Como sabéis, en el Perú la reelección presidencial inmediata se encuentra expresamente prohibida, por tres razones. Por el principio de alternancia, que entiende que el poder tiene un efecto corruptor, en tanto obnubila el raciocinio de las personas pervirtiendo su capacidad de autocrítica, impulsándolos a superar sus límites éticos a fin de de conservar su situación privilegiada. En el presidencialismo norteamericano se prohíbe expresamente la segunda reelección, para que nadie supere a George Washington que tuvo dos períodos de cuatro años cada uno, lo cual constituye un freno normativo a las tácticas demagógicas y populistas ampliamente conocidas en Latinoamérica y si nos referimos al Perú, el despreciable genocida Kenyo Fujimori fue un claro ejemplo de ello, quien tras el autogolpe de 1992 se “reeligió” fraudulentamente hasta su vergonzosa fuga del país en el año 2000 y posterior condena tras su captura, a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad. En cambio, el parlamentarismo preponderante en Europa permitió por ejemplo que Margaret Thatcher y Angela Merkel gobernaran más de ocho años seguidos en los que pudieran ser derribados por mayorías parlamentarias que actúan como un control político permanente. Si lograron sumar varios períodos se debió a sus maniobras políticas, impidiendo que la oposición pueda alcanzar los votos necesarios para apartarlos del poder, pero cuando estos grupos lo logran, obligan al jefe de gobierno a dar un paso al costado, como sucedió en España con Mariano Rajoy. La segunda razón consiste en evitar que por el afán reeleccionista de quien ejerza la presidencia, se usen recursos del Estado para obtener ventaja sobre sus adversarios electorales, obligados a buscar apoyo de particulares solo por simpatía programática; así, mientras el dinero que una empresa destina para aportes de campaña es fruto de su actividad económica, siendo su destino alternativo el lucro de los accionistas, el dinero gastado desde el poder en subsidios desproporcionados, bonos populistas y otras formas de comprar votos, son recursos que se niegan a los niños de la educación pública y a los humildes en los hospitales. Pero la razón más grave es el tercera. Quien piensa en su posible reelección, contamina los procesos de decisión gubernamental y dedica sus esfuerzos a seducir a la opinión pública en lugar de aspirar a ingresar, en el largo plazo, en la historia grande de su país; su pretensión le genera inseguridad y su entorno suele ganar influencia hasta condicionar gravemente los pensamientos del gobernante. En el Perú, fue Fujimori quien utilizo esos métodos vedados en la década de los 90 para intentar eternizarse en el poder (que por cierto, no lo consiguió y que hoy se pudre en la cárcel) y ahora vemos como Vizcarra sigue sus pasos, primero disolviendo inconstitucionalmente un Congreso sumamente adverso convirtiéndose en dictador, para posteriormente dilapidar millones de dólares en la compra de un avión Antonov AN-178 al régimen golpista de Ucrania a precios sobrevalorados; contratando “asesorias” entre una sarta de vagos y arribistas de todo pelaje, que no tienen una mínima idea de la realidad peruana; colocando publicidad estatal en medios de comunicación quebrados como los pertenecientes al grupo El Comercio, grupo La Republica y grupo RPP - que acaban de echar a cientos de trabajadores a la calle, cerrando además Publimetro - a cambio de que les sean incondicionales y que les son muy útiles para sus campañas mediáticas y cortinas de humo; financiando ONGs y encuestadoras “amigas” para manipular conciencias, así como a las legiones de trolls en las redes sociales para que ataquen rabiosamente a todo aquel que no este de su lado, sin olvidarnos claro esta de aquellos grupos terroristas que marchan en las calles hipócritamente “indignados” con la corrupción, pero que no dicen una sola palabra sobre los múltiples delitos cometidos por Vizcarra y sus secuaces, incluido aquel individuo apodado Richard Swing, que se autodenomina “reina”, quien además se levanto 175,000 mil soles de las Arcas del Estado y que grotescamente se vanagloria de haber echado del cargo a la Ministra de Cultura. Para ellos no hay una sola palabra de condena, al contrario, los defienden con un ardor digno de mejor causa “justificando” sus acciones. Hay quienes inocentemente se preguntan porque ese demagogo incapaz e improvisado insiste afanosamente en querer aparecer en los medios con un alto índice de “aprobación” a pesar del desastre causado por su nula labor para combatir al Coronavirus, convirtiendo al Perú en el epicentro mundial de la pandemia. Sucede que Vizcarra busca a como de lugar ser “reelegido” en el 2021 - a pesar de que la ley expresamente lo prohíbe - por mas que de boca para afuera diga lo contrario, para evitar terminar en la cárcel junto a Fujimori por la gravedad de sus delitos ya conocidos, a los que perfectamente se pueden agregar las miles de muertes causadas por su ineptitud e incompetencia durante la plaga del Coronavirus - cuyo número real de victimas en el Perú es el triple de las oficialmente reconocidas según acreditados medios extranjeros que han dejado al descubierto sus mentiras - y que no tiene cuando acabar. Precisamente, este vil sujeto insiste en transformar esta pandemia en un fulminante para imponer su denominada “nueva convivencia social” que según afirma, “traerá un nuevo orden menos egoísta, con más empatía y solidaridad” que no es sino aquel universalizado caballito de batalla populista. Solamente que esta vez quienes lo rodean ya encontraron el instrumento político ideal para validar su viejísimo anhelo: no dejar el poder por ningún motivo. Incluso los últimos avisos que ha lanzado el vizcarrismo respecto a las “nuevas medidas” que entraron en vigor se titulan “Hacia una nueva convivencia”. En otras palabras este fracasado, responsable del descontrol epidemiológico y de la debacle socioeconómica que agobia al Perú, apunta a utilizar políticamente el Coronavirus con el objeto de asegurarse el apoyo de los ‘beneficiados’ con sus medidas populistas que a cambio de mas bonos “universales” le darán gustosamente sus votos, en unas elecciones evidentemente manipuladas para “asegurarse” la victoria. Es así como la “nueva convivencia social” que persevera en implantar Vizcarra - mediante decretos que esconden ese propósito detrás de supuestas medidas sanitarias, todas fracasadas - no es sino el programa de avanzada estratégica reeleccionista. Propuesta bien envuelta, en papel de seda, para distraer a un segmento de gente embobada - manipulados a su antojo mediante sus bonos populistas y sus aburridos monólogos en la televisión - para finalmente presentarse en las elecciones como candidato “porque el pueblo lo pide” y eternizarse en el cargo por los siglos de los siglos, en un país paralizado desde hace meses con una “cuarentena” que ya dura casi tres meses y que al parecer, según rumores que circulan por estos días, ira con ciertos matices hasta el próximo año inclusive, afectando no solo la economía sino hasta la propia campaña electoral perjudicando gravemente a los otros candidatos, quienes estarán impedidos de presentar sus propuestas y hacer mítines por todo el país, mientras Vizcarra aparece diariamente en cadena nacional acaparando todos los espacios, por lo que se presume que las próximas elecciones generales serán tan insípidas como las ultimas legislativas, donde se eligieron a absolutos desconocidos. Hasta se podría pensar que esa es la estrategia del sátrapa, hacer creer a los votantes que es mejor malo conocido - o sea el - que elegir a otro advenedizo mil veces peor. Por cierto, vaya uno a saber quienes se presentaran como candidatos, ya que de los outsiders que aparecen cual globos de ensayo en los primeros lugares de las encuestas manipuladas por Palacio, ninguno tiene alguna experiencia pero si muchos cuestionamientos, por lo que Vizcarra cree que tendrá el camino libre para continuar ilegalmente en Palacio al cual llego sin merecerlo tras la obligada renuncia de Kucsynski, buscando con ello la impunidad de sus delitos. Pero si finalmente decide no presentarse, “elegirá” entre uno de ellos a quien lo suceda, al cual manejara a su antojo desde las sombras y que tendrá la única misión de “blindarlo” ante cualquier acción de la justicia, para volver a Palacio en el 2026. El poder corrompe y a este sujeto con mayor razón (Con un país en ruinas y con miles de peruanos infectados de Coronavirus que están muriendo en las puertas de los hospitales por falta de oxigeno a vista y paciencia de médicos y enfermeras que se niegan a atenderlos, mientras que al mismo tiempo Vizcarra contrata a su "reina" con jugosos contratos para que dicte “charlas motivacionales”, a quien por cierto llevo como “acompañante” al Canadá cuando era embajador y que ahora acosado por las pruebas comprometedoras de su ilícita relación con ese impresentable sujeto, afirma “no conocer”. Venga ¿se puede ser tan cínico y mentiroso?) :(