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sábado, 10 de agosto de 2024

VENEZUELA: Un país secuestrado

El drama que vive el país llanero desde hace 25 años no tiene cuando acabar y ha degenerado en una situación explosiva producto del megafraude orquestado por el dictador Nicolás Maduro para eternizarse a como dé lugar en el poder, ya que tanto este usurpador como sus secuaces saben perfectamente que el dejarlo significaría la cárcel e incluso la muerte para ellos (especialmente para su número dos, el impresentable Diosdado Cabello, como para su ministro de Defensa, el narcogeneral Vladimir Padrino López). Pero esta tragedia comenzó desde mucho antes que Hugo Chávez ganase las elecciones mediante la demagogia y el engaño, en 1999. En efecto, diez años atrás, en 1989, comenzaba el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP), que prometía corregir los desastres de su desastroso populista primer gobierno, avizorándose el fin del clientelismo y la inauguración de una época de prosperidad liberal para Venezuela. Los celos minúsculos de la política tradicional, particularmente los de su propio partido, Acción Democrática, y los sindicalistas de la CTV, junto a la arrogancia de CAP, que siguió en su periplo mundial sin atender el descontento interno por unas políticas necesarias pero incomprendidas, por falta de una buena comunicación de ellas por el gobierno, culpa de los “genios tecnócratas” que no sabían de política, y el que sabía, CAP, no se dedicó a ejercerla. Ese fue el comienzo de la actual tragedia venezolana: la incomprensión de un plan liberal necesario dio pie a que lo aprovecharan los enemigos de la democracia desde dos flancos: por un lado, la izquierda radical, que con “el Caracazo” hizo el ensayo exitoso de la utilización del descontento popular para las protestas subversivas, hoy utilizadas por el socialismo del siglo XXI para imponer sus gobiernos en Chile y Colombia. Por otro lado, los añorantes de una Venezuela dictatorial, los Notables, que hicieron la “revolución de los náufragos”, de quienes se aprovechó la izquierda golpista incrustada en las FAN, que llevó al 4F y con la traición de Rafael Caldera al acabar con su propio partido - Copei - y apoyar a Chávez, sobreseyendo escandalosamente su causa, llevó a que en Venezuela se llevase con éxito la infame estrategia del Foro de Sao Paulo, de la toma del poder por la vía electoral, para acabar desde dentro con la democracia. La estulticia del liderazgo democrático llevó a que la Corte Suprema de Justicia aprobase la inconstitucional Constituyente y que desde ese momento los políticos inculcasen la falsa idea de que “Venezuela no es Cuba” y se aferraran a la tontería de tener como estrategia solamente la vía electoral, la cual duro 20 años para que recién se comenzase a reconocer que había en el país una dictadura comunista y una “oposición” colaboracionista que siempre se doblegó ante las patrañas del chavismo, lo que llevó a la frustración e indiferencia política del pueblo venezolano. Si bien es cierto que desde comienzos de siglo con Súmate descolló María Corina Machado, quien propuso una vía liberal radical para Venezuela, fue incomprendida y aislada por los políticos tradicionales porque ella señalaba que la vía electoral como única estrategia para acabar con el régimen era un grave error, motivo por el cual fue segregada por la colaboracionista MUD. Ante ese panorama, Machado decidió cambiar la forma de ganarle al régimen utilizando sus propias reglas. Pero muchos venezolanos no entendieron su giro radical en el 2023 de aceptar la farsa electoral e ir a unas primarias que formaban parte del libreto del régimen y los colaboracionistas para postular un candidato títere que legitimase la proclamación de Maduro luego del fraude preparado con antelación. Hubo quienes votaron a regañadientes por ella en las primarias, porque no creían en la farsa electoral, lo cual quedó reflejado plenamente cuando a pesar de su triunfo, el régimen impidió que fuera la candidata, por lo que la oposición en una barrera contra el tiempo proclamase a Edmundo Gonzales como su representante. El chavismo permitió su participación porque al ser poco conocido creían que no tenía opción alguna. Pero se equivocaron. Lamentablemente, el pasado 28 de julio, cerca de 8 millones de venezolanos residentes en el exterior fueron impedidos de participar en los comicios para apoyar su candidatura, lo cual busco ser aprovechado por el régimen, pero la abrumadora mayoría de quienes lo hicieron - algo así como el 70% - rechazaron a Maduro, quien ordeno que fuera proclamado casi de inmediato como “ganador” por el organismo electoral controlado por el chavismo, negándose hasta el momento a dar a conocer las actas que muestran su contundente derrota. El fraude había quedado consumado. O al menos, así lo creen. Ello sin embargo ha reforzado la idea primigenia de Machado de que las elecciones no son la salida de la dictadura en Venezuela, porque estos controlan firmemente todo el aparato del Estado, para seguir haciendo lo que les venga en gana, mediante una salvaje represión tanto por parte de la policía bolivariana como de los colectivos chavistas, para acallar a sangre y fuego toda oposición. Siempre se ha señalado que las dictaduras comunistas no se derrotan con elecciones, por lo que sería conveniente que se siga la estrategia de la resistencia civil, como se hizo en la Europa oriental en los noventa, que derroco a esos sangrientos regímenes impuestos en 1945 por el genocida Stalin y que fueron barridos uno tras otro cual frutos podridos de un árbol carcomido hasta sus raíces, junto con el colapso y desaparición de la propia Unión Soviética. Ahora, muchos entienden la estrategia de María Corina, cuya extraordinaria capacidad de liderazgo, ideas firmes y una acción coherente con ellas, hiciera que su participación electoral utilizando las mismas armas del chavismo tenía tres fines: 1) arrinconar al liderazgo colaboracionista de la oposición, ya que con su arrollador triunfo en las primarias se convirtió en la líder indiscutible de la oposición pudiendo así imponer su estrategia de lucha frontal al régimen; 2) desnudar el fraude montado por Maduro, y con su experiencia en el sistema electoral venezolano, conformó una extraordinaria maquinaria diseñada para tener las pruebas del fraude y así denunciar de manera incontrovertible la farsa del chavismo; y 3) A partir de esto, ahora sí conformar la resistencia civil , basada en el enorme descontento popular con el régimen asesino y su hastío con la debilidad de la oposición a Maduro, que unido a su magnetismo en la población aseguran el compromiso popular en la lucha por recuperar la libertad secuestrada. Sin embargo, la resistencia democrática venezolana liderada por María Corina no la tiene fácil, ya que en primer lugar, hay que hacer frente a la salvaje represión del régimen tiránico comunista de Maduro; En segundo lugar, con la impaciencia de la mayoría de la población, que no entiende la necesidad de un proceso y quiere la solución inmediata, la resistencia es repito, un proceso, y por lo tanto lleva tiempo, si se hubiese iniciado desde el fraude del revocatorio hace tiempo que se hubiese salido de la dictadura, pero es ahora que se comienza, entonces, el fraude descarado es el principio del fin, pero, insisto eso lleva tiempo. Finalmente tendrá que luchar con la inmoralidad del establishment tanto el nacional como el de afuera: el primero que pone con antelación los intereses particulares que el interés nacional, como se ve en la mayoría del empresariado con Maduro; mientras que el segundo, ejemplificado por la cobardía del discapacitado físico y mental de Joe Biden, que presionado por el ala de la izquierda radical de su partido, para que la diplomacia estadounidense esté al servicio de la tiranía, como se ve en el levantamiento de las sanciones al régimen, así como de la liberación de Alex Saab, el conocido testaferro de Maduro, a cambio del fraude colosal perpetrado por el régimen, y ante el cual todavía no se atreve a hacer más que expresar una cínica “preocupación” y por aquellos países e instituciones internacionales que son cortesanos del régimen al no actuar con firmeza y presteza ante la salvaje tiranía chavista. A propósito de esto, Perú es de nuevo un ejemplo paradójico de democracia, el único país con presidentes presos por corrupción y el único que más allá de palabras vacías hizo lo correcto: ser el primero en reconocer al diplomático Edmundo González como presidente constitucional de Venezuela. Este país, otrora el más rico del continente, que acogió a millones de latinoamericanos y europeos, vive hoy en la absoluta miseria, bajo una opresión tiránica de un régimen comunista, la desidia de sus élites empresariales y la indiferencia del sistema internacional, que no apoya la épica lucha del pueblo venezolano por la democracia. Afortunadamente tiene en González, que como presidente constitucional de la resistencia sabrá imponer sus conocimientos, bonhomía y experiencia y en María Corina, como líder firme en sus ideas y coherente en sus acciones, está posicionada para conducir el proceso de resistencia qué llevará a la implosión del régimen chavista, tarde o temprano ella logrará su meta de liquidarlo y enviarlo al basurero de la historia. Edmundo González será un presidente de la transición democrática, con calma y cordura, quien llevará este proceso y María Corina, será la Rómulo Betancourt del siglo XXI, la líder que llevó de nuevo la democracia al país como él lo hizo el siglo pasado. Mientras tanto Venezuela seguirá viviendo la tragedia de una tiranía del denominado socialismo del siglo XXI, la cual que sirva esta advertencia a los demás países del continente, que agazapado busca la destrucción de sus pueblos, por medio de la destrucción de la democracia. (Por cierto, no sorprende que la izquierda latinoamericana - en especial los gobiernos de Brasil, Colombia y Méjico - apoyen en bloque a la tiranía, porque en el fondo tienen los mismos objetivos, como Gustavo Petro por ejemplo, quien busca imponer una constituyente en su país para reelegirse indefinidamente. En el Perú, Antauro Humala sueña con lo mismo y como era de esperar, ha salido para apoyar el fraude montado por el sátrapa venezolano. Me pregunto ¿Maduro financia su campaña tal como Chávez lo hizo con su hermano Ollanta? Habría que investigarlo... No cabe duda que el diablo los cría y ellos se juntan)

martes, 6 de agosto de 2024

LOS HÚSARES DE JUNÍN: Legado de Libertad

El 6 de agosto de 1824, mientras Simón Bolívar huía cobardemente del campo de batalla - como siempre - los Húsares del Perú derrotaron inesperadamente a las fuerzas españolas en Junín, marcando un hito resplandeciente en la lucha la independencia del país andino, convirtiendo una inminente derrota en una victoria épica que preludió la libertad del Perú y de toda América. Este año, al cumplirse 200 años de su creación, los Húsares de Junín regresaron al Palacio de Gobierno como símbolo imperecedero de aquella gesta. Ante todo, cabe precisar que se le denomina húsares a una unidad militar de élite. Esta surgió en Hungría y estaba constituido por veinte jinetes. Con esta caballería hicieron frente al decadente Imperio otomano en varias ocasiones, ocasionándole continuas derrotas. Su gran desempeño sirvió de estímulo para que otros países adoptaran este tipo de formación. Con el tiempo y los cambios tecnológicos, los húsares, en algunos países, se transformaron en unidades de blindados. Sin embargo, en el Perú se transformaron en las guardias de honor de los presidentes. Desde entonces, la labor de los Húsares de Junín ha sido compartida por la Caballería Mariscal Nieto, la cual habitualmente ha custodiado el Palacio de Gobierno y solo por este año - debido a la celebración del Bicentenario de las Independencia - los Húsares han tomado la posta. Cabe recordar que el 18 de agosto de 1821, el Libertador José de San Martín formó la Legión Peruana de la Guardia, designando el escuadrón del capitán Pedro Benigno Raulet como base para formar dos escuadrones de húsares, que se integrarían a la Legión bajo el mando general de Guillermo Miller, teniente coronel. En 1822, estos escuadrones evolucionaron para formar el Regimiento de Caballería Húsares de la Legión Peruana de la Guardia con cuatro escuadrones. El cuarto escuadrón, bajo el mando del coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente, se organizó en Trujillo. Al año siguiente, en el norte del país, se estableció el Regimiento Coraceros del Perú basado en el cuarto escuadrón. Posteriormente, este regimiento se fusionó con los restos de los húsares de la guardia y pasó a llamarse Húsares del Perú. Bajo el liderazgo del coronel Antonio Placencia, participaron en la batalla de Junín. La victoria conseguida ese entonces, marcó un momento decisivo para el Perú y Sudamérica. Como sabéis, el 6 de agosto de 1824, en la meseta de Bombón, Junín, se desarrolló una de las batallas decisivas para la independencia del Perú. Las fuerzas realistas, encabezadas por el general José de Canterac, se retiraban de la zona por estrategia, pero parte de la caballería del ejército libertador les dio alcance, por lo que Canterac mandó a repelerlos inmediatamente. El éxito parecía sonreír a España, ya que las formaciones de los insurgentes que entraron en combate sufrieron grandes bajas y presas del pánico, empezaron a retirarse, con Bolívar a la cabeza, quien en apresurada fuga ya se resignaba a la derrota. Sin embargo, una unidad no había participado aún en el combate: los Húsares del Perú. El mayor José Andrés Rázuri comunicó a esta formación la orden falsa de atacar. Liderados por el coronel Manuel Isidoro Suárez, los Húsares ejecutaron una maniobra audaz y veloz, atacando uno de los flancos de la caballería realista. Este movimiento, que tomó por sorpresa a los realistas, desorganizó y causó gran confusión en sus filas. La ofensiva de los patriotas obligó a los contrincantes a una retirada desordenada. Tras esta hazaña, Bolívar decidió renombrar el regimiento Húsares del Perú como Húsares de Junín en honor a su destacado desempeño en este conflicto bélico. La acción de los Húsares fue decisiva para la victoria del ejército libertador en la batalla de Junín. Sin necesidad de usar armas de fuego, valiéndose únicamente de sus sables y lanzas, la caballería patriota logró una de las victorias más trascendentales en la guerra de independencia. Este triunfo elevó la moral de las tropas independentistas y preparó el terreno para la contienda de Ayacucho, que se libraría el 9 de diciembre de ese mismo año, la cual sellaría la independencia del Perú y de gran parte de Sudamérica.
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