo cual a todas luces es un despropósito. Por cierto, las milicias venezolanas son la copia perfecta de los comités de defensa de la revolución cubana. En Venezuela, a diferencia del Perú, no existían ronderos; había Policía Nacional descentralizada. Hugo Chávez creó las milicias porque empezó a dar de baja a policías y militares para sustituirlos. En principio, estas milicias solo iban a proteger a los funcionarios de altos cargos de gobierno, pero posteriormente Chávez se dio cuenta de que estos sujetos eran tan violentos que podían servir de control social. “Cuando salíamos a protestar pacíficamente a las calles, recibíamos ataques de la policía política del Estado más la fuerza bolivariana” indicó al respecto, Paulina Facchín, abogada venezolana en Derechos Humanos. “En Venezuela estos grupos paramilitares ingresan a las instalaciones de los medios de comunicación y apresan a los periodistas que les son incómodos a la tiranía. Los civiles armados por el régimen chavista tienen libertad para entrar a los canales de televisión para amedrentar a directivos y conductores de programas, amenazando con enviarlos a la cárcel y cerrar la estación televisiva si seguían mostrándose críticos con el régimen. Las armas que manejan son AK-47, granadas y bazucas y los usan a voluntad sin rendirle cuentas a nadie. Solo la Policía debería brindar seguridad en las calles porque sus efectivos están preparados para ello, pero en mi país eso no sucede” agrego. Que este terrible escenario no se repita en el Perú (Llama la atención que al agitador boliviano Evo Morales se le permita inmiscuirse continuamente en los asuntos internos de un país que no es el suyo haciendo apología del delito, y lo que es peor, con todos los gastos pagados por el Estado peruano, alojándose en un hotel de 5 estrellas y con seguridad a cargo de la policía. Y este ¿de que va?) :(