sábado, 4 de enero de 2020
BRASIL: Un loco muy peligroso
Es grosero, totalmente desequilibrado, sin noción alguna del puesto que ocupa y del país que destroza. Actúa basado exclusivamente en la furia, en el odio, en el resentimiento. Un demente sin norte ni rumbo, que ve enemigos en todas partes y que no oye otra voz que la de su mente enferma. Nos estamos refiriendo a Jair Bolsonaro, quien el pasado 1 de enero cumplió un año en Planalto (la sede de gobierno brasileño) luego de acceder al poder mediante un operativo de bandera falsa, victimizándose mediante un burdo atentado preparado por el mismo para intentar ganarse a los votantes indecisos que creyeron en su engaño. Y vaya que lo logro. ¿Cómo nadie advirtió el peligro anunciado, escandalosamente anunciado? ¿Cómo semejante esperpento logró convencer a los electores de que valía la pena jugarse a una apuesta suicida? La única conclusión a la que llego es que había un país sumergido, extremamente reaccionario y sobretodo racista…. en un país de negros, el cual se reveló en todo su esplendor al elegir a semejante bestia, quien ante su falta de argumentos recurre a la violencia. Dicen los sondeos de opinión que Bolsonaro llegó al final de su primer año siendo el presidente más rechazado de la historia, pero aun así, sueña con perpetuarse en el poder para refundar el Brasil. Se cree el “elegido por Dios” Venga ya, ¿Porque todos los locos piensan de la misma manera? No debe llamar a sorpresa por ello que al tomar posesión del cargo, algunos analistas lo compararon con Donald Trump. Y es que son tal para cual. "¿Qué buenas noticias puede haber si estamos completando 12 meses de algo que solo la imaginación más distópica podría inventar? ¿Qué puede ser positivo cuando tenemos como gobernante a un sujeto de lo más vil y despreciable que además es el más ridículo de nuestra historia? ¿Qué tenemos que celebrar? ¿Sus exabruptos?", se preguntan los brasileños en referencia a quien acertadamente han ‘bautizado’ como el loco del Planalto. Un 66% de los brasileños reprueba la gestión de este impresentable, de acuerdo con una encuesta de la Confederación Nacional de la Industria (CNI). Según la consultora Datafolha, a Bolsonaro solo lo aplaude el 16% de los brasileños, mientras que un 80% desconfía de sus declaraciones y un 43% nunca le creería. Desde la restauración de la democracia en 1985, solo Fernando Collor de Mello había sido menos valorado que este demente en su primer año en el Gobierno. Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff - los demonios para la ultraderecha - recibieron en ese mismo período aprobaciones del 59% y 41%, respectivamente. Cuando a los encuestados se les pregunta con qué palabra lo definirían, por lo general, utilizan calificativos como "grosero", "vulgar", "arrogante" y "descontrolado". Un 73% aseguró a Datafolha que Bolsonaro no se comporta de acuerdo con las promesas realizadas durante su investidura. "Usted tiene una increíble cara de psicópata asesino", le dijo a un periodista que preguntó sobre los vínculos de su hijo, el senador Flavio, con las milicias parapoliciales de Río de Janeiro y las denuncias sobre lavado de dinero, así como sus estrechas relaciones con el crimen organizado, una interrogante que lo puso fuera de si ¿No se estaría mirando en el espejo? me pregunto. La economía, entre tanto, va cuesta abajo. Pero lo que sí crece como espuma es la intolerancia a todos los niveles. La alianza de Bolsonaro con las iglesias pentecostales derivó en una tentativa de "evangelización" educativa y cultural con recurrentes denuncias de censura preconciliar. Eduardo y Carlos Bolsonaro ya son investigados como instigadores de las "milicias digitales", como se conoce la proliferación del odio a través de 'fake news'. Sin embargo, este loco peligroso se ha encontrado inesperadamente con un problema mayor que el desafecto de un gran sector de los votantes que lo ungieron presidente y que hoy reniegan de el. Existe otro brasileño mejor valorado en los sondeos, recordado con cierta nostalgia entre los más pobres, a quien lo votarían si fuera judicialmente habilitado. Se trata nada menos que de Lula. Su reaparición al salir de la cárcel, donde purgó parte de una polémica condena - acusado de recibir favores de Odebrecht - amargó la Navidad del exmilitar. En su insania, Bolsonaro está convencido de que su obra de refundación acaba de empezar. "Al apostar por su futura campaña de reelección, dejó de gobernar", señaló el semanario 'Isto é'. "La gran amenaza radica en que el doble objetivo, evitar el juicio político y lograr la reelección, no es un fin en sí mismo. Es solo un medio. El verdadero objetivo de Bolsonaro es destruir la democracia. Permanecer en el poder y “ganar” unas elecciones digitadas en el 2022 son solo requisitos previos para lograr este objetivo más amplio. Por supuesto, esta hoja de ruta puede cambiar. "Si la economía no mejora y crecen las protestas en las calles, Bolsonaro puede intentar un golpe antes del 2022 para evitar que se repita el escenario que hoy vemos en Chile", señaló Marcos Nobre, en la revista 'Piauí'. Ese tenebroso horizonte ha dejado de ser una mera especulación cuando su hijo Eduardo Bolsonaro - quien padece las mismas alteraciones mentales que su desquiciado padre - amenazó con un "nuevo AI-5", como se conoce el acto institucional que marcó el endurecimiento de la sangrienta dictadura militar en 1968, cuyos crímenes curiosamente no han recibido mucha publicidad ni han sido ampliamente condenados como ocurrió con los regimenes militares de Chile y Argentina de aquellos tiempos, que también cobraron miles de victimas. Asesinos a los que Bolsonaro admira ciegamente y que en muchas ocasiones ha declarado que desea imitar. Así, en estos doce meses no se cansó de reivindicar a la dictadura (1964-1985) y exaltar a los militares más sanguinarios como el genocida Emilio Garrastazú Médici (al que recuerda con "nostalgia”) o el torturador estrella del régimen, el coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, a cuya viuda colmó de elogios en una audiencia realizada en Planalto. Pero para eternizarse en el poder, primero debe silenciar la libertad de expresión en el Brasil, ya que considera que los periodistas son un “obstáculo” para sus planes de dominación, prefiriendo la intimidación y la violencia para acallarlos. Precisamente quienes se atreven a cuestionar al déspota y ponen al descubierto los múltiples actos de corrupción tanto de su familia como en los niveles mas altos del gobierno, han sido brutalmente agredidos las calles por los oficialistas y terminan investigados por la “justicia” con el propósito de silenciarlos, pasando así de victimas a acusados “por denigrar la imagen impoluta del Presidente” (?). Como era de esperar en este país de locos, Bolsonaro y sus secuaces ‘justifican’ estos atropellos de una manera explicita, lo cual demuestra de donde provienen los ataques. Antes de su victoria en el 2018, Bolsonaro pasó casi tres décadas como marginal y un apestado de la vida política brasileña a consecuencia de su abierto apoyo a la dictadura militar. Ahora que esta en el poder, espera cumplir su sueño de imitarlos. Es mas, su hijo y diputado Eduardo, amenazo de manera explícita con regresar a los decretos de la era de la dictadura en caso de que “el desorden público requiriera represión”, una situación que claramente están impacientes por provocar para poder llevar a cabo su verdadera meta, a menudo dicha con claridad: el restablecimiento de la tiranía. Es por ello que quieren intimidación y violencia en lugar de política y periodismo. Lo necesitan como pretexto para desatar la sangrienta represión que anhelan. En tanto haya prensa libre, se podrá no solo revelar la corrupción y los delitos cometidos por los actores más poderosos del país, sino además garantizar que la historia no se reescriba, que los horrores de las dos décadas del régimen militar de Brasil ni se encubran ni se olviden. Precisamente por eso Bolsonaro tiene en la mira al periodismo: saben que la transparencia y la libertad de expresión son los principales obstáculos para hacer que Brasil retroceda a sus días más oscuros. Cuanto más estos criminales nos muestran su horrible rostro, mayor es la resistencia que encontrarán, porque así lo deseen, la verdad no será acallada con sangre. Días oscuros se vienen en el Brasil. Todo por la tenacidad de un enfermo mental que obsesivamente quiere volver al pasado y quien a no dudarlo, tendrá un trágico final :(