En estos días, todos los peruanos son testigos de un patético espectáculo a todas luces previsible: la desintegración de la minúscula bancada oficialista en el Congreso, eufemísticamente llamada Peruanos por el Kambio (PpK), un grupete de tránsfugas, arribistas y oportunistas de la peor especie que se reunieron apresuradamente en torno al conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski - quien llego al extremo de hacer coincidir las iniciales de su nombre con el de ese remedo de “partido político” - apenas se enteraron que tenia alguna opción de llegar al poder, tras la exclusión del por entonces favorito Julio Guzmán de la pasada carrera electoral por decisión del JNE. Las ambiciones y ansias de poder de quienes se subieron al coche a último minuto evidencio desde el comienzo la fragilidad y falta de cohesión de sus integrantes, quienes una vez en el gobierno de manera fortuita e inmerecida, solo velaban por sus intereses sin importarles los demás, por lo que como es obvio, no tardaron en surgir las primeras fricciones que se tradujeron en deserciones de sus filas apenas estallaron una serie de escándalos que comprometieron seriamente al propio Kuczynski, quien desesperado ante la posibilidad de ser vacado, indulto ilegalmente a un despreciable genocida como Fujimori, pero ello no evito su salida, solo lo retraso. Aun así, esa burda maniobra abrió las primeras grietas en el oficialismo de parte de aquellos descontentos por tal acto de felonía, quienes lo utilizaron como un pretexto para irse. Traidores y desleales al fin y al cabo, no tuvieron ningún problema en morder la mano de quien les dio de comer - ya que están acostumbrados a hacerlo en su larga y prolífica ‘carrera’ - abandonándolo raudamente a su suerte, buscando el momento adecuado para integrarse a otra bancada y allí repetir el mismo juego una vez mas. Lo extraño es que sabiendo lo que son, haya quienes los acepten. La ignominiosa caída de Kuczynski y la llegada de Vizcarra - alguien tan ajeno a ellos - no vario en modo alguno los planes de esta panda de improvisados, acelerando por el contrario su salida, con mayor razón cuando este se encuentra involucrado hasta el cuello en el Caso Chinchero, cuyas nuevas revelaciones terminaran por hundir a este (des)gobierno. No es de extrañar por ello que la disgregación de la bancada oficialista responda a un problema que ya era visible desde su fundación. “Nosotros somos un gobierno que ni bancada tenemos”, reconoció recientemente el presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva. Y como si se hubiesen apresurado a prestarle visos de verosimilitud a la frase, en menos de cuatro días, otros tres integrantes del grupo parlamentario oficialista, siguiendo el camino de otros tránsfugas, decidieron dejarlo. No interesa las razones específicas de tales retiros, pero el síntoma es el mismo: una bancada de gobierno que se va quedando sin miembros y reducidos a la insignificancia a solo dos años y medio de haberse iniciado la caótica administración. El fenómeno, por supuesto, no es nuevo ni exclusivo de Peruanos por el Kambio. Si se observa lo que ha pasado últimamente con la organización delincuencial fujimorista Fuerza Popular en el Legislativo desde que comenzó este periodo de gobierno (de los 73 miembros iniciales, hoy solo conserva 61) y con su cabecilla Keiko Fujimori tras las rejas, su colapso también es inminente, demostrando la fragilidad del sistema político peruano, formado por aventureros sin escrúpulos en busca de fortuna. Como sabéis, tanto Alan García como Kenyo Fujimori eran unos pobres diablos que entraron al gobierno con una mano atrás y otra adelante, pero salieron millonarios luego de saquear a su antojo las Arcas Publicas, así como de los múltiples negociados con grave perjuicio de los intereses nacionales (me pregunto porque nadie quiere investigar los signos exteriores de riqueza del bufón aprista, si es mas que evidente su origen ilícito y a quien la plata no le llegaba sola, sino de la Caja 2 de Odebrecht). El deseo de beneficiarse económicamente de los recursos del Estado una vez llegados al poder es el objetivo primordial de todos aquellos muertos de hambre - sean del espectro político que sean - que crean movimientos formados a su medida, donde prima el caudillismo sobre todas las cosas. ¿Porque no es posible formar verdaderas organizaciones políticas sólidas y durables y no creados únicamente de cara a los comicios? ¿A que se debe esta improvisación en el Perú? Preguntas fundamentales que caben plantear hoy en día al ver lo que esta sucediendo y que es algo se ha repetido infinidad de veces ¿No era previsible dado el caos en que se desenvuelve el oficialismo, que ello iba a ocurrir indefectiblemente en el corto plazo? Y la respuesta es sí. Un enrolamiento de candidatos al Congreso que privilegie el aporte financiero, la popularidad del eventual postulante por razones ajenas a la política (es decir, las figuras del deporte o del mundo del espectáculo) o su cercanía al cabecilla de un movimiento surgido poco más que como una aspiración presidencial tiene altísimas probabilidades de producir un resultado como el que estamos observando. ¿Fue ese el caso de PpK? Por supuesto. No hubo, por ejemplo, mayor cohesión programática o de visión del país entre quienes fueron incorporados a la lista congresal a último momento. Fueron más bien tránsfugas de otras agrupaciones políticas y allegados a Pedro Pablo Kuczynski los que obtuvieron plaza en ella. Tras su forzada renuncia a la jefatura del Estado, para evitar una humillante destitución por el Congreso, acusado de gravísimos casos de corrupción por los que debe terminar en la cárcel, ¿qué cosa podía pasar con toda esa estructura labrada de manera informal y personalista? Vamos, lo que estamos viendo. El desmembramiento de la bancada oficialista, por ello era una implosión inevitable. De esta manera se extingue sin pena ni gloria otra agrupación fantasmal creada apresuradamente solo para las elecciones, terminando posteriormente en desmembrarse ya sea bien por disputas internas, falta de puntos de vista en común, no recibir los ministerios prometidos o simplemente al acercarse los próximos comicios, sus integrantes buscan subirse al coche ganador para seguir disfrutando de las delicias del poder. Y lo mismo cabe decir de lo sucedido con todos los otros proyectos que están corriendo o han corrido una suerte similar. Lamentablemente en países bananeros como el Perú - donde no existen ni por asomo verdaderas organizaciones políticas - será una escena grotesca que se repetirá ad infinitum. De otro lado, de ser aprobada la no reelección parlamentaria en el referéndum del 9 de diciembre, se impedirá que el Parlamento siga siendo su cortijo como hasta ahora, pero a su vez originará la llegada de aventureros sin historia ni experiencia partidaria preocupados únicamente en enriquecerse a costa del Estado, anticipando desde ya que su desempeño y su compromiso durante su eventual gestión legislativa será un desastre total. La solución por ello no es permitir que los actuales continúen en sus curules - como algunos puedan imaginar - sino simplemente clausurar el Congreso de una manera definitiva, ya que ha quedado demostrado que no sirve absolutamente para nada. A por ellos :)