Venga ya, en esta ocasión quisiera referirme al proceso político en la Argentina, con mayor razón cuando ese fin de semana estuve en Buenos Aires, donde fui testigo de la debacle del liberalismo y cuyos pormenores paso a detallar a continuación ¿vale? Ya eran las diez y doce de la noche. Las urnas habían cerrado más de cuatro horas antes, había rumores que se preparaba un fraude, crecía la expectativa y la autoridad electoral seguía sospechosamente sin dar un solo número, cuando el impresentable de Mauricio Macri apareció por fin en televisión y dijo lo que era de esperar: “Hemos tenido una mala elección”. La escena sintetizaba sus tres años de desastroso gobierno: otra vez habían fallado - las cifras electorales debían haber aparecido mucho antes - y él trataba de arreglarlo con palabras. Se lo veía desolado: el miedo creado artificialmente por una vomitiva campaña mediática de la prensa conservadora en contra de su rival, no había sido suficiente. Un gobierno que consiguió fracasar en todo confiaba ilusamente en que millones de argentinos votarían por el rechazo que - aseguraban - les inspiraba el gobierno anterior, pero para su desdicha, ello no sucedió y el resultado de estas elecciones fue un duro golpe aun difícil de asimilar. En ellas, dos posiciones se enfrentaban. Macri pretendía hacer creer la falacia que “nadie mejor para manejar un Estado que quienes hayan manejado alguna empresa”. Su gobierno produjo una situación de penuria económica y social incomparable: falta de trabajo, la inflación no cede, los salarios no alcanzan. En junio la Universidad Católica Argentina anunció que más de la mitad de los niños argentinos son pobres y que uno de cada diez pasa hambre. El kirchnerismo, por su parte, que había sido derrotado sorpresivamente en el 2015 tras doce años de gobierno en la mejor coyuntura económica continental, sufrió desde entonces una constante campaña difamatoria por parte del gobierno y sus medios afines como el Grupo Clarín, cebándose especialmente en denigrar cobardemente a su jefa, Cristina Fernández de Kirchner, creyendo que ella iba a ser la candidata a batir, pero para sorpresa del oficialismo otro fue el nominado, lo que descoloco completamente al macrismo que no supo como enfrentarlo y hoy vemos los resultados. Para tapar su absoluto desastre económico, el gobierno intentó una agresiva campaña cargada de mentiras. Lo resumió uno de sus propagandistas más activos, el cineasta Juan José Campanella, el día anterior a la elección en un tuit: “Luego de meses de discutir economía, valores, república, seguridad, narcotráfico, mafias, futuro y pasado, al final la elección es más sencilla y primitiva: mañana elegimos entre la cordura y la insanía. Solo estos dos platos ofrece el menú argentino. Todo lo demás es secundario”. Demás esta decir que esa ridícula soberbia termino por pasarle factura. Al kirchnerismo, mientras tanto, solo le alcanzaba con recordar a todos lo que todos sabían - la penuria que los argentinos viven a diario, producto de las políticas económicas neoliberales impuestas a rajatabla por el macrismo - y alzarse con la victoria. “No nos une el amor sino el espanto”, escribió famosamente Borges para retratar a los argentinos. Y dicen que Fernández de Kirchner, lo definió con precisión: “La gente va a votar al que odie menos”. Macri confiaba vanamente en que el miedo y el repudio del contrario, gracias a la activa propaganda oficialista, le diera los votos que necesitaba: pero estaba claro que en estas elecciones, la mayoría de los argentinos no lo elegiría por ningún motivo y votaría por el otro. Aunque, en realidad, en estos comicios no elegirían a nadie, ya que fueron unas elecciones primarias que eligieron a los candidatos a participar en las elecciones generales de octubre, pero que en todo caso, es un claro síntoma de cómo votaran los argentinos. De allí el desconsuelo macrista con los resultados que le fueron tan adversos porque es un claro aviso de lo que se le viene. Se llaman PASO -primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias- y es cierto que son abiertas porque todos los argentinos pueden participar en las internas de cualquier partido, es cierto que son simultáneas porque se hacen todas al mismo tiempo, es medio cierto que son obligatorias, porque todos deben votar aunque saben que si no votan no les pasa nada. Pero lo que se preveía como una gran encuesta pagada por el Estado -3000 millones de pesos, unos 65 millones de dólares- se convirtió, por sus resultados, en un rotundo castigo para el oficialismo. Sin ambigüedades, rechazaron a ese grupo que creía que podría seguir gobernándolos pese al desastre social que ha ocasionado: los candidatos opositores sacaron alrededor del 47 por ciento de los votos, 15 puntos más que los gobiernistas. En la Casa Rosada no esperaban que la diferencia fuera mayúscula y hasta aplastante: todas las encuestas pronosticaron diferencias de menos de cinco puntos. Es sorprendente ver que haya quienes siguen guiándose con unas herramientas que han demostrado, una y otra vez, que no funcionan. El viernes anterior a la elección, por ejemplo, las acciones de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires subieron un ocho por ciento de promedio. Nada en la economía nacional o global justificaba semejante salto; esa tarde se supo que se debía a un ataque de optimismo de “los mercados” por una encuesta de último momento, comisionada por un banco extranjero, que imaginaba un empate electoral. Así de serios, así de responsables son los patrones de la economía argentina; así está, desde hace décadas, esa economía; así les fue a varios de sus gerentes convertidos en dirigentes del gobierno. El golpe recibido ese domingo fue brutal. Los números fueron terminantes pero repetimos, formalmente, aun no se eligió nada: falta la elección verdadera, la del 27 de octubre y posiblemente, de haber un ballotagge, el 24 de noviembre. El sistema electoral argentino dice que no hay segunda vuelta si el ganador tiene más de 45 por ciento de los votos o más de 40 por ciento y diez puntos de diferencia con el segundo: por ahora, ambas condiciones se cumplen, y la diferencia es tan amplia que es virtualmente imposible que el gobierno macrista pueda revertirla, a menos que recurra al fraude. En su campaña, Macri repitió una y otra vez “con que no había que volver al pasado”; pero la inmensa mayoría de los argentinos le contestó que no soporta este nefasto presente y para mostrarle su repudio, votaron masivamente por la otra opción, la de Alberto Fernández, quien hace tres meses no era siquiera candidato y hoy sería muy difícil que en octubre, no sea presidente. Entonces empezará otra odisea: la de Macri y sus secuaces que deberán enfrentar a la justicia por los graves delitos de corrupción ocurridos durante su gobierno y a quienes por cierto les esperan muchos años de cárcel. Con el resultado de las elecciones, empezaron cuatro años de nuevas historias argentinas. Pero para su inicio efectivo, aun falta que el 10 de diciembre se vaya por fin este gobierno hundido en el fracaso, que ha recibido una cachetada brutal de millones de argentinos y que no controla ni garantiza ni promete nada y, para colmo, debe empezar una campaña que la tiene perdida de antemano porque ya nadie cree en sus mentiras. No con sus medidas populistas de última hora va a poder revertir la situación. La bestia macrista esta herida y hay que rematarlo en octubre. No saben el gusto que me va a dar ver a este impresentable cuando lo echen de la Casa Rosada. Donde las dan, las toman :)
La historia de Budweiser es la historia del deseo y ambición de Adolphus Busch, quien mostró a los estadounidenses el sabor de la cerveza lager bohemia, cambiando así la forma de elaborarla y disfrutarla. De esta forma, comenzó a hacer realidad su sueño y que aún continúa construyéndose. A mediados del siglo XIX, Eberhard Anheuser era un inmigrante alemán que se dedicaba a la producción de jabones en St. Louis, Missouri, EE.UU. Sin tener gran experiencia en el negocio, en 1852 adquirió la cervecería Bavarian que pertenecía a otro inmigrante del mismo origen. En 1860, su negocio se expandió y compró otra cervecería, rebautizando su empresa como E. Anheuser & Co. El negocio recién adquirió su forma definitiva en 1861, cuando Adolphus Busch adquirió la mitad de la acciones de la compañía. El resultado fue la creación de Anheuser-Busch. En aquel momento, cada ciudad tenía sus propias marcas de cerveza, que eran producidas solo para el consumo local. Por eso, Busch se había propuesto desarrollar una cerveza que trascienda límites geográficos y que se adapte a todos los paladares. En 1876, junto a su amigo Carl Conrad, crearon una cerveza al estilo estadounidense a la que nombraron “Budweiser”, apodo que se aplicaba a los inmigrantes alemanes, que era fácil de pronunciar en inglés. En muy poco tiempo, esta cerveza se convirtió en un emblema de la compañía. Existe una eterna disputa por el nombre “Budweiser”, ya que en República Checa existe una cerveza con ese nombre desde 1245, que fue creada por el rey Ottokar II. Al respecto, cabe resaltar que el nombre Budweiser alude a tres marcas de cerveza: Budweiser Budvár y 1795 Budweiser Pivovár producidas en la República Checa, y American Bud, en los EE.UU. No en vano, el conflicto mercantil más antiguo aún por resolver a día de hoy, es el que enfrenta a las marcas Budweiser Budvár y American Bud, cuyos primeros litigios judiciales datan de 1880. Hoy día el número de pleitos entre ambas empresas se estima en 40, pese a que en 1939, con arreglo a un convenio entre ambas mercantiles, se reserva el nombre “Budweiser” a la marca checa en Europa, y a la marca estadounidense en el resto del mundo. Un acuerdo firmado el 8 de enero del 2007 entre Anheuser-Busch y Czech brewer Budějovicky Budvár (BBNP) marca un hito en el litigio de marcas. En virtud de dicho acuerdo Anheuser-Busch pasa a convertirse en el importador americano de la cerveza Czechvár Premium (nombre de la Budweiser Budvár en los EE.UU.) e incorpora la marca a sus productos, con vistas a hacerse con un puesto de privilegio en el segmento de las cervezas de importación en los EE.UU. en fuerte crecimiento en los últimos años. Aunque realmente la "auténtica" marca que debería usar el nombre Budweiser tendría que ser 1795 Budweiser Pivovár, al ser ésta la cervecera de mayor antigüedad, casa que del mismo modo ha tenido problemas en la República Checa con su vecina Budweiser Budvár por la utilización del nombre, reivindicando ambas el uso comercial del mismo. Desde los años 80 Budweiser buscó un nuevo posicionamiento, vinculándose más con el deporte y las tradiciones estadounidenses en torno a ellos. En primera instancia, se desarrolló una fuerte estrategia de patrocinios como del Super Bowl y convirtiéndose también en sponsor de muchos corredores de Nascar e Indicar, dos de las principales competiciones de automovilismo de los EE.UU. En los 90, Budweiser continuó extendiendo sus fronteras en el plano deportivo. Más allá de mantener sus vínculos con el fútbol americano y el automovilismo, se convirtió en sponsor de la Major League Soccer. Aunque el logro más importante en este plano fue llegar a un acuerdo para ser patrocinador de los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996. El año 2008 sería determinante para la historia de Budweiser, ya que Anheuser-Busch se fusionaría con InBev, formando Anheuser–Busch InBev, conocida como AB InBev. Con ese acuerdo, Budweiser pasó a formar parte de la compañía de cervezas más grande del mundo, aunque compartiendo el mismo techo con sus ex competidores como Stella Artois, Beck's, Staropramen, Leffe, Hoegaarden Skol, Brahma y Quilmes, entre otras. En el caso del Perú (presente desde el 2014), tras la integración de Backus con AB InBev, Budweiser se relanzo en el 2018 incorporando un nuevo formato, apuntando a conquistar con creciente ímpetu la preferencia de los peruanos, dirigiéndose a un público más juvenil que valora la marca y su relación con el fútbol y la música :)
A 700 kilómetros de distancia, lo observa todo. Es su misión. El PerúSat-1 pesa 400 kilogramos y se mueve a 7.5 kilómetros por segundo. Cada día “adquiere” - en la terminología aeroespacial - y de acuerdo con la programación, 300 imágenes del Perú, durante los 14 a 15 “giros” que da alrededor del planeta. Son 10 a 12 minutos de paso diario por el territorio y transmite datos hasta la base aeroespacial de Pucusana, cuando hay visibilidad, como sucede con todos los satélites de observación. Se estima que su vida útil será hasta el 2026. Esta depende del combustible, que permite hacer las maniobras para volver a ponerlo en la órbita correcta. Lo mismo sucede cuando hay alertas de basura espacial y deben realizar maniobras evasivas para evitar los impactos. “Hasta el momento se cumple con lo manifestado por el fabricante y tendrá unos 10 años de vida útil”, explico el mayor general FAP Javier Tuesta Márquez, jefe de la Comisión Nacional de Investigación y Desarrollo Aeroespacial (Conida). Como recordareis, el vuelo del PerúSat-1 empezó a las 20:43 horas del 15 de septiembre del 2016, cuando del centro espacial de Kourou, en la Guayana Francesa, se lanzó el cohete Vega, que puso en órbita al primer satélite submétrico peruano. En sus primeros tres años de servicio, entre marzo del 2017 y julio del 2019, las entidades peruanas usuarias del Sistema Satelital Peruano (SSP) han ahorrado 681 millones 163,527 soles, gracias al trabajo del PerúSat-1, que entrega “escenas” (imágenes) junto a los satélites Pleiades, SPOT6, terraSAR-X y Kompsat3. De acuerdo con la Conida, en este período se entregaron 25,067 imágenes (expresadas en “escenas”, de acuerdo con la terminología). De ellas, 11,216 fueron para la Gestión de Riesgo de Desastres (GRD); 3,434 para el Ministerio de Vivienda; 1,793 para el sector de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI); 1,349 para el Minagri; 943 para el Minam; 421 para gobiernos regionales y locales. “Una imagen satelital de un kilómetro cuadrado, que se entrega en 10 días, puede costar en el mercado entre 38 y 40 dólares. Pero si se entrego en 3 meses, baja a 16 o 18 dólares. Los 681 millones es el valor, considerando que todas las entregas se han dado en tres meses. Hemos sido bastante prudentes. Es el monto ahorrado por las entidades peruanas, a las que se les entrega de manera gratuita. Además, hay un conjunto de imágenes de otros países que tenemos y en algún momento comercializaremos. Si vemos en costo-beneficio, el PerúSat-1 es ampliamente positivo para el Perú”, afirma Tuesta Márquez. Los resultados estimados corresponden al SSP. Porque al adquirir el PerúSat-1 a la empresa francesa Airbus Defence and Space “parte de la compra” también permite el trabajo en offset para tener información o imágenes con diferentes características, de los cuatro satélites mencionados. Ello permite un trabajo más óptimo del área de Geomática del Conida, en Pucusana. Es, como dice Tuesta, la manera natural y norma como se trabaja en la comunidad espacial. El potencial del SSP se multiplica con los diversos convenios establecidos con diversos países. Hay acuerdos con Argentina, Inglaterra, India, Kazajistán y Corea del Sur. A ellos se suman los convenios en proceso con EE.UU., Francia e Italia. Solo el de Corea del Sur permite contar con unas 300 imágenes satelitales mensuales del Perú. “Nosotros tenemos un buen nivel en ópticos y procesamiento de imágenes, pero nos falta fortalecer el tema de imágenes de radar. Los satélites de imagen de radar y ópticos son complementarios. El sistema SSP crecerá en la medida en que tengamos más convenios”, dice el jefe de Conida, cuya Dirección de Geomática genera los productos que se entrega a las diversas entidades, como el modelo de elevación digital, indispensable para la gestión de riesgo de desastres o determinar el flujo del modelamiento hidráulico. Cabe destacar que desde que se creó la Agencia Espacial Peruana Conida en 1974, se buscó que el Perú esté en el primer mundo espacial, primero obteniendo imágenes satelitales y luego adquiriendo un satélite de observación muy avanzado. Además, en Pucusana funciona la Dirección de Desarrollo Espacial que trabaja los vehículos lanzadores. A fines de noviembre lanzará el cuarto cohete sonda Paulet, el cual estará equipado con instrumentos científicos que van a hacer mediciones en la ionósfera. La Dirección de Ciencias y Aplicaciones Especiales (DICAE) del Conida cuenta asimismo con un Centro de Observación Espacial en Huancayo (Junín), desde donde realiza el monitoreo de satélites y desechos espaciales, como parte del proyecto APOSOS, la red de observación espacial unificada que integra el Perú con otros países del APSCO (China, Irán, Mongolia, Pakistán, Tailandia y Turquía). Y en Cambrune (Moquegua) se ubica el RC-1M, el telescopio más potente del país, que desde este año funciona en beneficio de la ciencia, educación y turismo. De esta manera, el Perú reafirma su presencia en el campo espacial :)