sábado, 1 de junio de 2024
PERÚ: Rebelión en la granja
No cabe duda alguna que el actual alcalde de Lima Rafael López Aliaga (Porky para sus seguidores, debido a su descomunal gordura) pretende ser candidato presidencial en las elecciones del 2026. Pero uno se pregunta ¿Ha hecho los méritos para ello? Obviamente que no. Lima está hecha un asco y es obra suya. En efecto, mientras en Europa nuestras ciudades están mayormente rodeadas de bosques y lagos donde los fines de semana uno puede salir a pasear en bicicleta, hacer caminatas, pescar y relajarse - en fin lo que uno quiera - la decepción no puede ser mayor al llegar a Lima y verla desde las ventanillas del avión, donde puede observarse una ciudad levantada en pleno desierto que parece haber sido bombardeada por el enemigo, con chabolas a medio construir que muestran sus miserias en los techos, ocupando las montañas peladas que la rodean y que le dan un aspecto realmente horrible. Pero eso no es todo, Al salir del aeropuerto, es notorio la suciedad extrema de sus calles llenas de cráteres lunares, el transito caótico donde nadie respeta las reglas de tránsito ante la inacción de la policía, el comercio informal que se apodera de todos los espacios públicos, los grandes basurales que se ven a cada paso, los escasos parques resecos que increíblemente son reemplazados por mas cemento, su patrimonio histórico que se cae a pedazos víctima del abandono, incuria e indiferencia de las autoridades, el riachuelo que atraviesa la ciudad convertida en una cloaca al aire libre, y como si fuera poco, la delincuencia venezolana que hace de las suyas desatando el terror con la total complicidad de jueces y fiscales caviares que los liberan al día siguiente de ser atrapados, pero que si son diligentes para perseguir y enjuiciar a valerosos policías que cumplen su deber. En suma, el pandemonium total. ¿Cómo pueden vivir de esa manera? me pregunto. Pero ciegos ante la realidad, los seguidores de Porky argumentan que “Lima siempre fue así”. Ello puede ser cierto - demostrando que les gusta vivir en medio de esa inmundicia - pero la obligación de un alcalde es solucionar esos problemas. Y Porky no lo hace. Es más, no ha hecho absolutamente nada desde que llego a la Municipalidad y ahora pretende abandonarla a su suerte -aún más de lo que esta - para dedicarse de lleno a su candidatura presidencial sin nada que ofrecer a cambio, solo demagogia barata y ramplona a mas no poder. Como recordareis, cuando aún era candidato a la alcaldía de Lima, Porky descartó dimitir al cargo si era elegido, asegurando que completaría su gestión y anticipó que su partido presentaría un candidato para los comicios, quien sería una figura de consenso, pero no él. “Me quedo los cuatro años porque creo que el Perú necesita un candidato de unidad contra este Gobierno corrupto” (que en ese momento, era el régimen filosenderista de Pedro Castillo) “He declinado públicamente una candidatura presidencial y estoy buscando un candidato de consenso. Tengo varios nombres en la lista, pero no voy a adelantarlos”, declaró en esa oportunidad. Pero todo fue un engaño. Ahora y olvidando su promesa de campaña - como todas las demás - califica de “aventura” su nueva intención de tentar la Presidencia para “poner orden” y convertir al Perú en una “potencia mundial”, un infeliz lema que ya fue empleado para llegar al sillón municipal. ¿Algún idiota le creerá esta vez? Lo cierto es que sabe que debido a su absoluta incapacidad al frente de la alcaldía, sus adversarios están confiados en revocarlo de una forma ignominiosa como se merece, pero para tratar de evitar pasar ese bochorno, quiere irse antes que se realice la consulta de revocatoria, dejando el puesto a otro incapaz como él, su primer regidor Renzo Reggiardo, que será más de lo mismo. Aun así, su suerte ya está echada, ya que todas las encuestas pronostican que sufrirá una aplastante derrota y finalmente será revocado, lo cual será una pesada losa para sus ambiciones políticas. A todo ello debemos agregar que debido a su autoritarismo, varios congresistas que integraban su bancada en el Parlamento se han rebelado y lo han abandonado provocando una crisis en ese chiquero llamado Renovación Popular donde enfrenta una indignación de proporciones en lo que solía ser su redil, pero Porky insiste en sus desvaríos. En efecto, su prematuro lanzamiento a la carrera presidencial es un disparate descomunal que nadie de su entorno parece haber sido capaz de advertirle. Primero, porque incumple una enfática promesa de campaña de que no renunciaría a la Alcaldía de Lima para postular a las lides presidenciales (ello le sería enrostrado corrosivamente durante toda la campaña por sus adversarios). Segundo, porque su gestión edil es tan mala que no tiene madera para hacer flotar alguna expectativa de dar el salto presidencial. Pocas veces se ha visto una actuación administrativa en el municipio capitalino tan errática, ineficiente e improductiva como la que está desplegando Porky y de allí sus altísimos niveles de desaprobación. La Lima que va a entregar va a ser una bastante peor que la que recibió. Si en algún momento pensó que el sillón de Nicolás de Ribera era el mejor atajo político para llegar al solar vecino se equivocó de cabo a rabo. No solo por los antecedentes fallidos que existen al respecto (Bedoya, Barrantes, Belmont, Andrade, Castañeda, Villarán, etc.), sino porque mal puede, quien no es capaz de lo menos, de mostrarse como alguien con la capacidad de hacer lo más. Seguramente, en su retorcida imaginación creyó poder encarnar el carácter disruptivo y motivador de las dos figuras que la derecha latinoamericana que mira con embeleso, como son Bukele y Milei. Lo que no está al alcance mental de Porky es que él ya perdió ese aire disruptivo que lo acompañó cuando recién apareció en el firmamento político peruano. Lo que se necesita para derrotar a los disruptivos radicales de izquierda, que sí tienen tela por cortar, como Antauro Humala, Guido Bellido o Aníbal Torres, es un gran frente de centroderecha, republicano, liberal y demócrata, pero para conformarlo y liderarlo se requieren virtudes de las que este adolece por completo. A ello debemos agregar una grave denuncia dada a conocer esta semana, en el sentido de que un conglomerado de empresas de Porky se encuentran como “no habidas” y mantienen millonarias deudas con la SUNAT. ¿Cómo se puede confiar en semejante sujeto que no cumple con sus obligaciones tributarias? ¿A que no tiene vergüenza?