sábado, 30 de julio de 2016

PEDRO PABLO KUCZYNSKI: Entre el deseo y la realidad

Finalmente, Pedro Pablo Kuczynski asumió el último jueves la presidencia del Perú. Ahora su gobierno enfrentará la difícil tarea de garantizar la gobernabilidad con un Parlamento que está bajo el control del narcofujimorismo, los cuales pretenderán imponer su agenda siendo el primer punto en cuestión - que duda cabe - lograr la libertad a como de lugar de Kenyo Fujimori (un despreciable genocida condenado en un proceso ejemplar a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad) bien sea a través de un ‘indulto humanitario’ otorgado por PPK, al cual el reo no tiene ningún derecho debido a la gravedad de sus crímenes, o mediante la expedición de una ley con nombre propio en el Congreso para que cumpla su sentencia en casa, pero ello es jurídicamente imposible, porque no califica para ello. Sin duda alguna, el escenario se le presenta difícil al nuevo gobierno con una débil presencia en el Parlamento y cuya fortaleza dependerá del delicado equilibrio de una alianza que en principio sólo baso su acuerdo en la coyuntura electoral - lleno de ‘invitados’ de última hora, al tratarse de tránsfugas provenientes de otros partidos - y con los cuales ahora deberá gobernar los próximos cinco años. En cuanto al discurso con el cual ha inaugurado su mandato, este ha sido breve y de tono moderado (afirmando que sueña con ‘un Perú moderno, menos corrupto, más justo e igualitario’) en el cual ha trazado las principales líneas de su gobierno, fijando sus prioridades en el marco de una política de concordia y unidad a la que ha llamado al Congreso y a la sociedad. Si bien el nuevo presidente no ha sido especialmente específico respecto de las medidas que impulsará su gobierno, ha dejado esta tarea al gabinete que se presentará ante el Congreso en 18 días, abocándose en cambio a señalar dos grandes horizontes de su gestión, una revolución social que haga más digna la vida de los peruanos y la modernización del país que reconcilie a sus habitantes y territorios con el Estado y sus servicios. En esa vocación por el mediano y largo plazo de su administración algunas acciones anunciadas merecen ser destacadas como el ingreso del Perú a la OCDE el año 2021 y el acatamiento del país de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por la ONU el año pasado. En ese contexto, son destacables los compromisos de que al final de su mandato se habrá eliminado la anemia en los niños, la vacunación será universal y que la educación inicial, primaria y secundaria será realmente gratuita. PPK ha sido especialmente enfático en el quehacer social que regirá su gobierno, especialmente en tres áreas: saneamiento, educación y salud; y ha reclamado en relación con estas prioridades la colaboración del Congreso y de los grupos políticos. Ha puesto énfasis asimismo en el cumplimiento de algunas promesas, especialmente las referidas a la bonificación de los policías y la formalización de la economía, una preocupante realidad que implica la negación de derechos laborales y pensionarios a millones de trabajadores y la pérdida de recaudación tributaria. Sobre la inversión pública ha sido escueto pero ha dejado sobre la mesa la idea de que su gobierno iniciará un shock de inversiones. Pero el diseño de futuro planteado por el Presidente de la República ha tenido vacíos apreciables. El más importante se refiere a las reformas institucionales que el país reclama desde hace años y que se encuentran en la base de procesos como la falta de competitividad, productividad y respuesta adecuada a la pérdida de legitimidad del poder. Otro punto que generará fricciones es la proyectada carretera a Iquitos - ubicada en la Amazonia - ‘para sacarla de su aislamiento’, pero lo que no dijo es que generará la destrucción de grandes extensiones de bosques, tal como sucedió en Madre de Dios con la Interoceánica, que ha originado la deforestación de inmensas zonas otrora vírgenes, para dedicarlas al cultivo de coca, así como al desmesurado incremento de la minería informal, que han arrasado la selva. Es deseable que la presentación del gabinete detalle iniciativas en este crucial campo así como en otros que demandan mayores detalles, como la seguridad ciudadana, que apenas fue tocado. Debe resaltarse que el tono del discurso presidencial ha sido de insistencia en el diálogo y buscar un acuerdo con el Congreso de mayoría fujimorista. Pero estos han hecho caso omiso a la invitación y por el contrario, de una forma por lo demás mezquina, ya anunciaron que votaran en contra de los ofrecimientos dados por PPK en el Congreso, por considerarlos unos “sueños irrealizables”, dando a entender con ello su carácter obstruccionista y sus ánimos de venganza. Por cierto, fue patético el espectáculo brindado por esta banda de indeseables cuando Kuczynski ingresó al hemiciclo, intentado deslucir su asunción al mando. Mientras el resto de las bancadas y los visitantes extranjeros a la ceremonia lo recibieron con efusivos aplausos, no así el fujimorismo, que gritó repetidas veces el nombre de su agrupación criminal. Luego de la llamada de atención por su repudiable comportamiento, decidieron guardar silencio durante los 40 minutos que duró el discurso de Kuczynski. Cuando los legisladores oficialistas y de las otras tiendas políticas correspondían con aplausos a varios de los anuncios, no así los miembros de la mafia, dejando ver con ello el resentimiento que le tienen a PPK al no querer indultar al monstruo. Incluso al terminar su discurso el señor Kuczynski y al momento en que se retiraba del recinto, comenzaron a lanzar arengas por su movimiento e incluso gritaron ‘¡Keiko presidenta!’, en alusión a la cabecilla de esa banda delincuencial, derrotada en el ballottage del 5 de junio, quedando retratados como lo que son: unos malos perdedores y demostrando que siguen siendo los mismos prepotentes de siempre. Y la gorda amenazando desde los EE.UU. de que ‘su partido impondrá su plan de gobierno desde el Congreso sin discutir ni consensuar con el Ejecutivo y que alzará su voz las veces que sean necesarias' ha dejado al descubierto sus verdaderas intenciones. En suma, una vergüenza total, pero ¿qué mas se podía esperar de esos parásitos? Si continúan en ese mismo camino, solo quedara disolver el Congreso, ya que no tienen ninguna autoridad moral para tratar de desestabilizar la Democracia. A por ellos :)