CRÓNICAS DEL HORROR: “El Ejército Guerrillero Popular”
“Para combatir al enemigo, primero hay que conocerlo” es una máxima de Sun Tzu, escrita en su suprema obra Arte de la Guerra, la cual me guía para presentar esta serie, en la cual mostramos al mayor responsable de una ola de crímenes y destrucción que padeció el país andino en las últimas décadas del pasado siglo, quien se valió de hordas asesinas para tratar de imponer sus demenciales ideas mediante el uso de la violencia, el cual por cierto, cayó como un pelele en manos de la policía en 1992, quien condenado por sus monstruosas atrocidades a Cadena Perpetua, murió en la cárcel en el 2021. Obviamente nos referimos a Abimael Guzmán y al grupo terrorista por el creado, Sendero Luminoso. Como anotamos en el anterior capítulo, una vez que Gonzalo doto de ideología a su movimiento subversivo, era primordial que estos se impongan para lograr sus perversos fines, que no era otro que instaurar una sangrienta dictadura comunista en el Perú. Cuando en unas controvertidas elecciones, Kenyo Fujimori ocupó Palacio de Gobierno en julio en 1990 (sin imaginar que pasado dos años, daría un autogolpe de Estado instaurando un régimen dictatorial), Sendero Luminoso contaba con el 2 % de simpatizantes a nivel nacional, vale decir de acuerdo a la población de la época a más de cuatrocientas mil personas. Estas constituían una importante base social y cantera de nuevos terroristas de acuerdo a un informe de inteligencia elaborado por José Paéz Warton, estratega del desaparecido Comando del Frente Interno (COFI) del sector Defensa. Además, la banda maoísta contaba con el denominado “Ejército Guerrillero Popular” (EGP), integrado por aproximadamente cinco mil criminales provistos de armas de guerra y un número no precisado de destacamentos de aniquilamiento que operaban descentralizadamente en las principales ciudades del país dando muerte a autoridades, líderes comunales y todo aquel que se opusiera al demencial “pensamiento Gonzalo”. De allí, que tomando en cuenta las experiencias de la guerrillas de Malasia (1948 – 1960), China (1927-1949) y entre otras, la de Filipinas (1927 – 1946), estrategas del Grupo de Trabajo sobre Incidentes Terroristas estadounidenses advirtieron que derrotar a Sendero “demoraría por lo menos veinticinco años” sin imaginar que el mismo año del autogolpe de Fujimori, donde Sendero se mostraba más activo que nunca - con Lima como centro de su accionar asesino - cayera el propio Abimael Guzmán en manos de la policía, desarticulando su organización genocida, de la cual quedaron algunos remanentes que se negaron a reconocer su derrota, refugiándose en el impenetrable valle del Ene (ubicada en la Amazonia) convirtiéndose en un cartel del narcotráfico, pero no nos adelantemos a los acontecimientos ¿vale? Es por ello que a continuación, es preciso detallar como estaban organizadas estas hordas asesinas que desangraron al Perú. El 8 de octubre de 1980 a sólo tres meses de la activación del Movimiento de Iniciación de la Lucha Armada (ILA) se reunió el “Comité Ampliado• de Sendero en el que se hizo un balance de las primeras acciones subversivas para analizar cuando se debería dar paso a la “guerra de guerrillas”. En dicha reunión - según fuentes del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) - Julio César Mezzich Eizaguirre, alto dirigente de SL, reprochó a Abimael Guzmán el que las acciones del Partido se vinieran ejecutando indistintamente en las ciudades dándole más importancia que a las realizadas en el campo, lo que suponía una desviación de la “pureza ideológica, ya que la ideología popular se orientaba a cercar las ciudades desde el campo”. A criterio de expertos en guerra antisubversiva, el declarar la dualidad de la “lucha armada” en ambos espacios fue un grave error, no sólo causó un giro inesperado en la estrategia terrorista sino que transformó el discurso de Sendero en algo gaseoso ya que no era posible de que llevara su insensata guerra al ámbito citadino. En la misma reunión de la cúpula maoísta se diseñaron las nuevas estrategias genocidas. Estableciéndose que el inició de la “guerra de guerrillas” debía empezar con fuerza entre octubre y diciembre de ese año. Estimulando la “lucha de clases” en zonas rurales (enfrentado a propietarios de pequeños fundos con comuneros,) convirtiendo al campo como escenario principal, lo cual se evidenció con invasiones y destrucción de centros productivos. Contemplándose iniciar entonces la “guerra de guerrillas” previa formación del •Ejército Guerrillero Popular. Luego se consideró la formación de “destacamentos especiales”• (columnas) dependiente de los “Comités Regionales” senderistas y cuya misión fue ejecutar asesinatos selectivos de autoridades civiles y militares. Es de esa manera como a punta de torturas y masacres, Sendero consiguió establecer “Bases de Apoyo” en numerosas zonas andinas y de cejas de selva, donde tuvieron en cautiverio a cientos de campesinos y pobladores de comunidades nativas, en especial de la etnia asháninka, donde esclavizaron a mujeres y niños. En esas circunstancias el EGP creó tres fuerzas: •”principal”, “local”• y de “base” con las que ejecutó movilizaciones, sabotajes, asaltos, hostigamientos y genocidios en pueblos que se negaron a someterse al “pensamiento Gonzalo”. Ante el avance de la subversión entre abril y mayo de 1981 durante la “II Conferencia Nacional” de Sendero Abimael Guzmán salió fortalecido como líder indiscutible y su “pensamiento guía” entronizado. Es decir, convertido en dogma. Ese cónclave que reunió a los jerarcas de Sendero evaluó desplegar la “guerra de guerrillas” ante la ineptitud de los servicios secretos del régimen de aquellos años les había permitido éxitos en su accionar genocida. Así se dio paso a los que Abimael Guzmán llamó “batir el campo” que significó arrasar con todo con miras a la construcción del “nuevo poder”, a través de los “comités populares” Su mayor preocupación - según reveló en años posteriores tras su captura, durante los diálogos que sostuvo con Vladimiro Montesinos y otros analistas del desaparecido Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) - se centró en evitar que durante la conducción de esa escalada de horror y muerte lo “militar” terminase imponiéndose sobre su demencial proyecto político. En esa ocasión en que también mencionó sus conceptos sobre la violencia recordando lo que había declarado en la famosa “Entrevista del Siglo”• publicada por el vocero senderista “El Diario” donde textualmente declaro: “Partimos de un principio establecido por el presidente Mao Tse Tung: la violencia es una ley universal sin excepción alguna, quiero decir la violencia revolucionaria; esa violencia es la que nos permite resolver las contradicciones (….) es una cuestión sustantiva del marxismo, porque sin violencia revolucionaria no se puede sustituir una clase por otra, no se puede derrumbar un viejo orden para crear uno nuevo, un nuevo orden dirigido por el proletariado (…)”. Indudablemente Guzmán se movía entre los espectros de Marx, Lenin y Mao. Su estrategia fue estructurada bajo los cánones maoístas olvidando que en tiempos del líder chino existía la esclavitud, millones de chinos vivían pauperizados y que el Perú no podía compararse a lo que ocurrió en el país asiático. Razón por la cual el autodenominado “presidente Gonzalo” se vio forzado a estructurar planes y más planes y dentro de ello implementar sanguinarias masacres y crímenes para mediante el terror intentar neutralizar el rechazo de todos los peruanos. El “presidente Gonzalo” según confesó, había previsto lograr sus objetivos de fundar su utópica “República Popular de Nueva Democracia” (RPND) entre 1997 y el 2000 pero el trabajo integrado de las fuerzas armadas y policiales impidieron tal siniestra premonición. La creación de esas bandas asesinas dio lugar a una clara diferencia entre el accionar terrorista. El “Ejército Guerrillero Popular” asestaba golpes a poblaciones, entre tanto los “destacamentos de aniquilamiento” daba muerte a todo aquel que era considerado opositor al “pensamiento Gonzalo”. Las columnas del EGP arrasaron con pueblos enteros y siempre tuvo en sus filas un ideólogo (encargado de realizar proselitismo), un “mando político” y un “mando militar”• Un primer pelotón con propaganda y seguridad, un segundo pelotón para cumplir acciones estrictamente militares (sitiar el área donde iba a realizarse la incursión) y un tercer pelotón que se encargaba de segar la vida de los pobladores, según analistas del SIE. Las directivas incluían las previsiones para desarrollar una segunda avanzada, es decir, siguiendo la clásica metodología comunista de las “organizaciones paralelas” para tener una fuerza de reserva, lista para entrar en acción cuando la fuerza principal operaba. En la práctica esta segunda avanzada sirvió para mantener la continuidad de las acciones, ya que cuando la fuerza principal era anulada por las patrullas militares, aquella aparecía intentado dar la imagen de huestes con potencial bélico que en realidad no existían. Y es que en lugar de haber alcanzado el “equilibrio estratégico” que esgrimía vomitivamente su propaganda, esta nunca se dio, como se verá en la siguiente entrega (Próximo capítulo: “Hacia la conquista del Poder”) :(