sábado, 10 de febrero de 2024
PERÚ: La génesis del ‘outsider’
Como sabéis, las condiciones que facilitaban el ascenso al poder de un ‘outsider’ en el Perú han pasado de ser esporádicas a cotidianas. Con el abrumador aumento de la insatisfacción ciudadana, es más probable que el próximo presidente democráticamente elegido no aparezca aún en las encuestas o que lo haga con un porcentaje ínfimo. Así, cualquier desconocido puede ser presidente. No existe tal cosa como algo parecido a una carrera política desde hace muchos años debido a la desaparición de los partidos políticos tradicionales - barridos en las urnas en medio del descrédito total - y ese camino no va a cambiar en el corto plazo. Por eso, muchas expectativas empresariales están congeladas, nada se transmite mejor que la incertidumbre y los inversionistas lo saben. Pocas cosas deben espantar tanto a cierta parte del ‘establishment’ peruano como la posibilidad de ir a elecciones democráticas en un contexto en el que un Gobierno (que busca mantenerse a como dé lugar hasta el 2026 sin hacer nada) y un Congreso (que no legisla ni fiscaliza, cuyos impresentables integrantes de la peor calaña que uno recuerde, solo buscan beneficiarse económicamente y ser reelectos indefinidamente) son tan equitativamente repudiados, en el que todo desenlace es un albur o una tragedia, en el que nada se puede controlar si se deja que las fuerzas de la historia se desaten. Por eso el ‘establishment’ peruano anda en busca de su ‘outsider’. Al menos eso parece desde hace varias semanas. Alguien a quien aplaudan en algún conversatorio luego de un discurso de superación personal y consigan colocar en algunas entrevistas televisivas en ‘prime time’. Buscan la promesa de un Nayib Bukele peruano, que con certeza pueda enlazar un discurso contra el crimen organizado y con una promesa inequívoca de mano dura. Pero esta búsqueda de cierta parte del ‘establishment’ peruano no deja de ser tan trágica como patética. Es quizá solo una estrategia para no perder poder ni fuelle. Quieren anticipar aquello que por la naturaleza es impredecible e inevitable luego de una conmoción política. Más aún si quien está en búsqueda es el ‘establishment’ peruano que ha dado tantos indicios de estar desconectado de la realidad nacional. El ‘outsider’ que busca debería ser tan disruptivo como mesurado, alguien capaz de agitar a las masas contra la injusticia, pero al mismo tiempo que pueda contestarles el WhatsApp. El requisito entonces es que no sea un ‘outsider’ antisistema como Antauro Humala, a quien odian con toda el alma. El ‘establishment’ peruano ha llegado a la conclusión de que, más que apoyar a proyectos políticos con los que comulgue religiosamente, tiene que buscar alternativas que le permitan controlar las condiciones precarias políticas del Perú. Conservar el poder económico para ellos es lo más importante. Tal como ha sucedido con Dina Boluarte, este camino les ha demostrado que es mejor soportar un régimen impopular, pero influenciable - y manejable - a tirar la moneda al aire. Es por ese motivo que el ‘establishment’ peruano ya no se va a aventurar por el camino de una eventual e imposible victoria de Keiko Fujimori en segunda vuelta, como ha sucedido en todos los comicios en donde ha participado. Ello podría abrirle la puerta a otro desconocido como sucedió con Pedro Castillo - un oscuro y mediocre profesor rural que accedió al poder mediante el fraude con la complicidad de cuestionadas autoridades electorales que increíblemente aún continúan en sus cargos, y que pretendió dar un golpe de Estado para instaurar un régimen comunista, fracasando miserablemente en su intento y terminando a las pocas horas en la cárcel - por lo que para evitar repetir ese escenario, entonces es mejor construir al ‘outsider’ a su medida antes que padecerlo en una elección nada democrática, amañada de antemano por los caviares de la ONPE, JNE y la RENIEC. Sin embargo, el colapso de los viejos partidos que otrora (des)gobernaron el país y el surgimiento en su reemplazo de nuevas “organizaciones políticas” (cascarones vacíos sin ideología ni militantes que solo representan a un grupo de arribistas que pusieron dinero para su inscripción, con el único objetivo de alcanzar algún puesto público - sea el que fuere - para mediante el robo y los negociados en contra de los intereses del Estado, “recuperar su inversión”) no parece alinearse con esta estrategia política. Lo que resulta más previsible es que, en una infinidad de horizontes paralelos con candidatos improvisados y oportunistas de la peor especie, lleguen otra vez a una segunda vuelta candidatos con porcentajes de votación mínimos y bancadas pequeñas. Es decir, un país que continúe siendo más presa de la ingobernabilidad que de la estabilidad. Por eso la estrategia de parte del ‘establishment’ peruano en la búsqueda de su ‘outsider’ es un despropósito anticipado, buscan los medios sin importarles el sustrato. Ninguno de los nombres que actualmente dan vueltas en círculo pueden ganar una elección. Ni López Aliaga que ha fracasado de la forma más clamorosa como Alcalde de Lima, que está convertida en un asco; ni ese cacique provinciano llamado César Acuña que de la forma más ridícula se ha hecho construir una estatua dorada para inflar su enanismo mental; ni tampoco la destituida Fiscal de la Nación Patricia Benavides con muchos cuestionamientos en su contra, quien acorralada ataco sin pruebas a la presidenta, haciéndole el juego a la izquierda parasita y los caviares; ni mucho menos ese cómico ambulante que intenta emular al traidor colaboracionista ucraniano de Vladimir Zelenski (un pobre diablo que fue colocado como “presidente” por los estadounidenses y que hoy envía a la muerte a miles de sus compatriotas a una guerra que siempre la tuvo perdida de antemano), tienen opción alguna por más que algunos medios pretendan imponerlos a la fuerza. En lugar de buscar afianzar las bases de proyectos políticos sólidos, van por apuestas de corto plazo. Buscan capitalizar el desahogo y tratan de importar algún modelo. Admiran a Nayib Bukele que fue reelegido abrumadoramente en El Salvador con el 87%, pero su modelo y su estilo de ‘outsider’ son difícilmente replicables en un país tan diverso como el Perú, en el que los problemas regionales son tan disímiles y las geografías electorales tienen tonos tan marcadamente divididos. Quizá por buscar un ‘outsider’ de mano dura que no les complique la vida, terminen atrayendo, como tantas veces ha sucedido en su historia reciente, un ‘outsider’ que les cause repulsión. Ansían encontrar a un demagogo populista de derecha como el argentino Javier Milei, quien decepciono a muchos ya que en su campaña combatía implacablemente a la “casta” responsable del desastre económico de su país, con quienes hoy cogobierna de la forma más desvergonzada. Con Dina Boluarte en el Perú que se queda en Palacio hasta el 2026 - con el apoyo de un Congreso que no desea dejar por ningún motivo sus inmerecidos privilegios - el ‘establishment’ cree que aún tiene tiempo para lograrlo, pero los plazos se acortan cada día más. Quizá solo les quede apostar por la improvisación, pero ello tiene un costo muy alto, aunque algunos estén más que nunca dispuestos a pagarlo con tal de no perder su cuota de poder... Y la historia volverá a repetirse.