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martes, 19 de junio de 2018

PUNCHAO: El último dios Inca

La llegada a estas tierras de un grupo de expedicionarios españoles al mando de Francisco Pizarro, quien mediante una hábil estratagema pudo capturar y ejecutar al usurpador Atahualpa en Cajamarca en 1533, propicio no solo la caída Imperio Inca (siendo integrado desde entonces a la Corona de Castilla) sino que también significó el final de su religión. Como sabéis, esta era politeísta y tenían varios templos donde adoraban a sus dioses, siendo el más importante de todos el famoso Coricancha, ubicado en el Cuzco, su capital imperial. Su fama provenía - tal como lo detallaron los primeros cronistas españoles que pudieron verla en todo su esplendor - en que todos los muros del imponente edificio hecho de piedra estaban recubiertos de gruesas planchas de oro. Asimismo todo lo que contenía en su interior, incluyendo el jardín donde tenían animales y plantas a tamaño real, estaban hechos del mismo metal precioso. Según la concepción Inca, el Coricancha fue el centro religioso, geográfico y político del Cuzco y poseía muchas divinidades al interior, en diferentes nichos, pero el principal estaba dedicado el Dios Inti (Sol), representado por un gran disco de oro con un rostro antropomorfo (cuya reproducción puede verse actualmente en el Museo de la Nación en Lima y que se ha convertido en el escudo del Cuzco) el cual a su vez, también se dice que era representado en el mismo templo por una figura masculina en tamaño real hecho de oro llamado Punchao (que significa Sol resplandeciente). Entre otras deidades que allí se veneraban, podemos citar a las más importantes, como Killa (Luna) que era una figura femenina hecha en plata; Illapa (Rayo) y Coyllur (Venus), en medio de un lujo desbordante. Los cronistas mencionan que toda esta riqueza fue trasladada a Cajamarca en centenares de llamas para el rescate de Atahualpa, a quien una vez capturado, hicieron la falsa promesa de dejarlo en libertad “a cambio de todo el oro que pudiera entregar por su vida”. Pero de nada le valió, porque al final Pizarro ordeno su muerte. Se dice que antes de la entrada de los españoles al Cuzco, y previendo lo que se venia, los incas decidieron esconder la imagen de Punchao, cuya dramática historia es paralela a la caída del Imperio. Al parecer, el ídolo fue ocultado por el príncipe Manco Inca en Ollantaytambo y luego llevado a las montañas de Vilcabamba, donde por treinta años los incas resistieron la invasión española. Tras su proclamación como Emperador, Manco Inca ordeno que Punchao se convirtiera en la única deidad “ya que los antiguos dioses no pudieron evitar la caída del Imperio”. Sin embargo, cuando en 1572 se rompieron las negociaciones entre el virrey Toledo y Túpac Amaru I (el ultimo Inca de Vilcabamba) los españoles irrumpieron en este refugio capturándolo tras una larga persecución. Trasladado al Cuzco para ser ejecutado, junto al desdichado Inca fue llevada la imagen de Punchao. En simultáneo a la muerte del Inca, quien fue decapitado en la plaza del Cuzco por orden del virrey, las cenizas de los corazones de los incas que el ídolo guardaba en su interior fueron desparramadas en la arena que cubría la plaza y luego enviado a España al rey Felipe II, al cual el virrey sugirió que lo enviase como obsequio al Papa. Desde entonces, el rastro del Punchao se ha perdido definitivamente y vaya uno a saber que sucedió con el. No hay noticias en los Archivos Reales que hubiera llegado a Madrid. Quizá al ser de oro puro, haya sido fundido para hacer monedas o terminar convertido en barras de oro, como sucedió con las imágenes del Coricancha. O tal vez se encuentre en manos de algún coleccionista privado que lo guarda celosamente o del propio Vaticano, cuyo secretismo acerca de lo que posee y acumulo durante siglos, es legendario. Esperemos verlo algún día, si es que aun existe :(
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