Como sabéis, este 7 de junio se celebra en el país andino el Día de la Bandera en honor a un nuevo aniversario de la infausta Batalla de Arica, en la que Francisco Bolognesi perdió la vida defendiendo al Perú y su bandera de las tropas invasoras chilenas, la misma que el filosenderista Pedro Castillo pretende reemplazar por un trapo colorado similar al boliviano, demostrando con ello su perfidia y traición. Es por ese motivo que en esta oportunidad es conveniente conocer al detalle quién fue este coronel del Ejército Peruano y por qué es considerado como uno de los héroes más importantes del Perú. Hijo de un padre italiano y una madre arequipeña, Francisco Bolognesi nació el 4 de noviembre de 1816 en una casa de la cuadra 1 del jirón Cailloma, en Lima. A los 8 años se mudó a Arequipa con su familia. Tras la muerte de su padre (1834), dejó los estudios y se dedicó a trabajar para contribuir en la economía familiar. Demostró ser muy hábil en los negocios y a con solo 23 años (1840), emprendió un aventura propia de explotación de café en Puno. Un año antes se había casado con su primera esposa, María Josefa de la Fuente y Rivero, con quien tuvo cuatro hijos: Francisco (1839), Rosa (1841), María (1843) y Margarita (1845). Con su segunda esposa, Manuel Medrano Silva, tuvo cuatro hijos más: Enrique (1860), Federico (1861), Augusto (1864) y César (1866). Luego de presenciar y casi verse envuelto por accidente en la Batalla de Carmen Alto (Arequipa, 1844), donde el gobierno de Miguel Ignacio de Vivanco fue derrocado por las tropas de Ramón Castilla, este le ofreció un puesto en su ejército, pero lo declinó para enfocarse en su familia y sus negocios. Fue recién en 1853 que Francisco Bolognesi se unió a las Fuerzas Armadas como teniente coronel en las fuerzas de Castilla, con quien derrotó al gobierno de José Rufino Echenique en la Batalla de La Palma (Lima, 1855). Para este entonces, ya se había especializado en artillería gracias a su habilidad para las matemáticas. Leal a Castilla y los gobiernos constitucionalistas que le siguieron, llegó a ser Comandante General de Artillería (1862) y gobernador del Callao (1968) antes de retirarse en 1871. Pero ante el estallido de la Guerra del Pacífico (1879) contra Chile - y la consiguiente huida del país del dictador Mariano Ignacio de Vivanco llevándose con el todo lo que pudo robar de las Arcas Públicas, dejándola sin un centavo, ocasionando que el Perú no pueda rearmarse para la ocasión, lo que lo condeno a una derrota segura en el conflicto, tal como efectivamente sucedió - Francisco Bolognesi se reintegró al Ejército con 62 años como Comandante de la Segunda División a cargo de la campaña terrestre del Sur. Participó en la derrota peruana en San Francisco y en la fugaz victoria de Tarapacá de ese mismo año. Al año siguiente, asumió el mando de las fuerzas peruanas en el puerto de Arica, sitiado por los chilenos y con alrededor de solo 1,500 soldados, negándose a rendirse ante el enemigo que lo superaba ampliamente en número y equipamiento militar. Fue allí donde se concretó su acto heroico más famoso. En efecto, tras la derrota peruana en Tacna (26 de mayo de 1880) y a la espera de llegada de refuerzos - que nunca llegaron - Bolognesi y sus oficiales de reunieron y decidieron morir antes que rendirse a Chile. El 5 de junio, un parlamentario chileno se reunió con el comandante peruano y sus oficiales para pedirles que se rindan, citando la superioridad numérica y de armas que tenían. La respuesta de Bolognesi fue quizás la frase célebre más conocida de la historia del Perú pero a la vez suicida: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho” ya que estaba consciente que no iba a salir con vida del inminente ataque chileno. Tras escribirle una última carta a su esposa, Bolognesi y sus tropas se enfrentaron al enemigo el 7 de junio, cayendo derrotados. Ese día se produjo el ataque por el lado este, a las cinco y media de la madrugada. Tras tres horas y media de lucha la bandera peruana fue arriada del morro. Los tripulantes del Manco Capac hundieron el barco para evitar su caída. El plan de las minas no funcionó. Según una versión chilena, Bolognesi corrió hacia la Santabárbara poco antes del final para hacer explotar las minas; al ver que no pasaba nada, gritó "Traición". Sabía que su hora había llegado. “¡No hay que rendirse! ¡Miserables! ¡Viva el Perú!”, fueron sus últimas palabras todo mal herido antes de ser ultimado por un soldado enemigo, quien le rompió la cabeza de un culatazo. Tras su muerte en el campo de batalla, los chilenos ordenaron que cese el fuego y comenzaron a continuación con “el repaso” a los heridos, una bárbara costumbre que significa ultimarlos allí mismo. Entretanto, mientras los restos de Bolognesi y sus compañeros caídos quedaban regados en el campo de batalla, los chilenos se dedicaban al saqueo e incendio de Arica. Fue en julio de ese mismo año cuando su cuerpo fue recién trasladado a Lima, descansando en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro. Por cierto, el Cenotafio Francisco Bolognesi, recientemente construido en la Escuela Militar de Chorrillos, abrió sus puertas al público hace un par de días con el fin de promover los valores patrióticos del héroe peruano, en el marco de las celebraciones del 142 aniversario de la Batalla de Arica y de renovación del juramento de fidelidad a la Bandera. El director de la Escuela Militar de Chorrillos, General de Brigada Francisco Costa Gallegos, destacó que esta obra representa los valores y virtudes del héroe que sacrificó su vida por la patria, e influye en la formación de los cadetes del Ejército. “El cenotafio es una tumba vacía, una réplica de la tumba donde se encuentran los restos de Bolognesi en la Cripta de los Héroes. Aquí se aprecian escritos, reliquias e imágenes, así como espacios que nos permiten entender el significado del sacrificio de Bolognesi”, contó al respecto el historiador y teniente EP Emerson Fuentes. No cabe duda que la valentía y coraje de Bolognesi han pasado a la historia como ejemplo de un soldado de honor y de espíritu guerrero que no debe rendirse ante la adversidad. Ello debería ser imitado por las Fuerzas Armadas, quienes hoy ven con indiferencia el drama en el que se encuentra el Perú en manos de una banda criminal afín a Sendero Luminoso que la está destruyendo desde dentro ¿A qué esperan para reaccionar? :(