Si bien en esta época del año las canciones festivas suenan en todas partes, muy pocas personas conocen su verdadero origen. Como sabéis, con la llegada de diciembre y la Navidad junto a él, se empiezan a escuchar en la radio y en reuniones familiares aquellas canciones dignas de la época, como son los villancicos navideños, una de las tradiciones más importantes de esta festividad alrededor del mundo. Según la tradición cristiana, los primeros villancicos navideños “fueron cantados por los ángeles para celebrar el nacimiento del niño Jesús”. Sin embargo, el origen de estos cánticos se da mucho tiempo antes de que la Iglesia Católica se “apropiara” de ella, tal como hizo con la Navidad, el Halloween y la Pascua, entre otras celebraciones paganas, que fueron “cristianizadas”. La historia de estas composiciones tiene una relación fuerte con ciertas tradiciones culturales, religiosas y literarias que fueron evolucionando con el paso del tiempo. Ante todo, cabe precisar que la palabra ‘villancico’ se genera del término ‘villano’, que en la antigüedad hacía referencia a las personas que vivían en las villas. En un inicio, estas canciones eran poemas cantados que contaban en ellos historias del día a día y eventos festivos. Más adelante a pesar de su origen pagano, los villancicos se “incorporaron” a la liturgia cristiana. La reforma protestante trajo como consecuencia un gran florecimiento de la composición musical religiosa. Los villancicos ganaron en popularidad luego de la reforma en los países donde las iglesias protestantes tenían protagonismo (como es bien sabido Martín Lutero fue autor de villancicos y promocionó su uso en el culto). Esto fue una consecuencia del hecho que la reforma luterana acogía amablemente la música. Por otra parte, hubo una fuerte oposición inicial por parte de algunas denominaciones protestantes encabezadas por el calvinismo, que rechazaba cualquier forma superficial de culto. Durante la dictadura del puritano Oliver Cromwell en Inglaterra se llegó a prohibir toda celebración de la Navidad. Pero otras ramas del protestantismo favorecían el uso de la música en las celebraciones religiosas en detrimento de otras formas de devoción usadas por la Iglesia católica. Por este motivo en los siglos sucesivos se compusieron numerosos himnos, motetes y otras obras religiosas de muy diverso género, favoreciendo así la popularización de las canciones navideñas. Durante el Renacimiento y el Barroco, los villancicos adquirieron un carácter más elaborado y religioso. En España, se interpretaron en las catedrales como parte de las festividades litúrgicas, sobre todo en Navidad. Luego, este estilo eclesiástico llegó al continente americano durante el periodo de colonización y fueron utilizados por los misioneros como herramienta para ayuda de la evangelización. En América Latina, los villancicos se enriquecieron con influencias locales, como toques indígenas y algunas tradiciones africanas, que poco a poco fueron aportando ritmos y tonalidades únicas a cada una de las composiciones. Es por esto que estos cantos no solo difundían mensajes de la religión, sino que también reflejaban la diversidad cultural de la época. Con la llegada del siglo XIX, se marcó un cambio significativo en los villancicos. En Europa, comenzaron a popularizarse las canciones navideñas con melodías sencillas y letras dedicadas al nacimiento de Jesús y otros eventos relacionados con este. Muchas de estas piezas trascendieron fronteras, como Silent Night (Noche de Paz), que fue compuesta en Austria en 1818 y se convirtió en un clásico universal. Para el siglo XX, la influencia de los medios de comunicación y la facilidad que se tenía en la época para mover mensajes, contribuyó a la creación de villancicos modernos. Como podéis imaginar, en Estados Unidos, surgieron canciones navideñas que mezclaban temas religiosos y seculares, como “Jingle Bells” o “White Christmas”, que son conocidos de manera mundial hasta la actualidad. Hoy en día, los villancicos representan una unión estrecha entre tradiciones ancestrales y las celebraciones navideñas actuales. Se cantan en iglesias, reuniones familiares y espacios públicos, con la intención de continuar con las tradiciones del espíritu de unión navideña.