Desde que en el Perú el conocido lobbysta y traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski abriera las fronteras de par a en par a millones de delincuentes venezolanos provenientes de las cárceles chavistas, la situación en el país andino ya no es la misma - dada la incapacidad de las autoridades y la policía para combatirlos, así como la absoluta complicidad de jueces y fiscales caviares que liberan a los criminales al día siguiente de ser capturados, para que sigan delinquiendo con total impunidad, desatando el terror y la violencia en las calles a un grado nunca antes visto - lo sucedido esta semana en el país vecino debería ser tomado como una llamada de atención por el Gobierno peruano para evitar llegar a una situación similar. Como sabéis, Ecuador está atravesando uno de los momentos más críticos de su historia reciente, sumido en una profunda crisis de violencia e inseguridad sin precedentes. En los últimos años, el país ha experimentado un aumento alarmante de los índices delictivos, con récords históricos de homicidios que alcanzaron la escalofriante cifra de 7.600 en el año 2023. Detrás de esta ola de criminalidad se encuentran poderosas bandas ligadas al narcotráfico, que han logrado infiltrarse en diversos niveles de la sociedad e instituciones públicas, lo que se está viendo hoy en día simplemente es la consecuencia y muestra de su grado de influencia. Su poder económico, obtenido gracias al control de rutas del tráfico de drogas y alianzas con carteles internacionales, les ha permitido sobornar a funcionarios para operar libremente. Si en el Perú Kuczynski es el responsable del crecimiento de la delincuencia, en Ecuador lo fue el corrupto Rafael Correa - hoy prófugo de la justicia - quien legalizo a los Latin King en su nefasto gobierno. En efecto, este vil sujeto aseguro el miércoles en su cuenta en la red social X (antes Twitter) que esos criminales "no eran terroristas y su pacificación en el 2009 - hace 14 años - fue un ejemplo para el mundo”. Desde entonces siguió pactando con grupos similares y la delincuencia creció imparablemente en el Ecuador a tal grado que la situación terminó por desbordarse. El detonante de uno de los episodios más graves de esta crisis ocurrió el pasado domingo 8 de enero, cuando se registró la fuga de Adolfo Macías, alias "Fito", líder de la temida banda criminal Los Choneros. "Fito" cumplía una condena de 34 años por delincuencia organizada, narcotráfico y asesinato. Su desaparición desató una cadena de violencia sin precedentes en las calles de las principales ciudades, con ataques a entidades públicas, saqueos, quema de vehículos y enfrentamientos con la policía. Estos crímenes levantaron preocupación en la opinión pública luego de que se difundiera en redes sociales material sensible donde se muestra el desalmado actuar de los delincuentes. Estos videos tenían como único objetivo generar terror y lo lograron. Pero al parecer, no fue suficiente y querían captar aún más la atención. El martes se produjo uno de los hechos más impactantes e inéditos, cuando al menos 13 hombres fuertemente armados irrumpieron en el canal TC Televisión de Guayaquil durante una transmisión en vivo del noticiero, tomando como rehenes a periodistas y trabajadores. Los delincuentes portaban rifles de asalto, pistolas y explosivos industriales, y exigieron enviar un mensaje en vivo sobre las consecuencias de meterse con las mafias. La rápida intervención policial logró neutralizar el ataque y rescatar a los secuestrados, en medio del pánico de los televidentes que presenciaron el incidente. Ante esta situación caótica y de clara confrontación de los grupos criminales contra el Estado, el presidente Daniel Noboa decretó el estado de excepción a nivel nacional y envió a las Fuerzas Armadas a patrullar las calles para intentar restablecer el orden. Incluso llegó a declarar la existencia de un "conflicto armado interno" y calificó a las bandas criminales como grupos terroristas, ordenando al ejército su neutralización. La ministra de Gobierno, Mónica Palencia, responsabilizó a gobiernos anteriores, especialmente al de Rafael Correa. “Estoy parada en una historia que fue creciendo en su gobierno (el de Correa), en el que se empezaron a realizar pactos con asesinos con las que nunca debieron realizarse. Esos pactos posibilitaron la entrega del país a la delincuencia”, declaró ante la prensa. Asimismo, aseguró que la administración de Noboa está dispuesta a dar una lucha frontal para recuperar el control. Expertos coinciden en que el poder de las mafias se ha fortalecido gracias a su control de rutas del narcotráfico para exportar la droga producida en Colombia y Perú, y a sus vínculos con carteles internacionales como el de Sinaloa. Tienen capacidad económica para infiltrarse en todas las instituciones estatales a través de sobornos. De hecho, la fiscalía detectó recientemente una red de corrupción que vinculaba a altos funcionarios del sistema judicial como jueces, fiscales y policías con los grupos del crimen organizado. Esta capacidad de corromper funcionarios clave les ha permitido operar con total impunidad. La elección de Noboa y su firme postura contra la delincuencia parece haber desatado la furia de las mafias, que mediante estos violentos incidentes buscan demostrar que tienen más poder que el propio Estado. Como consecuencia de ello, la situación es sumamente compleja para un gobierno que apenas lleva mes y medio en el poder. Sin embargo, Noboa asegura que implementará estrategias integrales para combatir a las bandas criminales y sus raíces de corrupción en todos los niveles. El desafío es enorme, pero la sociedad ecuatoriana espera que se puedan tomar medidas efectivas para recuperar la paz y la seguridad que se han perdido por culpa del prófugo Correa, quien desde la clandestinidad y con el mayor cinismo responsabiliza al actual gobierno de ello. Para combatir a estas mafias correistas se necesitarán no sólo operativos policiacos y militares contundentes, sino reformas de fondo que permitan desmantelar las redes de narcotráfico, lavar sus activos y cortar su financiamiento. Además, urge sanear las instituciones comprometidas para que los criminales no encuentren protección en los sistemas judicial y policial. Al respecto, Novoa determino que los jueces que se coloquen del lado de los criminales serán considerados como parte de la red terrorista. Una buena medida sin duda alguna que debe ser imitada en el Perú. En un mundo cada vez más unido y con organizaciones delincuenciales cada vez más sofisticadas y distribuidas en esta parte del continente - con sus “santuarios” en Cuba, Venezuela y Nicaragua - es inevitable ver muy de cerca estos casos, por lo que sólo queda desearle al gobierno ecuatoriano éxitos en sus operativos y pedirle a las autoridades peruanas que actúen de forma diligente para evitar la llegada de estos grupos criminales. Si bien el innegable fracaso del Plan Boluarte ha demostrado que el Gobierno peruano no tiene una estrategia firme para combatir a la delincuencia, se le debe exigir que aplique cuanto experiencias exitosas como el Plan Bukele, aplicadas en El Salvador por su mandatario, quien con extrema dureza, sin pensar en los derechos humanos de quienes no piensan nunca en los derechos de los demás, barrió con la inseguridad, pero no lo hizo con sonrisas y operativos cautos, sino con firmeza y sin miedo al qué dirán las organizaciones caviares y parcializadas como la CIDH. Así combatió a los maras y levantó a un país que se hundía en la miseria que generaban las pandillas y que hoy es el más seguro para envidia de la región. No es de extrañar que en el Perú muchos pidan un Bukele. Los robos, los asesinatos, y la inseguridad solo van en aumento y nada se ha hecho por parte del gobierno para combatir a estos criminales. La gente está harta y quiere resultados. Mientras la justicia caviar libera a esos asesinos y se apresura en condenar a los policías que los combaten... Para no creerlo. Al parecer se está esperando que regresen los coches bomba para que el Gobierno de Dina Boluarte recién se decida a tomar acciones, pero en Ecuador ya no hay ese tiempo. El miedo a “violar los derechos humanos” de los asesinos, terroristas y demás delincuentes es tanto, que ha permitido que a inseguridad crezca a niveles increíbles en toda la región ¿Dónde uno puede estar seguro? Para los caviares, sean del país que sean, únicamente hay que preocuparse de los asesinos y “sus derechos”, antes que del resto de ciudadanos. El último comunicado de la impresentable CIDH en lo referente a Ecuador, lo demuestra. Dicho aparato se abstiene de condenar - cuando no - los crímenes de los terroristas, pero, ojo, “están monitoreando la situación de los derechos humanos”… de esos criminales, no de los ecuatorianos inocentes que son sus víctimas. Esa es la mentalidad caviar que respalda a los delincuentes y condena a las fuerzas del orden a la menor oportunidad que se les presenta. Ecuador solo tiene una opción: ir y arrasar con todo, sin miedo, exterminar a los terroristas y no dejar a ninguno con vida. No se puede combatir el terror con miedo. Mientras tanto, el resto de los países en la región deberían ver el ejemplo ecuatoriano y darse cuenta de que la pasividad de las acciones tiene consecuencias gravísimas para la población. La inacción solo los condena. No se puede esperar a que grupos criminales desaten el caos y la violencia en las calles para recién tomar las medidas necesarias, enviando a los militares a combatirlos y someter a quien se crea por encima de la ley, borrándolos de la faz de la Tierra. Hay que adelantárseles y neutralizarlos. No debe haber piedad ni consideración alguna para esos miserables ni con quienes los defienden desde tribunales y organizaciones caviares... A por ellos. (Por cierto, una buena noticia dada a conocer este viernes, indica que la Fiscalía ha solicitado 34 años de prisión para el delincuente terrorista Pedro Castillo, acusado de los delitos de rebelión, abuso de autoridad y grave perturbación a la tranquilidad pública en su intento de cerrar el Parlamento el 7 de diciembre del 2022 con el objetivo de instaurar una dictadura comunista. Si por mí fuera, le daría Cadena Perpetua)
En medio del desorden y el bullicio predominante de Lima Metropolitana, es muy raro que las especies silvestres se dejen ver. Sin embargo, ahí están, buscando alimento o nuevos refugios. Sobreviviendo. Una de estas especies es el gecko de Lima (Phyllodactylus sentosus), un pequeño reptil que vive exclusivamente en la capital peruana. Este hábitat, que alguna vez fue un desierto, se ha llenado cada vez más de humanos y de cemento, lo que ha puesto al animal en riesgo de desaparecer para siempre y que figura como especie en peligro crítico de extinción tanto en el Libro Rojo de la Fauna Silvestre Amenazada del Perú como en la Lista Roja de la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza. Este reptil nocturno, que en edad adulta alcanza los 12 centímetros de longitud, ya habitaba el territorio limeño antes de las primeras poblaciones humanas, explica el biólogo José Pérez Zúñiga, quien - en gran parte de su carrera - se ha dedicado a investigar esta especie. “Su hábitat natural, que siempre fue el desierto, desaparece con el crecimiento de la ciudad”, describe. Pérez es director del Proyecto Gecko de Lima, un equipo científico que en los últimos 21 años ha monitoreado la situación de la especie. Hoy, los únicos lugares despoblados en Lima Metropolitana que mantienen condiciones similares al antiguo desierto costero son los restos de los antiguos templos de la época prehispánica que los indios denominan “huacas” y algunas lomas áridas demasiado empinadas para ser invadidas. Casi todas las poblaciones registradas se encuentran en las “huacas” y que solo se dejan ver de noche. “Estos sitios arqueológicos precolombinos han quedado como pequeñas islas de su hábitat natural”, dice Pérez. Allí, en orificios naturales o generados por las construcciones antiguas, en un entorno seco y casi desprovisto de vegetación, la especie prospera. Cabe precisar que la mayoría alberga poblaciones de apenas 20 ejemplares. En tanto, las más numerosas, con hasta 400 ejemplares, se han hallado en las “huacas” San Marcos, Pucllana y Mateo Salado. Sin embargo, al estar aisladas las poblaciones, se produce la endogamia. Esto significa que se reproducen entre parientes cercanos, lo cual trae como consecuencia la aparición de malformaciones genéticas, señala el experto. Estas adversidades, sumadas a la reducción y destrucción de su hábitat y los ataques de especies introducidas por la presencia humana, como las ratas y los gatos, están ocasionando una reducción progresiva del número de geckos. A ello debemos agregar además, que su reproducción es lenta. Se aparean una vez al año y ponen un solo huevo. Y como si eso no bastara para una especie en peligro crítico de extinción, a veces los adultos devoran a los más jóvenes. “Hemos realizado proyecciones a futuro y pronosticamos que las poblaciones pequeñas de geckos, que son la mayoría, se extinguirían en las próximas décadas”, lamenta Pérez. Por ello, el equipo ya ha puesto en marcha un plan de conservación. Veterinarios de la Universidad Cayetano Heredia (UPCH), quienes son parte del proyecto, han desarrollado un protocolo para mantener a los geckos de Lima en cautiverio, de modo que se puedan reproducir de forma segura. En tanto, biólogos de la Universidad Mayor de San Marcos (UNSMSM) realizan estudios moleculares para determinar qué población sería genéticamente más adecuada para conservar o para juntar con otros grupos. Aun así, “el panorama es complicado, ya que se conoce muy poco de ellos”, admite Pérez, quien es docente en ambas universidades. Por ejemplo, para tener una población de estos pequeños reptiles en cautiverio, se necesita conocer su dieta, la cual aún no pueden descifrar del todo. “Para saber lo que come una especie se disecan algunos ejemplares. Sin embargo, en este caso, no podemos sacrificar ningún gecko por estar en peligro de extinción. Entonces, solo podemos deducir su dieta a través de especies relacionadas de geckos que viven en otros países”, explica. Se estima por ello que el Phyllodactylus sentosus se alimenta principalmente de insectos, arañas y ácaros. El otro frente del equipo, en su lucha por conservar esta especie, se basa en campañas de difusión, talleres y exposiciones dirigidas a niños y adultos. El objetivo es concientizar a la población sobre la situación crítica que enfrenta este raro lagarto y la importancia de salvarlo de su extinción. Uno de los consejos que más destacan los investigadores es tener cuidado con los montículos de basura o desmonte que han permanecido por un tiempo en las “huacas” - abandonadas en su mayor parte por desidia y desinterés de las autoridades - ya que allí pueden haber varios refugios de geckos. También advierten respecto a las antiguas creencias relacionadas al gecko, las cuales atentan contra su existencia. “Existe un mito en Lima de que los geckos son venenosos. Esto se debe probablemente a sus ojos, que evocan la cabeza de una serpiente. Sin embargo, el gecko de Lima no ataca ni causa daño al tocarlo”, aclarò.