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martes, 25 de agosto de 2020

SANTA ROSA DE LIMA: Milagros de un icono del arte barroco

Cuando se cumplen 350 años desde que fuera declarada Patrona de América, las Indias y Filipinas por el Papa Clemente X, un grupo de estudiosos y artistas comentan cuál representación de la santa les provoca mayor éxtasis contemplativo. En efecto, como apunta el experto Ramón Mujica Pinilla, autor del fundamental estudio “Rosa Limensis”, para la Casa de Austria y los reyes españoles, la beatificación de Santa Rosa representaba el primer triunfo de santidad en Indias. Asimismo, para el Perú, Santa Rosa era ante todo una santa dominica de origen criollo, y, como advierte el estudioso, esto no solo era un galardón para su orden religiosa, sino para todos los sacerdotes nacidos en Indias que, desde el siglo XVI, se encontraban en pugna con los peninsulares. Nacida como Isabel Flores de Oliva el 20 de abril de 1586, en la capital del Virreynato del Perú, su vida de la desventurada santa estuvo consagrada a la oración, así como a la ayuda a los enfermos. Si bien ingresó a la Orden Tercera de Santo Domingo, para la época no existía un monasterio femenino de dicha orden en la capital peruana, por lo que convirtió el huerto de su casa en un lugar de retiro y contemplación, donde vivió poderosas experiencias místicas y largos periodos de desolación espiritual; además dedicó su tiempo a realizar ciertas labores manuales como la costura, el bordado o el cultivo de rosas. Como señala Mujica, la santa Catalina de Siena fue el modelo espiritual a imitar por la santa limeña. Para el estudioso, es de la Patrona de Europa e Italia de quien Rosa aprende sus maratónicos ayunos, su deseo de vivir solo de la hostia consagrada, sus “desposorios místicos” con el niño Jesús en brazos de la virgen del Rosario, así como sus métodos de oración, su espíritu guerrero contra los enemigos de la eucaristía, su afán catequizador para con los indios y su caridad con los pobres y enfermos. La lima del siglo XVII vio en Santa Rosa un emblema acabado de todas las virtudes de la perfección cristiana. Una perfección, apunta el historiador, plasmada en la famosa escultura de mármol que Melchiorre Cafà realizó para las fiestas de su beatificación en Roma (1668), cuyo cuerpo yacente era de tal belleza que la santa no parece muerta sino dormida. Mujica destaca también el valor simbólico y político de la primera escultura de Santa Rosa exhibida en la catedral de Lima el 30 de abril de 1669, al publicarse su bula de canonización. La imagen la representa con un emblema político religioso en cada mano: un ancla con la ciudad de Lima en la derecha y en la izquierda al niño Jesús entre flores y olivas, alusión a los nombres de sus padres, Gaspar Flores y María Oliva que, explica Mujica, delataba el origen criollo de la santa. Según afirma el experto, esta dimensión política del culto a Santa Rosa se desarrollaría en el siglo XVIII, permitiendo que haya quienes la utilizaran como símbolo independentista, y más tarde el General San Martín, quien colocó la imagen de Santa Rosa presidiendo el Congreso de Tucumán (1816) en su calidad de Patrona de la campaña libertadora americana. En todas estas representaciones, se aprecian los motivos iconográficos con los que fue representada la santa patrona de América, vestida siempre con el hábito de las Terciarias Dominicas, y llevando un rosario. En su cabeza descansa una corona de rosas. En diferentes ocasiones se incluye un paño bordado, que nos remite a los trabajos manuales que la santa realizaba como soporte a sus oraciones mentales. La costura y el bordado eran empleados por la dominica como una forma de meditación, ya que al dar cada puntada tenía en mente un compendio de ciento cincuenta atributos divinos. Estos símbolos nos muestran la unión entre la vida contemplativa y la vida activa, surgida como resultado de la nueva apreciación de las artes manuales dentro de la piedad laica de la contrarreforma. En este pensamiento, labores como la costura y el bordado fueron vistas como una forma de liturgia y oración que tuvo amplia acogida en los claustros femeninos. Por su parte, en su ensayo “¿Indios nobles o mestizos reales?: Memoriales, legitimidad y liderazgo entre la colonia y la independencia”, la historiadora Scarlett O’Phelan reflexiona sobre representaciones de la santa vinculada estrechamente con los indígenas, como por ejemplo “Santa Rosa de Lima ante la Virgen del Rosario”, donde la santa aparece acompañada de indios en actitud de oración, o su aparición dentro de la serie de cuadros del Corpus Christi del Cuzco, perteneciente a la Escuela Cuzqueña. “Santa Rosa de Lima, una santa criolla para algunos y castiza para otros, llega a ser reconocida como patrona del Perú y del Nuevo Mundo, incluyendo Filipinas. A pesar de ser limeña, la iconografía la representa en más de una ocasión al lado de mujeres indígenas, o rodeada de indios, con el claro propósito de acercarla a la población nativa. Esto demuestra que Santa Rosa de Lima se había ganado un sitial en el panteón católico y en las festividades religiosas coloniales”, escribe. Como advierte la estudiosa, para la élite indígena, este detalle no será pasado por alto: “La canonizada Santa Rosa, en términos figurativos, había hecho realidad el sueño que los indios nobles albergaban de antaño: poder codearse, de igual a igual, con la nobleza castellana”, escribió. Han pasado tres siglos y medio desde su beatificación y Santa Rosa de Lima sigue siendo venerada por sus fieles que no dejan de creer en ella :)
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