Si en el país andino se sancionara a los fiscales y jueces que hacen investigaciones politizadas, parcializadas y sin rigor, hace rato los fiscales del caso Odebrecht, los impresentables José Domingo Pérez y Rafael Vela Barba ya habrían sido expectorados del Ministerio Público. En efecto, la semana pasada sucedió lo que ya estaba cantado: la Segunda Sala Penal Nacional anuló el juicio oral por el caso Cócteles - en donde está comprendida la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, y cerca de cincuenta personas más- y mandó todo ese largo proceso a su etapa intermedia. Es decir, confirmó el fallo que, en enero pasado, dictó otra sala, pero que estos fiscales habían apelado. Como sabéis, la politizada fiscalía no pudo presentar una acusación sólida a pesar del tiempo transcurrido desde el inicio de las investigaciones y en el camino manchó el honor de varias personas, entre ellas, empresarios, lo que contribuyó a dañar la percepción ciudadana de la inversión privada. El proceso concitó gran interés en la opinión pública porque comprendía a una candidata que estuvo tres veces a punto de llegar a la presidencia, y en cuyo último intento, en el 2021, el proceso jugó un papel determinante. Y, sin embargo, la responsabilidad les quedó grande a varios magistrados. Empezando por el equipo de la fiscalía, que, entre otras cosas, se apresuró en presentar la acusación cuando todavía faltaban diligencias por realizar y cuando esta tenía vicios tan visibles que el Ministerio Público fue parchando, una y otra vez, a posteriori. El hecho de que esta decisión precipitada haya coincidido además con el calendario electoral del 2021 solo abona a la sensación de que se dio por motivos extralegales. Añadido a ello, en el proceso se cometieron abusos que se extendieron más allá del límite de lo razonable, como la acusación contra el expresidente de la Confiep, Ricardo Briceño, sin mayores pruebas, y otros que fueron corregidos por el TC, como el que comprendía al abogado Arsenio Oré. Por no hablar del tiempo perdido para los más de 40 imputados cuyas vidas se han visto interrumpidas por este juicio. Pero tan responsable como el equipo de la fiscalía que estuvo a cargo del Caso Cocteles es el magistrado Víctor Zúñiga, el juez que debía verificar que la acusación cumpliera con los requerimientos necesarios para evitar que se terminara cayendo, como finalmente pasó. En fin, el que debía ser un proceso emblemático se terminó convirtiendo en una grotesca farsa montada por la mafia caviar que Pérez y sus secuaces fueron arrastrando hasta la sala de audiencias solo para que, una vez allí, se terminara derrumbando por su propio peso. Se trató indudablemente de un golpe demoledor contra estos sicarios de la justicia, lo que debería haber llevado a la cuestionada fiscal de la Nación, la caviarona Delia Espinoza, a evaluar la continuidad de ambos en sus funciones, pero no lo hizo porque son sus cómplices. Pero ahora, que se encuentra de “vacaciones”, no pudo evitar que quien haya tomado la acción sea la Autoridad Nacional de Control del Ministerio Público, que el martes suspendió preventivamente por seis meses a Domingo Pérez del caso Odebrecht, aplicándole esta medida cautelar subrayando que la decisión se adopta en situaciones excepcionales y de suma gravedad, “que comprometen la dignidad del cargo y desmerecen al fiscal en su concepto público”. Según el documento emitido por la ANC, “existen fundados y razonables elementos de convicción que vinculan a José Domingo Pérez con el hecho de haber actuado en el proceso penal iniciado contra el abogado Arsenio Oré Guardia”, interfiriendo groseramente en el proceso a sabiendas que se encontraba legamente impedido de hacerlo y a pesar de que se le solicitó la inhibición; no obstante, continuó avocándose al caso por el período de cinco años y tres meses, aproximadamente. Como era de esperar, Pérez alega “persecución” calificando la sanción de “injusta y abusiva”. No es que Keiko sea inocente y que no existan pruebas de lo aparentemente hizo con los millones de soles que recibió en las campañas del 2006 y 2011. Ocurre que Domingo Pérez presentó una acusación con errores insalvables y politizado, con el claro afán, casi enfermizo, de criminalizar a la mencionada lideresa política, quien ha sido enviada a prisión tres veces sin juicio de por medio, lo que a todas luces se trató de un abuso. La mala práctica de Pérez fue detectada en diciembre pasado por el Tribunal Constitucional (TC), cuando, ante un recurso que presentó José Chlimper, estableció que dicho procesado había sido denunciado por delitos que no eran materia de investigación. Es más, una parte de la resolución por unanimidad de la sala debería haber avergonzado a dicho fiscal: “En este caso, la tesis presentada por el Ministerio Público (o sea, José Domingo Pérez) resulta incompleta y falta de los elementos necesarios para poder estructurar de manera lógica y jurídicamente válida el hecho punible”, pero con lo caradura que es y sintiéndose protegido por el mafioso Gustavo Gorriti (que hace y deshace en el Ministerio Publico), así como de la prensa basura, siguió haciendo de las suyas, creyéndose intocable, pero vaya que se equivocó. Pero como era de esperar, el afán de figuración tanto de Pérez como de su jefe Rafael Vela - otro delincuente como el - no conoce límites y han anunciado que presentarán un recurso de casación ante la Corte Suprema para seguir defendiendo su disparate jurídico. El fallo también pone en evidencia que el juez Raúl Zúñiga, quien debía controlar la denuncia de Pérez, no cumplió su función de desestimar sus flagrantes abusos. Lo corrigió 19 veces, pero al final aceptó todo. Se convirtió en su cómplice. Lo mismo hizo el folklórico juez Richard Concepción Carhuancho, quien en primera instancia vio este proceso y aceptó todo lo que le pedía el mencionado fiscal. La Sala resolvió que ninguno de los magistrados al servicio de los caviares volverá a tener en sus manos el caso Cocteles. No hay que olvidar que Domingo Pérez, Rafael Vela y Concepción Carhuancho se convirtieron en estrellas mediáticas de la prensa basura. Se paseaban por universidades y espacios periodísticos pavoneándose con este proceso que se va cayendo a pedazos por incongruente y politizado. Lo ocurrido demuestra que estos tres impresentables sujetos, que fueron endiosados por la prensa basura, eran ídolos de barro y han caído en el lodo de la ignominia de lo cual no deben levantarse más. (Una buena noticia dada a conocer este viernes indica que el Congreso decidió archivar definitivamente una disparatada acusación contra la Presidenta Dina Boluarte por el llamado Caso Rolex, desbaratando otra patraña de la mafia caviar en componenda con la prensa basura y que no tenía sustento alguno... A seguir llorando panda de perdedores)
Como sabéis, los denominados “restos simbólicos” de Fernando Túpac Amaru fueron traídos desde España el pasado domingo y recibidos con honores en Lima, a 240 - 227 años de su muerte. Los restos, colocados en un cofre de madera decorado con el estilo de los muros de piedra de las construcciones incas, fueron custodiados por agentes de la Policía Nacional y colocados sobre una bandera peruana, con el fondo de una imagen de la ciudadela de Machu Picchu. Se afirma que son “del último hijo de Túpac Amaru II”, pero no existe evidencia científica ni histórica concluyente que lo confirme. Mientras la Municipalidad del Cuzco asegura que sí, el Colegio Profesional de Historiadores del Perú (CPHP) lo puso en duda al señalar: “No se conoce el lugar exacto donde murió ni fue enterrado Fernando; No hay análisis forense que respalde que las cenizas le pertenecen; Es indudable que ciertos sectores pretendan usar su figura con fines políticos o simbólicos sin ningún rigor académico”. Es más, durante la Gran Cruzada Española contra el comunismo iniciada en 1936 por el Generalísimo Francisco Franco, el cementerio donde se encontraban sus restos fue arrasado por las bombas, y por lo tanto lo que alberga ese cofre no es más que un poco de arena del lugar. Así lo reconoció el propio Alcalde del Cuzco Luis Pantoja, quien viajo a España para traerlo: "Él muere a los 30 años en estado de indigencia, sepultado en calidad de limosna (de misericordia), según la propia partida de defunción que ubicamos. Inclusive, estando muerto, ese cementerio fue bombardeado durante la Guerra Civil española", relató. El alcalde admitió que, por ese motivo, sus restos físicos "no existen" y se le entregó "arena del cementerio donde estuvo enterrado de una cripta que está debajo de la iglesia de San Sebastián (en Madrid), con una repatriación simbólica" asevero, agregando que este cofre será colocado en un espacio de la Plaza Mayor de la antigua capital del imperio de los Incas.” Simbólico o no, Fernando ha regresado” añadió, dejando entrever que lo utilizará para su campaña electoral. Como recordareis, el 18 de mayo de 1781, en ese mismo escenario, un niño de trece años contempló un terrible espectáculo. En efecto, Fernando Túpac Amaru Bastidas fue obligado a ver el asesinato de sus padres, su hermano mayor y algunos de sus tíos. A su madre, Micaela Bastidas, quisieron cortarle la lengua y luego colocarle un collar de hierro para destrozarle la nuca, pero como su cuello era tan delgado, la remataron a garrotazos y patadas. A su padre, José Gabriel Túpac Amaru Noguera, conocido como Túpac Amaru II -descendiente directo del último inca de Vilcabamba - que lideró la rebelión indígena más grande que afrontó la monarquía española en sus siglos de dominio colonial en América, también le seccionaron la lengua, lo desnudaron y amarraron sus extremidades a cuatro caballos con la intención de desmembrarlo vivo. No lo consiguieron. Pero sus verdugos le cortaron la cabeza, la exhibieron en la plaza, y despedazaron su cuerpo, al igual que el de los otros condenados, esparciendo sus restos por distintas localidades. Según algunos cronistas presentes en la plaza, el pequeño Fernando lanzó un grito de horror que resonó en toda la ciudad y el continente. Luego de aquel trauma fue condenado a ser desterrado a África, pero finalmente le cambiaron la sentencia y su destino fue España, para ser encerrado de por vida. El propósito de la corona española era evidente: atormentar al heredero para apagar cualquier llama de rebeldía. Fernando Túpac Amaru es un personaje difuminado cuya historia adolece de investigaciones y está empachada de mitos. Se dice además que tras presenciar la ejecución de su familia, fue castrado para que no tuviese descendencia. En septiembre de 1787, desde su prisión en el castillo de Santa Catalina en Cádiz, el cautivo le escribió a Carlos III: “A Vuestra Majestad humildemente pide y suplica que en atención a los motivos y causas deducidas, se digne de tenerle piedad y conmiseración a un vasallo rendido y sumiso que implora su real clemencia con los más vivos sentimientos de dolor. Siento de que su soberana bondad se ha de mover a compasión al ver padecer a un inocente tanto tiempo un prolongado martirio sin otro delito que haber nacido” pero no se le contestó. Fernando Túpac Amaru no cesó en implorar humanidad. Y lo hizo sin renunciar a su apellido ni renegar de sus padres. En reiteradas ocasiones suplicó cuidados para su salud, así como recibir los ritos católicos y manifestó sus deseos de trabajar. Estudió aritmética, gramática y filosofía en el colegio de los padres escolapios de Getafe y Lavapiés. Y aseguraba estar preparado para ocupar un puesto como contador o archivero de rentas provinciales de la corte. En julio de 1792, a sus 23 años, le pidió al Rey de España, Carlos IV: “Se digne por un efecto de su real clemencia hacerle la gracia singular de destinarle a alguna oficina que ayude al desempeño de su lealtad innata” aunque tampoco obtuvo respuesta. Fernando Túpac Amaru falleció con apenas 30 años en el barrio de Lavapiés, en Madrid. Según los manuscritos padecía de una “melancolía hipocondriaca”. Ni los baños termales habían surtido efecto. Nunca se le permitió regresar al Cuzco ni gozar de un resquicio de libertad. El hijo del cacique murió en la pobreza extrema. Si bien recibía nueve mil reales anuales para su manutención, no se le exoneró de los impuestos y terminó endeudándose a causa de su resquebrajada salud. Pero por lo visto ni muerto obtendrá descanso, porque políticos inescrupulosos lo utilizarán para sus protervos fines.