martes, 6 de febrero de 2024
VIRGEN DE LA CANDELARIA: Entre la devoción y el sincretismo
El 2 de febrero es una fecha muy especial para las personas que profesan la fe católica, ya que en ese día se celebra en el Perú y en otros países del mundo la festividad de la Virgen de la Candelaria, o simplemente el Día de la Candelaria, cuyo origen se remonta hasta el siglo XIV. Se trata de una de las advocaciones marianas más importantes que cuenta con una gran cantidad de fieles devotos en todo el mundo. Según la tradición, dos aborígenes ‘guanches’ que pastoreaban su rebaño fueron sorprendidos por la presencia de la Virgen María en Tenerife (España) quien les anuncio una serie de calamidades “si dejaban se seguir las enseñanzas de la Iglesia”. Ella tenía aproximadamente un metro de alto y en el brazo derecho cargaba un niño, quien tenía un pequeño pajarito de oro en sus manos, y una vela en su mano izquierda, según contaron los jóvenes testigos. El relato - real o inventado - de aquel encuentro creo gran conmoción entre los crédulos feligreses por lo que la devoción por esta virgen comenzó a ser tan grande, que no tardó en extenderse y cruzar fronteras hasta llegar al continente americano. Actualmente, la imagen de la Virgen de la Candelaria se venera en la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, en Tenerife y es considerada, además, como la patrona de Canarias. A ella acuden a diario miles de personas que busca obtener alguna gracia o milagro por su intercesión. Cabe precisar que la palabra candelaria deriva de candelero o candela, que hace referencia a la luz santa que guía hacia el buen camino y la redención, y que aviva la fe en Dios. ¿Qué se recuerda con esta advocación mariana? Principalmente, y según la tradición católica, con la devoción a la Virgen de la Candelaria se recuerda la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén luego de su nacimiento y la purificación de María. Con el tiempo, esta festividad logro tener un importante arraigo en el sur del Perú, especialmente en Puno, donde se celebra con mayor fervor y constituye como una de las actividades culturales, religiosas y sociales más importantes del calendario local. Así, es común apreciar cada año cómo en su honor se realiza la tradicional procesión de su imagen, así como un colorido espectáculo que incluye pasacalles y danzas típicas de la región. Esta fiesta congrega a gran cantidad de turistas locales y extranjeros, que incluso llegan a la ciudad con varios días de anticipación para no perderse ninguna de las actividades programadas en honor a la Virgen de la Candelaria. ¿Pero cómo llegó a imponerse en Puno? Cuando los sacerdotes españoles llegaron a la zona en el siglo XVI tanto para extirpar idolatrías como imponer la religión católica a los indios, se percataron que su culto estaba relacionado a las prácticas celebratorias de un calendario ritual agrícola, cuya expresión estaba fuertemente impregnada de danzas y música, donde se adoraba tanto al sol (Inti) como a la luna (Quilla). Por ello para ganarlos a su causa, permitieron que continuasen celebrando sus fiestas, solo que a partir de ese momento estarían dedicadas a la Virgen, a cuya imagen colocaron a su alrededor la corona del resplandor solar, mientras que en la parte baja pusieron a la Luna. Así, mientras veneraban a la imagen, seguirían a su vez adorando a su Inti y a su Quilla. Un sincretismo religioso que se repitió en otras ocasiones - como por ejemplo con Pachacámac, “metamorfoseado” en el Señor de los Milagros, o con el Kuntur (Cóndor) y el Waman (Halcón), antiguas divinidades andinas que fueron incorporadas fácilmente a la imaginería religiosa, representados como Los Arcángeles Arcabuceros de la Escuela Cuzqueña - para “cristianizarlos” al punto que quienes hoy los veneran, no se dan cuenta que en realidad siguen adorando a antiguas deidades indígenas. De esta manera, la advocación a la Virgen de la Candelaria, se convirtió en una de las principales herramientas utilizadas por los evangelizadores españoles para promover la “cristianización” en los Andes y que se centró, en este caso, en el altiplano peruano. En la actualidad, tras el sincretismo generado, las danzas que hacen apología a sus divinidades ancestrales - con la presencia de diablos como sus servidores - se han convertido en parte intrínseca del acervo cultural de Puno.