No cabe duda alguna que aquella banda delincuencial liderada por Pedro Castillo que ha tomado por asalto el poder en el país andino, tiene como objetivo primordial destruir sistemáticamente su institucionalidad democrática para hacerla ingobernable e instaurar cuanto antes una sangrienta dictadura comunista que le posibilitaría eternizarse en el poder, cumpliendo paso a paso todo lo anunciado en campaña y que fue denunciado insistentemente por la prensa independiente como Willax TV y Expreso - hay que darles crédito a quienes lo merecen - pero que los peruanos en su ceguera y odio irracional a Keiko Fujimori, que competía con ese individuo de limitado lenguaje en el ballotage , prefirieron darle su voto al discípulo de Abimael Guzmán, quien ni corto ni perezoso y en contubernio con el impresentable Vladimir Cerrón (fundador de Perú Libre y procesado por corrupción, para quien la fiscalía pide cárcel efectiva) han elegido a un troupe de impresentables sujetos , todos con oscuros antecedentes y envueltos en sonados escándalos de corrupción - a la par de estar involucrados en tráfico de drogas y terrorismo - como integrantes de su primer Gabinete de ministros, liderados nada menos que por el “camarada” Guido Bellido, integrante de Sendero Luminoso y admirador de la terrorista Edith Lagos. Otro que tal es su canciller Héctor Béjar, un otrora “guerrillero” de 85 años, vil asesino de policías, quien no oculta su simpatía por las crueles dictaduras de Cuba y Venezuela, a los que en su senilidad califica de “democracias” y que además - como era de esperar - ha solicitado la inmediata liberación de Guzmán y otros cabecillas terroristas como Víctor Polay Campos del MRTA y Antauro Humala del Movimiento Etnocacerista, que cumplen sus condenas en la Base Naval del Callao. De los demás especímenes de su gabinete, ni se diga. Encontramos a un ministro de Trabajo vinculado a facciones radicales del Conare (brazo del MOVADEF, organismo de fachada de Sendero Luminoso) ; Un ex suboficial de tercera expulsado de la Policía Nacional y que hoy es ministro de Defensa (sancionado en los noventa con seis días de arresto de rigor tras determinarse que incurrió en faltas graves contra la moral policial y contra la disciplina); Un ministro del Interior que aún era fiscal cuando asumió el puesto (circunstancia que convertiría en nulo su nombramiento, según los expertos): Un ministro de Cultura que buscó defenderse a balazos al ser retirado de un bus en estado de ebriedad en el 2001; Una ministra de Desarrollo e Inclusión Social denunciada por discriminación contra una ciudadana discapacitada; Un chofer de combi reconvertido en ministro de Transportes con papeletas sin pagar por transportar pasajeros de manera informal (y denunciado ante la policía por agredir a su pareja); Y así por el estilo. Como podéis notar, se trata de gentuza de la peor calaña que uno se pueda imaginar. Es un hecho inédito que ninguno reúna a la vez prestigio, idoneidad y dignidad para el cargo de ministros; y, peor aún, carezcan de experiencia de gestión. En toda su historia, el Perú nunca había caído tan bajo como en esta oportunidad. Pero lo más preocupante de los primeros pasos de Castillo es su insistencia en convocar a como de lugar una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución. Eso es exactamente lo que hizo el difunto Hugo Chávez en Venezuela, inmediatamente tras asumir el poder en 1999, y lo que hicieron los seguidores de Chávez en Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Con la excusa de cambiar la Constitución “para combatir la corrupción y darle más derechos al pueblo” - si, como no - asumieron poderes absolutos. Esa prioridad de Castillo no es un buen augurio para el Perú, por varias razones. Primero, refuerza los temores de que está siguiendo el manual chavista al pie de la letra, buscando cambiar la Constitución neoliberal para permitir nacionalizaciones y estatizaciones a todo nivel, lo cual indudablemente frenará aún más las inversiones en un país cuya economía ya se contrajo un 11% el año pasado. En segundo lugar, la ‘sugerencia’ de Castillo de que podría convocar un referéndum para cambiar la Constitución pasando por encima del Congreso es abiertamente inconstitucional. Según el artículo 206 de la Constitución peruana, “toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso”. Castillo dice que presentará un proyecto de ley al Congreso para permitirle proceder, pero al mismo tiempo ha insinuado que cambiará la Constitución sin pasar por el Congreso si “el pueblo” se lo pide. “No puede hacer eso”, dice el expresidente del Tribunal Constitucional de Perú, Enrique Álvarez. “El artículo 206 de la Constitución es tajante: cualquier reforma constitucional tiene que ser aprobada por el Congreso”. En tercer lugar, y quizás lo más importante, es un disparate total tratar de cambiar la Carta Magna y aumentar la polarización social en momentos en que el país tiene la mayor tasa de mortandad de COVID-19 per cápita del mundo. Debido al desastre heredado tanto de Vizcarra como de Sagasti, cerca de 200,000 peruanos han muerto de Coronavirus en un país de solo 32 millones de personas, lo que a todas luces es un genocidio ¿Tiene sentido por ello que Castillo concentre las energías de su régimen nacido en el fraude para cambiar la Constitución, en lugar de combatir la pandemia? Claro que no. Si hay un país en el mundo que debería concentrar todas sus fuerzas en combatir este virus, es el Perú. Sin embargo, Castillo y sus secuaces no lo ven así y por el contrario, pretenden agudizar las contradicciones buscando disolver el Congreso, ya que es un obstáculo para sus planes totalitarios con mayor razón cuando se encuentra en manos de la oposición. No debe extrañarnos por ello que el régimen se haya convertido en una amenaza directa e inminente contra la continuidad de la democracia. El problema ya no es de gobernabilidad y estabilidad. La situación ha cambiado radicalmente y lo que está en juego es la defensa de la democracia contra un proyecto dictatorial. Por otro lado, los medios de comunicación deben saber que están en la mira. La prensa libre es uno de los obstáculos fundamentales de todo proyecto autoritario. Impedir a la prensa ingresar a la juramentación de ministros y anunciar que solo se dará publicidad estatal a radios de provincias (léase, radios amigas para comprar sus líneas editoriales) son símbolos ominosos de lo que buscan. El primer objetivo de su “revolución” - ha declarado públicamente Vladimir Cerrón quien es el que realmente manda aunque nadie lo haya elegido - es cerrar el Congreso que le impide avanzar en sus objetivos. Por ello, es sumamente importante que las bancadas democráticas sepan responder a esta amenaza con cabeza fría, inteligencia y usando las herramientas constitucionales. Complejo equilibrio, en la medida en que suena abominable darle confianza a este Gabinete de prontuariados. Pero no dársela puede ser el pretexto que buscan para disolverlo. A su vez, pretenden expandir las rondas campesinas a las ciudades para fortalecer un brazo político armado que impida cualquier intento de oposición. “Su absurda pretensión propiciará la creación de una fuerza armada paralela a la Policía Nacional para contener todo intento de oposición política”, advirtieron diversos analistas . A pesar del rechazo que ha generado ese anuncio el pasado 28 de julio, Castillo está decidido a realizarlo y para ello tiene previsto destinarles un presupuesto para la “logística necesaria” que impulse su “participación en la fiscalización a las autoridades en la ejecución de la inversión pública en las comunidades”. Esto convierte a los ronderos en una especie de brazo político en favor del régimen y no como aliados de la policía en la lucha contra la delincuencia. Ya pasó y pasa aún en Venezuela. En manos del chavismo, los denominados círculos bolivarianos operan desde el 2002 como “el brazo armado de la revolución bolivariana” mediante sistemas de comunicación, motocicletas y equipo de vigilancia, para ejercer control no solo en las colinas de Caracas donde abunda la inseguridad, sino también son los primeros en intimidar a los ciudadanos en cada cita electoral o protesta social. “Potenciar las rondas campesinas esconde el objetivo tácito de acabar creando una suerte de milicias políticas para defender al régimen extremista que ha conformado Castillo”, apuntó el diario digital español Ok Diario. Es una hipótesis que no es descabellada. Al respecto, José Luis Gil, ex integrante del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), asumió que la directriz de Castillo es un peligro latente porque si provee normas, ámbitos y atribuciones derivará una “fuerza inconveniente” considerando además que las rondas se rigen bajo el “derecho consuetudinario” basado en resolver infracciones a través del diálogo y la concertación - como tradición ancestral - pero si esta infracción es tomada como grave se sanciona con castigo físico. Esto es, a latigazos. Aunque sus funciones parecen definidas, los miembros de estas organizaciones campesinas son vulnerables a su uso como herramienta de represión, espionaje y extorsiones políticas. No es fácil deducir que Venezuela es el espejo que Castillo busca imitar, más aun cuando los ronderos están infiltrados ideológicamente por el senderismo y han sido captados por las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, todos ellos “coincidentemente” estrechos aliados del régimen. Ese deseo de Castillo se percibe como un intento para lograr la fusión de ambos sectores - terroristas y narcotraficantes - con los ronderos con fines inconfesables, pero implícitamente estratégicos si se gira la vista a Caracas. Y es que en Venezuela se registra este patrón con absoluto desparpajo. Allí mujeres, hombres, ancianos, jóvenes y hasta discapacitados, todos de perfiles variopintos con un denominador común: su profunda “admiración” por Nicolás Maduro, que forman parte del “componente especial” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) encargado de la preservación del chavismo conocida como “Milicia Bolivariana”. Los milicianos venezolanos son ahora - luego de 15 años - uno de los cincos componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Actualmente, supera en número no menos de 20 veces al resto. La Milicia tiene atribuciones especiales en materia de inteligencia y contrainteligencia para “registrar, organizar, equipar, adiestrar y adoctrinar al pueblo a objeto de contribuir con la seguridad de la nación”. Funcionarios, amas de casa, militares retirados, albañiles, y todo aquel que ha manifestado “su deseo” de defender al chavismo - para no morir de hambre en un país donde escasea todo - forman parte de este componente especial, que agrupa a más de cuatro millones de simpatizantes “armados con fusiles y dignidad” en las comunidades llamadas Unidades Populares de Defensa Integral (UPDI) que suman 63890 en todo el país llanero. Desperdigados en hospitales, escuelas, en casi todas las instituciones públicas, y ahora en la FANB; los milicianos son los más grandes ojos del chavismo en el país en medio de la crisis de legitimidad que enfrenta Maduro. Ahora, el Perú comienza ahora su propio y trágico capítulo con ayuda a la mano considerando que en el país inca hay una célula internacional de los círculos bolivarianos venezolanos denominado “El batallón Perú”, que desde sus redes sociales vocifera que su labor es “sensibilizar a los paisanos a luchar por un Perú de peruanos para los peruanos, donde todos reciban parte de las riquezas en salarios, educación y salud”. La misma cantaleta utilizada hasta el hartazgo en Venezuela por los chavistas para robar todas las riquezas de la nación y ser los únicos que lo disfruten, mientras el resto tienen que emigrar a otros países, sometidos a toda clase de vejámenes y humillaciones para tener algo que comer. Ese es el destino que le espera al Perú con Castillo, ya que mientras el país se cae literalmente a pedazos, lo más importante para él y sus acólitos en quedarse en el poder por los siglos de los siglos... No hay que permitírselo :(
En este frío invernal, no hay como saborear un delicioso chocolate con leche para recuperar energías y que mejor que el Triangulo D’Onofrio Sin Azucares Añadidos. Tal como su nombre lo indica, el chocolate tiene forma triangular con distintos tipos y con diferentes sabores. Es un producto de alta calidad, elaborado a bases 100% de chocolate, lo cual le da aquel sabor tan puro, que está hecho para complacer el paladar de las personas en cualquier momento y para todas las edades Pertenece a la empresa Nestlé, compañía agroalimentaria más grande del mundo y que tiene su sede central en Verey, Suiza. Como sabéis, la gama de productos ofertada por Nestlé incluye desde agua mineral hasta comida para animales, pasando por productos de chocolate y de lácteos. Tiene más de 200.000 trabajadores en el mundo. Los inicios de esta empresa en el Perú se remontan a 1919, cuando un empresario importador abrió una oficina que comercializaba leche evaporada, chocolates y otros productos Nestlé. Sin embargo, no es sino hasta el 20 de septiembre de 1940, cuando Nestlé se hace oficialmente presente en el país con la fundación de la Compañía Peruana de Alimentos Lácteos S.A. (PERULAC). Nestlé Perú dio un paso muy importante en 1997, cuando adquirió D’Onofrio, firma nacional de golosinas, panetones y helados con más de 100 años de presencia en el mercado peruano y que, de la mano de Nestlé, dio el salto a su internacionalización, y que hoy es ampliamente reconocida en otros países. En línea con sus principios empresariales, Nestlé es una empresa de Nutrición, Salud y Bienestar, que promueve una alimentación saludable y balanceada; elabora productos con alto valor nutricional, de gran sabor y calidad. La Creación de Valor Compartido es el modelo de responsabilidad social de Nestlé, y tiene como principal objetivo crear valor en beneficio de sociedad de forma sostenible, sin dejar de trabajar cada día para hacer a la empresa más competitiva en el largo plazo. Se trata de un modelo en el que no hay perdedores ni ganadores, ya que Nestlé aporta valor a la sociedad, a la vez que mejora sus propias prácticas empresariales, generando valor también para la compañía. Para combatir el frío, no hay nada mejor que el nuevo Triángulo Sin Azúcares Añadidos. ¡Con solo 98 calorías! ¡Ponle play a cada momento con él! :)
Enclavada en un profundo valle ubicado en la Cordillera de los Andes, se encuentra la ciudad de Huancavelica, uno de los destinos menos visitados en el Perú. Su añeja arquitectura, la belleza de sus paisajes y la hospitalidad de su gente, hacen de este oculto rincón una de las alternativas más interesantes para un viaje de fin de semana. Llegar a Huancavelica no es algo complicado. Si bien no posee aeropuerto, basta recorrer la carretera Panamericana Sur hasta Pisco, para luego tomar el camino que asciende hacia el este y atraviesa los poblados de Independencia, Humay y Huancano. Siempre sobre asfalto, el conductor percibirá un notorio cambio en el paisaje: las montañas se van cubriendo de un verde intenso que contrasta con el azul del cielo. Hemos llegado a Huaytará, un pintoresco poblado que tiene en su iglesia el principal atractivo para los visitantes. Este templo no sólo es hermoso por su arquitectura y colorido, ya que esconde además un gran valor arqueológico. Sus cimientos de roca pulida fueron las paredes de un antiguo palacio inca, en donde habitaba el gobernador que regentaba el valle. Desde Huaytará el camino continúa ascendiendo hacia las montañas, hasta llegar a la localidad de Rumichaca. Este es el punto donde se dividen las rutas hacia Ayacucho y Huancavelica Tomamos entonces el camino hacia la izquierda y emprendemos el ascenso hacia las hermosas lagunas de Choclococha, Azulcocha y Pacococha, un conjunto de enormes lagos color esmeralda ubicados a los pies del nevado Chonta, en las alturas de Pisco. Desde este lugar la carretera inicia el suave descenso, no sin antes recorrer las vastas pampas de Lachoq, hogar de extensos rebaños de alpacas y llamas, base de la actividad ganadera de la región. Luego de algunas horas llegamos finalmente a Huancavelica, la cual se encuentra enclavada en un fértil valle a 3,650 metros sobre el nivel del mar, con las torres de sus templos dominando los principales barrios de la ciudad. Según los cronistas españoles, su nombre se deriva de las voces quechuas huanca y huillka, que juntas significan “ídolo de piedra”. Huancavelica fue, durante siglos, la tierra de los arrieros. Por sus estrechos caminos entre las montañas transitaron las enormes caravanas de llamas dedicadas al transporte de productos diversos entre Quito y Cuzco. La ciudad fue fundada por Francisco de Angulo en Agosto de 1571, bajo el nombre de La Villa Rica de Oropesa, en honor al virrey Toledo, conde de Oropesa, con el objeto de impulsar la explotación de las grandes minas de azogue (mercurio) de Santa Bárbara, en la que trabajaba gran parte de la población nativa. Su estratégica ubicación geográfica la convirtió en lugar clave para el comercio interandino. Este factor, aunado a la inmensa riqueza proveniente de las minas de mercurio, propició la formación de grandes fortunas locales durante la colonia. Testimonio de este pasado de opulencia son las grandes casonas que engalanan las calles céntricas de la ciudad. Pero la bonanza tuvo un paso fugaz por estas tierras. En el siglo XVII, como consecuencia del agotamiento de los yacimientos mineros, Huancavelica inició su paulatina decadencia como centro urbano. Más tarde, durante el siglo XIX, la ciudad fue escenario de importantes levantamientos contra el dominio español. Ya en el siglo XX, Huancavelica enfrentó junto a los departamentos del llamado trapecio andino (Apurímac y Ayacucho) una aguda crisis social, agravada por la sucesión de desastres naturales (intensas sequías e inundaciones) a lo que debemos agregar la violencia terrorista que azoto la región en la década de los ochenta, propiciando la masiva migración de sus pobladores hacia otras ciudades del Perú. En la actualidad, y gracias a la paz recuperada, lucha por recuperar la bonanza de otros tiempos. Como no podía ser de otra manera, la arquitectura jugó un papel de gran importancia en el desarrollo de la ciudad de Huancavelica. Prueba de ello son sus hermosos templos y casonas, en especial su catedral, caracterizada por dos hermosas torres blancas y su portada en piedra roja. En el interior se conserva una bella colección de lienzos atribuidos a pintores indígenas, así como un púlpito de cedro profusamente tallado y recubierto en pan de oro. Muy cerca se encuentra la iglesia de San Sebastián, construida allá por el año 1662. En este templo se venera a la imagen de El Niño de Lachoq, quien, según cuenta una leyenda, alertó a las tropas peruanas de la inminente llegada del enemigo chileno durante la Guerra del Pacífico (1779–1883), pero que poco o nada pudo hacer para evitar finalmente la derrota. Los alrededores de la ciudad son también pródigos en bellezas paisajísticas y naturales. Entre los lugares más concurridos están, sin duda, las aguas termales de San Cristóbal, ubicadas a pocos minutos de la ciudad. Finalmente, en Huancavelica la geología parece haberse tomado algunas licencias. Los bosques de piedras, singulares formaciones rocosas producto de la erosión combinada del viento y el agua, son aquí tan abundantes como sorprendentes. Sus singulares paisajes son ideales para pasar el día, hacer caminatas y tomar fotografías. Existe uno en la ruta a Huancayo (a 20 kilómetros al norte de Huancavelica) y otro cerca a Toccyac (29 kilómetros al este de la ciudad). Por cierto, también existe un servicio de trenes que lo conecta con Huancayo, ubicado en el centro del país. Viajar en ella es toda una aventura. Venga ya, si decides darte una escapada y conocer algo más de esta ciudad... Huancavelica te espera :)
Triste Bicentenario celebro esta semana el país andino, que conmemoraba su independencia de España (proclamado por el Libertador San Martin el 28 de julio de 1821) para que hoy, pasado 200 años de aquel acontecimiento, haya caído cual mansa paloma en las manos del comunismo asesino que finalmente se hizo con el poder y que al igual que sucede en Cuba y Venezuela no va a querer dejarlo nunca más. En efecto, con un discurso de odio y resentimiento, mostrando su total improvisación en su limitado lenguaje ofreciendo desorden y más corrupción, Pedro Castillo inauguro su periodo de (des)gobierno - que vaya a saber uno cuánto durará - haciendo gala de una demagogia barata, ofreciendo gastar 14 mil millones de soles a manos llenas en proyectos absurdos e irrealizables sin decir claro, de donde sacara aquel dinero, para cumplir todas sus promesas. A ello debemos agregar su demencial insistencia en querer llamar a una Asamblea Constituyente para redactar a como dé lugar una nueva Constitución de tufo comunista que le permita eternizarse en el poder, sin importarle en lo más mínimo el grado de inestabilidad tanto política como económica que ocasionara al país y que además, es rechazado por el 72% de los peruanos. Llama a preocupación además su anuncio de crear “rondas urbanas” que en realidad serán grupos paramilitares - tal como existen en Cuba y Venezuela - utilizados tanto para amedrentar a la oposición, como “para defender a la revolución”. Como si ello no fuera suficiente, no dijo una palabra sobre la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, quizás para no incomodar a sus “socios” y “financistas”. Y la cereza de este pastel envenenado, es su ridícula propuesta cargada de simbolismo, de no gobernar desde Palacio de Gobierno ya que según dice, “tenemos que romper con los símbolos coloniales para acabar con las ataduras de la dominación que se ha mantenido vigente durante tantos años” anunciando que lo cederá al rebautizado Ministerio de las Culturas “para que sea un museo que deberá mostrar nuestra historia desde sus orígenes hasta la actualidad”. Y entonces ¿desde donde lo hará? ¿Y cuanto costará al Estado edificar una nueva sede, dilapidando recursos públicos de la forma más estúpida? Por cierto, no se trata de una nueva idea como algunos puedan imaginar, ya que lo hizo en Bolivia Evo Morales en el 2014, levantado en la parte posterior del Palacio Quemado (que convirtió en museo) un grotesco y monstruoso edificio, denominado pomposamente como ‘la Casa Grande del Pueblo’ y que deforma la imagen de La Paz. Venga, hasta en eso, Castillo no es original. Con su investidura, el país entra de lleno en una era comunista tantas veces anunciada. Pero además, tomó posesión del cargo el mismo día en que cumpliría años el fallecido dictador venezolano Hugo Chávez, repitiendo el lapidario juramento por una nueva constitución que caracterizó la investidura de Chávez en 1999. “Juro por Dios, por mi familia, por mis hermanas y hermanos peruanos, campesinos, pueblos originarios, ronderos, pescadores, docentes, profesionales, niños, jóvenes y mujeres, que ejerceré el cargo de Presidente de la República en el período constitucional 2021-2026. Juro por los pueblos del Perú, por un país sin corrupción y por una nueva constitución”, dijo al tomar posesión del cargo. Pero esta no fue la única coincidencia con el discurso chavista. En su mediocre discurso mal leído - y dice que es profesor - Castillo apeló al “pueblo”, ese retórico término tan usado por los populistas de izquierda, casi calcando una frase de Hugo Chávez: “Esta vez un gobierno del pueblo, ha llegado para gobernar con el pueblo y para el pueblo”. Su arribo a la sede de gobierno (que no sabemos cuál será ni donde estará ubicado) es un parto más de los últimos 200 años - salvo contadas excepciones - de una letanía de caudillos megalómanos, bufones e ineptos, en comparsa con una muchedumbre mezquina, ya que su elección, necia e irresponsable, es una estocada más al cuerpo maltrecho de esta república en agonía que nunca alcanzó la madurez y (sobre)vivió dos siglos a base de promesas incumplidas. Así puede describirse perfectamente la historia reciente del Perú. La revolución, que desgarró al país y dividió familias en 1821, se repite “exacerbada” pasado dos siglos con los matices propios del neomarxismo encarnado en el dirigente de Perú Libre - partido aliado del chavismo - y su “guía” detrás del sillón presidencial, el exgobernador regional condenado por corrupción y simpatizante del Che Guevara, Vladimir Cerrón. De esta forma, “Castillo forma ahora parte de la colección de tragedias, dificultades y tensiones, pero a pesar de las guerras, las plagas y la vileza de algunos líderes que, en tantos momentos de vida republicana no estuvieron a la altura de la responsabilidad que se les encomendó, existe la certeza de que la ciudadanía se impone y con ello las ansias de superación de toda la patria”, afirma El Comercio, porque “en honor a la verdad, con prescindencia de las adversidades que la realidad impone, la evolución democrática y las convicciones que lo componen pueden enfrentar obstáculos, porque la noche, los frenos y las complicaciones nunca son eternas” apunta. Este diario peruano se muestra optimista, pero Castillo ya ha amenazado con una ley de medios porque “la televisión dice porquerías y cosas basura”. Así se refiere a la prensa de su país, repitiendo el discurso de sus camaradas izquierdistas como Nicolás Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua. El nuevo camino político con el docente rural a la cabeza del Poder Ejecutivo avizora que hay “fundadas razones para la preocupación, y aunque las dudas pesen más que las certezas, la historia de un país curtido por haber padecido todo lo que la vida le lanzó, no deja de albergar esperanzas” agrega el citado diario. Las necesitan. Más cuando entre lo pendiente destaca la recuperación del rumbo perdido por la crisis pandémica, y ahí, las instituciones “libres de corrupción y burocracia paralizante” serán clave en una tarea tristemente postergada. Castillo arriba a la Presidencia con sólo 44000 votos de diferencia con la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. El número comprueba que casi el 50% de la población peruana rechaza “el socialismo del siglo XXI”. Las marchas y plantones contra el comunismo bolivariano en las calles de Lima como en otras ciudades del país, son un inicio del rechazo al modelo desfasado y fracasado que encarna. Sus oscuras maniobras políticas en este campo serán determinantes porque el Perú es una pieza geoestratégica en América del Sur. De acuerdo con la lectura anglosajona, es un hub geográfico de interconexión estratégica desde el mar y el aire hacia Sudamérica. Sin Lima y el puerto del Callao no se puede entender la integración económica sudamericana. En la misma lectura, en términos políticos, Perú es un país desestabilizador del orden regional que se proyecta de inmediato sobre sus vecinos. Sí, porque el eje geopolítico en Latinoamérica tiene dos vectores que se conectan. El vector Caracas-Lima-Buenos Aires, y el otro es Santiago-Brasilia-Bogotá. El centro de esos vectores, en términos geoestratégicos es Perú. Por eso, el interés de Evo Morales de cruzar la frontera a acompañarlo e impregnar la ceremonia del repugnante socialismo. “La juramentación de Castillo ocurre en “momentos muy difíciles y probablemente tardará un tiempo todavía en esclarecerse”, aseguro el escritor Mario Vargas Llosa, quien considera que “lo importante es que la realidad peruana acepte que la libertad es un hecho absolutamente fundamental y sin ella, los países están destinados a fracasar. Sin la libertad no hay progreso posible, cualquiera que no esté cegado, que no tenga una ideología muy estrecha y fanática, podría reconocerlo”. En ese punto, el nuevo sátrapa que se hizo von el poder mediante el fraude es impredecible. Su discurso cambia en función a la plaza donde se presenta. Pese a su total desconocimiento en el área económica, impulsa con retórica la necesidad de “un Estado que genere recursos internos a partir de la soberanía de sus recursos”. En la práctica apunta a la nacionalización. Y esa es “una política que convierte a los países en una factoría dirigida por el Estado, llevándolos a la ruina económica y al desorden político” aseveró.De momento ha elegido al filoterrorista Guido Bellido como Primer Ministro, quien tiene cuentas pendientes con la justicia al estar acusado de apología al delito por su abyecta “admiración” de la terrorista Edith Lagos (liquidada en un enfrentamiento con la policía en 1982), por lo que el Congreso de ninguna manera puede otorgar la confianza a semejante esperpento ni a ese troupe de ‘joyitas’ que nadie sabe de dónde han salido - vinculados al narcotráfico, el terrorismo y/o el crimen organizado - que integran su gabinete. Aunque claro, esa es la estrategia de Castillo, de elegir a cuestionados elementos para forzar al Congreso a que le deniegue dos veces la cuestión de confianza para así disolverlo y convocar a un Congreso constituyente. No cabe duda que el capitulo con este individuo apenas comienza, pero nadie sabe como terminara debido a la política de abierta confrontación que ha tomado desde el primer día. Venga ya ¿terminará vacado por el Congreso o en un baño de sangre como Allende en Chile? Solo el tiempo lo dirá :(
Con una edición limitada, Ron Cartavio se hace presente en Fiestas Patrias donde no solo se conmemora una fecha sustancial para la historia peruana, sino también una remembranza a su identidad y su derecho de ser libres. Como sabéis, julio es el mes de su bicentenario y no puede ni debe pasar desapercibido. Ron Cartavio lo sabe y por ello presenta con orgullo y finura Historias de Libertad, un ron ultrapremium donde cada detalle presentado recuerda a la independencia del Perú. Esta edición limitada, hecha con la más fina caña de azúcar y diversos matices de frutas, trae sorpresas que emocionarán a más de uno, ya que los trasladará a la historia del país andino. Así lo refleja su estuche rojo brilloso, con letras imponentes doradas, junto a un diseño que muestra un sello conmemorativo de la fecha y dibujos alegóricos a la cultura peruana, como el del imponente don José de San Martín y el gran sol en el medio. Dentro de la arqueta se encuentra un certificado de autenticidad con una portada ploma muy elegante que hace mención a la edición conmemorativa de la bebida, rindiendo un homenaje a la independencia y recordando las memorias del país que tanto llena de orgullo a los peruanos. Cabe resaltar que solo son doscientas botellas las que han sido puestas a la venta al público, agrupadas en diez historias que tienen algo en común: la libertad que se celebra esta semana. Cada crónica es única y relata un pasaje del pasado del país. Al leerlas, gracias a su diseño y colores, uno puede trasladarse hasta 1821. Lo más bello de toda esta presentación es, sin duda, la botella: una magnífica redoma hecha a la medida de la situación, presente con una imponente cubierta de vidrio junto a uno de los diez sellos creados para la celebración, señalando el número correspondiente a la botella. En el cuerpo, una imagen dorada representativa del bicentenario revela que ya están viviendo un sueño. Al final del cuerpo, un sello rectangular cuenta que se trata de una edición conmemorativa; pero para los peruanos, es mucho más que eso: es sentirse orgullosos de sus riquezas, culturas y lenguas. Ron Cartavio los transporta al pasado con su combinación de ingredientes y texturas. De esta manera, como relata la historiadora María Meléndez, podrán reencontrarse con su historia y tal vez sea una gran oportunidad para revisarla y conocer todos los hechos que los trajeron hasta donde están parados el día de hoy. Solo queda dar las gracias a Cartavio, por traer un producto que no solo se consume, sino que también se lee y recuerda que, pasados doscientos años, quieren seguir siendo libres :)
A pesar de su amplia difusión por Fiestas Patrias, muchos peruanos consideran a la escarapela como un símbolo patrio, pero curiosamente, la Constitución no la incorpora como tal, incluso ha habido proyectos y pedidos para que se le incorpore, pero todo quedo en nada. Como sabéis, los símbolos de la Patria son los elementos representativos de la República del Perú, que se utilizan tanto a nivel nacional como internacional para representar a la nación peruana y a sus habitantes. En tanto, la escarapela de Perú se convirtió en un distintivo nacional para los peruanos. Los colores rojo y banco de la cinta tienen la misma disposición que los de la bandera nacional y se utiliza comúnmente prendida, a manera de insignia, en el lado izquierdo del pecho durante todo el mes de julio especialmente el día 28 en el que se celebran las Fiestas Patrias, en las instituciones estatales y en algunas privadas a nivel nacional. Cabe destacar que la escarapela si fue un símbolo nacional durante la historia republicana de Perú, pero en la constitución peruana no la considera como un símbolo patrio oficial, sino un distintivo. De acuerdo con el Artículo 49° de la Constitución Política del Perú, “son símbolos de la patria la bandera de tres franjas verticales con los colores rojo, blanco y rojo, y el escudo y el himno nacional establecidos por ley”, dejando de lado a la escarapela, que se coinvirtió desde entonces en un símbolo no oficial. Fue el Libertador José de San Martín quien estableció la bandera, el escudo, el himno y la escarapela. Luego el Marqués de Torre Tagle hizo lo propio y finalmente Simón Bolívar, a través del decreto de 25 de febrero de 1826 instauro: las armas (escudo), el pabellón y bandera nacional, el estandarte y la escarapela. Sin embargo, el único símbolo de la Patria que sobrevive a nuestros días tal como fue concebido por primera vez, aunque con algunas modificaciones a una estrofa, es el Himno Nacional. Tanto la bandera como el escudo han sufrió cambios y son distintos a los originales. La historia de la escarapela se remonta a 1820, cuando fue utilizada por ejército patriota en la lucha por la independencia. Su génesis se remonta al 21 de octubre de 1820, fecha en la que se estableció su uso dentro del ejército patriota y, con el paso de los años, fue utilizado por los civiles para identificarse como parte de la causa y diferenciarse del ejército realista (aquellos que respaldaban a España). Cuando el 25 de febrero de 1825, se establecieron los símbolos patrios de la nación, dentro de los cuales se encontraba la escarapela. Se hizo por medio de un decreto del Congreso Constituyente del Perú y en total fueron seis: el Escudo Nacional, el Gran Sello del Estado, el Estandarte, la Bandera Nacional, el Pabellón y la Escarapela. La ley estableció además que el símbolo debía ser tanto de color blanco como encarnado y debería de estar diseñada de forma de que los tintes fueran intercalados, con el fin de seguir la secuencia de la bandera nacional. Fue recién en 1979 cuando mediante la Constitución redactada aquel año se dejó atrás la escarapela como símbolo patrio, lo cual fue confirmado en la Constitución de 1993. Si bien ya no forma parte de los simboles oficiales, la escarapela se utiliza cómo una insignia que prende al lado izquierdo del pecho, como reflejo del amor que sienten los ciudadanos por su patria. En sus inicios era hecho de tela, pero luego adoptó configuraciones más prácticas, siendo utilizado usualmente como un prendedor de metal. Además, es tradición que sea utilizado por los deportistas peruanos que clasifican a los Juegos Olímpicos durante el desfile de cada país en las ceremonias de apertura y clausura, como sucedió recientemente en Tokio. En estas Fiestas Patrias, lleva a la escarapela en tu corazón :)