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sábado, 18 de septiembre de 2021

ABIMAEL GUZMÁN: El legado de la muerte

Un hecho acaecido el pasado sábado en horas de la madrugada y que ha causado gran alegría en el país andino - aunque no en Palacio de Gobierno, donde el pesar y el dolor por parte de Pedro Castillo así como de sus secuaces era evidente - fue la muerte de su maestro y guía Abimael Guzmán Reynoso, alias “Presidente Gonzalo” cabecilla del grupo terrorista Sendero Luminoso que en desde 1980 dio origen a un baño de sangre en el Perú cobrándose la vida de más de 70 mil inocentes en su demencial afán de querer instaurar una sangrienta dictadura comunista al estilo polpotiano, y casi estuvo a punto de lograrlo. Pero tras su captura en 1992, fue juzgado y condenado a Cadena Perpetua, siendo recluido en una celda de la Base Naval del Callao, donde precisamente fue encontrado sin vida debido a complicaciones de su salud. Guzmán nunca se arrepintió de sus crímenes y por el contrario, lo justifico plenamente durante su proceso, al mismo tiempo que desde la cárcel reorganizaba su movimiento “convirtiéndolo” en un partido político con el objetivo de que se infiltrase en el sistema democrático para destruirlo desde dentro. Así nació el MOVADEF como su organismo de fachada. Pero ante todo, cabe preguntarse: ¿quién era Abimael Guzmán? Nacido el 3 de diciembre de 1934 en Mollendo (Arequipa) en la costa sur del Perú, su padre, quien tuvo seis hijos con tres mujeres, se ganó un premio en una lotería nacional y lo envió a un colegio católico y a la universidad. Luego de licenciarse en derecho y filosofía, Guzmán se incorporó a la facultad de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa y se convirtió en director de su programa de formación docente, que atrajo a estudiantes de pueblos indígenas. No se sabe si Guzmán tuvo hijos. De joven se casó con Augusta La Torre, hija de un líder del Partido Comunista en Ayacucho. Conocida como la “camarada Norah”, se convirtió en la segunda al mando de Sendero Luminoso, pero murió en 1988 en circunstancias misteriosas, aunque hay quienes afirman que fue envenenada por Elena Iparraguirre, quien se convirtió en la amante de Guzmán. De carácter fuerte y autoritario, estuvo con el cabecilla senderista el día de su captura en 1992. En el 2010, cuando Guzmán tenía 75 años, las autoridades le dieron permiso de casarse con ella, que también cumplía cadena perpetua por cargos de terrorismo. Sin embargo, continuaron recluidos en cárceles separadas y las escasas veces que podían verse era durante los múltiples procesos que se les seguían a ambos. Guzmán fue sometido a un segundo juicio, ante un tribunal civil, luego de que su juicio militar fuera declarado inconstitucional. En el 2006, se le declaró culpable de terrorismo agravado y asesinato, y se ratificó su condena de cadena perpetua. En el juicio pronunció las que podrían haber sido sus últimas palabras públicas: “¡Viva el Partido Comunista del Perú!”, agitando un puño sobre su cabeza. “¡Gloria al marxismo-leninismo-maoísmo! ¡Vivan los héroes del pueblo! ¡Gloria al pueblo peruano!” demostrando con ello que no había cambiado un ápice en su pensamiento. Como sabéis, durante la década de terror que se vivió en el Perú, Sendero Luminoso abogó por un reordenamiento violento de la sociedad “lejos de los vicios de la vida urbana”. Guzmán y su camarilla se hicieron eco del Khmer Rouge de Camboya, con advertencias de que “ríos de sangre” correrían luego de su victoria, y que millones de peruanos tendrían que ser ejecutados. Sendero Luminoso fue casi en su totalidad una idea de Guzmán, y durante un tiempo pareció dispuesto a tomar el poder de uno de los países más importantes de América Latina. Declarado maoísta, su movimiento fue uno de los más violentos y radicales de la historia moderna del hemisferio, y su mente fértil y su extraordinario poder de persuasión sentaron las bases para un intenso culto a la personalidad. Como muchos de su generación en América Latina, Guzmán estaba fascinado con la victoria revolucionaria de Fidel Castro en Cuba en 1959. Sin embargo, más tarde, llegó a despreciar a Castro, a la Unión Soviética e incluso a las facciones moderadas en China, que habían dejado de lado el maoísmo, lo que lo considero como “una traición a la revolución” tal como declaro desde la clandestinidad en la llamada ‘entrevista del siglo’ al vocero senderista El Diario el 24 de julio de 1988. Guzmán visitó China varias veces para aprender in situ sobre el maoismo y ver el desarrollo de la llamada Revolución Cultural , regresando de ese país con la visión de un Perú sin dinero, bancos, industria ni comercio exterior, donde todos serían campesinos y vivirían del trueque, como en la Camboya de Pol Pot. Su radicalismo origino que los dos principales partidos comunistas de Perú (el pro-soviético y el pro-chino) lo expulsasen de sus filas, desarrollando en la Universidad de Huamanga un círculo devoto de estudiantes y profesores de ideología maoísta, que para Guzmán era el pináculo del comunismo, fundado para ello el Partido Comunista del Perú (PCP) Sendero Luminoso. El mismo Guzmán consideraba a la doctrina de su movimiento como la cuarta espada que acompañaría al marxismo-leninismo-maoísmo, denominándolo Pensamiento Gonzalo. “Era un maestro muy carismático, con un estilo retórico ameno que realmente atraía a los estudiantes”, dijo el politólogo David Scott Palmer en el 2013. “En parte, se volvió tan fuerte debido a 17 años de preparación y también porque los pasos en falso del gobierno crearon condiciones favorables para la revolución”. (Palmer, quien murió en el 2018, compartió en los años setenta una oficina en dicho centro de estudios ubicado en Ayacucho, con Guzmán, entonces miembro de la facultad, cuando Palmer era voluntario del Cuerpo de Paz). Fue en 1980, cuando Sendero Luminoso llevó a cabo sus primeras acciones violentas, incluido el ataque a los centros de votación y la toma de ayuntamientos en aldeas remotas. Una mañana del 26 de diciembre de 1980, residentes de Lima, la capital, se encontraron con perros muertos colgados de decenas de faroles. Alrededor del cuello de cada uno de los canes había un cartel con un eslogan que se refería a la lucha entre facciones dentro del Partido Comunista de China, en la cual aparecía la frase “Teng Siao Ping” (Deng Xiaoping, en chino tradicional) como protesta a la reforma económica de apertura poco ortodoxa del nuevo líder chino que se distanciaba de los pensamientos de Mao Tse Tung, lo que a los ojos de Guzmán fue una traición y lo califico de “fiel seguidor del camino capitalista” tildándolo de “perro”. Esta fue la primera señal de la barbarie que estaba a punto de iniciar en el Perú. Guzmán, se autoproclamó la “Cuarta Espada del Comunismo”, luego de Marx, Lenin y Mao, predicando además el denominado “pensamiento Gonzalo”, que llevaría al mundo, de acuerdo con Guzmán, a una “etapa superior del marxismo” aunque antes dejara a millones de muertos por el camino. “Cuando Sendero Luminoso se alzó en armas, el intento de injertar la experiencia china, bajo el prisma de la Revolución Cultural, en la muy diferente cultura peruana, y pareció un esfuerzo condenado al fracaso”, escribió al respecto Gustavo Gorriti. “Para la mayoría de la gente en el Perú, el movimiento mesiánico de Guzmán era una secta demente, irremediablemente divorciada de la realidad y la cordura. No tanto así para la llamada ‘izquierda legal’, que de boca para afuera la condenaba pero íntimamente estaba de acuerdo con ella. Los vemos ahora juntos en el gobierno con Perú Libre, que al igual que MOVADEF y el Conare, es otro organismo de fachada de Sendero Luminoso” aseveró. Pero los terroristas aprovechando de la debilidad del Estado durante el gobierno de Fernando Belaúnde (1980-1985) que inicialmente se negó a combatirlos ya que los calificaba simplemente de abigeos, o sea ladrones de ganado, emprendieron una campaña militar muy exitosa que puso bajo su control a gran parte del país. Para ello, el terror y el asesinato indiscriminado de civiles inocentes fueron sus tácticas preferidas. El conflicto se extendió de las áreas rurales a Lima, donde los suministros de agua, electricidad y alimentos se volvieron poco confiables. Estallaron bombas en cines, restaurantes y comisarías. Los secuestros eran generalizados. Aparecieron avisos en las paredes advirtiendo a los civiles que huyeran. Miles lo hicieron. La economía, que ya estaba en estado crítico debido a un liderazgo político deficiente, se hundió en el caos. Sendero Luminoso trató de encontrar apoyo entre los pueblos indígenas cuyas necesidades habían sido ignoradas durante mucho tiempo por la élite peruana, aunque muchos de estos pueblos indígenas también fueron las principales víctimas de estos criminales. La masacre de Lucanamarca, realizada la tarde del domingo 3 de abril de 1983 a manos de las hordas senderistas es una muestra de ello. Parte de la estrategia de Guzmán fue empujar al ejército a sangrientas represalias, para dejar al descubierto sus “entrañas fascistas”. Demás está decir que la represión militar fue ciertamente feroz, especialmente durante el gobierno de Alan García y la dictadura de Kenyo Fujimori, donde grupos paramilitares - como el Comando Rodrigo Franco y el Grupo Colina junto a malos elementos de las Fuerzas Armadas, mataron a muchos civiles y aterrorizaron a las regiones indígenas, llevando a muchas de esas comunidades a apoyar a los terroristas. La situación parecía salirse de control con los atentados terroristas a Frecuencia Latina y en la calle Tarata, causaron gran conmoción en Lima. La gravedad de la situación llego a tal punto que los EE.UU. en coordinación con otros países de la región, dejo en claro que invadiría el Perú inmediatamente si Sendero Luminoso se hacía con el poder. Pero el 12 de septiembre de 1992 - el mismo año del autogolpe de Fujimori - cuando miembros de una unidad policial especial dedicada a rastrear a los líderes de Sendero Luminoso rodearon una casa en un barrio acomodado de Lima y capturaron a Guzmán sin disparar un tiro. “La Cuarta Espada del marxismo” se rindió pacíficamente sin ofrecer la mas mínima resistencia. Posteriormente, este compareció ante un tribunal militar vestido con un uniforme de prisionero de rayas blancas y negras, siendo declarado culpable de delitos de terrorismo y condenado a cadena perpetua. En 1993, Guzmán apareció varias veces en la televisión peruana y pidió a los terroristas de Sendero Luminoso que entregaran las armas. La mayoría lo hizo, aunque hubo quienes desconocieron esa orden y se convirtieron en grupos aliados con el narcotráfico internándose en la selva del VRAEM, que se convirtió desde entonces en su centro de operaciones terroristas. Desde su celda, tal como anotamos líneas arriba, Guzmán reorganizo el movimiento, y de la lucha armada paso a la lucha ideológica, a usar los mecanismos de la democracia para alcanzar la cima más alta del poder político y, una vez ahí, socavar el sistema democrático hasta destruirlo e instaurar una dictadura comunista que conculque las libertades. Y vaya que lo consiguió, ya que un grupo de fachada de Sendero Luminoso - Perú Libre - ahora está en el poder, dispuesto a poner en práctica “el Pensamiento Gonzalo” apenas pueda tener una oportunidad. Abimael Guzmán habrá muerto, pero no su pensamiento, como el mismo ‘profetizo’ el día de su captura. La tarea pendiente de todos los peruanos por ello, es confrontar esa propuesta anacrónica, de modelo económico, de administración del poder político y de desarrollo, que reivindica Sendero Luminoso y sus seguidores que ahora transitan en esa cima soñada por su difunto líder. No debe permitirse que se siga promoviendo la lucha de clases, el odio entre peruanos, la inquina, la venganza y la dictadura del proletariado en nombre de una supuesta revolución. El Perú habrá ganado la guerra a Sendero Luminoso, pero la victoria no será total mientras su ideología pueda seguir vigente. Es imposible leer los testimonios e investigaciones recogidos en la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) de las múltiples masacres cometidas por ese grupo criminal, sin sentir una profunda repulsión por el salvajismo de esa gavilla de asesinos, donde varios de sus integrantes - lamentablemente - ahora son parte del régimen de Pedro Castillo, quien por cierto, tenía preparado el “indulto humanitario” para el cabecilla senderista y que lo iba a dar a conocer el 12 de septiembre, día en que se conmemoraba el 29 aniversario de su captura, pero la muerte se le adelanto. Abimael Guzmán no fue un luchador social ni un romántico guerrillero, fue un genocida responsable del episodio más violento de la historia del Perú, y así debe ser recordado para siempre. (Venga ya, es lamentable por decir lo menos, el escándalo mediático surgido con motivo de qué hacer con el cuerpo de Guzmán, cuando lo sensato habría sido incinerar y esparcir sus cenizas en el mar apenas falleció para evitar que una posible tumba se convierta en un centro de peregrinaje. Ni Castillo - que obviamente se encuentra en estado de shock por el deceso de su idolatrado líder - ni la Fiscalía quisieron encargarse del asunto y han terminado por dejarlo en manos del Congreso, donde se aprobó el proyecto de ley para incinerar sus restos, con los votos en contra de Perú Libre, quienes han quedado retratados en cuerpo y alma una vez más como seguidores de ese despreciable asesino. Vergüenza tendría que darles) :(
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