Esta semana nuestra atención se dirige a Venezuela donde ha quedado al descubierto una conjura golpista patrocinada por los EE.UU. con el objetivo de derrocar a la Revolución. En efecto, los días 11 y 12 de febrero pasados fue desbaratado por los órganos de seguridad bolivarianos un plan golpista denominado “Operación Jericó”. Entre los objetivos contemplados estaban el bombardeo del Palacio de Miraflores, el Ministerio de Defensa, Venezolana de Televisión y Telesur. Los principales implicados en la conspiración fueron detenidos, entre ellos militares retirados y en activo. Sus declaraciones confesando sus delitos y la investigación de los hechos condujeron días después al arresto y encausamiento de Antonio Ledezma, alcalde metropolitano de Caracas, el prototipo del político sin escrúpulos del viejo partido Acción Democrática y que al igual que el cabecilla golpista y conocido agente de la CIA Leopoldo López (detenido hace un año cuando hizo un llamamiento a “adelantar la salida del gobierno”mediante la violencia luego de recibir instrucciones desde Miami) fue partícipe del derrotado golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en el 2002, cuando ambos se beneficiaron de una generosa amnistía. De modo que sus actividades golpistas los convierten en reincidentes y merecedores por ello de la máxima sanción. Asimismo, López fue el responsable del desencadenamiento de un plan desestabilizador en el 2014 que se inició con protestas estudiantiles de universidades privadas y rápidamente tomó un cariz de extrema violencia, a cargo de mercenarios, incluyendo paramilitares colombianos, entre ellos francotiradores quienes con sus disparos ocasionaron la muerte de 43 personas, entre ellas militantes del gobierno y miembros de los cuerpos de seguridad. Tras el fracaso de esa intentona golpista, López fue detenido y actualmente está siendo enjuiciado por sus crímenes. Pero la derecha fascista no se iba a quedar cruzada de brazos y por orden de Washington, volvieron a lo suyo, es decir a conspirar. Así, mediante el sabotaje económico (produciendo menos en sus empresas una serie de diversos productos de consumo para generar una escasez artificial y el consiguiente malestar de la población, tal como sucedió en Chile durante el gobierno de Salvador Allende y en Perú con el régimen de Velasco Alvarado) y contando con la ayuda de los medios de comunicación para su infame campaña mediática contra el gobierno, prepararon el escenario para intentar dar un sangriento golpe de Estado al estilo chileno, pero fracasaron nuevamente en su intento. Como sabéis, en la prensa estadounidense se habla mucho de lo que está ocurriendo con la economía venezolana, pero la mayor parte de esta información es totalmente distorsionada ya que se utiliza para justificar cualquier acción contra el Gobierno del señor Maduro. Aunque se nieguen a reconocerlo, Venezuela es una democracia, pero uno no lo sabrá si únicamente lee la prensa estadounidense o mira sus cadenas de televisión, que se encuentran en manos de lobbies judíos. Cuando hablan de Venezuela y su Gobierno, lo hacen siempre de una manera despectiva, como con todos aquellos que no están subordinados o son favorables a sus intereses. Y ni que decir de la prensa española y latinoamericana, siempre serviles a Washington y que publican lo que su amo les ordena. Nicolás Maduro llegó al poder en un periodo difícil para su país y fue elegido presidente en unas elecciones legítimas y transparentes, ya que contempló la presencia en los comicios de centenares de observadores internacionales, algo que no pasa por ejemplo en los EE.UU. donde el Criminal de Guerra George W. Bush le robo el triunfo a Al Gore en las elecciones del año 2000. Venezuela hasta antes de la llegada de Chávez al poder, estaba subordinada completamente a los intereses de Washington, pero todo aquello cambió con el ascenso del chavismo en 1999, convirtiéndose desde entonces en enemigos. Así, aquella vieja élite y sus partidos tradicionales (adecos y copeyanos) que se creían dueños eternos del país, de la noche a la mañana fueron arrojados a patadas del poder y pasaron a la oposición, conspirando desde el primer momento contra la naciente revolución, logrando derrocar brevemente al líder bolivariano en el 2002. Sin embargo, a las pocas horas fue derrotada por un espontáneo levantamiento popular que restituyo a Hugo Chávez, y no les quedo más camino que huir a Miami. Desde entonces, la oposición continua existiendo, como siempre apoyada por el gobierno estadounidense y sus agencias como la USAID o National Endowment for Democracy, que son las dos fuentes principales de financiación para los golpistas en Venezuela. El golpismo se intensificó sobre todo a partir de la elección de Nicolás Maduro en abril del 2013. Washington y las oligarquías decidieron a echar toda la carne al asador para destruir a la Revolución Bolivariana, aprovechando la muerte de su líder histórico. Desde ese momento la violencia brota periódicamente con el telón de fondo de una colosal campaña mediática internacional de descrédito contra el gobierno bolivariano.Washington utiliza también a fundaciones como el Instituto Nacional Demócrata y el Instituto Nacional Republicano o solicita la colaboración de impresentables sujetos como el conocido narcotraficante colombiano Álvaro Uribe y otros elementos de la misma calaña como Sebastián Piñera, Andrés Pastrana o Felipe Calderón para encubrir sus afanes golpistas. El propósito de todo - si no tuvieran éxito a corto plazo - es crear una situación de angustia y disgusto en el pueblo venezolano que propicie la pérdida de la mayoría parlamentaria por el chavismo en las elecciones de este año y así crear un clima de anarquía e ingobernabilidad en Venezuela. Pero cuantas más amenazas hay en contra de la Revolución Bolivariana, más fuerte se vuelve esta. No al putsch fascista. El golpismo no pasará :)