sábado, 24 de junio de 2023

PERÚ: Ambiciones que matan

No cabe duda que Keiko Fujimori odia al Perú, y con toda el alma. De otra manera no se puede explicar racionalmente esa enfermiza obsesión que tiene de querer presentarse nuevamente como candidata presidencial en las próximas elecciones cuando tiene un fuerte antivoto que hace ganar a su adversario, sea quien sea, incluso si este fuera una piedra, un panetón … o un mojón. De esta manera, solo perjudicara a los candidatos democráticos posibilitando que otro radical outsider se alce con el triunfo (así sea mediante el fraude como sucedió con Pedro Castillo) consiguiendo con ello que el país andino se siga hundiendo en la incertidumbre, evitando que salga de esa inestabilidad política y económica que ella misma origino en marzo del 2018 cuando por venganza obligo a renunciar al conocido lobbysta y traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski, originando que se sucedan en el cargo impresentables sujetos de la peor calaña como el ‘lagarto’ Martin Vizcarra y el admirador de terroristas Francisco Sagasti, quienes allanaron el camino para que el filosenderista ese acceda al poder en el 2021, el cual mediante un autogolpe de Estado quiso instaurar una sangrienta dictadura comunista, fracasando miserablemente en su vil intento y terminando en la cárcel ese mismo día. De toda esta vorágine de acontecimientos que mantuvieron en vilo a los peruanos en los últimos años hay una sola culpable y es Keiko Fujimori. ¿A que no tiene consejeros que le hagan comprender que por el bien del Perú no se presente nunca más o son tan ambiciosos y sin escrúpulos como ella?. Es más, su desbocado apetito de poder la llevo a aliarse en el Congreso nada menos que con un organismo de fachada de Sendero Luminoso (Perú Libre) para entregarle la Defensoría del Pueblo a cambio de que con sus votos apoyen su pretensión de apoderarse de la presidencia del Legislativo el próximo 28 de julio para vacar a continuación a la presidenta constitucional Dina Boluarte y adelantar las elecciones, donde ella será candidata. Eso está claro, por más que sus voceros lo nieguen. ¿En cuántas ocasiones se ha presentado Keiko? Ya uno ha pedido la cuenta, pero en todas la ha perdido. La más patética de todas fue en aquella oportunidad que compitió en el ballotage con Humala y tanto, que - según cuentan - ya se creía ganadora de antemano de los comicios, nombrando por anticipado a su “gabinete ministerial”, practicando ante un espejo durante horas su “Mensaje a la Nación” ya redactado, y además, llevando consigo la banda presidencial. Pero el destino fue cruel con ella, siendo derrotada una vez más, por lo que hecha un mar de lágrimas se encerró en sus habitaciones durante semanas, llorando amargamente de forma inconsolable. Con Kuczynski no se repitió la escena, ya que al conseguir su partido una amplia mayoría en el Congreso, supo como vengarse del lobbysta, sin importarle en lo más mínimo el grave daño que ocasiono al Perú desde entonces. Ahora quiere repetirlo con Boluarte, afirmando en una entrevista “que no se sienta tan segura de permanecer en el cargo hasta el 2026”, advirtiéndole además “que se viene una serie de interpelaciones y censuras” si no reemplaza a los ministros que no son de su agrado, demostrando maquiavélicamente que no ha cambiado un ápice y seguir siendo la misma persona resentida y rencorosa de siempre. Ahora su objetivo es capturar el Congreso en julio y dar el zarpazo a la democracia, con mayor razón y muchos parecen olvidarlo, que está siendo procesada por el “Caso Cocteles” - acerca del irregular financiamiento de su campaña electoral con dinero proveniente del narcotráfico - por lo que de ser condenada, puede terminar antes de lo que imagina en la cárcel y no llegar al 2026. De allí su premura por querer adelantarse a los acontecimientos y llegar cuanto antes a Palacio. Es por ello que ante la gran posibilidad de que el Congreso de la República apruebe el adelanto de elecciones en la siguiente legislatura, es imposible no creer que no vuelva a postular a la Presidencia, y ese panorama los peruanos ya lo han vivido antes. En las últimas elecciones generales estuvo más que comprobado que el antivoto de la fujimorista es duro, y no solo ha sido en ese proceso electoral, ya que en todos los que ha participado, siempre ha terminado en segundo lugar y perdiendo en el ballotage, dejando a los peruanos en el mismo panorama de siempre, eligiendo lo que se ha denominado durante años “el mal menor” como sucedió con Castillo, que es lo peor que haya ocurrido al Perú por todo lo que representó ese oscuro individuo. Sí bien es cierto, el voto que posee Keiko Sofía es fuerte y siempre logra ocupar una importante cantidad de curules en el Congreso, sin embargo, nunca termina siendo suficiente para que logre ser lo que tanto anhela con desesperación, ser presidenta de la República. Ello debido a que durante años, el apellido Fujimori se ha visto manchado por el antecedente más trágico, el autoritario régimen de su padre, el dictador Kenyo Fujimori, quien hoy cumple una condena de 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad. Es obvio que Keiko no tiene nada que ver con lo hecho por su progenitor, pero existen sectores interesados en asociarla con ello mediante una intensa campaña mediática que ha logrado generar un gran rechazo de la población hacia su persona. Eso no se puede negar, más aun cuando ella, nunca ha condenado los atropellos cometidos por su padre y estar “orgullosa de lo que hizo” como en cierta ocasión declaro - si es que no me equivoco - al canal noticioso de Qatar, Al Jazeera Asimismo, debemos agregar las reiteradas ocasiones en la que ha solicitado el indulto a su padre y que de ganar los comicios, “seria lo primero que haría”, a pesar de que por la gravedad de sus delitos, legalmente no se le puede conceder. Eso es aprovechado por los simpatizantes de Sendero Luminoso y los caviares para señalarla como cómplice de su padre y que en un eventual gobierno suyo cometería los mismos crímenes, apelando así al miedo para evitar su triunfo. Ese antivoto - vale repetir - ha posibilitado que analfabetos como Castillo accedieran a Palacio sin merecerlo. Lamentablemente esa falsa e interesada narrativa ha calado muy fuerte en la población, por lo que sería conveniente que anuncie cuanto antes su retiro definitivo de la política, ya que su candidatura llevaría al país nuevamente al desastre. Y ello no puede volver a ocurrir. Pensemos por un momento si en un eventual ballotage, Keiko enfrenta al loco Antauro o al narcosenderista Bermejo, de seguro pierde de nuevo. ¿Eso es lo que quiere? Su sola presencia da aire a los radicales. Un político con visión de estadista sabe cuándo es el momento de dar un paso al costado. Demuestre que usted está en esa línea y no le siga haciendo daño al país que la vio nacer. (Pero no todas son malas noticias como podéis imaginar, ya que por ejemplo, esta semana la rabiosa maoísta Betssy Chávez - alias Elena Iparraguirre 2.0 - fue capturada en Tacna cuando pretendía fugar del país y deberá cumplir en Santa Mónica los 18 meses de prisión preventiva dictado por el Poder Judicial, en espera de su juicio por su coparticipación en el fracasado autogolpe de Estado de Pedro Castillo; y la otra fue la destitución e inhabilitación de la lagartona Zoraida Avalos, mimada por los parásitos caviares y alcahueta de Vizcarra, Sagasti y el propio Castillo. Ahora es el turno de Aníbal Torres - a quien esta vez ni la próstata no lo va a salvar - y de los titulares de la ONPE, Reniec y el JNE quienes avalaron la fraudulenta elección del burro chotano. A la cárcel con todos ellos)