sábado, 7 de mayo de 2022
PERÚ: Tierra de nadie
Mientras el país andino se debate en otro gran escándalo protagonizado por el filosenderista Pedro Castillo tras ser denunciado por presentar una tesis robada como si fuera suya y por el cual según diversos constitucionalistas, podría ser vacado por incapacidad moral y denunciado penalmente, existe otro grave asunto que vamos a tratar ahora y del que dimos un adelanto la semana pasada, como son las abiertas intenciones de ese oscuro individuo de convertir al Perú en un narcorestado, similar a Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela, convertidas en el paraíso del narcotráfico en América Latina. En efecto, el anuncio de la desactivación de las bases militares del VRAEM - ubicado en la inaccesible selva del Huallaga y considerado el corazón de la producción de hojas de coca en el Perú - solo beneficiara a los “cocaleros” y a Sendero Luminoso, convertidos en carteles de la droga, los cuales por cierto, financiaron la campaña del ‘prosor’ y ahora este debe pagar el favor. Como recordareis, hasta el año 2000 ese país tuvo una política de control de producción de cocaína muy fuerte, la mejor implementada en todo el mundo, con bases militares y policiales contra subversivas en todas las regiones productoras de hoja de coca y cocaína, así como programa de interceptación de aviones sin permiso de vuelo, los cuales eran derribados si no obedecían órdenes. No se eliminó completamente el narcotráfico, pero se logró que no se expandiera. La cocaína es un producto con demanda constante y una producción que no abastece la creciente demanda. El mercado global compra todo lo que se produce, siendo los costos de producción muy bajos, pero el producto se encarece por la especulación del precio al alcanzar al consumidor final. El mayor porcentaje de la ganancia del negocio ilegal de la cocaína se queda en los países consumidores, no menos del noventa por ciento del costo final. Fue la política antidrogas impulsada por Kenyo Fujimori (1990-2000) la que contuvo al narcotráfico, con el excelente trabajo de las Fuerzas Armadas y policía del Perú. Sus más acérrimos críticos tienen que reconocer que al margen de las violaciones a los Derechos Humanos ocasionados durante su régimen, rescató el Perú del caos con medidas simples, una de ellas reducir el tamaño del estado y eliminar trabas burocráticas para iniciar negocios y generar empleo. Se enfrentó al estado profundo y lo desarmó, además de derrotar al terrorismo comunista de Sendero Luminoso y el MRTA sin contemplaciones. Pero los carteles de la droga promovidos por George Soros lo veían un obstáculo para sus ilícitos negocios y originaron su caída y fuga del país el año 2000. Es entonces como el gobierno de transición de Valentín Paniagua, inmediatamente inició una feroz persecución política y judicial en contra de todos los militares y policías que derrotaron al terrorismo, los encarceló con juicios sin pruebas y sin garantía procesal, lo mismo sucedió con todos aquellos que combatieron al narcotráfico. Había llegado la hora de la venganza. La persecución fue continuada por ese cholo borracho y fumón de Alejandro Toledo - acérrimo defensor del matrimonio homosexual, la despenalización del consumo de drogas, el aborto libre, la eutanasia, el lenguaje inclusivo y la ideología de género, entre otras aberraciones - ahora prófugo de la justicia peruana por corrupto y por ladrón, quien también liberó miles de terroristas y narcotraficantes, mientras que a los cabecillas les rebajó las penas y mejoró sus condiciones carcelarias. Paniagua y Toledo empezaron asimismo con la reducción de las bases contra subversivas en la selva del Perú, deteniendo la guerra contra los remanentes de Sendero Luminoso, refugiados en la selva. Precisamente apenas salieron las fuerzas armadas, Sendero se reorganizó y volvió a tomar la iniciativa cambiando de estrategia. Ahora ya no asesinaba a mansalva y esclavizaba a la población, más bien promovía el desarrollo del narcotráfico y cobraba impuestos, convirtiéndose en un cartel más. Era zona liberada, un estado narcocomunista dentro del territorio del Perú. Sendero, que ahora se denomina Sendero Luminoso Militarizado, se replegó a la zona del VRAEM - Valles de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro- en donde era controlado por las Fuerzas Armadas, quienes no podían derrotarlos completamente por falta de apoyo político y ser una zona de difícil acceso. Entretanto, organizaciones de derechos humanos que se dedican exclusivamente a defender los terroristas (pero no a sus víctimas), están prestos a denunciarlos a la menor oportunidad y envolverlos en juicios eternos, si se atreven a tomar la iniciativa y perseguir a los terroristas. En el VRAEM se produce cocaína, la producción está controlada por Sendero Luminoso Militarizado, cuyos líderes son los hermanos Quispe Palomino dentro del VRAEM, donde también se desarrolla la industria gasífera del Perú - Camisea - la cual mediante un gaseoducto transporta el gas a la costa y produce la mayor parte de la electricidad del Perú y una porción se exporta. Los Quispe Palomino con dinero de la coca han estado financiando organizaciones de fachada de Sendero, como Perú Libre, que mediante el fraude accedió al poder y tiene la narcobancada mas grande en el Congreso, el cual como es obvio, tiene relaciones muy cercanas y solidas con Sendero, donde uno de sus congresistas y principal dirigente de Perú Libre, Guillermo Bermejo - alias “el che” - es acusado por la policía de ser un asesino terrorista. Bermejo ‘trabajó’ en esa área, e inclusive la ha visitado con Pedro Castillo, actual okupa de Palacio, proclamado ilegalmente como ‘ganador’ de los comicios por el Jurado Nacional de Elecciones -JNE- en medio de un mayúsculo escándalo. A nadie debe sorprender que el presidente de ese cuestionado organismo fuera abogado de terroristas, militante comunista, y siendo juez absolvió a un terrorista acusado de asesinar a un juez de paz. Bermejo prometió a los “cocaleros” la expulsión de la DEA del Perú y la desactivación de las bases militares contra subversivas, así como su apoyo para cambiar la ley y liberar los cultivos. Así, el 27 de abril de 2022, el cuestionado ministro de Defensa de Perú, José Luis Gavidia, coterráneo de Pedro Castillo, anunció el cierre de cuarenta bases contrasubversivas en el VRAEM. Según ese impresentable sujeto, “la pacificación del área se ha logrado completamente”, lo que no es cierto. Si bien ante el escándalo desatado, luego dijeron que se trataba "de un globo de ensayo" nadie duda de cuales son sus verdaderas intenciones.El 23 de mayo del 2021, Sendero asesinó a 16 personas en el pueblo de San Miguel del Ene, en el VRAEM, y toda el área es controlada por quienes ahora son un cartel del narcotráfico y mayor productor de coca del mundo. El ministro afirma también que realizará el levantamiento paulatino del estado de emergencia -estado de excepción- lo que haría imposible la interdicción de los narcoterroristas sin orden judicial. Agrega que las otrora bases militares serán “bases de producción” de la hoja de coca, que serán dedicados al narcotráfico. Por cierto, las decisiones que llevan a facilitarle las cosas a Sendero en el VRAEM no serían ninguna casualidad, sino parte de una estrategia delincuencial más amplia liderada por los cabecillas de Perú Libre, como Vladimir Cerrón, Guillermo Bermejo y Guido Bellido, para quienes la policía ha solicitado su detención inmediata por su comprobadas relaciones con el narcoterrorismo, pero la justicia sospechosamente hasta ahora no dicta sus capturas. Los criminales por ello se creen impunes y hasta se dan el lujo de amenazara sus críticos, utilizando para ello a jueces y fiscales venales que están al servicio de sus intereses. Algo similar ya se vivió en Venezuela donde el fallecido dictador Hugo Chávez destruyó las Fuerzas Armadas de su país al introducirlos al negocio del narcotráfico, y la DEA investiga al Cartel de los Soles, en referencia a los soles de mando que utilizan los generales chavistas. Lo mismo sucede en Bolivia con el Cartel del Chapare, “zona liberada” para el narcotráfico, en donde la policía solo se dedica a prestar seguridad al negocio de la droga y oprimir a sus ciudadanos. Cabe precisar que en el Perú, Sendero tiene la costumbre de esclavizar a la gente. En los ochentas secuestro a poblaciones enteras de Shipibos y los esclavizó hasta que fueron liberados por las Fuerzas Armadas. Aun ahora secuestra niños y los mantiene retenidos en la selva, formándolos como futuros combatientes, los llamados “pioneritos”. A esos criminales, Castillo - quien busca elaborar una nueva constitución que le permita eternizarse en el poder - entregará el VRAEM para que desarrollen sus actividades narcoterroristas, a vista y paciencia de las Fuerzas Armadas, los cuales corren el riesgo de convertirse en un cartel. No hay duda que el Perú va camino a convertirse en un narcoestado y como toda “revolución” en América Latina, se financia con coca (Por cierto, al momento de escribir esta nota, me entero que la Comisión de Constitución del Congreso archivo - como era de esperar - el proyecto de referéndum para establecer una asamblea constituyente, a pesar de las amenazas de Vladimir Cerrón de organizar una asonada terrorista. Habrá que estar alertas a sus sucias maniobras desestabilizadoras) :(