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sábado, 7 de abril de 2018

CUMBRE DE LAS AMERICAS: Una reunión destinada al fracaso

A escasos días de la realización de la VIII Cumbre de las Américas a realizarse en Lima, se espera la llegada de Donald Trump (protegido por 568 soldados dotados de fuerte armamento) quien seguirá el ejemplo de todos los presidentes de ese país desde Bill Clinton, que fue el anfitrión de la primera de esas reuniones, realizada en Miami en 1994. Como sabéis, los predecesores de Trump han abordado la citada cumbre - que es la única reunión de los jefes de Estado del hemisferio occidental -como una oportunidad obvia de apuntalar los intereses de los Estados Unidos en el vecindario, con mayor razón cuando se hace cada vez mas evidente la influencia china, rusa e iraní en la región, que Washington buscara frenar a como de lugar. Sin embargo, a diferencia de antecesores, Trump irá a la cumbre con una carga adicional considerable, lo que aumenta los riesgos de que se convierta en un fracaso rotundo. Su participación podría incluso terminar siendo contraproducente para el objetivo principal de la reunión, que es promover - si, como no - ‘los derechos humanos y la democracia’ en el continente americano, cuando a su vez trata por todos los medios posibles de desestabilizar a Venezuela. Si a ello agregamos el financiamiento a grupos terroristas como ISIS y la ‘justificación’ del genocidio del pueblo palestino a manos de las bestias sionistas ¿Qué autoridad moral tiene para hablar ‘en nombre de la libertad’? Tal vez la Casa Blanca sea consciente de esto, lo que podría explicar por qué la asistencia de Trump se confirmó recién hace poco. Para que su viaje valga la pena -o por lo menos no sea dañino - se debería analizar profunda y detalladamente por qué las expectativas en la región son tan bajas. Las remotas probabilidades de éxito no son del todo culpa de Trump. Todas las cumbres realizadas hasta el momento, han quedado mayoritariamente en puntos muertos y solo han sido capaces de producir declaraciones líricas sin ningún valor. Además, en esta ocasión, el gobierno anfitrión del encuentro es políticamente débil, ya con que la ignominiosa caída del conocido lobbysta y Traidor a la Patria, Pedro Pablo Kuczynski en medio de graves acusaciones de corrupción, ha traído consigo al Perú un régimen cuya supervivencia depende únicamente del Congreso, de clara mayoría opositora. Aun así, el gobierno de Trump debe entender que la credibilidad de Estados Unidos en América Latina se encuentra en un nivel extraordinariamente bajo. La retórica sobre la guerra contra las drogas y la construcción de un muro para evitar la llegada de millones de indeseables a su territorio desde Méjico, claramente ha resonado al sur de sus fronteras. De acuerdo con Gallup, las opiniones sobre Estados Unidos bajo el mando de Trump han caído más en América Latina que en cualquier otra región del mundo. Solo el 16 por ciento de los latinoamericanos aprueba el desempeño de Trump, una tasa incluso menor que la de los latinos en Estados Unidos. Acostumbrado desde hace décadas a que América Latina es ‘su patio trasero’ y cuyos gobiernos sean vistos “como perros falderos que le mueven la cola al amo” (según una infeliz expresión de Kuczynski), ve ahora con desagrado el desarrollo de regimenes que lo han dudado en enfrentarlo abiertamente como el de Venezuela, por lo que considera ‘peligroso’ que ese ejemplo sea imitado por otros y trata por ello de aislarlo internacionalmente, previo paso a una intervención militar, o bien propiciando sangrientos golpes de Estado como hizo en el pasado en otros países de la región. Pero no las tiene todas consigo, porque los tiempos han cambiado. Lo cierto es que Trump en dicha cumbre - fuera de una declaración simplista que traerá escrita de antemano - no podrá obtener ninguna concesión real mediante una postura ruidosa y firme, ya sea en cuanto a comercio, seguridad, inmigración o, sobre todo, en relación a Venezuela, cuyas inmensas reservas petroleras ve con codicia. El desenlace ideal para Estados Unidos sería una cumbre tranquila que siga exactamente el guión preparado de antemano en Washington, pero como ello no va a ser posible, ha dejado en claro que intenta restaurar anacrónicas doctrinas intervencionistas como la llamada Doctrina Monroe que le daría carta blanca para inmiscuirse en la región cuantas veces lo desee. La retórica de “Estados Unidos primero” tiene precisamente ecos de ese intervencionismo estadounidense, que es políticamente tóxico en Latinoamérica, y que se han visto reforzados por renacimiento en los últimos tiempos de la citada doctrina. Para nadie es un secreto que Venezuela es uno de los motivos por el cual Trump se digna en ‘visitar’ la región, para ordenarles a sus ‘socios’ en persona lo que deben hacer cuando el lo decida. Por lo visto, no quiere que se repita la escena que sucedió con su destituido Secretario de Estado Rex Tillerson, quien durante su gira en la región hace unos meses atrás, ‘sugirió’ a los gobernantes latinoamericanos la ‘conveniencia’ de una intervención militar estadounidense en Venezuela, lo cual para su sorpresa, no fue aceptado por la mayoría de ellos. Se dice que Trump al enterarse del fracaso de la gestión de Tillerson, se comunico con cada uno de ellos y les dijo en tono amenazante: “Rex me dice que ustedes no quieren que recurra a la opción militar en Venezuela ¿Es así? ¿Están seguros?” lo que inquieto a sus ‘socios’ por la forma en que lo dijo. Es por ello que anuncio que insistirá en esa ‘solución’ durante la cumbre y esta seguro que en esta ocasión estando el presente, sus perros falderos no se atreverán a decirle que no. Sus asesores no opinan lo mismo y consideran que el camino más seguro hacia el éxito, sería que Trump se involucrara directamente con el tema central de la cumbre: ‘gobernabilidad democrática frente a la corrupción’, lo cual tampoco le garantizaría nada, ya que en dicha reunión va a reunirse precisamente con los gobernantes mas corruptos de América Latina como el argentino Macri, el mejicano Peña Nieto o el brasileño Temer por ejemplo, ladrones de saco y corbata involucrados en sonados escándalos ¿Qué beneficios podría sacar entonces de una reunión con semejantes especimenes que hace mucho deberían estar tras las rejas? Ninguno por cierto. Y es que a pesar de semejante prontuariado que se manejan, Trump los necesita para dar una apariencia ‘multinacional’ a su campaña de agresión contra Venezuela. Pero su preocupación va más mucho allá y es la creciente presencia de China, Rusia e Irán, cuyos intereses crecen de manera sistemática en la región. A principios de marzo pasado, el jefe del Comando Sur, Kurt Tidd, aseguró que a Washington le ‘preocupan’ las alianzas que en la última década han establecido los países de la región ‘con ciertos países’, refiere el portal The National Interest. Tidd, quien se refiere a América del Sur como "nuestro hemisferio" (?), aseguró que EE.UU. está en alerta por esas nuevas asociaciones porque - a su juicio - Moscú, Pekín y Teherán "no otorgan el mismo valor a las libertades y principios" que EE.UU. "comparte" con el resto de las "naciones democráticas" de Occidente. "Estamos atentos a los intentos de China, Rusia e Irán de erosionar esos principios compartidos para amenazar nuestros intereses o socavar nuestras asociaciones dentro de la región", declaró el jefe del Comando Sur para justificar el empeño de EE.UU. de reforzar su "red de alianzas" en la región con el propósito de mantener su hegemonía. Como sabéis, la postura de Tidd no dista demasiado de la Doctrina Monroe de 1823, que reza "América para los americanos", con la que EE.UU. se atribuyó el derecho de tutelar a los países de la región en función de sus intereses geopolíticos. Sin embargo, el hecho de que las naciones latinoamericanas hayan robustecido alianzas de tipo comercial y político con otros socios más allá de Washington, representa - según Tidd - una amenaza notable en la “tradicional” área de influencia de EE.UU. El jefe del Comando Sur, en consonancia con Trump, calificó de opaca la presencia de China en Sudamérica: "La transparencia de las transacciones financieras no siempre es evidente", apuntó. Aunque reconoció que los países sudamericanos son soberanos y pueden establecer los nexos que quieran, alardeó que EE.UU. será la nación que estará en la región "mucho después de que otros países se vayan" - no indicó como lo conseguiría - e insinuó que las operaciones con otros socios pueden acarrear consecuencias negativas: "a veces hay más cosas involucradas que solo el precio inicial de una etiqueta", concluyó. Luego de estas altisonantes declaraciones de los voceros del Pentágono, se da por descontado el retorno de esa vetusta doctrina a América Latina de la mano de Trump y que será la ‘novedad’ a presentarse en la cumbre de Lima. Como podéis notar, acabar con el régimen del señor Maduro se ha vuelto en una obsesión compulsiva para el impresentable inquilino de la Casa Blanca, pero esta completamente equivocado si cree que sucederá lo mismo que ocurrió en Panamá. Menudo cobarde que es este tío y que evidentemente esta mal de la cabeza. Se mete con países pequeños como Afganistán, Siria e Irak sabiendo que no pueden responder de la misma manera a sus acciones criminales, pero no se atreve con Corea del Norte ni mucho menos con China y Rusia, firmes aliados de la Revolución Bolivariana. A que es un bocas y si lo intenta con Venezuela - solo o con sus lacayos de la región - vaya sorpresa que se llevara (Últimas informaciones dan cuenta que Donald Trump ha decidido cancelar su visita a Lima para concentrarse en la agresión criminal dirigida contra Siria. Sin su presencia, la llamada Cumbre de las Américas no tiene sentido alguno ¿Que os dije?):)
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