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sábado, 24 de diciembre de 2016

KEIKO FUJIMORI: Una amenaza a la democracia

Venga ya, menudo país bananero es este donde quien fue elegido con el voto mayoritario de los peruanos es un pobre y triste bufón que tiene que ir con actitud suplicante a la casa de un impresentable sujeto como Juan Luís Cipriani para entrevistarse con Keiko Fujimori (cabecilla de una banda delincuencial que tiene secuestrado el Congreso e hija de un despreciable genocida condenado en un proceso ejemplar a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad) e intentar salvar su cabeza, pero ya esta condenado y nadie lo salvara de su destino. Al respecto, acabo de leer en la edición digital de The New York Times un articulo en el cual se desnuda las verdaderas intenciones del fujimorismo y por ese motivo, debido a su interés he decidido reproducirlo, entrecomillado claro está ¿vale?: “En el 2011 Keiko Fujimori perdió el ballottage contra el nacionalista Ollanta Humala, (victima de una infame campaña mediática por parte de la prensa basura, la misma que se vendió a la dictadura de Kenyo Fujimori y cuya hija reclamaba su legado). Al votar por Humala el Perú rechazó categóricamente al fujimorismo y su herencia de corrupción y autoritarismo. Luego de su rotundo fracaso, Keiko Fujimori trabajó cinco años para deshacerse de dicho pasivo. y sembró el camino al 2016 con espejismos de un fujimorismo desfujimorizado, pero todo fue un burdo engaño. Así, en la campaña de 2016 la reina quedó desnuda. El fujimorismo estableció alianzas con sectores ilegales de la sociedad, nombró como Secretario General a un capo del narcotráfico investigado por la DEA por lavado de activos y, gente muy cercana a la candidata, adulterando audios para que fueran distribuidos en la televisión, por cierto, adicta a su campaña. Es decir, si Fujimori y Montesinos estaban presos, sus prácticas campeaban en total libertad. Y así, por segunda vez consecutiva, el Perú rechazó a Keiko Fujimori. Pedro Pablo Kuzcynski terminó coagulando el sentimiento difundido en el Perú según el cual el fujimorismo, infiltrado de intereses ilegales y particulares, llevaría el país a una hecatombe moral, institucional y política como la que propició en los noventa. PPK se convirtió providencialmente en el candidato que rechazaba la corrupción, el autoritarismo y la presencia del narcotráfico en la vida pública. Es decir, el candidato del Estado de derecho, frente a una candidata que, tanto por el reconocimiento que brinda al gobierno criminal de su encarcelado padre, como por las malas prácticas y compañías que ella misma ha generado, encarna lo opuesto del Estado de derecho; es decir, la prebenda y el mandamás, el privilegio y el abuso de poder: lo particular frente al interés general. El fujimorismo, en ese sentido, condensa la tradición anti republicana en el Perú. No es que sea el único grupo que la posee - el APRA es otro de ellos - pero pocos la han cultivado con el mismo esmero. En las últimas dos semanas, los peruanos que rechazaron a Keiko Fujimori en dos elecciones consecutivas, han comprobado cuan acertado fue no entregarle el país. Haciendo uso y abuso de la abrumadora mayoría que posee en el congreso peruano, el fujimorismo decidió cortarle la cabeza a Jaime Saavedra, el mejor ministro de educación que ha tenido el país en décadas. Formalmente, se le decapitó por malos manejos en el ministerio. En el fondo, es un secreto a voces que actores con intereses en la industria de la educación privada (en especial universidades privadas de mala calidad que, además, financian políticos) buscaban deshacerse de un ministro que empujó la necesaria regulación que el Estado debe ejercer sobre esta educación privada. El fujimorismo, que cuenta con 72 de los 130 parlamentarios, humilló al ministro, no escuchó razones, y se vanaglorió de su fuerza puramente aritmética. Así, aunque Saavedra había conseguido logros sustanciales que la educación peruana no había tenido en años, como una mejora ostensible en la prueba PISA, instaurar distintos tipos de becas y empujar la regulación universitaria, fue defenestrado. Si todo el episodio Saavedra ha mostrado un fujimorismo envanecido en su patanería, el gobierno de PPK ha transparentado extravío político y una gran debilidad, producto de la improvisación y oportunismo de sus integrantes, tránsfugas provenientes a ultima hora de otros remedos de 'partidos' que se arrimaron a el cuando vieron que tenia opciones para llegar a Palacio. La humillación al ministro de educación fue también una falta de respeto al gobierno. En tal sentido, se hizo pública una interesada versión que apuntaba que el presidente evaluaba la posibilidad de utilizar una disposición constitucional que le permite plantear una cuestión de confianza sobre todo su gabinete frente al Congreso: si el Congreso censura dos veces al gabinete propuesto, el presidente puede disolver el Congreso y llamar a elecciones parlamentarias. Sin embargo, en el fondo PPK nunca lo pensaba hacer y demostrando una innata cobardía, optó por arrodillarse ante la mafia y dejó caer a su ministro. ¿Qué viene ahora? el país que rechazó a Keiko Fujimori en dos elecciones consecutivas y que votó por Kuczynski le pide que dé pelea y disuelva el Congreso por su afán desestabilizador. Ha perdido esta batalla, pero si reagrupa sus fuerzas y establece una estrategia política puede contener el blietzkrieg fujimorista; Pero es incapaz de hacerlo ya que no tiene ni fuerzas ni capacidad para ello. Además, la derecha que rodea a PPK no entiende por qué habría que enfrentarse a Keiko: ‘si ambos defendemos el modelo económico, ¿por qué deberíamos pelearnos en nombre del Estado de derecho?’ Y como piensan más en sus intereses que en la preservación de la democracia, les interesa poco. Total, si fueron los mismos que apoyaron fervientemente la dictadura fujimorista se entiende perfectamente su proceder. Es lamentable que PKK prefiera asumir una actitud pasiva frente a la amenaza del fujimorismo que no va a ceder en su agenda golpista y autoritaria. Todo el que tenga intereses particulares hoy sabe perfectamente que con una buena campaña se puede descarrilar cualquier intento de regulación estatal. En breve, volverán a la carga. Y entonces el presidente enfrentará nuevamente el dilema de una cuestión de confianza que permita salvar a la próxima víctima del fujimorismo o seguir gobernando bajo su imposición, lo cual sería un suicidio para el futuro del país” puntualiza la nota. Venga ya, no cabe duda que el comportamiento del fujimorismo de las últimas semanas, demuestra que desde la caída de la dictadura en el año 2000 no aprendieron nada, ni olvidaron nada. No han cambiado un ápice en su retorcida forma de pensar y nunca lo harán. Es la mayor amenaza que se cierne sobre el Perú :(
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