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sábado, 21 de diciembre de 2019

CHILE: Verdades ocultas

Desde que estalló la revuelta popular en Chile el pasado mes de octubre, las paredes de las ciudades del país se llenaron de mensajes contra los poderosos: al inicio, la furia se centraba en el impresentable Sebastián Piñera, y su entonces ministro del Interior, Andrés Chadwick. Luego, la ira de las paredes fue contra los carabineros (policía) y las fuerzas armadas, contra los bancos y la Iglesia Católica. A medida que las multitudinarias protestas contra el neoliberalismo (impuesta a sangre y fuego durante la dictadura de Pinochet) crecían, surgió un nuevo culpable: los medios de comunicación. “Apaga la tele”, “Periodismo traidor”, “Medios cómplices”, “La prensa miente” se puede leer en las calles de Santiago. Ello se debe a que estos - sean escritos o televisivos - no reflejan las verdaderas preocupaciones, los miedos y las aspiraciones frustradas de generaciones de chilenos. ‘Gracias’ a su política neoliberal, Chile favorecía a unos pocos, a los de siempre, a ese 1% que posee todas las riquezas del país; en tanto el 99% restante se endeudaba de por vida, empobreciéndose cada vez mas, mientras que los medios se desentendían del álgido problema ocupados como estaban en contar “maravillas” de un modelo económico que se caía a pedazos y que finalmente terminó por estallar. Como sabéis, los medios tradicionales nunca han cumplido con su deber primordial de buscar la verdad sin sesgos. No es de extrañar por ello que ante las multitudinarias manifestaciones que han sacado a millones de chilenos a las calles a exigir el fin del neoliberalismo, cierran los ojos ante la realidad. Si, como gritan las paredes y las pancartas, “Chile despertó”, todo indica que los medios al servicio de los grupos de poder, siguen aferrados a su mundo de fantasía. Hay un nuevo Chile que los medios tradicionales deben comprometerse a incorporar. Pero se niegan a hacerlo tratando de ocultar lo evidente con sus vomitivas campañas mediáticas de desprestigio de las protestas ciudadanas, pero para su pesar nadie les hace caso. Su descrédito es total. Las encuestas de opinión de los últimos años ya reflejaban una ineludible merma en la credibilidad de periódicos y televisoras. Al preguntar en octubre por las fuentes de mayor credibilidad para los chilenos, el Termómetro Social del Núcleo Milenio en Desarrollo Social y la Universidad de Chile encontraron que la mayoría otorga un puntaje máximo de 7 sobre 7 a los amigos y familiares y un 6 a las redes sociales y la radio. Los diarios apenas obtuvieron un 4,2 y la televisión, un 3,6. Hoy es del 0%. En la segunda semana de protestas, cuando más de un millón de manifestantes llenó la Plaza Italia (rebautizada como Plaza de la Dignidad), los centros de estudiantes de periodismo de buena parte de las universidades de Chile sacaron un comunicado revelador: denunciaban la mediatización de la televisión abierta (Canal 13, TVN, Mega y Chilevisión) en su rol de criminalizar la protesta, recurriendo a la censura, priorizando fuentes gubernamentales - la propaganda del régimen - y tergiversando información al mostrar solo la violencia en las calles, pero no las innumerables violaciones a los derechos humanos cometidas por fuerzas especiales de carabineros y militares con total impunidad como en los oscuros tiempos de Pinochet. Los medios tradicionales en manos de grupos de poder adversos a los cambios, declararon la misma guerra sin cuartel a los manifestantes que anunció Piñera en su primer mensaje televisado, cuando dijo estúpidamente que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso” (?) intentando “justificar” la violenta represión que siguió a continuación, el cual ha dejado hasta el momento decenas de muertos acribillados a balazos por “las fuerzas del orden”, miles de heridos - entre ellos cientos que han perdido la vista producto de los balines utilizados y que les han sido disparados a la cara por esos malnacidos - además de un indeterminado número de “desaparecidos” de quienes nada se sabe . Las críticas por la brutalidad empleada por estos criminales han arreciado pero no han amilanado a los manifestantes quienes van a por todas, esto es la cabeza de Piñera. Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado la violencia estatal contra las manifestaciones y medios internacionales y algunos sitios digitales de periodismo independiente, reportearon el salvajismo de una represión policial que no se veía desde los tiempos de la sangrienta dictadura pinochetista. Ni aun así, los medios tradicionales han dejado de seguir viviendo encapsulados en si mismos, negándose a ponerse a tono con lo que realmente se esta viviendo en la calle. Hubo un canal de noticias que quiso contar la otra cara de la crisis y lo pagó caro: dos importantes anunciantes nacionales (Agrosúper y Juan Sutil) les quitaron su patrocinio. Este caso reveló uno de los grandes problemas del sistema mediático: los medios están más pensados para los anunciantes que para el público. De ellos viven, por lo que deben de ser cajas de resonancia de esos grupos de poder, si no quieren quedarse sin publicidad. Los medios se encontraron en una encrucijada. ¿Por qué camino optar? ¿Las demandas genuinas del 99% de la población o la sobrevivencia publicitaria? O bajan la cabeza o desaparecen. Y optaron por lo primero. A finales de noviembre, la cobertura informativa local continuo de la misma manera: dieron gran cobertura a la propaganda oficialista, invisibilizando a su vez las voces de las víctimas, de los médicos y abogados que los asisten y de organizaciones de derechos humanos, negándose siquiera a mencionar reportes críticos con el gobierno chileno y mucho menos comentar el uso excesivo de la fuerza estatal. La voz de los no escuchados no existe para esa prensa mediatizada, a menos claro que sean mencionados para atacarlos y culparlos de la violencia y el caos que se vive en las calles, que han convertido a Santiago en un campo de batalla, dejándola irreconocible. Incluso para quienes como el que escribe, la conoce desde hace mucho y por cierto, solo me queda lamentar el estado actual en la que se encuentra. Como es obvio, en los carteles y pintadas de las últimas manifestaciones continúan apareciendo feroces críticas a los medios tanto escritos como televisivos. Al no verse representados, los manifestantes se han ensañado con ese “periodismo” que no cuenta la verdad y una muestra de ese rechazo que se lo han ganado a pulso, fue el incendio de la sede del diario El Mercurio, el mas importante del país. En un reciente artículo, la experta en periodismo político Ximena Orchard revela que las voces habituales en la prensa hegemónica, no han variado desde el retorno de la democracia, en la década de los noventa. “El periodismo y sus medios más grandes e influyentes se quedaron en el pasado. Este es un nuevo Chile y han surgido voces más diversas y complejas. En cada barrio, en muchos colegios y universidades, en el campo y en la ciudad se están formando cabildos para discutir las políticas nacionales en pacíficos y acalorados debates. Las mujeres, los artistas, los indígenas y los pensionados están uniendo sus reclamos al repertorio del descontento en el país que irónicamente se presentaba como ‘el más estable’ de América Latina” expresó. No cabe duda que al periodismo chileno le espera un arduo trabajo y muchos cambios si quiere estar a la altura de una sociedad que busca escapar de su oscuro y vergonzante pasado. Los medios tradicionales deben desaparecer por ser responsables con su encubrimiento de la actual situación y ser cómplices de los crímenes de Pinochet por lo que incomprensiblemente aun no han sido juzgados. Será una tarea entonces de los nuevos medios de comunicación que surgirán tras el fin del neoliberalismo, ser faros del conocimiento, indagar en las causas profundas de las injusticias que sufren los chilenos desde hace 46 años y transformar sus hallazgos en soluciones para que esta amarga experiencia iniciada en 1973 nunca mas se vuelva a repetir :)

jueves, 19 de diciembre de 2019

PANETON DURYEA: Una dulce tradición

El panetón, con sus diferentes variedades, sabores y presentaciones, se ha convertido en los últimos años en el protagonista más importante de la mesa navideña en el Perú, donde se consumen millones de estos panes dulces de origen italiano. Como sabéis, los peruanos han adoptado con tanto gusto este tradicional dulce (un pan dulce con frutas confitadas y pasas) que son los mayores consumidores en el mundo luego de los italianos - el cual llega a 5,6 kilogramos al año por hogar - superando incluso a Brasil, el país más grande de Sudamérica, según señalan expertos en el asunto. Se estima que este año, en el Perú se consumirán mas de 30 millones de de ellos, con lo que se seguirá la tendencia del año pasado. Al respecto, un estudio reveló que para el consumidor peruano este pan dulce representa a "un ser muy querido en el hogar", por lo que su presencia en las fiestas navideñas es "indispensable". Es por ese motivo que Unilever, la multinacional británica-holandesa dueño de Duryea, entra por primera vez a la categoría de panetones a nivel mundial y escogieron al Perú para entrar en nuevos mercados. Representantes de Duryea anunciaron que su propuesta “es un producto más nutritivo alineado a las nuevas necesidades del consumidor”. Por ello, Maizena Duryea decidió crear su propia versión de panetón con altos estándares de calidad en Perú, el cual tiene hasta 10% menos de calorías y libre de octógonos. Asimismo, indicaron: “Seguiremos cuidando la alimentación de las familias peruanas, ahora en más categorías”. A diferencia de otras marcas existentes en el mercado peruano, el postre de origen italiano se compone de maizena, que lo convierte más liviano, esponjoso y suave que los demás. Cabe recordar que este artículo nació en la ciudad de Milán hace unos 500 años y hace aproximadamente un siglo llegó al Perú junto con los primeros inmigrantes italianos, quienes lo trajeron como parte de su tradición navideña. "Fueron los comerciantes genoveses los que trajeron la receta del panetón a Perú", donde la receta original se modificó debido a que el panetón milanés (biscocho achatado) no tuvo la acogida esperada, por eso se cambió al pan dulce con forma acampanada y así quedo quedó hasta ahora. Estos alimentos se vendían en las bachiches (como se conocía a los negocios italianos de los barrios de la época) por lo que se pudo adoptar más rápido. Fue en 1950 que se dio el gran salto hacia la industrialización, gracias a los italianos Angelo Motta y Gino Alemagna, unos empresarios que encontraron una oportunidad en el mercado local de los panes dulces. Hoy, en Perú existen aproximadamente 60 marcas y se considera que el sector crece a un ritmo de cinco por ciento cada año. Por cierto, el consumo de este tradicional pan dulce ha dejado de ser patrimonio exclusivo de la época navideña, ya que el 32 % de las familias limeñas lo come también durante las fiestas de la Independencia nacional (28 y 29 de julio) y el 6 % de las mesas peruanas lo tiene en cualquier momento del año. Duryea no quiere dejar pasar la oportunidad y espera tener éxito en esta aventura :)

martes, 17 de diciembre de 2019

EL NIÑO MANUELITO: La “estrella” de la Navidad en el Perú

Producto de la nutrida imaginería religiosa que se gestó a partir de la difusión del cristianismo en América, el Niño Manuelito es como se conoce a Jesús en el Cuzco, ubicada en el sur del Perú. Según se dice, su nombre deriva de una interpretación de la profecía atribuida al profeta Isaías "de que Dios vendrá como un niño al que se llamará Emmanuel, cuyo nombre en hebreo significa 'Dios con nosotros', aunque el mismo texto dice que su nombre original será Jesús". A pesar de que su origen puede rastrearse hasta los tiempos felices del Virreynato, otras versiones sitúan la historia contemporánea de Manuelito en la década de los 70 del pasado siglo - en todo caso la revivió aunque por otras razones - cuando la dictadura velasquista en su ridículo afán de erradicar los símbolos de la Navidad por considerarlos “alienantes e incompatibles con la Revolución” desterró de las fiestas a Santa Claus, el Árbol de Navidad, el Pavo de la Cena navideña, la Chocolatada de Nochebuena y hasta los Belenes, reemplazándolos por elementos “típicamente peruanos” (?) como el Taita Noel, el Molle, el Cuy (Conejillo de Indias), el Mate de Coca y el Niño Manuelito, respectivamente. En referencia a este ultimo - el único que sobrevivió en 1975 a la caída de régimen - se dice que representantes de la comunidad de Vilcabamba llegaron hasta el taller de Antonio Olave, uno de los artesanos más conocidos del Cuzco en el siglo XX y le pidieron restaurar una imagen de madera del niño Jesús "que había sido rescatada de las profundidades de un abismo". Olave escuchó la historia de un pastorcito que se clavó una espina en un pie para consolar a un amigo que pasaba por el mismo percance, y quedó tan impresionado con el cuento que se convirtió en su inspiración para recrear al Niño Manuelito de la época española, aunque en esta ocasión se caracterizaba porque la imagen del niño Jesús vestido con trajes típicos,  tenía una espina en el pie. Rápidamente, esta imagen pasó a formar parte de la cultura del Cuzco y hoy adorna la gran mayoría de ‘nacimientos’ en el Perú - como allí denominan a los Belenes - tanto en las iglesias como en las casas. Esa leyenda explica porqué Manuelito es también conocido como el "Niño de la espina" y se le representa con una de estas esquirlas clavada en un pie. Sin embargo, existe una diversidad de representaciones iconográficas de Manuelito en diferentes localidades del Cuzco. Estas pueden ser: sentado en un trono, echado, dormido en el pesebre, llorando con una espina en el pie ("niño de la Espina"), envuelto en pañales (Waitasqacha), como niño pastor, o el niño Varayoq (con la vara de autoridad comunal), como las versiones más conocidas. Desde la antigua capital del Imperio de los Incas, esta iconografía fue distribuida a una amplia región de los Andes e incluso pueden encontrarse vínculos con el niño Chaperito de Canta, en Lima, o el niño Lachocc de la región sur andina de Huancavelica. Otro dato notable es que en algunas localidades se cree que el niño Manuelito no es otra versión del niño Jesús, sino un personaje distinto de éste. Al niño Manuelito se le atribuye un carácter travieso propio de su edad y se cree que su imagen, entendida no como una representación sino como la dimensión corpórea del personaje real, puede salir a jugar y a recorrer los pueblos, por lo que estas imágenes deberán ser guardadas en urnas o cajas de cristal, o incluso estar encadenadas, para evitar que escapen. Como podéis imaginar, en el Cuzco Manuelito es la figura principal del Santurantikuy, feria de imaginería artesanal en que se arman escenificaciones de la Natividad a modo de ‘nacimientos’ y que se realiza en la Plaza Mayor de la ciudad. En esta feria se venden los adornos en plata y los vestidos que se colocarán cada año a la imagen del niño que, según se supone, va creciendo y, por tanto, las prendas del año anterior "ya le han de quedar chicas". La gran valoración que tiene la imaginería tradicional cuzqueña ha hecho que especialistas en arte tradicional de diversos países adquieran Manuelitos, algunos de ellos vestidos con trajes de plata. No cabe duda que esta costumbre pervive especialmente en el interior del país debido a la profunda religiosidad que profesan :)
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