martes, 18 de julio de 2023
LA HISTORIA QUE NO FUE: Cuando el Perú perdió la oportunidad de convertirse en una monarquía
Las Fiestas Patrias en el país andino son una buena excusa para plantear una cuestión que paradójicamente permanece poco debatida en su propio país ya que San Martín - Libertador de la Argentina, Chile y Perú - curiosamente no tuvo protagonismo político en su país natal pero sí en el Perú, donde pudieron conocerse en plenitud sus ideas sobre organización institucional. Cabe precisar que los grandes héroes de la independencia argentina - José de San Martín y Manuel Belgrano- nunca apoyaron una idea de República sino que preferían la Monarquía constitucional. Belgrano fue el promotor del "Plan del Inca" como forma de Estado y de gobierno, y lo expuso en 1816 ante el Congreso de Tucumán, que estaba por redactar la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas del Sur, que incluía a gran parte de la actual Bolivia. Belgrano promovía coronar a un Inca como rey, adecuando las instituciones a la restauración absolutista que promovía la Santa Alianza en Europa, y sumando el apoyo de los incas del Perú, Alto Perú y Ecuador en América del Sur. Por cierto, San Martín fue un entusiasta simpatizante del plan, ya que deseaba imitar a Brasil, que de colonia paso a ser un Imperio de un día para otro sin necesidad de guerras fratricidas, ya que el propio Rey de Portugal, escapando de la invasión napoleónica a su país, traslado a su Corte desde Lisboa y se proclamo Emperador del Brasil. Pero a la idea de una monarquía se opusieron los representantes de Buenos Aires, por lo que San Martin dirigió todos sus esfuerzos para independizar Chile, paso previo para hacerlo con el Perú, porque decía - y no le faltaba razón para ello - que si el dominio español continuaba en el Perú, la independencia de América del Sur corría grave riesgo, porque España había solicitado a la Santa Alianza el envío de tropas al continente americano “para recuperar sus colonias”. En efecto, en aquel tiempo el rey español Fernando VII ordenó a sus virreyes realizar negociaciones de paz mientras preparaba la reconquista, que nunca se dio. Es así como el 25 de septiembre de 1820 ocurrió la reunión inicial entre los representantes de San Martín y los del virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, en la hacienda Miraflores. En aquella oportunidad, los representantes del virrey, Domingo Capaz, el conde de Villar de Fuente e Hipólito Unanue propusieron: la rendición del ejército patriota; el reconocimiento de la autoridad del virrey como representante de Fernando VII; y la sujeción de San Martín a la Constitución liberal de Cádiz de 1812. En tanto, los representantes de San Martín (Tomás Guido, Juan García del Río y José Álvarez de Arenales), propusieron la formación de una monarquía peruana regida por un príncipe europeo y de ser posible, de la dinastía borbónica. No hubo acuerdo. La nobleza residente en Lima consideró inútil el estilo de Pezuela y promovió el amotinamiento del general José de La Serna, en Aznapuquio el 29 de enero de 1821, quien depuso al virrey y proclamo como su sucesor. Era un golpe de Estado en toda regla que a Fernando VII dado la lejanía y las circunstancias, no le quedo más remedio que aceptar. Entonces hubo una nueva propuesta a San Martín para una reunión, entre él y La Serna, cuyo encuentro ocurrió esta vez en la hacienda Punchauca - al norte de Lima- el 02 de mayo de 1821, donde tampoco se alcanzó un entendimiento. La interpretación de distintas fuentes y diferentes historiadores coinciden en que San Martín trabajaba en la idea de una monarquía, pero no absolutista sino constitucional, con una Constitución Política con los derechos y deberes de las personas, además de un Congreso con representantes elegidos que limitara la concentración de poderes en el gobernante. Hay numerosos estudiosos que afirman que San Martín quería escoger al monarca entre algún príncipe español de la casa de Borbón, que agruparía en un solo reino a los países que él había independizado y al resto de Hispanoamérica, desde Méjico hasta el extremo sur de Argentina y Chile. Y mientras el propio San Martín viajaría a Europa a buscar el candidato al trono, el virreynato peruano quedaría al mando de un Consejo de Regencia encabezado por el virrey La Serna, que formaría un Triunvirato junto a 2 delegados (1 que lo representara y 1 por San Martín). Las decisiones serían tomadas en conjunto por los 3; de quienes dependería además el ejército libertador. Lamentablemente tanto La Serna como los líderes de los países aludidos rechazaron la idea: ¿cuál era la lógica de renunciar a la independencia que con tanto esfuerzo habían conseguido? Se preguntaron estos últimos ¿Habían luchado a sangre y fuego contra una monarquía para aceptar otra, aunque fuese independiente de España? Pero era muy cierto el fundamento de San Martín, aún cuando para algunos con falta de visión política no resultara lo correcto. La teoría de San Martín era que los criollos americanos, que siempre dependieron de las autoridades coloniales que representaban al Rey, carecían de la experiencia política necesaria, lo que podría desencadenar en una cruenta guerra civil por apropiarse del poder. Y no se equivocó, ya que sin San Martín en escena por decisión propia - y expulsado Bolívar años más tarde, cuando el sátrapa ese se proclamo “dictador vitalicio” - los caudillos militares que los sucedieron provocaron un gran caos político en casi toda Hispanoamérica. De esta manera, oportunistas y ambiciosos sin escrúpulos quisieron todo el poder para sí, dando origen a sangrientas revueltas tal como San Martin había previsto, provocando la ruina económica de los países recién independizados. Siempre es posible hacer el ejercicio de especular acerca de lo que pudo suceder pero no ocurrió: ¿y si hubiesen triunfado las ideas monárquicas de San Martin con la conformación de un solo reino, unido desde Méjico hasta Argentina - con la obvia excepción de Brasil que ya era un imperio - el destino de Hispanoamérica hubiese sido distinto a lo que es hoy, desunida con odios y recelos mutuos? Nunca lo sabremos.