A medida que se acercan las elecciones generales el país andino - programadas para el 2026 - van surgiendo cada día agrupaciones fantasmales de lo más disimiles sin programa de gobierno, ni ideario alguno, conformada por oportunistas que se juntan a última hora para conformar un “partido” quienes se aprovechan de la ignorancia de los peruanos para ver si los engatusan con los ofrecimientos más disparatados y así voten por ellos para lograr ingresar al Estado - ya sea en el Ejecutivo o Legislativo, así como a las municipalidades y los gobiernos regionales - para robar a manos llenas todo lo que se pueda. O en todo caso, de lograr su inscripción ante el JNE, lo ofrecen al mejor po$$$tor, “reservándose” como condición innegociable los primeros puestos de la lista al Congreso, buscando asegurar su entrada al Parlamento. Son los llamados “vientres de alquiler” y en el Perú lamentablemente existen muchos de ellos, todo por culpa de un lagarto en componenda con la basura caviar. En efecto, la reforma política impulsada por golpista Martín Vizcarra - que actualmente está siendo juzgado por corrupción - y la Comisión “de Alto Nivel”, presidida por el caviar Fernando Tuesta Soldevilla, son los responsables de que el número de los llamados eufemísticamente “partidos políticos” se haya multiplicado hasta el infinito. Con un electorado superior a los 26 millones, el país observa cómo los requisitos laxos para la formación de estas agrupaciones fantasmales, ha incentivado el surgimiento de numerosos "vientres de alquiler" que en los próximos comicios generales ofrecerán a centenares o incluso miles de advenedizos un lugar en sus listas parlamentarias. Hoy “gracias” a esa reforma, no se requiere de un programa de gobierno, ni mucho menos de un ideario o filosofía política, por el contrario los peruanos están comprobando como si se tratara de un emprendimiento personal, sujetos inescrupulosos han logrado - nadie sabe cómo - la inscripción de nuevas agrupaciones políticas ante el Registro de Organizaciones Políticas, como si se tratara de alcanzar el ansiado sueño de la "casa propia". Sobre ellos, el analista político José Carlos Requena explica que “son estas marcas, logos partidarios que están a disposición de candidatos que de pronto se manifiestan como potenciales [presidentes o congresistas] o potentes en el contexto de gran precariedad institucional de todos los partidos políticos. Son registros que se activan básicamente al mejor postor, estos muchas veces son candidatos que cuentan con caudal electoral, grandes simpatías y, en algunos casos, con recursos económicos. Al no tener una actividad política real ni liderazgo propio, ponen a personajes con liderazgo y adhesión del electorado” asevero. "Estos partidos pueden, por lo tanto, cambiar de izquierda a derecha o de programas en cada elección según quien haya asumido el alquiler en dicha oportunidad”, explico. Como recordareis, el Jurado Nacional de Elecciones, hasta hace poco presidido por el cuestionado Jorge Salas Arenas (alias ‘Camarada Coquito’) de una forma escandalosa dio trámite y sin fiscalización alguna a la inscripción del número de ‘militantes’ y la existencia de Comités Regionales y Provinciales a lo largo del país. Hace años la Ley de Partidos Políticos fue aprobada durante el régimen de Alejandro Toledo (hoy pudriéndose en la cárcel por corrupto y ladrón, en la misma cárcel donde está recluido el golpista Pedro Castillo) bajo el auspicio - cuando no - del entonces Jefe de la ONPE, el infame Fernando Tuesta Soldevilla. Históricamente los partidos políticos no necesitan de leyes para existir, pero ahora las leyes y reglamentos han "burocratizado" el ejercicio de la política, pasando a un segundo plano el papel de los militantes y la adhesión de éstos a ideales y programas de gobierno. Actualmente, los cuestionados organismos electorales como el JNE y la ONPE, cuentan con un número indeterminado de funcionarios, para aparentemente controlar y fiscalizar a los partidos ya inscritos o de lo contrario otorgar la partida de inscripción a las nuevas organizaciones políticas. Todo es una farsa, como ocurrió en el 2021, cuando el Jurado Nacional de Elecciones autorizó no solo la inscripción de un organismo de fachada de Sendero Luminoso, como Perú Libre, sino también de su candidato analfabeto y mononeuronal Pedro Castillo, quien mediante el fraude logro “ganar” los comicios. Era la política como emprendimiento, como oportunidad laboral o como vía para llegar al poder con claros propósitos de hacer uso y abuso del erario nacional. Hoy un partido político sólo requiere de 25 mil militantes, con todo derecho nos podemos preguntar, si las decenas de partidos políticos tienen esa cifra de militantes activos. Estamos seguros que si de una manera aleatoria se realizara una auditoría electoral, podría determinarse que los “militantes”, no cumplen con esa condición. Y quienes aparecen como retales en sus listas, tal vez ni siquiera recuerdan que se hayan inscrito en determinado “partido”. De esta manera, el sistema político y el sistema de partidos políticos en el Perú ha sido precarizado por aquellos que han actuado intencionalmente para alentar el caos y la confusión electoral. Como sabéis, para la inscripción de un partido político son contratados "especialistas" con formación en Ciencia Política o con experiencia como militantes de partidos ya inscritos. Si es posible dar vida a una empresa o una sociedad abierta o cerrada, actualmente es posible dar nacimiento a una nueva “agrupación política”. En el actual Congreso, los grupos parlamentarios se han escindido, formándose más de diez bancadas. El transfuguismo está vigente y es visto como un “derecho” y no como la muestra de la podredumbre del sistema político peruano. Por el contrario, la llamada “democracia” estadounidense con dos grandes partidos políticos (que básicamente son lo mismo, financiado por los sionistas para controlar sus intereses) ha dado ‘estabilidad’ al sistema político, más allá de coyunturas - como que un discapacitado físico y mental llamado Joe Biden este en la Casa Blanca, a pesar de que se trata de un viejo senil, al que le dictan que decir o que hacer - y adversidades nacionales o internacionales, que afronte ese país. El próximo 20 de enero prestará juramento el electo presidente Donald Trump para un período de cuatro años. Por su parte en el Reino Unido, hace poco el desacreditado partido Laborista ha asumido el gobierno, sin que ello signifique un riesgo institucional para el caduco y anquilosado sistema político inglés, que sería muy largo tratar aquí. El Perú requiere de verdaderos partidos con ideario y filosofía política, cuyos militantes sean capaces de debatir política e ideológicamente con sus oponentes, y no el espantajo que es su clase política, representados por un cerdo (López Aliaga), la hija de un dictador (Keiko Fujimori), un prófugo de la justicia (Vladimir Cerrón), un asesino de policías (Antauro Humala) o un cacique provinciano de lo más ridículo (César Acuña) como sus principales “referentes” ¿A que no es patético? En un escenario internacional cambiante, el Perú no puede pretender crecer sostenidamente, si no es capaz de construir un sistema de partidos políticos, cuyos militantes sigan ideales, tengan un sentido de identidad y compromiso con su organización política. Si partidos como el APRA fue capaz de sobrevivir a largos períodos de proscripción política, se debió a la convicción y lealtad fanática de su militancia, que hoy por cierto ha desaparecido junto con esa agrupación. En los años ochenta con la presencia de decadentes agrupaciones como Acción Popular, el Partido Popular Cristiano, la Izquierda Unida y el APRA se vislumbraba ilusamente la formación de un sistema de verdaderos partidos políticos. Nada más falso. La victoria de Kenyo Fujimori en 1990 y el autogolpe del 5 de Abril de 1992, representaron el fin de la carrera política de más de una generación de políticos tradicionales. La existencia de una sola Cámara y la aprobación de un nuevo Reglamento del Congreso, pretendieron abreviar y simplificar la labor parlamentaria. Pero la actual existencia de decenas de “partidos”, no representa un avance institucional, ya que en realidad no representan a nadie. No esta demás sugerir que el periodismo de investigación podría realizar una investigación periodística breve, sobre la inscripción de tantos “partidos políticos” y quienes lo financian. ¿Alguna vez por ejemplo, la desconocida señora Lee de Somos Perú ha concedido una entrevista a un medio local, sabemos algo de la trayectoria política de la Presidenta de ese “partido político” que cuenta con bancada parlamentaria, con Alcaldías y Gobiernos Regionales? No debemos olvidar que otro cascaron vacío como Podemos liderado por José Luna Gálvez tiene causas pendientes en el Poder Judicial, ni tampoco olvidar la existencia de "los Niños de Acción Popular" que han hundido en la ignominia más absoluta a esa agrupación. Otro caso similar es de APP del cacique César Acuña, que gracias a su dinero y a la universidad de su propiedad, demuestra cómo es más fácil organizar un “partido político” que cuenta con solvencia financiera y a la par ofrece profesionalizar a sus “militantes”, sin imponer una valla académica alta. Por otro lado, es innegable que la minería ilegal y el narcotráfico tienen directa relación con el financiamiento de determinados “partidos políticos” y manejan el Congreso a su gusto, como es cierto que aportes procedentes del narcotráfico han financiado campañas electorales. Asimismo, la trama de Odebrecht no ha sido ajena a la vida de los gobiernos en los últimos lustros. Alan García se quitó la vida para no ir a la cárcel al descubrirse sus negociados con aquella empresa brasileña, Alejandro Toledo fue condenado por esa misma razón, mientras que Pedro Pablo Kuczynski, Ollanta Humala y Martin Vizcarra están siendo juzgados por igual motivo. La política como ciencia, debería ser instrumento al servicio de causas superiores compatibles con la defensa de la libertad, cosa que no sucede en el Perú. Es bueno recordar que el velasquismo desde el SINAMOS, satanizó a los partidos políticos, tampoco olvidar que la aparente obstrucción de la llamada "partidocracia" fue la causante principal del golpe del 5 de Abril de 1992 perpetrado por Kenyo Fujimori. Tras la caída de la dictadura en el año 2000, los viejos y decadentes partidos políticos como AP, el PPC y el APRA, así como las múltiples agrupaciones de “izquierda” pretendieron volver a las andadas, pero su descredito era total y terminaron desapareciendo no por obra de una ley, sino por el desprecio ciudadano que se lo ganaron a pulso, dando paso a los “vientres de alquiler” que hoy pululan. Es el momento de ponerles fin de una vez por todas, pero lamentablemente nada de ello ocurrirá ya que para el 2026 se anuncian que hasta 50 “agrupaciones” participaran en dichos comicios, por lo que no es de extrañar que una de esas listas con menos del 10% va a tener posibilidades de pasar al balottage, tal como sucedió el 2021, y las consecuencias de ese desastre de elegir en esa oportunidad a los dos peores - un filosenderista y la hija de un dictador- lo están pagando ahora mismo los peruanos, quienes fieles al castigo, apostaran por lo mismo, con la única diferencia que en lugar de Castillo, su lugar podría ocuparlo un adicto a la marihuana como Antauro Humala... pobre país. (Por cierto, ha quedado al descubierto la maniobra de las encuestadoras que trabajan con la prensa basura de exigir dinero a cambio de favorecer a sus “donantes” subiéndoles algunos puntos en su “aprobación”. Vaya miserables)