En la cima de una alta montaña, casi cubierta por la niebla, descansa una ciudad fortificada llamada Kuélap, el legado arquitectónico de los antiguos chachapoyas. Ubicada en Amazonas - en el nor oriente peruano - llegar a ella ya no resulta tedioso gracias el Teleférico, que permite ahorrar tres horas a los caminantes y más de una a los que viajan en coche .De esta manera el traslado solo durará veinte minutos a más de 2.300 m.s.n.m. Un paseo donde la sensación del vértigo se irá convirtiendo en adrenalina al tener una vistazo de águila del valle del Tingo, un paisaje realmente admirable. Eso sí, no bajéis la guardia al llegar a tu destino, ya que todavía te espera un camino zigzagueante que te conducirá hasta una ciudad de arquitectura asombrosa. Pero no estás solo en esta aventura, ya que como compañero de viaje tienes a Amado Santa Cruz, un guía turístico, que te irá ilustrando sobre la historia de una etnia que luego de los incas, es una de las culturas prehispánicas que ha dejado el más vasto y rico legado arquitectónico (cerca de 500 complejos arqueológicos desperdigados entre las regiones Amazonas y San Martín). En ese viaje en el tiempo -mientras esquivas las curvas de un corredor empedrado - te enterarás que Chachapoyas no tiene un significado oficial. Según el etnohistoriador Peter Thomas Lerche, este término era de origen aymará y su concepto era ‘el hombre de las nubes’. ¿Por qué aymará? El antropólogo alemán decía que los chachapoyas realizaron intercambios comerciales con el Imperio Wari (que tenia su sede en Ayacucho, pero eran descendientes de los Tiahuanaco). En ambas lugares se encontraron restos de tejidos y artesanías. Es así que durante esos trueques comerciales, los Wari divisaron, en los valles amazónicos, como varios chachapoyas se perdían en las montañas hasta desaparecer entre las nubes. De ahí el nombre. Para Huaman Poma de Ayala, en cambio, esta palabra significaba ‘el guerrero blanco’ debido a los rasgos físicos que tenían sus habitantes por la conquista española. Por su lado, Federico Kauffmann reiteraba que el nombre original de los chachapoyas era ‘sachapoya’ (sacha: monte y poya:nube). Es decir, ‘monte de nubes’ o ‘selva neblinosa’. Este último es hasta ahora la teoría más creíble. Estos son algunos de los trozos históricos que escucharas a medida que asciendes por los últimos peldaños del camino y ya para cuando te des cuenta, levantarás la mirada para, en seguida, encontrar una imponente estructura de 19 metros de altura. Sí, estas frente a Kuélap, una ciudadela de una riqueza cultural e histórica olvidada con el paso del tiempo, pero no por ello, menos importante. Y pensar que esos altos muros que protegen la ciudadela fortificada, así como la estrechez de las entradas, permitió que los chachapoyas soportaran una guerra por más de 60 años contra los incas, a quienes se les hizo difícil penetrar este bastión, ya que al interior se levanta otra muralla y, además, sus delgados pasadizos, permitía el paso de una sola persona, facilitando a los ‘guerreros de las nubes’ a hacer frente a los ‘hijos del sol’. Entonces descubrirás, que al fin de ese periodo (1470 - 1530), los incas llegaron a conquistar la fortaleza mas no pudieron gobernar este vasto territorio, ya que en 1532, como bien sabemos, llego la expedición de Pizarro que conquisto el Imperio de los Incas, y al saberse la noticia de tan infausto suceso, Kuelap fue abandonada, siendo al poco tiempo cubierta por la vegetación. De regreso en Kuélap, rodear su muralla de más de 600 metros de largo es otra invitación a los misterios que esconde los rincones de esta maravilla arqueológica. Comienzas tu aventura por la tercera puerta porque la primera está restringida y no porque sea una entrada exclusiva, sino porque se están ejecutando un proyecto de conservación. Y una vez dentro, te darás cuenta que Kuélap no solo es monumental por fuera, sino también por dentro. Hay construcciones circulares dominadas por árboles que le dan un aspecto salvaje al ambiente. Más al extremo sur del recinto se encuentra el Tintero cuya estructura parece desafiar la gravedad. Tiene la forma de una botella. Algunos aseguran que sirvió como observatorio astronómico u oráculo, otros, en cambio, aseguran, que sirvió para realizar sacrificios humanos. Aunque varios historiadores indiquen que Juan Crisóstomo Nieto, juez de Chachapoyas, fue su descubridor oficial, no se debe olvidar que aquí los antiguos hacendados ya ocupaban la ciudadela para proteger a sus ganados de los pumas. “Era tan fácil cerrar tres entradas que circular siete hectáreas de terreno”, explica Amado. El magistrado Crisóstomo solo tuvo la suerte de descubrir Kuélap en 1843 durante un trabajo de campo para resolver unos litigios sin pensar que conocería esta maravilla oculta en el bosque. Pero más allá de su impresionante estructura, de sus ojos de serpiente incrustados en las paredes y de sus atractivos culturales como El Castillo o El Torreón, Kuélap sigue siendo un misterio para todos. Las investigaciones sobre esta cultura y su desaparecido idioma, sigue siendo un enigma :)