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martes, 11 de marzo de 2025

CRÓNICAS DEL HORROR: Asesinato por encargo

Nunca se sabrá a qué se debió la muerte de Augusta La Torre (a) “Norah” porque Abimael Guzmán y su siniestra cúpula se encargaron de desaparecer el cadáver y así facilitar que el cabecilla de la banda maoísta pudiera casarse con su amante, Elena Iparraguirre Reboredo (a) “Miriam”. Ante todo, cabe precisar que en la década de los 70, La Torre fue la activista de mayor arraigo y que impulsó el denominado “Movimiento de Iniciación de la Lucha Armada (ILA)”, que dio origen a Sendero Luminoso, la organización terrorista más sanguinaria del siglo XX. Quienes la conocieron aseguraron que era de carácter muy fuerte y continuamente estaba en contra de la opinión de su marido, quien al final decidió deshacerse de ella. En efecto, son diversos los testimonios que revelan que fue envenenada con cianuro por orden del propio Guzmán en complicidad con Iparraguirre, quien se desempeñaba como secretaria de “Norah”. La principal razón - conforme a declaraciones de senderistas interrogados en marzo de 1992 en el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE)- indica que se debió a que le estaba restando liderazgo al cabecilla de Sendero Luminoso. No es cierto entonces lo que dijo Guzmán en la “Entrevista del Siglo” que publicó el vocero senderista El Diario, que la matanza de Lucanamarca se debió a una decisión de la dirección central de SL que planificó la acción. Dicho estamento estaba compuesto por Guzmán, “Norah” y “Miriam”. Quienes conocieron a “Norah” aseguran que ella jamás estuvo de acuerdo con la siniestra matanza que arrasó con todo un pueblo incluyendo a los recién nacidos. La masacre en mención suscitó largas y acaloradas discusiones entre Abimael y Augusta quien fustigó con dureza a su esposo. Además, ella tenía discrepancias en torno al concepto que utilizaba Guzmán Reynoso para definir lo que se consideraba como “la dictadura del proletariado”, según reveló Tito Valle Travesaño. Otro de los puntos de controversia en la pareja giraba en torno a la interpretación de la obra “El Leninismo”, de José Stalin. Los aspectos de cómo dirigir y mantener la conducción de Sendero Luminoso daban lugar a tertulias cuyo final era siempre incómodo para ambos cabecillas, según revelaron terroristas arrepentidos cuando fueron interrogados. A criterio del exjefe del SIE, coronel del Ejército Peruano en situación de retiro Alberto Pinto Cárdenas, Abimael Guzmán - henchido de vanidad - abusaba de la retórica; pero el “cerebro” era Augusta La Torre. Posiblemente, como lo sostienen numerosos analistas, al ver que el control de su organización criminal se le escapaba de las manos, Abimael se habría coludido con “Miriam” para sacar del camino a quien amenazaba arrebatarle el liderazgo. “Norah consideraba que los militantes no podían continuar entregándose incondicionalmente a tareas, disciplinas y estrategias por la sola orden del presidente Gonzalo cuyas tácticas operacionales no siempre eran las más adecuadas”, advirtieron senderistas arrepentidos cuyos testimonios forman parte de los archivos del SIE. Precisamente, el 31 de enero de 1991 agentes de la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) encontraron un revelador video al incursionar en un inmueble de la avenida Buena Vista en Chacarilla del Estanque, lugar donde durante largo tiempo se ocultó Guzmán. Las imágenes mostraban a una mujer cubierta con una banderola roja con la hoz y el martillo. Era el cadáver de Augusta La Torre, quien era velada por el llamado “presidente Gonzalo” y su cúpula. En un momento, el genocida contempla a su difunta esposa, derramando lágrimas de cocodrilo mientras alza el puño derecho y exclama: “ella fue capaz de aniquilar su propia vida para no levantar la mano contra el Partido. Ella, en su lamentable confusión, en su enfermedad nerviosa, prefirió aniquilarse antes de golpear al Partido”. Con esas palabras deslizó la posibilidad del suicidio; pero quienes la conocieron afirman que era una mujer muy segura de sí misma. Por su parte, Óscar Ramírez Durán (a) “Feliciano” en su libro “El Mega juicio de Sendero”, narra que a fines de noviembre de 1988 fue citado a Lima por Guzmán para remplazar en el cargo a “Norah”. Cuenta que le dijeron que ella se había suicidado ahorcándose con una soga y que no les creyó. Para él, Augusta la Torre pudo ser asesinada por dos motivos: primero, porque no estuvo de acuerdo con la militarización y el aniquilamiento de campesinos a los que Abimael despectivamente tildaba de “mesnadas”; y por el triángulo amoroso que propició “Miriam” en el seno de la dirección senderista. En cuanto a la fecha de su deceso, nadie sabe a ciencia cierta cuándo murió “Norah”. Para Benedicto Jiménez, exjefe del Grupo Especial de Inteligencia (GIN), habría fallecido el 14 de noviembre de 1988. De otro lado, versiones dadas al SIE por terroristas arrepentidos en abril de 1992, revelan que su deceso se produjo durante el primer congreso de Sendero Luminoso en febrero de 1988. “Norah” falleció en circunstancias en que se elaboraba el documento denominado “Programa General de la Revolución Democrática” que consideraba la destrucción de las estructuras del Estado y del sector productivo; así como la confiscación de propiedades privadas y el apoyo a grupos terroristas en otros países. Documentos senderistas incautados y la confesión de “Feliciano” confirman que la extraña muerte de “Norah” dio lugar a que un grupo de subversivos, encabezados por Elvia Nila Zanabria Pacheco (a) “Juana”, exigieran la formación de una comisión investigadora para indagar sobre el hecho. Guzmán no se negó pero cuando su amante Iparraguirre pidió los nombres de quienes la integrarían nadie se atrevió a conformarla. Inmediatamente “Miriam” obligó a los miembros del comité central a que realicen un manifiesto por escrito censurando a los dirigentes que apoyaron la iniciativa de “Juana” y dando lugar a una crisis partidaria. Zanabria Pacheco fue castigada por haber tenido el atrevimiento y descaro de solicitar que se interceda ante la cúpula del Partido para que se forme la frustrada comisión. Ello le costó una severa llamada de atención y la suspensión de su estatus de “líder comunista” por seis meses hasta que “rectifique su insolencia”. Luego, le exigieron firmar una carta de sujeción comprometiéndose a no tocar jamás el tema, de lo contrario, sería sometida a un juicio popular lo que significaría su aniquilamiento. A los pocos meses, en agosto de 1989, Abimael Guzmán envió una carta a Suecia donde vivía su suegro, Carlos La Torre Cárdenas, en la que escribió: “todo lo referente a nuestra inolvidable camarada Norah, se ha tratado en la última sesión de trabajo y al más alto nivel de la dirección por razones políticas y de secreto partidario”. En más de una oportunidad “Juana” le había dicho a sus más cercanos “camaradas” que por las noches una solícita “Miriam” la hacía tomar a “Norah” unas cápsulas oscuras que, a criterio de los peritos de la policía, podrían haber contenido ácido cianhídrico (que se extrae fácilmente de las almendras) y es uno de los componentes del cianuro. Carlos Tapia García, quien fuera cercano a Augusta La Torre (incluso se dice que tuvo una relación sentimental con ella), reveló en una ocasión que ella sufría de una afección renal que requería de un tratamiento especializado; pero estando en la clandestinidad, era imposible que se someta al mismo. Los analistas presumen que fue envenenada haciéndole creer que, con las mencionadas cápsulas superaría del mal que padecía. Por información de efectivos de la Dircote se sabe que inicialmente su cuerpo fue enterrado en el jardín interior de una vivienda ubicada en Comas. Pero cuando llegaron los agentes a buscarlo se descubrió que había sido trasladado a un lugar hasta ahora desconocido. En su desesperación por casarse con Elena Iparraguirre, el genocida más cruel de los últimos tiempos enfrentó una muralla. Legalmente seguía casado con Augusta La Torre desde el 3 de febrero de 1964 y no poseía la partida de defunción que acreditase que era viudo. No obstante nadie sabe con qué maniobras consiguió que Oswaldo Espinoza López, titular del 32 Juzgado Civil, le diera un fallo favorable que le permitió contraer segundas nupcias. Así, este juez dictaminó el 23 de julio del 2009 y, como nadie apeló a la instancia superior para que revoque la resolución, fue declarada consentida el 3 de septiembre del mismo año. “¿Cómo puede el juez declarar muerta a Augusta La Torre si no tiene el cuerpo ni sabe dónde está?” se preguntó Carlos Tapia. “Para declararla muerta, Guzmán debió decir dónde están los restos. Tenía que hacerlo para que el juez la formalice legalmente como muerta y luego tener el derecho de casarse con Elena Iparraguirre, pero nunca lo hizo”, agregó. La desaparición de La Torre dejó más dudas que respuestas y la imagen de un personaje lleno de aparentes paradojas. En el documental "Tempestad en los Andes", Josephine Ekermann, sobrina de La Torre, describe a su tía como "un personaje con dos personalidades, una persona muy suave y una persona muy fuerte con la política". La joven se pregunta por qué su tía, "una persona lógica, inteligente, bonita, se alió con esta organización que cometió errores muy grandes". SL perpetró gravísimos crímenes que constituyen delitos de lesa humanidad, y el conflicto que desató en 1980 fue el más violento de la historia del Perú desde su independencia. Pero Orin Starn - profesor de la Universidad de Duke, Estados Unidos - no cree "que haya habido contradicción entre el hecho de que La Torre se preocupe por la gente y de que peleara esta revolución", según dice el autor, "porque para ella, pelear la guerra comunista y llevar el paraíso comunista a Perú era algo bueno". Otra de las preguntas que resulta inevitable plantearse es si Guzmán, su esposo, hubiera desatado esta guerra sin ella, o incluso sin Elena Iparraguirre. Carlos Valdez, periodista ayacuchano que conoció a La Torre y a Guzmán en los años 60, cree que "Augusta fue la persona clave" en SL. "Sin ella, Abimael solo habría sido un teórico. Era una mujer con carisma, lo que se necesitaba para convencer a la gente. Y tenía dos cosas fundamentales que Guzmán no: sabía quechua y conocía la identidad local", dijo Valdez a Starn. En realidad es imposible saber qué hubiera pasado con Sendero sin La Torre, al igual que ahora es imposible saber donde se encuentra el cadáver de “Norah”. Tal vez solo quienes la mataron - Iparraguirre y Guzmán, capturados juntos en 1992 - tenían conocimiento de ello. Pero todo indica que, muerto Abimael en el 2021, su amante “Miriam” se llevará también ese secreto a la tumba. Dejando de lado este extraño episodio, llegamos a julio de 1992, donde el salvajismo senderista que había aterrorizado al resto del país detono como nunca en Lima, desatando el infierno de una manera monstruosa - Tarata es un ejemplo de ello - que muchos gobiernos extranjeros consideraron seriamente invadir militarmente el Perú si tal como parecía, Sendero se hacía con el Poder. (Próximo capítulo: Lima a sangre y fuego)
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