Esta semana el país andino ha vuelto a dar la nota, y de la peor manera. En efecto, dos despreciables políticos y rankeados delincuentes - Martin Vizcarra y Pedro Castillo - han sido hallados culpables de los cargos por los cuales habían sido acusados y, con un día de diferencia, han sido condenados por sus delitos a largos años de prisión (y conste que estas sentencias son el inicio de otros juicios que se les vienen más adelante y que se seguro prolongarán sus estadías en la cárcel). El mansaje es claro: Quien comete un crimen debe ser castigado. Lo triste de todo ello es que el nombre del Perú vuelve a estar asociado una vez más a la corrupción generalizada que la consume y que ha dado como consecuencia que en los últimos tiempos, quienes lo hayan gobernado terminen tras las rejas en medio de la ignominia. Comenzando con ese miserable lagarto de Martin Vizcarra, finalmente el Poder Judicial dictó sentencia en el proceso que se le seguía por los sobornos que recibió de dos empresas constructoras cuando era gobernador regional de Moquegua. La acusación sostenía, efectivamente, que Vizcarra cobró un soborno de S/1 millón para conceder la buena pro del proyecto Lomas de Ilo, y otro de S/1,3 para hacer lo propio a propósito del Hospital de Moquegua. El Cuarto Juzgado Colegiado de la Corte Superior Nacional ha considerado que las pruebas y testimonios aportados por la fiscalía en cada uno de los casos son consistentes y ha desestimado también los argumentos de la defensa sobre el rol de la Unops en la firma del contrato del proyecto Lomas de Ilo, y sobre una supuesta relación de odio o enemistad entre los directivos de Obrainsa y el acusado. En consecuencia, este ladrón ha sido condenado a una pena privativa de la libertad de 14 años. Se trata, obviamente, de un pronunciamiento en primera instancia que será apelado por sus abogados, pero en honor a la verdad, los elementos acusatorios son bastante consistentes y no le auguran al condenado una suerte distinta en la instancia superior. Durante el curso de la apelación, además, deberá purgar prisión efectiva. Con esto caen por tierra todos sus esfuerzos por presentar el proceso que se le seguía como una persecución política que no llegaría muy lejos. Las primeras revelaciones sobre este caso fueron dadas a conocer en diciembre del 2019 donde se detallaba el pago de coimas a Vizcarra. Luego siguieron otros testimonios que demostraron plenamente su culpabilidad.... Y el desenlace de esta truculenta historia es el fallo leído el miércoles. Vizcarra, como sabéis, tiene otras investigaciones en camino que, en varios casos, le han valido ya inhabilitaciones políticas de parte del Congreso, y que podrán tardar también años en alcanzar un resultado en el ámbito judicial. Pero ya esta sentencia ha hecho que se le caiga la careta. Ninguna de las insignificancias que suele colgar en las redes este vil sujeto podrá distraer a la ciudadanía del hecho incontrovertible de que la justicia lo ha encontrado culpable de corrupción. Una circunstancia que debe llamar a reflexión a quienes todavía lo tienen en alta estima, fundamentalmente porque mandó cerrar un Congreso que deploraban. La descalificación moral que acarrea esta condena es una infección contra la que no podrá vacunarse. Nunca más apropiado el famoso apotegma que suele recitarse en referencia a las demoras de la justicia y la inexorabilidad de su llegada; En cuanto al delincuente terrorista Pedro Castillo, a pocos días de que se cumpla el tercer aniversario del autogolpe de Estado que realizo el 7 de diciembre del 2022 con el objetivo de eternizarse en el Poder e instaurar una dictadura comunista, el Poder Judicial ha sentenciado a sus perpetradores. Lo hizo, por si hacía falta subrayarlo, en un proceso histórico, en el que se respetaron los derechos de los acusados gracias a las garantías que otorga el Estado de derecho, ese mismo Estado de derecho que estos miserables buscaron desmantelar y del que se han venido burlando desde entonces, desacatando las medidas procesales y efectuando maniobras leguleyas para dilatar su accionar. Seguramente, se comentará mucho sobre este fallo en el futuro, pero, por lo pronto, su importancia radica en dos aspectos. El primero es que manda un mensaje poderoso a todos aquellos que en el futuro traten de acceder o tomar el control total del Estado por la fuerza: el Perú castiga a los golpistas. Una lección valiosa viniendo de un país que, a lo largo de su vida republicana, ha sufrido el embate constante de quienes buscaron aniquilar la democracia, casi siempre con impunidad. Para el Poder Judicial, este accionar merece un castigo de 11 años y cinco meses de cárcel, aunque la fiscalía había solicitado una pena de 34 años de prisión. Pero, además, la sentencia recoge los pormenores de lo que ocurrió el día del golpe, dejando en claro que este fue planeado –principalmente– por Castillo, Betssy Chávez y Aníbal Torres, que hubo órdenes para la policía de cerrar el Congreso y arrestar a la entonces fiscal de la Nación, Patricia Benavides, y que, una vez que se dieron cuenta de que no lograrían imponerse, los golpistas trataron de refugiarse en la Embajada de Méjico, fracasando en su intento, siendo capturado Castillo como el vulgar delincuente que es, en plena vía pública, cortando así su aparatosa huida. De manera particular, además, ha quedado evidenciado el papel protagónico que jugó la entonces jefa del Gabinete en el zarpazo, convocando al equipo de TV Perú que transmitió el mensaje y tratando de sacar un decreto supremo para hacerlo efectivo. Todo ello, en suma, retrata el vergonzoso papel que han jugado en los últimos años quienes han tratado de restarle gravedad a lo ocurrido o, peor aún, presentar a los perpetradores como ‘víctimas’, incluyendo algunos ‘partidos’ políticos que buscarán el voto el próximo 12 de abril y, en especial, el Gobierno mejicano de la P. judía Claudia Sheinbaum, que defendió y sigue defendiendo a una gavilla de criminales a los que busca darles impunidad. Ellos serán juzgados por la historia. Pero, por lo pronto, la justicia peruana ya ha dado su veredicto sobre lo ocurrido el 7 de diciembre del 2022: aquello fue un golpe, y quienes lo planificaron, unos golpistas sin atenuantes. Especialistas consultados consideran que el tribunal optó por la figura penal con mayor solidez para evitar un revés en segunda instancia. La penalista Romy Chang afirma que la conspiración se acredita con claridad, el exprocurador Antonio Maldonado destaca que el mensaje a la nación de Castillo constituye un elemento probatorio contundente, y el abogado Carlos Caro destaca que el fallo reafirma que un intento de golpe de Estado debe generar responsabilidad penal, aun cuando no llegue a concretarse. Los tres apuntan a que la sentencia tiene altas probabilidades de ser ratificada. La sala tomó la decisión que menos posibilidades tendrá de revocarse en segunda instancia. Eso implica el delito de conspiración para la rebelión. Este delito no requiere probar el alzamiento en armas. Basta con probar que hubo una conspiración para dar un golpe de Estado, y qué mejor prueba para eso que el video del mensaje a la nación. ¿Qué se ha sacrificado con esto? La pena, porque por el delito de rebelión, que sí exige el alzamiento en armas, es hasta 20 años de cárcel, mientras que por conspiración a la rebelión no hablamos de penas tan altas. Ahora, creo que el Ministerio Público de todas maneras tiene que apelar, no tanto porque sea un revés, sino porque evidentemente Castillo apelará. Si el Ministerio Público no apela, Castillo iría solo a la sala superior a discutir una rebaja de sanción. Por cierto ¿Qué evidencias considera más determinantes en el proceso? Se valoraron una serie de pruebas: mensajes, comunicaciones telefónicas, declaraciones de testigos. Pero creo que lo más contundente fue el video del mensaje a la nación. Con este se revela que Castillo tenía toda la voluntad de generar un golpe de Estado. Otra cosa es que no se haya podido concretar porque nadie le hizo caso. El hecho de que sea un analfabeto mononeuronal no significa que este pobre diablo se vaya a quedar sin sanción penal. Por lo menos en una conspiración, eso claramente calza. Él en el mensaje dice claramente que se disuelve el Congreso, que reorganizará el Ministerio Público. Él cierra todo para acumular el poder, y materializó el comportamiento. ¿Qué posibilidades existen que la sentencia sea confirmada en segunda instancia? Que le revoquen la condena por conspiración está difícil. Mínimamente se confirmará la conspiración. En el mejor de los supuestos para el Ministerio Público, se le condenará por rebelión, pero eso lo veo un poco más difícil porque me parece que los elementos de prueba no dan como para acreditar contundentemente ese delito. La conspiración sí es bastante clara. Además, la sala dijo que los delitos de perturbación a la tranquilidad pública y el abuso de autoridad están contenidos en el acto de conspiración. Y el solo hecho de conspirar implica una perturbación, por lo que confirmarán ese extremo, que los delitos se subsumen. Al respecto, Antonio Maldonado, ex procurador anticorrupción asevero: “El mensaje a la nación fue un elemento probatorio contundente por el cual fue sentenciado”. Las condenas a Vizcarra y Castillo deberían de servir de lección a los peruanos, ya que es el resultado de elegir sin exigir integridad, valores ni principios a quienes aspiran a gobernar el país, por lo que se espera que está situación no se repita en las próximas elecciones, pero viendo la cantidad y “calidad” de candidatos - uno más impresentable que otro - y que solo piensan en robar, dudo que este lamentable escenario no se repita.... ¿No sería lo más conveniente que Jeri alargarse su mandato y se quedase hasta el 2031? Solo digo.
El flujo constante de viajeros, tanto internacionales como nacionales, ha convertido a Vinicunca - más conocida como la montaña de siete colores o arcoíris - en uno de los destinos más emblemáticos del Perú. Situada en el distrito de Pitumarca, su cumbre alcanza los 5.200 metros sobre el nivel del mar. El ascenso, que suele tomar entre noventa y ciento veinte minutos, permite contemplar el imponente nevado Ausangate, el pico más alto de Cuzco y uno de los mayores del país, con 6.384 metros de altitud. El atractivo de Vinicunca no solo reside en su impactante cromatismo, sino también en la singular historia geológica que la define. Según la Sociedad Geológica del Perú, la diversidad de colores surge de la acumulación de sedimentos marinos, lacustres y fluviales depositados durante los periodos terciario y cuaternario, lo que significa que este fenómeno natural tiene más de dos millones de años. El movimiento de las placas tectónicas elevó estos sedimentos, transformándolos en cordilleras, mientras que la oxidación de minerales, unida a la humedad y la erosión, generó las franjas multicolores visibles hoy. Cada color de Vinicunca corresponde a una composición mineral precisa. El fucsia y el rosado resultan de una mezcla de arcilla roja, fango y arena; el morado o lavanda se debe a la presencia de arcilla, carbonato de calcio y silicatos; el rojo proviene de argilitas y arcillas; el verde aparece por la riqueza en hierro, magnesio y óxido de cobre; el mostaza o dorado se asocia con limonitas, areniscas calcáreas y minerales sulfurados; el blanco y crema derivan de arena de cuarzo y piedra caliza. Esta paleta, esculpida durante millones de años, convierte a Vinicunca en un fenómeno geológico único. Cabe precisar que el nombre Vinicunca tiene raíces quechuas: “Wini” hace referencia a piedras negras redondeadas y pesadas que abundan en el área, conocidas como wini rumi, mientras que “Kunka” significa cuello, aludiendo a la estrechez del cerro, similar a un paso angosto. Los arrieros y antiguos pobladores del altiplano identificaban la zona como Qolla Ñan, es decir, camino de los Qollas. El acceso a la montaña parte de la ciudad de Cuzco, cruzando Andahuaylillas, Quiquijana y Checacupe. Luego de tres horas en automóvil o bus turístico, se llega a Pitumarca, donde la comunidad de Qheshiuno marca el inicio del sendero. El ascenso a pie dura cerca de una hora hasta una estación de caballos, donde los arrieros locales ofrecen su ayuda. Los caballos llevan a los visitantes hasta cierto punto, desde donde deben continuar a pie hasta la cima. Una vez arriba, un mirador brinda una vista panorámica de 360 grados, dominada por el nevado Ausangate, venerado por los nativos desde tiempos inmemoriales como ‘Apu’ o deidad tutelar. Por cierto, la mejor época para visitar Vinicunca abarca de mayo a octubre, cuando la falta de lluvias permite apreciar el contraste entre la montaña y el cielo azul intenso. Entre noviembre y abril, la temporada de lluvias puede cubrir la superficie multicolor con nieve, dificultando tanto el acceso como la observación del paisaje. Aunque las comunidades indígenas conocen la montaña desde hace generaciones, la fama internacional de Vinicunca es reciente. El retroceso de la nieve, asociado al cambio climático en la Cordillera de los Andes, reveló la vibrante intensidad cromática de la montaña. Así, luego del 2016, la difusión de imágenes en redes sociales permitió que su popularidad creciera exponencialmente. El número de visitantes diarios superó los dos mil en temporada alta. En agosto del 2017, Vinicunca fue incluida entre los cien lugares para visitar antes de morir, según el portal Business Insider. La repercusión mediática de Vinicunca ha trascendido fronteras. La sección de Viajes del diario español La Razón destaca que la montaña compite en atractivo con Machu Picchu y recoge las impresiones de usuarios de redes sociales, asombrados ante las imágenes de Vinicunca: “Son muchos los usuarios de redes sociales que se quedan estupefactos ante las imágenes de Vinicunca, convertida en una alternativa de visita que está compitiendo nada menos que con el aclamado Machu Picchu”, afirmó el medio. Por su parte, eldiario.es, en la sección Viajes & Gastro, señala que en Vinicunca “cada franja cuenta una historia geológica distinta: el rojo proviene de la arcilla ferruginosa, el verde de arcillas ricas en cobre, el blanco de la arenisca y el cuarzo, y el amarillo de los compuestos de azufre. Es una paleta natural tallada por millones de años de transformaciones bajo tierra”, explicó el medio en una nota publicada el pasado 1 de noviembre. Hasta hace menos de una década, Vinicunca apenas figuraba en los mapas turísticos. Desde el 2016, impulsada por redes sociales e influencers de viajes, pasó de recibir unos pocos excursionistas diarios a miles de visitantes en temporada alta. eldiario.es describe la ruta: “El ascenso, que parte desde el distrito de Pitumarca, dura unas dos horas a pie a más de cinco mil metros de altitud. El aire es fino, el sol quema y las temperaturas pueden desplomarse en cuestión de minutos. Aun así, cada jornada llegan centenares de turistas dispuestos a tomarse la codiciada foto con el fondo multicolor”, señaló el reportaje. Ambos medios españoles advierten sobre el reto de equilibrar la creciente atracción turística con la preservación del entorno. Las autoridades peruanas han implementado medidas para regular el acceso y promover actividades sostenibles. Sin embargo, el flujo de visitantes continúa en ascenso. Como podéis suponer, esta popularidad global ha transformado la vida de las comunidades quechuas del entorno. Muchos pobladores han encontrado en el turismo una fuente de ingresos como guías, arrieros o artesanos. Pero el éxito también ha traído consecuencias: erosión en los senderos, residuos acumulados y un entorno natural cada vez más frágil ante el paso constante de excursionistas. El caso de Vinicunca plantea una pregunta urgente: ¿cómo preservar la belleza que atrae sin que el interés la desgaste? Las autoridades peruanas han intentado limitar el acceso y promover prácticas sostenibles, pero el flujo no cesa. Hoy, la montaña de los Siete Colores simboliza tanto el orgullo natural del país andino como los riesgos de un turismo dominado por la imagen antes que por la experiencia.
El régimen chavista ya vive sus horas de agonía. Mientras la flota estadounidense se agrupa frente a las costas venezolanas listos para entrar en acción y derrocar al dictador Nicolas Maduro, este no tuvo mejor idea que convocar a brujos y santeros al palacio de Miraflores, para realizar rituales de magia negra, donde “invocando a Jesús” y declarándolo “dueño y señor de su país” pretende detener lo inevitable, como es su ignominiosa caída. Como recordareis, el pasado viernes, el presidente estadounidense Donald Trump dijo que “más o menos” había tomado una decisión sobre su plan para Venezuela, pero “no puedo decirte cuál sería”. Con un grupo de ataque de un portaviones nuclear y unos 15.000 militares desplegados en la región, resulta difícil imaginar que la decisión del presidente será retirarse y regresar a casa. Ahora que la guerra podría llegar en cuestión de días - más aun cuando el Cartel de los Soles liderado por Maduro fuera declarado oficialmente como una organización terrorista - vale la pena volver a plantear el caso, y pensar en las formas en que podría salir mal. Vayamos punto por punto. ¿Hay un interés vital de Estados Unidos en juego? Lo hay, y no solo se trata del que el gobierno no deja de mencionar: las drogas. No es que haya muchas dudas de que el régimen está profundamente implicado en el tráfico de drogas, aunque existan dudas sobre si Maduro en realidad dirige un cártel. Un análisis más minucioso del 2022, un informe del grupo de expertos InSight Crime, señala que el “papel principal” del presidente y sus secuaces “consiste en garantizar que el sistema de narcotráfico funcione en beneficio del régimen, ubicando personal corrupto y leal en posiciones políticas y militares estratégicas”. Aparte de ello - claro está - y tal como lo señalamos la semana pasada, son las inmensas reservas de petróleo que posee Venezuela al cual quiere echar mano Trump, tal como lo dice en privado a sus allegados. Pero el otro desafío que representa el régimen de Maduro es que es a la vez importador y exportador de inestabilidad. Importador, porque los estrechos vínculos económicos y estratégicos del régimen con China, Rusia e Irán proporcionan a los enemigos de Estados Unidos un importante punto de apoyo en el continente americano, uno que Teherán podría utilizar para la producción de drones kamikaze. Exportador, porque el catastrófico desgobierno del régimen ha generado un éxodo masivo de refugiados y emigrantes - casi ocho millones hasta ahora - con resultados devastadores en todo el hemisferio. Ambas tendencias continuarán mientras el régimen narcochavista siga en el poder. ¿Existen alternativas viables al conflicto? Las sanciones económicas impuestas al régimen durante el primer mandato de Trump funcionaron más o menos como suelen hacerlo las sanciones económicas: empobreciendo al pueblo y permitiendo que el régimen se fortalezca mediante el control de los bienes cada vez más escasos. El infame gobierno del discapacitado físico y mental Joe Biden buscó la distensión con el régimen suavizando algunas de esas sanciones, solo para reinstaurarlas tras concluir que Maduro había incumplido sus promesas de hacer reformas democráticas. Como sabéis, las elecciones del año pasado, que la oposición ganó con amplia ventaja, fueron robadas. Esto deja dos alternativas plausibles. La primera, sugerida por Maduro, es darle a Estados Unidos “una participación en la vasta riqueza mineral de Venezuela a cambio de, en términos prácticos, permitirle seguir en el poder”. Pero Trump rechazó ese trato casi colonialista y se ha reafirmado en su deseo de realizar una demostración de fuerza para persuadir a Maduro y a sus altos cargos de que huyan del país. De momento, eso tampoco ha ocurrido. Al menos, todavía no. El domingo, Trump dijo que estaba considerando la posibilidad de entablar conversaciones con Maduro, tal vez para hacer más atractiva esta última opción. ¿Hay razones morales para un cambio de régimen? Aparte de Corea del Norte, Cuba y Nicaragua, pocos gobiernos le han causado más miseria a su propio pueblo que el de Venezuela. Hambre, brutalidad política, corrupción, colapso social, violencia endémica, colapso del sistema médico, catástrofes medioambientales: lo único más impactante que la autodestrucción de ese país que solía ser rico es la relativa indiferencia ante la catástrofe, al menos entre los personajes a los que normalmente les gusta angustiarse por los apuros de otras personas. ¿Por qué Greta Thunberg no ha zarpado hacia Caracas con entregas simbólicas de alimentos como pretendió hacerlo en Gaza? Cualquier persona moralmente seria debería querer que esto se termine. La cuestión sería si la intervención estadounidense en Venezuela empeoraría aún más las cosas. ¿Podría convertirse en otro fiasco? La intervención significa guerra, y la guerra significa muerte: incluso el rápido y eficaz derrocamiento del panameño Manuel Noriega en 1989 se cobró las vidas de 26 estadounidenses y varios centenares de panameños. Las fuerzas de Maduro están mejor armadas y podrían oponer una resistencia importante. O podrían retirarse al interior e iniciar una insurgencia, quizá uniéndose a los narcoterroristas que están en Colombia, al otro lado de la frontera. La ley de las consecuencias imprevistas es irrevocable. Pero también hay diferencias importantes entre Venezuela e Irak o Libia. Estas incluyen un líder elegido democráticamente, Edmundo González, que podría gobernar con legitimidad inmediata y amplio apoyo público. Incluyen la clara renuencia de Trump a poner soldados estadounidenses en el terreno durante un periodo prolongado. E incluyen el hecho de que podemos aprender de varios errores pasados, sobre todo prometiendo amnistía inmediata y trabajo a los soldados, policías y funcionarios del régimen actual que no estén implicados en sus crímenes, aunque tras la caída del narcochavismo, ninguno de ellos va a tener la vida asegurada, porque el odio acumulado por décadas se desatara indudablemente contra ellos. El ajuste de cuentas será inevitable. ¿Cuál es el balance de riesgos ante una intervención estadounidense? Las consecuencias imprevistas deben evaluarse frente a los riesgos previsibles de la inacción. Si Trump se retira o realiza ataques limitados contra lugares relacionados con el narcotráfico mientras permite que Maduro sobreviva, el dictador venezolano lo verá, con razón, como una victoria y una reivindicación rotundas. Estados Unidos solo habrá logrado reforzar su determinación de aferrarse al poder en lugar de renunciar a él. Y la vacilación de Trump se interpretará, sobre todo en Moscú y Beijing, como una señal reveladora de debilidad que no hará más que envalentonarlos, al igual que ocurrió con la vergonzosa huida de Joe Biden de Afganistán. ¿Qué hay que hacer? Se le debería dar a Maduro una última oportunidad de tomar un vuelo con lo que pueda llevarse consigo y salir ileso y sin ser perseguido, ya sea a Turquía, a Rusia, a China o a otro país amigo. De no ser así, merece el tratamiento de Noriega: sr capturado y trasladado a los Estados Unidos para ser acusado de múltiples delitos, junto con la destrucción de las defensas aéreas y las capacidades de mando y control de Venezuela, la incautación de sus principales bases militares y órdenes de detención para todos los altos cargos chavistas, que también deben ser castigados, antes de que puedan huir y ponerse a salvo de la justicia. “Si empiezas a tomar Viena, toma Viena”. dijo el bastardo Napoleón a uno de sus generales. Lo mismo va para Caracas. De nada le va a valer a Maduro sus rituales de magia negra para intentar salvarse de su destino, el cual ya está sellado. Se dice que una vez que Trump resuelva el conflicto de Ucrania - al cual ha lanzado un ultimátum que se vence el próximo jueves, para que acepte las condiciones de paz que elaboro con Rusia - se dedicara de lleno a Venezuela. Por lo visto, para el narcochavismo, el tiempo corre en su contra...
A menos de 150 kilómetros de Lima, en la sierra de Huaral, yacen los restos de impresionantes ciudadelas enclavadas en lo alto de las montañas. Hoy, estos sitios son cada vez más visitados por turistas locales y extranjeros, aunque no muchos conocen sobre la cultura preinca que construyeron esas edificaciones. Se trata de la cultura Atavillos, que se desarrolló independientemente en esta región entre los años 800 d. C. y 1470 d. C., según recoge el arqueólogo Pieter Van Dalen. Esta civilización tiene orígenes altiplánicos y llegó a la sierra de Huaral como parte de la expansión Wari - Tiawanaku. Al decaer este imperio, el antiguo Perú quedo dividido en diversos señoríos, como el Reino de los Atavillos. Más adelante, los incas los incorporaron a su imperio entre 1470 d. C. a 1533 d. C., ya que hay evidencia de que adoptaron matices de la religión y arquitectura cuzqueña. Pero caer el imperio inca conquistado por los españoles, el pueblo atavillo quedó a merced de los nuevos gobernantes. Como os ha mencionado, esta civilización destacó principalmente por sus construcciones en las alturas. De lo que se ha descubierto hasta ahora, son tres los asentamientos más notables del Reino de los Atavillos. 1-RÚPAC: También conocida como Rupak, se encuentra ubicada sobre una colina de la serranía del valle de Huaral sobre los 3.580 m. s. n. m., y es considerada la joya arquitectónica de los atavillos. Se halla dentro de una gran muralla que la circunda, dentro de la cual existen 51 ambientes diferentes, 25 de ellos intactos. Alberga un palacio principal de forma pentagonal denominado Marca Cullpi y elevadas construcciones de piedras rectangulares de hasta 10 metros de alto. Asimismo, se observan construcciones de hasta tres niveles, con entradas pequeñas y sistema de ventilación efectivos, triples cornisas, hornos o chimeneas, almacenes y habitaciones subterráneas, que conservan intactos sus techos hechos de lajas de piedra que impiden la entrada de la luz del sol y las aguas de las lluvias. Sus paredes interiores tienen piedras sobresalientes a manera de colgadores y un color rojizo predominante. La hipótesis predominante indica que el sitio Arqueológico de Rúpac tuvo fines militares y religiosos. Militares por su diseño defensivo y por la estratégica ubicación que permite vigilar grandes zonas, y religiosos porque en la parte superior aún se aprecian vanos que servían para colocar a sus ídolos; 2- CHIPRAC: Situada en las tierras altas de las comunidades campesinas de San Juan de Uchucuánico y Huascoy, a más de 3.500 m. s. n. m., en la margen izquierda del río Chancay, y en las faldas de un contrafuerte que se desprende de un nevado denominado Mango. Es considerada la capital del Reino de los Atavillos. Sus ruinas se extienden en la cima de unas colinas escarpadas, sobre un área de dos kilómetros de largo por 500 metros en su parte más ancha. Las construcciones o cullpis se hallan en buen estado de conservación. Está conformada por edificios hechos de piedra tallada, con argamasa de barro, de dos a tres niveles o pisos, que llegan a medir hasta 10 metros de altura, y son de base rectangular. Los techos son abovedados, sostenidos por lajas de piedra, una técnica destacable es el uso de una piedra madre en el cimiento, lo que permite soportar el peso del edificio. El conjunto arqueológico, defendido por un muro de piedra de dos metros de espesor, tiene pórticos de acceso. Tiene tres tipos de edificios: militar, religioso y comunal. Los mejores edificios corresponden a los dos primeros grupos. El conjunto militar, lo conforman un edificio o palacio de tres pisos (al cual se ingresa por una pequeña entrada abierta en el piso inferior); y dos fortines o pucaras. El conjunto religioso lo conforman un templo con el altar de los sacrificios, chullpas funerarias de base rectangular y circular, y cavernas para enterramientos. Por último, el barrio comunal está conformado por tres sectores claramente diferenciados, entre los cuales se hallan grandes plazas o cusipatas; 3- AÑAY: Considerado un centro ceremonial debido a que dispone un sitio para sacrificios, se encuentra ubicada en las alturas de la Comunidad Campesina de San Pedro de Pallac sobre los 3.181 m.s.n.m. Su construcción fue a base de piedras canteadas unidas con argamasa. En tanto, resalta la calidad arquitectónica en la construcción de la fortaleza con sus 13 vanos de acceso, los cuales tienen la peculiaridad de presentar pórticos de forma trapezoidal con una cimentación y vigas (lajas de piedras de forma alargada que van de forma perpendicular a los muros, con el mismo relleno), en el muro y en la misma portada se visualiza la presencia de hornacinas, al igual que el espacio interior de las portadas con una dimensión que recuerdan a los ingresos trapezoidales usados en la arquitectura imperial incaica. La técnica constructiva que presentan las estructuras, son a partir de piedras canteadas superpuestas verticalmente con argamasa. Asimismo, se encuentra el edificio denominado El Cabildo, conformado por 10 terrazas continuas ascendentes, en los cuales se observan estructuras de planta cuadrangular superpuestas. Frente al primer nivel de las terrazas se ubica la plataforma principal para las ceremonias, compuesto por dos huancas, que son una especie de reloj solar. Los objetos de uso doméstico están representados por las vasijas (ollas, cuencos, platos), batanes, manos de moler, raspadores, cortadores y cuchillos. También se han identificado piruros de cerámica asociados con la textilería. Las puntas líticas y proyectiles eran los principales instrumentos de caza utilizados por los atavillos. Asimismo, se han identificado armas como las preformas de porras y porras circulares, así como proyectiles para ser usados con las huaracas. También se han hallado instrumentos musicales de viento (flautas) hechos de osamenta animal. Los entierros se caracterizan por hallarse en cámaras subterráneas o cámaras secundarias y en los niveles superiores de los kullpis, que eran edificaciones funerarias a modo de mausoleos. De acuerdo con la investigación liderada por Van Dalen (2015), asociados a estos entierros se identificó vasijas del tipo engobe fino, así como objetos suntuarios de metal (cobre, plata y oro): laminas circulares, pinzas, tupus, orejeras, entre otros. A pesar de ello, aun sabemos poco de esa cultura, por lo que se debe ahondar las investigaciones para descifrar su pasado.
Con el inicio de la Operación Southern Spear (Lanza del Sur) por parte de los EE.UU. - que incluye el despliegue de una colosal fuerza militar liderada por el portaaviones USS Gerald R. Ford frente a las costas venezolanas - todo parece indicar que comienza la estocada final al régimen narcochavista que desde 1999 y mediante el fraude más descarado, así como de una brutal y despiadada represión, pretende eternizarse en el poder a toda costa ¿Lo lograra esta vez? Durante años, los analistas han pronosticado la caída de Nicolás Maduro, quien se hizo con el poder a la muerte de Hugo Chávez. Pero desde entonces, el dictador venezolano se ha aferrado al poder, pese a haber gobernado durante una de las peores contracciones económicas de la historia moderna, con índices de aprobación en caída libre, derrotas electorales aplastantes y sanciones financieras internacionales severas. La sobrevivencia de Maduro ofrece una clave esencial para entender por qué es tan difícil derribar a las autocracias. La resiliencia autocrática no es accidental. Es el resultado de una represión constante junto con la cooptación de instituciones políticas y económicas. Durante sus 12 años de dictadura, Maduro ha construido esencialmente un sistema de dos niveles: uno que ejerce un control casi totalitario sobre la inmensa mayoría de la sociedad venezolana y otro que funciona como una red de influencia lucrativa y descentralizada, integrada por aliados leales recompensados con poder discrecional y libertades económicas, profundamente interesados en garantizar la subsistencia del régimen. Aunque nunca gozó de una base popular sólida, Maduro no comenzó siendo un dictador despiadado. Cuando fue “elegido” a dedo como presidente de Venezuela en el 2013, tras la muerte de Hugo Chávez, heredó un movimiento que en gran medida lo respaldaba como el sucesor designado por Chávez. Pero a medida que los precios del petróleo se desplomaron y la economía entró en crisis, el escaso apoyo popular que tenía se desvaneció con rapidez, lo que lo llevó a abandonar cualquier pretensión de “democracia”. Al comienzo de su mandato, frente a una inflación desbocada, Maduro amplió el uso de las llamadas leyes habilitantes que le permitían gobernar por decreto. Persiguió a las empresas que no cumplían los controles de precios y reprimió una importante protesta estudiantil contra el régimen. Con el paso del tiempo, Maduro comenzó a consolidar el primer nivel de su dictadura, valiéndose del repertorio clásico del autoritarismo. Persiguió a figuras políticas clave, encarceló a los líderes opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma, y suspendió por un año del ejercicio público a la controvertida María Corina Machado, entonces diputada y, hoy, la más reciente ganadora del Premio Nobel de la Paz. Empezó a manipular los procesos electorales con mayor descaro: modificó los calendarios de votación a su conveniencia, bloqueó un referendo que podía haberlo destituido, creó grupos opositores falsos, usó programas sociales para influir en el voto y llegó a prohibir abiertamente la participación de partidos y candidatos de la oposición. Pasó además la década siguiente llenando los tribunales de jueces complacientes, usando la ley como arma para silenciar a sus críticos, espiando a las fuerzas armadas y desatando una represión brutal contra los ciudadanos que protestaban contra su gobierno. Estas tácticas alcanzaron su punto máximo en el 2024, cuando Maduro, tras haber perdido las elecciones presidenciales frente a una coalición opositora organizada por Machado, recurrió a una combinación de manipulación electoral, un poder judicial leal y represión armada para declararse vencedor. El segundo nivel de la dictadura de Maduro, y quizá el elemento más importante y distintivo de su estrategia de supervivencia, es lo que yo denomino “fusión funcional”: conceder a instituciones o grupos existentes la autoridad para desempeñar funciones económicas que tradicionalmente correspondían a otros sectores. Esta maniobra le ha permitido al régimen de Maduro cooptar a una masa crítica de instituciones y actores, convirtiéndolos en fervientes partidarios del status quo. Maduro ha permitido que altos mandos de las fuerzas armadas y del poder judicial participen en una amplia gama de negocios, legales e ilegales. Oficiales dirigen empresas estatales, crean empresas privadas que se benefician de contratos públicos y participan en redes de contrabando de gasolina, minerales y drogas. Estos militares-empresarios amasan fortunas mientras el resto de la sociedad hace fila para comer. Saben que su prosperidad económica depende del favor del dictador. Maduro también ha cooptado a los colectivos, redes civiles organizadas que Chávez había creado para fortalecer la organización barrial. Bajo el mando de Maduro, muchos de estos colectivos se han convertido en fuerzas de choque paramilitares. A cambio de reprimir la disidencia, se les concede una licencia informal para saquear. Esto evita en gran medida que las fuerzas armadas oficiales tengan que realizar la tarea más sucia - reprimir a los civiles - y al mismo tiempo le ofrece al régimen una negación plausible de responsabilidad. Asimismo. El régimen narcochavista ha creado acuerdos de reparto de poder con grupos armados extranjeros, entregando de facto el control de partes del territorio venezolano a facciones disidentes de las guerrillas colombianas de las FARC y el ELN. Estas organizaciones terroristas han utilizado cada vez más a Venezuela como refugio y base de operaciones para actividades ilícitas, como la minería ilegal y el narcotráfico. A cambio, según coinciden varios analistas, le quitan la presión al gobierno de prestar funciones estatales básicas en zonas remotas, y ayudan al Estado a eludir las sanciones internacionales mediante el contrabando y el tráfico de drogas. Este sistema alimenta y se nutre del colapso económico de Venezuela. Como solo quienes pertenecen al círculo más cercano de Maduro están a salvo de la arbitrariedad del Estado, el sector privado se ha marchitado, y el país ya no produce suficientes bienes y servicios para satisfacer la demanda. La asfixia económica vuelve aún más atractiva formar parte de esa confederación interna de poder. La gran mayoría de quienes quedan fuera están condenados a una vida de pobreza, represión y desesperanza. No debería sorprender, por lo tanto, que millones de venezolanos sin tener que comer, hayan optado por la forma definitiva de escape: la migración, convirtiéndose en un gran problema para otros países, porque su llegada ha originado el aumento de la delincuencia a niveles nunca antes vistos. En tanto, la apuesta de Maduro es arriesgada. Su sistema ha cultivado una élite interna de un putrefacto régimen que concentra más poder que en otras autocracias; si lo desearan, podrían incluso apartarlo del poder. Es posible que el gobierno de Trump espere que el despliegue de fuerza militar de Estados Unidos en el Caribe - y el inicio de la Operación Southern Spear - provoquen este tipo de motín. Pero incluso si estos grupos se rebelaran y lograran presionar con éxito a Maduro para que dejara el poder, es difícil decir qué ocurriría a continuación. Es casi seguro que muchos no actuarían con la intención de fomentar un cambio total de régimen, sino de cambiar a Maduro por otra figura que preserve las redes exclusivas de clientelismo que los mantienen. He aquí el principal desafío para cualquier intento futuro de desmantelar la dictadura en Venezuela. La sociedad civil difícilmente podrá reunir los recursos necesarios para desarticular la estructura política que Maduro ha construido. Cualquiera que aspire a establecer un nuevo orden político extirpando al cáncer chavista probablemente necesitaría la cooperación de la confederación interna del régimen. Pero los miembros de esta clase privilegiada no estarían dispuestos a colaborar con esfuerzos que impliquen destruir el sistema del cual depende su poder y solo les interesara escapar tras el colapso del régimen si quieren conservar la vida, porque el ajuste de cuentas será terrible, ya que no va a haber piedad con ellos. E incluso si un miembro de la oposición llegara a reemplazar a Maduro, eso no garantizaría necesariamente el regreso de la democracia en Venezuela. Sería necesario construir prácticamente desde cero un nuevo aparato estatal, con contrapesos institucionales efectivos, barriendo con todo el nefasto aparato chavista, juzgando y castigando a los responsables del colapso venezolano - que de ser décadas atrás el más rico y envidiado, hoy es el más pobre y miserable del continente - o de lo contrario, los nuevos ganadores políticos podrían reproducir el mismo sistema profundamente corrupto, coercitivo y desigual que ha mantenido tan firmemente el poder del sátrapa. Para ello necesitarían todo el apoyo de los EE.UU. que de invadir el país y derrocar a Maduro, tendrían la misión de sostener a quienes lo sucedan, convirtiendo de hecho a Venezuela en “un protectorado estadounidense” ... vaya uno a saber por cuanto tiempo. Precisamente, Donald Trump aseguró a los periodistas a bordo del Air Force One que ya ha tomado una decisión sobre cómo EE.UU. podría actuar con respecto a Venezuela: "Más o menos me decidí. No puedo decirle cuál sea [esa decisión]", manifestó el presidente estadounidense. "Trump va en serio, y el mundo lo sabe", escribió el secretario de Guerra de EE.UU., Pete Hegseth, quien añadió que mediante la Operación Lanza del Sur “se conseguirá la paz a través de la fuerza, eliminando a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y protegiendo nuestra patria de las drogas que están matando a nuestra gente" apunto. Es indudable que la suerte del régimen narcochavista está echada. Lo que venga luego de ello, es una incógnita.
¿Sabías que en la Plaza Mayor de Lima se realizó el primer auto de fe en América? No solo eso: aquí también se ejecutaron sentencias de la Inquisición, se proclamó la libertad del Perú y se colocó la primera fuente de bronce de la ciudad. Este no es un simple lugar turístico. Es el corazón donde late la historia del Perú, un escenario que ha sido testigo de gloria, horror y transformación. Y lo más sorprendente: todo sigue en pie, esperándote. Como sabéis, la Plaza Mayor de Lima no es solo una plaza. Es el punto donde nació la ciudad en 1535, el lugar desde donde se empezó a construir la capital del Perú. Aquí se han firmado decretos, se han celebrado fiestas, y también se han vivido momentos difíciles. Es el escenario principal de la historia limeña, un lugar cargado de simbolismo y memoria. Situada en el Centro histórico de Lima, esta plaza marca el kilómetro cero de la ciudad. Desde allí, Lima se expandió, y con ella, su cultura, su arquitectura y su influencia en América Latina. A su alrededor se levantan sobriamente el Palacio de Gobierno del Perú, la Catedral de Lima, la Iglesia del Sagrario, el Palacio Arzobispal de Lima, el Palacio Municipal de Lima y el Club de la Unión. Ante todo, cabe precisar que, en 1523, el emperador Carlos V (I de España) dictó las Ordenanzas para la fundación de ciudades en América. Estas establecían que el trazado debía partir desde la Plaza Mayor, organizando la ciudad en cuadrícula para facilitar su expansión. Siguiendo esta norma, el 18 de enero de 1535, Francisco Pizarro fundó Lima y colocó en el centro de la futura Plaza Mayor un rollo o picota, símbolo de justicia. Junto a Nicolás de Ribera, Diego de Agüero y Francisco Quintero, delineó las calles y manzanas de la ciudad. Se adjudicó la manzana al norte de la plaza y destinó otros lotes para la iglesia, la vivienda del cura y el cabildo. El resto fue repartido entre los españoles durante la conquista de los Incas. Con el tiempo, el virrey Diego López de Zúñiga ordenó trasladar el rollo cerca del río Rímac para instalar una pileta en el centro de la plaza. Posteriormente, lo devolvieron al Callejón de Petateros, y en 1668, el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro lo envió a la Plaza de Santa Ana. No obstante, lo regresaron al año siguiente por el aumento de delitos menores. Durante el Virreinato, la Plaza Mayor cumplió múltiples funciones: fue mercado, plaza de toros y lugar de ejecuciones públicas. Allí también se realizaron autos de fe organizados por el Tribunal del Santo Oficio, cuyo primer evento se celebró el 15 de noviembre de 1573, día en que se dictó la primera condena a la hoguera en América. Ese mismo día ejecutaron a Mateo Salado en el lugar donde hoy se ubica la Plaza de Toros de Acho. Si bien la construcción de la Catedral de Lima culminó en 1622, se completó completamente en 1797 con la edificación de sus campanarios. Este templo sigue en pie en el lado oriental de la plaza. En 1821, el Libertador José de San Martín proclamó la Independencia del Perú desde la Plaza Mayor. Tras la ceremonia, encabezó una procesión portando la nueva bandera nacional. En 1855, el presidente Ramón Castilla instaló el primer alumbrado público a gas en la plaza e introdujo jardines por primera vez. En 1860 se tendieron rieles para tranvías tirados por animales, y con la construcción de la Penitenciaría de Lima, las prisiones se trasladaron fuera del Palacio de Gobierno. Durante el siglo XX, la plaza vivió sus cambios más importantes: en 1922 se terminó el Palacio Arzobispal; en 1938, el Palacio de Gobierno; y en 1944, el Palacio Municipal. En 1940 se instauró el estilo neocolonial en los edificios y portales del lado sur, que lucen balcones de madera, consolidando así la imagen actual de la Plaza Mayor de Lima. En reconocimiento a su valor histórico y cultural, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1991, como parte del Centro Histórico de Lima. Este título destaca la importancia de la plaza como núcleo fundacional de la ciudad y testigo de los acontecimientos más relevantes del Perú virreinal y republicano. Su traza original, sus edificios coloniales y republicanos (como la Catedral, el Palacio de Gobierno y el Palacio Municipal) y su conservación como espacio público han sido clave para recibir esta distinción. Aunque conserva su trazado original, la plaza ha sido restaurada y embellecida varias veces. Hoy en día es un lugar que mezcla historia con vida moderna: 1-La fuente de bronce del siglo XVII: En el centro de la plaza se encuentra una fuente de bronce construida en 1651, coronada por el Ángel de la Fama. Es uno de los elementos más antiguos que se conservan, y es uno de los puntos favoritos para tomar fotografías; 2- Palacio de Gobierno: Frente a la plaza se alza la imponente sede presidencial, también conocido como la “Casa de Pizarro”. Actualmente, es la sede del presidente del Perú. Todos los días, a las 11:45 a.m., se puede ver el cambio de guardia, un espectáculo gratuito que muchos turistas no se quieren perder; 3- Municipalidad de Lima: Otro edificio que destaca es el de la Municipalidad Metropolitana de Lima. Tiene balcones coloniales bellamente conservados y una arquitectura que resalta entre las construcciones modernas de la ciudad; 4- Catedral de Lima: Sin duda, uno de los atractivos más importantes es su Catedral, ubicada en uno de los lados de la plaza. Su construcción empezó en 1535 y ha pasado por varias remodelaciones. En su interior está enterrado Francisco Pizarro, y también se pueden ver altares barrocos, pinturas coloniales y vitrales de colores. Ahora, el Programa Municipal para la Recuperación del Centro Histórico (Prolima) ha planteado una ambiciosa propuesta para devolverle a la Plaza Mayor su apariencia del siglo XIX, una iniciativa que busca resaltar el valor patrimonial de uno de los espacios más emblemáticos de la capital. Desde que Prolima, empezó a ejecutar el Plan Maestro del centro histórico en el 2019, solo dos espacios del Damero de Pizarro no han sido peatonalizados y repavimentados con piedra: la Plaza Mayor y el Jr. de la Unión. Recuperar este emblema de la ciudad es uno de los motivos del proyecto que propone Prolima para su remodelación integral. Como parte de este plan, se plantea ampliar el área del Damero de Pizarro de 11 mil a 19 mil metros cuadrados, con una inversión estimada de 31 millones de soles. Al respecto, Luis Martín Bogdanovich, líder de dicha gerencia, la otra razón principal es devolverle el peso simbólico como la plaza más importante del país, que fue también la más importante de Sudamérica durante el extenso virreinato del Perú. Bogdanovich expresó que la plaza es un lugar “donde todo sucede”, donde los ciudadanos se encuentran y que también puede ser escenario de celebraciones cívicas, religiosas y culturales. En ese sentido, la Plaza Mayor puede ser sede de conciertos, ferias y procesiones, entre otras actividades. “Este carácter multifuncional es lo que busca consolidar la propuesta de Prolima” indico. El proyecto busca recuperar el diseño de la Plaza Mayor de 1860 - en palabras de Bogdanovich, “la mejor composición que ha tenido” -, adaptándolo a los usos contemporáneos y promoviendo la sostenibilidad ambiental. Es así que se plantea ampliar los límites de la plaza, equiparando su nivel con el de las calzadas que la rodean, para generar espacios peatonales fluidos y aptos para personas con movilidad reducida. El piso actual sería reemplazado mediante la técnica tradicional de pavimentación con piedra granítica blanca y gris oscura para los caminos y el perímetro. También, se pretende utilizar piedra basalto y canto rodado en áreas específicas. Para las vías perimetrales - los jirones De la Unión, Huallaga, Junín y Carabaya - se emplearía relleno de piedra talamoye partida. “El empedrado se colocará sobre tierra y cal, lo que permite una mejor permeabilidad del suelo, favoreciendo el drenaje natural y reduciendo la retención de calor”, señaló Bogdanovich. En esa línea, el proyecto también propone reemplazar los jardines y 15 palmeras que luce actualmente por 24 molles costeños. El gerente de Prolima manifestó que este cambio mejorará el confort de los ciudadanos al recorrer la plaza. “Los árboles proporcionarán más espacios con sombra y, por lo tanto, frescor. Debajo de ellos habrá bancas en las que las personas podrán sentarse cómodamente”, relató. Los árboles estarían ubicados hacia los frentes del Jr. Junín y el Jr. Huallaga. Desde Prolima también comentan que las palmeras consumen alrededor de 44.000 litros a la semana, mientras que los molles costeños solo necesitarían 1.500 litros. “Alrededor de la fuente de la Plaza de Armas, vamos a colocar macetas con flores de estación. Este manto de flores hará que la pileta destaque y se vea aún más bella”, agregó Bogdanovich. De esta forma, el proyecto propone ampliar el área actual de la plaza de 11.205,43 m² a 19.069,22 m². La inversión tendría un costo aproximado de S/ 31 ’669.479,03. Como parte del fundamento y análisis técnico de la propuesta, el gerente de Prolima indicó que se tomó en cuenta a cuatro plazas importantes de Hispanoamérica: la Plaza Mayor de Madrid, la Plaza Mayor de Salamanca, la Plaza de la Constitución o Zócalo de Méjico (plaza principal del virreinato de Nueva España) y la Plaza Mayor de Bogotá (plaza principal del virreinato de Nueva Granada). “A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, estos espacios dejaron de ser plazas para convertirse en parques, porque se llenaron de jardines. Cuando en estas ciudades se ha comprendido lo que involucra el paisajismo y la recuperación del urbanismo, han regresado a ser plazas. Somos los últimos donde falta hacer la recuperación que se ha realizado en otras plazas importantes de Hispanoamérica”, sostuvo. En tanto, David Pino, director del Instituto de Estudios Históricos de Lima, sostiene que la propuesta de Prolima es beneficiosa para la ciudad, “porque recuperará un espacio del centro histórico que estaba pendiente de ser revalorizado: la Plaza Mayor”. Además, indicó que la propuesta ha tomado adaptar la plaza y remodelarla “al estado que tenía en su mejor momento: el siglo XIX”. “La plaza se veía entonces como un gran espacio de concentración social. Habida cuenta que aquí se desarrollaba la Nochebuena de la Patria o el desfile de Fiestas Patrias. Tenía el sentido de una plaza, que es un punto de encuentro, en el cual no hay áreas ni jardines que limiten la afluencia de la gente. Eso es lo que ocurre ahora, por ejemplo, cuando la procesión del Señor de los Milagros llega a la plaza, o cuando hay conciertos o transmisiones de partidos de fútbol. También, en más de una ocasión, los jardines han quedado lastimados”, expresó. Actualmente, el proyecto se encuentra en fase de validación técnica y en proceso de socialización con el público en general a pedido de Unesco. Sin embargo, el alcalde de Lima Renzo Reggiardo ha aclarado que solo se trata de una idea y que los jardines de la plaza “no se retiraran por ningún motivo”. Personalmente creo que no se debe cambiar. En fin, veremos en que terminara todo esto...