El inicio del recorrido permanente del Corredor Azul, el primer corredor complementario al Metropolitano y al Metro de Lima, ha generado expectativas, críticas malintencionadas y explicaciones que deben ser puestas en el contexto de una reforma compleja, gradual en su implementación y con desafíos que deben ser asumidos en el proceso.
Como sabéis, este cambio es resistido por las fuerzas de la informalidad y sectores de la mafia criminal aprofujimorista, a quienes les interesa que continué el caos en el transporte urbano de Lima para sacar réditos políticos. La primera reflexión que debería realizarse es que el citado corredor complementario es parte de un sistema de transporte masivo que alimenta a otras modalidades en operaciones, el Metropolitano y el Metro, y que se condicionan con estos. Los cinco corredores licitados por la Municipalidad de Lima en agosto del 2012 no pueden entenderse desde una perspectiva de transporte autónomo tradicional, sino que se trata de un sistema único, multimodal y continuo.Los corredores complementarios son concurrentes del Sistema Integrado de Transporte (SIT) de Lima; se trata de vías preferenciales que atenderán al 40% de la demanda del servicio relacionándose con las otras modalidades, entregando y recibiendo de ellas volúmenes de pasajeros para cubrir con mayor seguridad y rapidez el desplazamiento en la capital. El trabajo de creación de corredor ha sido ciertamente fundacional. La licitación de las rutas fue acompañada de la creación de empresas y consorcios, adecuación de vehículos, capacitación de conductores, construcción de paraderos y la adopción de billetes electrónicos.
Este afán no puede ser tachado de “improvisado” como afirma interesadamente la prensa basura - liderado por ese pasquín tercermundista de El Comercio - quienes se vendieron vilmente a la dictadura fujimorista y que hasta el momento no han sido castigadas por ello. Es entendible la virulenta reacción de las mafias del transporte urbano identificado con un sistema caótico que ha empezado a desaparecer; decenas de propietarios de empresas fantasmas que solo existen en el papel -
que mantienen una flota de autos chatarra en condiciones deplorables - toman los mínimos errores para pretender evitar la reforma. De pronto ahora les “interesa” la pérdida de tiempo de miles de usuarios, a quienes sometieron durante varios años al abuso y a la arbitrariedad mas absoluta. Este sector delincuencial ha convocado seis paros contra la reforma, todos ellos fracasados. Otras interesadas críticas al sistema que inicia sus operaciones merecen ser puestas sobre la mesa y se refieren a las “dificultades” para el cambio de hábitos urbanos en la sociedad, a razón de las quejas de los ciudadanos porque ahora deberán caminar algunos metros más, realizar ordenadas colas para subir a las unidades de transporte, bajar y subir solo en los paraderos autorizados y pagar el precio completo del pasaje sin posibilidad de fraccionarlo debido a una distancia menor.
Estas quejas son infundadas en la medida que expresan la otra cara de la informalidad, es decir, una demanda poco exigente de calidad en el servicio y tolerante con el caos y el desorden. No hay duda de que en los inicios de este proceso se han detectado algunos desajustes en planificación, sobre todo en relación con frecuencias y tiempos de espera, pero eso se subsanará mas adelante, sobretodo cuando comience a cobrarse por el servicio que este mes será gratis. De allí las colas interminables por viajar sin pagar un centavo. Y encima se quejan.
Sin embargo, es preciso persistir en la reforma y en la necesidad de que esta tenga el éxito esperado porque a la larga, es un proceso que permitirá tener una mejor calidad de vida a los limeños, con rutas razonables, dejando de lado rutas que ocasionaban el caos en toda la ciudad. Es una oportunidad en el cual no podemos permitirnos el retroceso o el fracaso, porque Lima no da para más :(