Venga ya, a la luz de los últimos acontecimientos, donde las revelaciones de graves escándalos de corrupción y oscuros negociados salen prácticamente todos los días y que envuelven tanto a su desprestigiada clase política como a su sistema de justicia y autoridades electorales, es imposible no hacerse la pregunta de qué hacer con todos ellos y quienes los reemplazarían, porque los que vienen atrás son igual de peores, ya que solo esperan su oportunidad para entrar al Estado y saquearla a mas no poder. Nadie se salva y esto no parece tener solución. Como recordaréis, aquí en Sin Sentido siempre hemos afirmado por ejemplo, que la llegada a Palacio en el 2021 del delincuente terrorista Pedro Castillo (alias Abimael 2.0) fue producto de un grotesco fraude montado por los parásitos caviares enquistados en el JNE, la ONPE y la RENIEC, quienes contaron con la “bendición” de la impresentable JNJ para validar esa burda maniobra, tal como se ha conocido esta semana gracias a las revelaciones de Jaime Villanueva (colaborador eficaz y ex asistente de la suspendida Fiscal de la Nación, Patricia Benavides) quien ha detallado como el cuestionado titular del JNE Jorge Salas Arenas y el fiscal Rafael Vela se confabularon para “asegurarse” que ese burro chotano - un pobre diablo de limitado lenguaje y nula inteligencia - se impusiera a como dé lugar en el ballotage a su contendora Keiko Fujimori, y que hoy está en la cárcel por golpista y ladrón. Asimismo, Vela decidió arbitrariamente no incluir a Castillo por lavado de activos en el Caso de Los Dinámicos del Centro, pero este ‘favor’ obviamente, no lo haría gratis dado que le habría pedido a Villanueva que le pidiera algo a cambio a Cerrón. “Literalmente me dijo ya, vamos a dejar que Castillo se siente en el cargo y se comprometió que no lo incluirían en la investigación. [...] Me pidió que le diga a Vladimir Cerrón que se vea la posibilidad de que en el Congreso se apruebe una ley que permita que los fiscales puedan postular para fiscal supremo acreditando los 15 años de experiencia con su labor fiscal y como profesores, porque él todavía no había cumplido los años para postular como fiscal supremo”, precisó Villanueva. Ya en la reunión con Cerrón, en la casa de la parlamentaria Luque, Villanueva cuenta que llamó a Vela y que en la llamada, la cual fue puesta en altavoz, este le indicó a Cerrón que lo iban a apoyar y que no incluiría a Castillo en la investigación, tal como efectivamente sucedió. No podíamos olvidarnos obviamente en esta oscura trama de esa rata judía de Gustavo Gorriti, quien al frente de IDL (financiado por Soros), hace y deshace a su gusto en la Fiscalía, utilizándolo para sus campañas en contra de sus enemigos políticos. La denuncia es gravísima, pero lo peor es que esos sujetos juntos con otros de su calaña, tanto en los organismos electorales como en el Ministerio Público, continúan libres como si nada hubiese pasado, esperando seguramente dirigir otra fraudulenta elección, esta vez en el 2026 para favorecer a su candidato, que no es otro que ese despreciable asesino de policías y adicto de marihuana Antauro Humala. Sus intenciones están la vista de todos pero increíblemente el Congreso, aparte de unas declaraciones liricas de sus integrantes, no hace prácticamente nada por evitarlo. Como sabéis, toda la podredumbre caviar comenzó a salir a la luz que cuando la fiscal Marita Barreto y su secuaz el coronel Harvey Colchado detuvieron a Villanueva, quienes jamás soñaron, ni en sus peores pesadillas, que “su testigo estrella” que les sirvió para echar de su cargo a la fiscal de la Nación Patricia Benavides, terminaría incriminando a sus amigos y protectores de ambos: los fiscales Pablo Sánchez, Rafael Vela, José Domingo Pérez y el ‘periodista’ Gustavo Gorriti. En efecto, a Villanueva lo convencieron para que se convirtiera en colaborador eficaz y, a cambio de su libertad, incriminara exclusivamente a Benavides para sacarla de su puesto. Lo consiguieron, pero, por lo que ahora se conoce, no fue lo que esperaban ya que este involucró a varios elementos delincuenciales de su entorno caviar en una serie de graves delitos. A inicios de este año, apenas su caso pasó a la fiscal suprema Delia Espinoza, Villanueva, conocido como el ‘Filósofo’, empezó a cantar y confesar hechos que se sospechaban desde hace muchos años, pero que nadie había podido corroborar: durante su gestión como fiscal de la Nación (2015-2018), Pablo Sánchez permitió que Vela y Pérez, digitados por Gorriti, direccionaran el caso Odebrecht en contra de sus ‘enemigos’ políticos. Específicamente fueron dirigidos contra il Capo Della Mafia Alan García Pérez (quien acabó suicidándose cuando iba a ser arrestado por la policía, que lo tenía rodeado en su guarida) y Keiko Fujimori, la lideresa de Fuerza Popular, quien en tres oportunidades fue enviada a prisión injustamente, como así lo consideraron las instancias judiciales que ordenaron su libertad. Las declaraciones de Villanueva - difundidas por la periodista Milagros Leiva en Willax TV - tendrán que ser corroboradas, sin distingo alguno, pero hay varios indicios que le dan plena credibilidad. Una persona clave para desentrañar cómo se fue tejiendo el control político de las investigaciones es el doctor Hamilton Castro, el primer fiscal del caso Odebrecht. Castro fue separado de ese proceso, luego de una discusión que tuvo con Gorriti. La riña se originó cuando el fiscal, quien sostenía una conversación con el ‘reportero’ (por pedido de Pablo Sánchez), se dio cuenta de que este sujeto lo estaba grabando sin su consentimiento. Hamilton Castro era un fiscal discreto y acucioso, que no se dejaba manipular por nadie, mucho menos por un sujeto de lo más ruin y miserable como Gorriti, como él mismo lo dice en su libro ‘Juicios paralelos y procesos penales’. Allí relata: “Un ‘periodista’ de casos emblemáticos acude a la Fiscalía y le explica al fiscal su punto de vista sobre la necesidad de establecer ‘alianzas’ entre medios de investigación y el Ministerio Público (…). Enseguida sugiere que el medio de comunicación al que él representa conozca con antelación los viajes que, por entonces, se tornaban ineludibles”. Castro era un rotundo opositor al acuerdo con Odebrecht. Pero al poco tiempo, cuando se encontraba en diligencias en Brasil, fue separado de su cargo sin ninguna explicación. En su reemplazo fue nombrado Rafael Vela. Luego fue incorporado a ese Grupo Especial el fiscal José Domingo Pérez, a quien se le encargó el caso ‘Cocteles’ de Keiko Fujimori. A partir de allí, Vela y Pérez convirtieron Odebrecht en un caso extremadamente político. Para empezar, llegaron a un acuerdo que favorecía únicamente a la corrupta empresa brasileña. Es más, las declaraciones de los ‘colaboradores eficaces’ se convirtieron en un festival de filtraciones que se entregaban a periodistas amigos. Varios de ellos han contado y demostrado que recibían la información en tiempo real y vía WhatsApp. De hecho, la intención era criminalizar a las personas que ellos investigaban. Muchos de los investigados terminaron presos, pese a que no había denuncia formal alguna, pero luego recobraron su libertad porque sus detenciones habían sido arbitrarias. Por cierto, un socio clave de dichos fiscales fue el juez Richard Concepción Carhuancho, quien, sin el menor rigor de evaluación, aceptaba los pedidos de prisiones preventivas. Lo cierto es que la investigación del caso Odebrecht necesita un cambio radical ya que está totalmente politizado y direccionado para proteger a sus directivos, afectando gravemente los intereses del Perú, por lo que ha perdido toda credibilidad. Lo mismo debe ocurrir en las altas instancias del Ministerio Público. Pero ¿quién hará ese cambio si hasta el mismo fiscal de la Nación interino, Carlos Villena, ha sido mencionado en esta trama siniestra? No cabe duda que frente a lo declarado por Villanueva, hay tres niveles de análisis: el jurídico, que exige pruebas de todo lo afirmado; el político, que evalúa el efecto de las revelaciones; y el mediático, que informa y opina desde la convicción sobre la veracidad de los hechos. Villanueva ha revelado en realidad lo que ya se sabía a sotto voce. El tráfico de influencias, la usurpación de funciones, el cohecho, el desvirtuamiento funcional de los fiscales comprometidos en los casos contra Keiko Fujimori, las investigaciones sobre Odebrecht, el suicidio de García Pérez y el fraude electoral para favorecer a Pedro Castillo ya se intuían. Pero, claro, el nivel de detalle y la precisión de los datos ahora alcanzados además de verosímil resulta espeluznante y lleva a una conclusión inicial: el Ministerio Público estaba criminalmente controlado e instrumentalizado por los caviares, con Gustavo Gorriti a la cabeza de una corrupción sistémica que implica a varios medios periodísticos, decenas de ‘periodistas’ convertidos en activistas y la utilización de audios y videos ilegalmente captados y filtrados para extorsionar a quienes osaran cuestionar a los parásitos izquierdistas, o se enfrentaran a las empresas corruptas. Ante estas evidencias correspondía investigar y sancionar integralmente. Pero con descaro, el Fiscal de la Nación interino acaba armar una farsa: Se investigara por tráfico de influencia y cohecho solo a Pablo Sánchez, Rafael Vela y Patricia Benavides, pero de una forma escandalosa deja fuera de toda investigación a Gustavo Gorriti y José Domingo Pérez pese a todos los indicios y elementos de convicción, cuando debía incluírseles como partes de la misma organización criminal. Además ninguno tiene medidas preventivas, como simples órdenes de arraigo, con lo cual podrían escaparse, ocultar pruebas y dificultar la acción de la justicia. Así hoy solo queda la esperanza de que el Congreso se arme una comisión investigadora que ponga orden; o que el Ejecutivo declare en reorganización tanto a la Junta cuanto al Ministerio Público, porque se está corriendo el peor de todos los riesgos: que los crímenes descubiertos realizados por la podredumbre caviar queden en la impunidad total. ¿Por qué a Benavides se le destituyó del cargo pero a Pérez y Vela ni un mero rasguño? ¿Por qué ese inmundo roedor de Gustavo Gorriti, sigue gozando de impunidad? ¿Dónde están las marchas, los tuits o las reprimendas de la sociedad civil? ¿Están los peruanos todos ciegos o solo tienen sesgos ideológicos? Dada esta inmadurez política y doble moral de la izquierda, resulta oportuno dejar en claro, al menos, dos aspectos esenciales que refieren a como ordenar la justicia. En primer lugar, la justicia antes que buscar una posición favorable a la ideología de turno tiene que ser estricta respecto a las cosas que son incorrectas y denotan una falta de respeto a las leyes. Es decir, si es que X persona, independientemente de su afiliación o postura política, es acusado a un acto criminal, tiene que ser no solo sancionado sino no justificado. Se debería conforme a una correcta noción de justicia, tratar de llegar al meollo del asunto y hacer que impere la ley, no los arreglos afuera de esta. En segundo lugar, la justicia no puede ser de unos solamente. Como puede ser posible que solo para un sector, el de la derecha, es que los mecanismos jurídicos funcionen y para el otro - sus secuaces de la izquierda - se disipen. Desde cuándo la justicia ha de ser doble cara, desde cuándo existen dos varas diferentes para medir el mismo delito. Si es que a un determinado grupo se le impone fuertemente las leyes ha de ser exactamente igual para el otro. No hay razón de ser que sean diferentes, ¿O acaso los peruanos viven en una sociedad que no concuerda con la igualdad ante la ley? En otras palabras, no es una incapacidad o negligencia en el uso del derecho, sino todo lo contrario. Lo que se ve es una directriz sumamente tajante para utilizar la ley conforme esta debe ejecutarse únicamente contra un determinado grupo. Unos gozan de privilegios y tienen corona, pero otros no. En resumen, actualmente existe una manipulación de las normas jurídicas que son únicamente puestas en un grupo político, lo cual evidencia que aquello que poseen las herramientas estatales son los ‘enemigos’. En pocas palabras, la izquierda parasita aún controla las reglas del juego en el Poder Judicial - como en otros organismos del Estado como el JNE - porque de una forma por lo demás inexplicable se lo permite el Congreso, ya que están facultados constitucionalmente para echarlos a la brevedad posible, pero de un forma por lo demás cobarde no lo hacen. Si bien este viernes se acaba de aprobar en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales la destitución de los integrantes de la JNJ, esta todavía debe pasar al pleno para ver si es aprobado. Sin embargo, aún no hay fecha para que sea vista y donde se debe ratificar su cese e inhabilitación. Repetimos ¿A que están esperando? (Patético como siempre, Gorriti acaba de hacer su aparición, presentándose “como enfermo de cáncer” esperando de esa forma eludir la cárcel donde debía de estar desde hace mucho tiempo ¿Habrá alguien que le crea el cuento?)
A pocos días de que se haya iniciado el Año del Dragón, que mejor ocasión para referirnos en esta oportunidad al Barrio Chino de Lima (利马唐人街 en chino) una zona emblemática del centro histórico de la ciudad, ubicado en los Barrios Altos. Comprende principalmente la primera cuadra del jirón Ucayali, y algunas cuadras del jirón Paruro. Este barrio se originó como resultado de la importante afluencia de población china desde las provincias de Cantón y Sichuán, y otros lugares de China, al Perú para cubrir la escasez de mano de obra en las haciendas costeñas a mediados del siglo xix. Los primeros 75 chinos llegaron al Perú - a la provincia de Cañete y al departamento de Ica - en 1849. Vinieron para trabajar en las haciendas de la costa, donde hacían falta trabajadores debido a la liberación de los esclavos negros. En los 25 años siguientes ingresaron al Perú alrededor de 100 mil chinos, quienes no sólo trabajaban en las haciendas, sino en la construcción de ferrocarriles, en la extracción de guano, y en menor medida en tareas domésticas y como servidumbre. Al terminar la Guerra del Pacífico, la mayoría de los chinos emigraron a las principales ciudades, especialmente a Lima, en donde se formó el asentamiento de cantoneses más importante del país. Los inmigrantes chinos provenían principalmente de la provincia de Cantón y se afincaron principalmente en la ciudad de Lima. Para el año 1854 ya se podía identificar la concentración de inmigrantes chinos en los alrededores de la calle Capón, zona que actualmente conforma el Barrio Chino, colindante con el centro histórico de Lima. El llegar a este lugar me permitió entender más de los lazos que se mezclan en la cultura peruana y la versatilidad que esta tiene, de hecho una de las cosas que me llamó la atención fueron los dos leones que piedra que se encuentran al pie del arco como si estuvieran custodiando toda esta entrada imponente llena de mucha historia para los visitantes. El Arco Chino, por donde se ingresa al lugar, fue donado por la colonia china e inaugurada el 12 de noviembre de 1971 y en su parte superior reza una frase en caracteres chinos: "bajo el mismo cielo, todos los hombres son hermanos". Por cierto, ingresar a la calle Capón es como teletransportarse a una calle de China, donde no solo se pueden ver personas ofreciendo productos chinos, donde los bancos, las tiendas de ropa y cada uno de los negocios que se encuentran allí llevan al mismo tiempo los idiomas español y chino en sus paneles de información. Una cosa que os recomiendo poder revisar con atención son los pisos rojos que se encuentran en la Calle Capón ya que allí van a poder encontrarse con diferentes nombres de personas, familias y parejas esto se debe a que cada una de ellas fueron los donantes para la creación de dichas losetas en el piso. Podría decir que la calle Capón es de alguna manera pequeña pero concisa al mismo tiempo ya que en ella se puede resumir parte de la llegada de los chinos al Perú, por ejemplo os comentó que una de las cosas que circulan en este lugar es un diario escrito totalmente en idioma Chino Mandarín, llamado Man Shin Pao. Para los que no estáis enterados, la calle Capón se denomina así porque ahí era donde se caponaba (castraba) a los cerdos. Hoy se conoce así a la cuadra siete del Jr. Ucayali, pero hasta el año 1909 también abarcaba la cuadra 6, frente al Mercado Central. Actualmente, en el Barrio chino, funcionan diversas sociedades, siendo la principal (y la que agrupa a todas) la Sociedad Central de Beneficencia China del Perú, con su extensa biblioteca y reliquias llegadas del lejano oriente, la cual fue creada oficialmente en octubre de 1882, adquiriendo su local actual en febrero de 1886 (nombrándose desde entonces “Ton Huy Chong Koc”). En ella se conserva un retrato del primer embajador chino en Lima y edictos firmados por el propio emperador. Esta sociedad encarga desde entonces de brindar diverso apoyo solidario a los miembros de la colonia china en el Perú, mediante actividades que los integren. Otras importantes sociedades que aún subsisten y tienen importante labor son Chung Shan que mantiene vivo el arte de la danza del león y dragón; así mismo la enseñanza del kung fu, Cu Con Chau (fundada en 1868), Pun Yui (1888) y el templo taoísta más conocido y frecuentado por los limeños, perteneciente a la sociedad Tung Sing, que es el más antiguo de Sudamérica (1868), donde se le rinde culto a Kwang Kung, deidad protectora de los negocios, el hogar, los artistas marciales y la justicia. Aquí también se lee el antiguo oráculo del I-Ching a la manera tradicional. Según cifras aceptadas por la misma embajada de la República Popular China, se calcula que en el Perú existen aproximadamente 3 100 000 descendientes de chinos, siendo de esta forma más del 9 % al 10% de la población peruana y constituyendo la población más grande de descendientes chinos en América Latina. Cabe destacar que a los restaurantes chinos en el Perú, se les llama chifas. Sin embargo, la comida que sirven es diferente a aquella china que generalmente se puede degustar en otras partes del mundo, aunque los mejores chifas de Lima argumentan que “su sazón es proveniente de la cocina chino cantonesa”. La característica principal de esta comida es que combina por igual sabores dulces y salados. Los platos más representativos son el tallarín saltado, la sopa wantan, el arroz chaufa, el wantán frito, entre otros; así como una variedad grande de bocaditos o dim sum y carnes asadas. El chifa es, para los especialistas, el producto de una calmada fusión entre la cocina de inmigrantes chinos y la cocina criolla peruana formada a partir de ingredientes originarios del Perú y aquellos traídos por los conquistadores españoles luego del siglo xvi. Inicialmente, los inmigrantes chinos llegaron a trabajar al Perú en las haciendas azucareras del norte del país. Luego pasaron a residir y desarrollar comercios diversos en ciudades de la costa peruana, como Lima. Allí, se produjo paulatinamente la gran popularidad y éxito del chifa entre los peruanos, quienes correctamente lo estiman y consideran parte de la culinaria peruana. Actualmente, el lugar se vuelve cada vez más limeño, pero manteniendo su diseño oriental en sus muros, bancas e incluso piso. El aroma a incienso continúa siendo algo característico de la calle, la cual ya no solo es un lugar turístico, sino también una zona comercial y financiera que crece cada día más y más.