sábado, 5 de febrero de 2022

PERÚ: Fase terminal

Cuando se pensaba ilusamente que el país andino no podía caer más bajo de lo que se encuentra “gracias” al régimen filosenderista de Pedro Castillo, sucedió, y de la peor manera. En efecto, el nuevo gabinete dado a conocer sorpresivamente el pasado lunes y que era presidido por un tránsfuga de lo más despreciable - llamado Héctor Valer- con múltiples acusaciones de violencia familiar y envuelto en sonados casos de corrupción al igual que quienes lo acompañan, origino tal escándalo que obligo al okupa de Palacio a anunciar el viernes “una recomposición del gabinete” ¿otro más? Aunque no anuncio quien lo reemplazaría, de seguro es más de lo mismo. Por lo visto ahora en el Perú, para ser ministro o funcionario del Estado ya no es necesario tener los meritos suficientes para ello, sino un amplio prontuario policial. No podía esperarse otra cosa de esa banda delincuencial que ha capturado el Estado. La nueva crisis se desencadenó -otra vez- por las disputas de las voraces facciones izquierdistas que integran el régimen y que originó el abandono de Verónika Mendoza y su banda, que ahora se dicen de “oposición” y que han vuelto a salir a las calles para protestar sino les devuelven la mamadera que les han quitado, buscando muertos para utilizarlos políticamente como hicieron anteriormente contra Merino, para luego hacerse con el poder cuando nadie los ha elegido, como sucedió con ese admirador de terroristas de Francisco Sagasti que ocupo ilegalmente el cargo y preparo el fraude electoral para que “ganara” Castillo. Ahora que han echado a sus ministros, se sienten “traicionados” ya que con la plata no se juega y ahora juran que van por quien los dejo sin nada de un día para otro. De seguro que si el sucesor de Valer no es de sus filas - para seguir medrando del Estado - continuarán promoviendo la violencia en las calles que para ello sí que son expertos. No es de extrañar por eso que en apenas seis meses de (des)gobierno, Castillo ha tenido en el mismo periodo de tiempo más gabinetes que sus antecesores, todos de corta duración, demostrando su total incapacidad y la improvisación en el que se desenvuelve. Mientras “aprende” a gobernar tal como confeso en aquella vergonzosa entrevista a la CNN donde hizo el ridículo a nivel mundial - está destruyendo al Perú con sus disparatadas acciones. No obstante, no hay que perder de vista que en medio del caos que ellos han instaurado desde el primer instante que se hicieron fraudulentamente con el poder, los comunistas siguen avanzando en ciertos objetivos fundamentales. Por ejemplo, están demoliendo sistemáticamente a la Policía Nacional (PNP) - una institución que odian a muerte porque sus integrantes capturaron a su idolatrado líder Abimael Guzmán y su cúpula senderista - por lo que ahora la están infiltrando con elementos terroristas para tenerla bajo su control y utilizarla en sus proyectos represivos y encubridores. Algunos ingenuos suponen que para controlar las FFAA y la PNP los comunistas pretendían someterlas ideológicamente. Eso es una tontería. Ellos saben que no pueden conquistar a las fuerzas del orden con ideas. Su arma es la corrupción. No están inventando nada, sino siguiendo la línea de su admirado Hugo Chávez que logró controlar a las FFAA de su país corrompiéndolas hasta la médula, convirtiendo a los mandos en el Cartel de los Soles, una organización de narcotraficantes. En la Policía consiguieron establecer un proceso de ascensos corrupto - como denuncio el ex sub comandante general Javier Bueno - avalado por el entonces ministro Avelino Guillén, dirigido desde Palacio por Castillo y Bruno Pacheco, y ejecutado por el entonces jefe de la PNP Javier Gallardo. Ahora ya no están Pacheco, Gallardo ni Guillén -lo cual no tiene importancia porque son fusibles y desechables-, pero los ascendidos siguen ahí. Y la señal que se ha dado a la institución es que los corruptos siempre ganan. En las FFAA trataron de hacer lo mismo, pero la resistencia de los comandantes generales evitó que consumaran su vil intento. Los echaron de mala manera. La señal es clara, si alguien los desafía la próxima vez, lo botarán. Y no pasará nada. Han colocado al frente del Mindef a un almirante retirado que precisamente avaló públicamente la maniobra golpìsta de Castillo de pasar al retiro a los jefes que se opusieron al despropósito. El mensaje es clarísimo: eso lo van a volver a hacer. Entretanto, los prefectos vinculados a Sendero Luminoso nombrados por Castillo y Guillén siguen ahí y el nuevo ministro no los va a remover. Al contrario, es seguro que seguirán designando a otros elementos terroristas en más prefecturas y sub prefecturas hasta coparlos todos. Quien fue designado como nuevo ministro del Interior, está sentenciado por corrupción y además tiene múltiples denuncias por vinculación con el narcotráfico es perfecto para los intereses de los comunistas.Era obvio que iba a cumplir todas sus órdenes y, cuando se produzca otro escándalo, será desechado sin problema, como han hecho con todos los anteriores. Por cierto, al procurador Daniel Soria, que denunció penalmente a Castillo, lo echaron de su puesto, tal como pidió el abogado de Castillo y el ministro de Justicia, que ejecutó la orden. Algunos se entusiasman porque en el MEF han puesto a un funcionario ‘razonable’. El asunto es que ahora los comunistas no pueden hacer lo que quieren porque todavía sobrevive un Congreso que no controlan y está vigente la Constitución que quieren liquidar. Por eso Castillo puede decir que no ha expropiado nada (ni ha establecido controles de precios, ni se ha apoderado de los ahorros de la gente). Pero no lo hecho porque la sencilla razón de que no puede todavía, no porque no quiere. Designando un ministro con esas características calman a los incautos que todavía esperan “un cambio positivo”, mientras ellos siguen avanzando en atenazarse cual garrapatas al Estado del cual solo van a salir muertos como Allende en Chile… acribillado a tiros. De otro lado, es patético el intento del expectorado sector caviar que ha llamado hipócritamente a protestar en las calles contra un régimen que ellos mismos auparon al poder y que ahora “no los representa”. Pretenden así evadir su monstruosa responsabilidad en el fracaso de un régimen fraudulento que ellos han defendido -y defenderán- en la medida en que ese oscuro individuo vuelva a otorgarles puestos y prebendas. En ese mismo instante “se olvidaran” de todos sus cuestionamientos y cual parásitos que son, seguirán viviendo de las Arcas del Estado, al cual han estado acostumbrados desde la época de Paniagua… con ellos ni a la esquina. A estas alturas ya casi todos los demócratas están convencidos que la única opción para evitar la destrucción del Perú es vacar a Castillo y sus secuaces (o destituirlo por la vía de la acusación constitucional que un grupo de destacados abogados ha presentado al Congreso) o de cualquier otra manera. Todo parece indicar que su caída será violenta. No se puede perder más tiempo. El país agoniza y se encuentra en fase terminal - como titula acertadamente esta semana The Economist - por lo que llegará el momento en que si no se extirpa cuanto antes ese tumor canceroso que lo corroe por dentro, solo le quedara aplicarle la eutanasia ¿Se llegará a ese extremo? :(