PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN: La Fortaleza del Real Felipe (Callao)
Símbolo del poderío español en América del Sur y cuyo comandante, el Brigadier Ramón Rodil resistió heroicamente durante dos años el asedio de los insurgentes tras desconocer la Capitulación de Ayacucho - firmada en 1824 por quienes fueron derrotados en aquella contienda - la fortaleza del Real Felipe (construida por el Virrey José Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda, en el siglo XVIII en la bahía del Callao) protegía a la capital del Virreynato del Perú de los ataques de corsarios y piratas enviados al Pacifico tanto por Inglaterra como por Holanda para intentar apoderarse de esas tierras y vaya que lo intentaron en diversas ocasiones, pero fracasaron en su intento. Se trata de una de las pocas obras de arquitectura militar que existen en el Perú y es la más grande que construyeron los españoles en América. Fue conocida también - en conjunto con los fuertes “San Rafael” y “San Miguel” - como los “Castillos del Callao”. Su nombre fue elegido en honor de SM el rey Felipe V, que había fallecido en 1746. Posteriormente fue renombrada por José de San Martín como “Castillo de la Independencia” al iniciarse la etapa republicana, recuperando su nombre original durante la dictadura de Augusto B. Leguía en 1925. Tiene la forma de un pentágono irregular ocupando un área de 70 000 m², con un baluarte en cada uno de sus cinco vértices. Los baluartes llevan los nombres del Rey, la Reina, el Príncipe, la Princesa, San Carlos y la Natividad. Además de ellos dispone de dos torreones: el Rey y la Reina (este último torreón mira hacia el mar, en dirección oeste), así como cinco murallas: la del Camino Real, de la Marina, Camino de Chucuito, la Marcelosa y la de Camino de la Magdalena. Posee dos puertas: la Principal, que está en la muralla del Camino Real, y la del Perdón, que está en la muralla Camino de Chucuito. Cabe destacar que en dirección norte desde la fortaleza se hallaba el Fuerte San Miguel y al sur se encontraba el Fuerte San Rafael. Como sabéis, durante los felices tiempos del Virreynato, El Callao era el puerto por donde se embarcaban las riquezas de la región con rumbo a España. Por esta razón fue víctima de constante ataque de parte de los enemigos de la Metrópoli. Por ese motivo, y para proteger el puerto, el virrey Pedro de Toledo y Leiva dispuso su fortificación, construyendo entre 1640 y 1647 las murallas que rodearon el entorno de la ciudad. Pero un terremoto en 1746, al que siguió a los pocos minutos un maremoto, destruyó gran parte del puerto, dejándolo desprotegido. Es entonces que el virrey Manso de Velasco, ordenó la construcción de una fortaleza. Así, el 29 de diciembre de 1746 se aprobó el diseño presentado por el matemático y arquitecto francés Luis Godin y los españoles José Amich y Juan Francisco Rossa. Fue una de las más grandes obras de arquitectura que realizó España, con un costo de tres millones de pesos. Para esta se utilizaron bloques de piedra traídos de las canteras de la isla San Lorenzo y de los restos desenterrados de las antiguas murallas destruidas por las catástrofes. Pero en 1782, el virrey Manuel Guirior notó que la fortaleza era vulnerable a un “golpe de mano” por sus flancos. Por ello decidió construir dos pequeños fuertes, llamados “San Miguel” y “San Rafael”, que se hallaban a corta distancia hacia ambos lados del recinto completando el sistema defensivo de “Los Castillos del Callao”. La fortaleza permaneció sin mayores incidentes hasta 1806 cuando se empezó a gestar la independencia del Perú. Fue entonces cuando el virrey Fernando de Abascal ordenó construir un almacén para las armas y la artillería, así como un aljibe que pudiera contener agua para abastecer a dos mil hombres por cuatro meses de ocurrir un sitio a la fortaleza. Precisamente, el Almirante Guillermo Brown realizó un bloqueo al puerto del Callao el 21 de enero de 1816. Al mando de una flotilla, Brown capturó algunos barcos españoles y bombardeó el puerto sin causar mayores daños. Fueron contestados por los cañones de los castillos y de las baterías terrestres, que obligaron a retroceder a los atacantes. El 16 de enero de 1819, la fortaleza rechazó el ataque de la escuadra libertadora del almirante Lord Thomas Cochrane durante el gobierno del virrey Joaquín de la Pezuela. Ese intento infructuoso obligó al general José de San Martín a entrar a la capital por Pisco y no por el Callao. Una vez declarada la independencia, se ordenó el sitio de la fortaleza, que se hallaba bajo dominio español al mando del general José de La Mar. El 19 de septiembre de 1821, al ver la escasez de alimentos y la amenaza de epidemia que sufrían sus tropas, La Mar decidió entregar la plaza y unirse a las fuerzas independentistas. San Martín entonces renombró la fortaleza bautizándola como “Castillo de la Independencia” La fortaleza volvió a dominio español tras la Sublevación del Callao realizada en 1824, tomando el mando de esta el brigadier Ramón Rodil, quien resistió hasta el 22 de enero de 1826, en que entregó la plaza al ver que la ayuda de España no llegaba. Posteriormente en 1866, durante el combate de 2 de mayo, el fuerte fue una de las líneas defensivas peruanas contra la flota española al mando del almirante Casto Méndez Núñez. El último suceso militar de la fortaleza fue durante la Guerra del Pacífico, en la cual la fortaleza impidió el desembarco de la escuadra chilena al mando del almirante Galvarino Riveros Cárdenas en el Callao. El castillo sobrevivió a la guerra, pero no sucedió lo mismo con los fuertes “San Rafael” y “San Miguel”, que fueron completamente destruidos por los invasores. Hubo que esperar hasta 1925, cuando por disposición del dictador Leguía, se realizaron los trabajos de restauración del recinto, retomando el nombre original de Fortaleza del Real Felipe. Actualmente su uso es turístico, sirviendo como sede del Museo del Ejército del Perú :)