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sábado, 25 de enero de 2020

PERÚ: El Reino de la Corrupción

Como sabéis, este domingo 26 de enero los peruanos están obligados a participar en unas insulsas e insípidas elecciones congresales que no interesan a nadie, para elegir a un grupo de legisladores por un breve periodo de tiempo, y si no multarían a quien no concurriera a votar, nadie acudiría. Lo triste de todo es que al ver las adulteradas encuestas - hechas ex profeso para favorecer al golpista que esta actualmente en Palacio, quien va a hacer todo lo posible que los grupos oficialistas sean mayoría, para que así mediante una "interpretación autentica" de la Constitución  se le permita eternizarse en el poder por mas que de boca para afuera diga lo contrario, ya que tiene cuentas pendientes con la justicia que terminaran por llevarlo a la cárcel una vez que deje el cargo - aparece extrañamente en primer lugar un partido político llamado Acción Popular (AP) que es un muerto viviente, el cual se va arrastrando lastimosamente en cada proceso electoral que se presenta, convertido en un “vientre de alquiler” que es ofrecido a quien mas pague para presentarse como su candidato. Según algunos analistas, ante las escandalosas denuncias por corrupción que afectan a toda la clase política peruana en su conjunto - donde incluso Il capo della Mafia Alan García Pérez se dio un tiro en la cabeza para evitar terminar en prisión y la hija del genocida (Keiko Fujimori) esta a punto de regresar a su celda, del cual nunca debió haber salido - hay quienes ilusamente ven en AP como el único que no esta salpicado en esas graves acusaciones, cuando lo cierto es que durante los dos corruptos gobiernos de Fernando Belaúnde Terry se robó tanto como los que le sucedieron. Allí están por ejemplo, la Página 11 y el Caso Guvarte por recordar solo algunos de ellos, y si el susodicho no esta ahora en la cárcel compartiendo la misma celda con Fujimori, es porque ya esta muerto. A el también se debe el surgimiento del terrorismo que ensangrentó al Perú ya que no hizo nada dentro de la ley por combatirlo, iniciando por el contrario una salvaje represión por parte de las Fuerzas Armadas y la policía, responsables de varias matanzas y ejecuciones extrajudiciales de miles de inocentes, los cuales se verían dramáticamente incrementados durante el régimen aprista y la criminal dictadura fujimorista. Por lo visto, los peruanos tienen una memoria frágil para intentar elegir a semejantes elementos, por lo que es necesario refrescárselos ¿vale? De seguro, quienes van entre los 18 y los 40 años, ni se acuerdan de que Belaúnde gobernó dos veces el Perú entre 1963-1968 y 1980-1985. La vorágine de la tecnología es la responsable de que aún hoy - cuando con un click cualquier información está al alcance de la mano - también los recuerdos de personajes que pervivían durante generaciones luego de su desaparición física ya no sea instantáneo. En otras palabras: nadie se acuerda de Belaúnde hoy más allá de sus partidarios más viejos, y su figura parece tan lejana como la del virrey Abascal del siglo XVIII o la de Manuel Pardo o José Balta en el siglo XIX, pero sus delitos - uno de los cuales fue el detonante del golpe militar de 1968 - no se olvidan. Cabe destacar que las caricaturas de la época lo ponían siempre en una nube, para denotar que en vida Belaúnde permanecía divorciado de la realidad. Y siempre lo fue. Durante su primer gobierno, los escándalos de corrupción estaban a la orden del día, pero de entre todos, el que mas se recuerda de esa época por su entreguismo es el que tuvo por protagonista a la petrolera estadounidense International Petroleum Company (IPC) que evadía el pago de impuestos y pagaba porcentajes de regalías francamente ridículos a lo largo de más de 50 años, con quien Belaúnde de una forma vil y rastrera firmo el Acta de Talara, sumamente lesiva para los intereses del Perú, ya que si bien la compañía entregaba los campos petroleros de Talara a cuenta de sus millonarios adeudos - creándose para ello la Empresa petrolera Fiscal (EPF) - se permitía que esta continuara poseyendo ilegalmente la refinería de Talara, el sistema de distribución del combustible y sus derechos de condominio en Concesiones Lima, o sea la parte del león. El escándalo que origino se agravo aun más con la “desaparición” de la pagina 11 del contrato original según denuncio el Presidente de la EPF Carlos Loret de Mola, donde se detallaba detenidamente las ilícitas ganancias que iba a obtener la IPC gracias a las gestiones del director gerente del BCR, Carlos Rodríguez Pastor y a su mano derecha, Pedro Pablo Kuczynski, quienes a pesar de ser funcionarios del Estado, defendieron en todo momento los intereses de la petrolera estadounidense, sin importarles en lo mas mínimo lo oneroso que significaba para el Perú, otorgando 13 certificados de divisas a la IPC sin las respectivas resoluciones ministeriales. Eso le permitió a la empresa embolsicarse millones de dólares ilegalmente. Asqueados de tanta podredumbre belaundista, denunciada severamente por los diarios de aquel entonces como La Prensa, La Crónica y - quien lo diría - El Comercio, era inevitable el golpe militar y este se dio incruentamente la madrugada del 3 de octubre de 1968, cuando el ejercito al mando del General Velasco Alvarado saco de su cama a Belaúnde y a rastras lo embarco en un avión a la Argentina, asumiendo el mando de la Nación, declarando nula el Acta de Talara, procediendo a expropiar la refinería de Talara el 9 de octubre y expulsando del país a la IPC, rebautizando esa fecha como el día de la Dignidad Nacional. Para Velasco y millones de peruanos fue una cuestión de honor deshacerse de esa empresa que obtenía inmensas utilidades, mucho mayores a las que obtenía en Canadá, EE. UU. y Europa, pero que no quería pagar sus impuestos. La IPC era filial de la Standard Oil de New Jersey, y se instaló en el Perú en 1914 para explotar el yacimiento de La Brea y Pariñas. Desde entonces se negó a pagar un centavo por el petróleo que sacaba, gracias a la abyecta genuflexión de los gobiernos de aquel entonces que no se atrevían a cobrárselo. Por cierto, la IPC nunca pagó los 700 millones de dólares que adeudaba al Estado; pero, pese a ello sigue contando con defensores a todo nivel. En cuanto a Kuczynski, este logró fugar por la frontera con Ecuador escondido en la maletera de un Volkswagen. Lastima que Velasco no haya juzgado a Belaúnde como Traidor a la Patria y hacerlo fusilar porque se lo merecía, el cual por cierto, no regresó al Perú hasta que el felón Morales Bermúdez en contubernio con la CIA, diera su golpe en 1975 apartando a Velasco aprovechando su delicado estado de salud y llamando a elecciones, donde Belaúnde se presento hipócritamente como una “victima” y aprovechándose de la candidez de los peruanos, regreso a Palacio de Gobierno en 1980 donde una vez mas, volvió a hacer de las suyas. En efecto, varios casos de corrupción marcaron su segundo gobierno: los casos Sanitas (desfalco de la Caja de Beneficios y Seguridad Social del Pescador, CBSSP) y Guvarte (sobrevaloración de penales), sin hablar de Vollmer, Bancoper, Mantaro-Pachitea y Villa Coca (donde se involucró al primer ministro): los más grandes escándalos de aquella época, donde Belaúnde siguió beneficiándose a manos llenas, aunque quienes lo conocían, cuentan que se hacia el modesto, viviendo austeramente, mientras enviaba al exterior todo lo ganado ilícitamente. Hasta sus más acérrimos defensores admiten que Belaúnde “dejaba hacer y dejaba pasar la corrupción” de su ávido entorno sin decir absolutamente nada, ya que temía que si hacia algo, podrían dar a conocer sus oscuros negociados. Lamentablemente nunca respondió por sus graves delitos ante la justicia al ‘victimizarse’ como consecuencia del golpe militar que lo saco en calzones de Palacio de Gobierno y expulsado por los militares así como estaba. Por ese motivo, hay quienes pensaron erradamente que no seria “políticamente correcto” juzgar a quien fue humillado de esa manera, pero vaya que se equivocaron. Como triste legado dejó un terrorismo empoderado, una economía en ruinas y una representación de AP de solo el 7% en el siguiente Congreso, merecido castigo para quien ganó las elecciones generales de 1980 con más de 45%. Otro caso parecido de incapacidad absoluta al frente del gobierno fue la de Valentín Paniagua (quien asumió el cargo provisionalmente el año 2000 tras la cobarde fuga del país de Fujimori) el cual pudiendo hacerlo, no quiso castigar a los cómplices de la dictadura homicida, negándose a quitar las licencias los canales de televisión y clausurar los diarios que se vendieron vilmente a ese régimen criminal, así como encarcelar a los dueños de esos medios que recibieron millones de dólares en la “salita” del SIN y colocar al fujimorismo fuera de la ley… Tenia que ser de AP. Desde entonces cual cadáver insepulto, ese partido ha podido sobrevivir contra todo pronostico, pero solo para dar pena. Elementos de los más impresentables han logrado salir como congresistas y han sido protagonistas de vergonzosos escándalos que han desnudado a esa moribunda agrupación en toda su miseria. Ahora se presentan como una “novedad” cuando tienen la conciencia tan negra como la de sus contendores que buscan entrar al desprestigiado Congreso solo para seguir robando. Las caras cambian, pero las mañas quedan ¿Esto es lo que se merece el Perú? :(
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