martes, 20 de abril de 2021
LAGUNA DE LOS CONDORES: Entre la belleza y el misterio
Ubicada a 93 km al sur de la ciudad de Chachapoyas, en el distrito de Leymebamba (límite con la región San Martín, en el oriente peruano), se encuentra la Laguna de los Cóndores, un lugar donde parece que el tiempo esta eternamente detenido. Su extensión abarca unos tres kilómetros y el espejo de agua color negruzco debido a su profundidad, que varía entre los 70 y 150 metros pareciera un diamante negro en medio del espesor de la selva. A unos 350 metros de altura, en la parte superior a una montaña se encuentran seis mausoleos casi intactos, construidos con una mezcla de arcilla y roca caliza. En su interior, se hallaron más de 200 momias casi intactas cubiertas por ataúdes de madera de forma cuadrangular; así como ídolos, lanzas de madera, diversas cerámicas con diseños geométricos y sugerentes pinturas rupestres, conforman el fascinante legado. Cada una de las cámaras funerarias, alberga gran cantidad de fardos vestidos con trajes ceremoniales y vistosa iconografía que caracteriza a los Chachapoyas. Las evidencias también demuestran que el mismo espacio fue ocupado por los Incas alrededor de 1470. Desde el 2000, las momias recuperadas se encuentran en el Museo de Leymebamba donde se ha implementado tres ambientes, una sala arqueológica que alberga el material recuperado de la laguna, otra donde muestra las diversas etnias del modo de vida de las sociedades que habitaron el territorio de los antiguos Chachapoyas y una última dedicada a promover actividades de divulgación científica y cultural. Por cierto, a pesar de su nombre, en la Laguna de los Cóndores, actualmente no hay aves de rapiña. Cuentan los colonos, que cuando Francisco Pizarro capturó al usurpador Atahualpa en Cajamarca y pidió el rescate por su vida, los incas recolectaron todo el oro del Imperui, despojando templos y palacios, pero los Chachapoyas se negaron a cumplir la orden y decidieron arrojar parte de su valioso tesoro a la inhóspita laguna negra, y desde entonces yacen allí. Como podéis imaginar, al tener noticias de su existencia, con el paso de los años llegaron numerosos buscadores de tesoros como el explorador Jane Savoy en los años 60, quien le puso ese nombre, debido al gran avistamiento de esta ave andina, lo cual es muy raro. Llegar a los dominios de la Laguna de Los Cóndores no es tarea fácil. El camino, que parte de Leymebamba dura entre 8 a 12 horas y dependerá de las condiciones climatológicas (precipitaciones pluviales) que dificultan el acceso, además es muy importante el estado físico del viajero. La caminata comprende empinadas montañas, pantanos y una densa selva que dan paso a los mausoleos, envueltos por la niebla y cubiertos por una cortina de agua que a su paso deja observar gigantescos farallones con ángulos inabordables y pequeños bosques repletos de hermosas orquídeas. A quince minutos de la zona, se puede observar en otra pendiente y a una altura inaccesible, otras tumbas a las que no han llegado ni los alpinistas. Entonces nos preguntamos, ¿cómo hicieron los Chachapoyas para colocar mausoleos y estatuas funerarias en acantilados inaccesibles y cumbres abruptas?, ¿quiénes lo hicieron, conocían caminos o manejaban técnicas de escalamiento superiores a las actuales?. Lo cierto es que sus antiguos habitantes supieron vencer el frío de las alturas, dominaron la piedra y se organizaron socialmente en un reino, que desapareció en la noche de los tiempos :)